EL ABENCERRAJE. Por Nicolás del Hierro POESÍA DE SIGLOS. PÁGINA A CARGO DE NICOLÁS DEL HIERRO. La historia nos dice que Abencerraje era el nombre de una familia guerrera que intervino notablemente en las guerras del reino de Granada, ya imponiéndose a algunos de los emires o apoyando a diversos reyes, entre ellos al propio Boabdil el Chico. Guerras y amoríos que sirvieron de inspiración a no pocos de los poetas de la época, poetas anónimos la mayoría de las veces y que dieron origen al Romancero Tradicional Español, del que nos atrevemos a copiar algunos ejemplos Este romance trata de la desgracia en que cayeron los Abencerrajes a consecuencia de las habladurías de sus enemigos en la Corte de Granada, causa del destierro de Abindarráez a la frontera, cuando era niño José Villegas Cordero, La Matanza de los Abencerrajes Caballeros granadinos, aunque moros, hijos dalgo, con envidiosos intentos al rey moro van hablando, viendo que los favorece todo el granadino estado, hombres, niños y mujeres, caballeros y villanos; dicen que los Bencerrajes, linaje noble, afamado, procuran dalle la muerte para gozar su reinado. Abindarraez en una carroza tras la búsqueda de Jarifa En este romance trata de los primeros amores de Abindarráez y Jarifa, y la separación de los enamorados por irse ella con su padre a otro lugar de la frontera Crióse el Abindarráez en Cartama, esa alcaidía, hasta que fue de quince años con la hermosa Jarifa. Padre llamaba al alcaide que él en guarda lo tenía, y Jarifa como hermana le regalaba y servía. Y solos por los jardines se andaban de noche y día, cogiendo de entre las flores la que mejor parecía. Si Abindarráez cantaba, Jarifa le respondía, y si acaso estaba triste, Jarifa se entristecía. Y estando una madrugada, ya que la aurora salía, sentados junto a una fuente que el agua dulce corría, Jarifa de Abindarráez muchas veces se retira, y aunque muestra rostro alegre, no burla como solía; antes de muy congojada en mirándole sospira, y el valiente Abindarráez mucha tristeza sentía. Y con la voz amorosa le pregunta qué tenía. Jarifa como discreta sospirando respondía: ¡Ay, Abindarráez querido, ay, alma del alma mía! ¡Cómo se nos va apartando el contento y alegría! Que a mi padre oí anoche, fingiendo estar yo dormida, que hermandad ni parentesco entre nosotros no había; y que de aquesta frontera el rey, alcaide os hacía, y que mi padre en Coín quiere el rey que asista y viva; y pues oí el desengaño en que engañada vivía, siendo mi gloria tan breve ¿cómo podré tener vida? Y estando los dos amantes en su triste despedida, llega a Abindarráez un paje a pedille las albricias. Dama mirándose al espejo representado a Jarifa Romance de la carta de amor que escribe el Abencerraje a Jarifa instándole a que le mande llamar A ti, la hermosa Jarifa, Abindarráez salud envía, el cual sin ella y sin ti esta carta te escribía. Mil veces dejé la pluma y dejada la tenía; el esfuerzo me animaba, el temor me combatía. En esto el atrevimiento que te escribiese, decía; el temor, ya despedido, el amor me dio osadía. Lo que te escribo, señora, corazón y vida mía, es que te acuerdes de mí, cual salí de gallardía en la vega de Granada vestido de tu divisa; y lo que más te agradezco, Jarifa, en cuanto podía, de saber cuán bien celaste con Fátima, tu querida, nuestros secretos amores, como discreta entendida. Lo que con es que como al presente suplico amor y cortesía cumplas tu palabra de ti se confía, que es de enviarme a llamar; di: ¿cuándo será este día? Y si error hay en la carta, culpe a quien lo merecía. Al amor primeramente porque me favorecía; después al atrevimiento, y a la mano que escribía. 11 El Abencerraje cuenta a don Rodrigo, camino de la prisión, después de la derrota, sus amores con Jarifa; en este fragmento de romance le refiere su juventud hasta que supo que la mora no era su hermana Cuando yo nascí, cuitado, luego mi padre me envía para que criado fuese en Cartama aquesa villa. Encargárame al Alcaide, que mi padre lo tenía por grande amigo, y lo era, y en las obras parecía, pues con una hija sola me criaba y le servía. Ella me llamaba hermano, yo a ella hermana mía; como hermanos muy amados pasábamos nuestra vida. El amor entre los dos diferencia no hacía; como su hermano me amaba, yo por hermana tenía. Tanto que Vila que en cresció en hermosura, par a ella no había. una vez en la fuente nuestro jardín corría, peinándose los cabellos como oro de Alejandría. A la hermosa Salmasis en belleza parescía. Dije: ¡Oh, quién fuese Troco para estar cabe esta ninfa, sin jamás quitarme de ella, ni de noche ni de día! Con su gracia y hermosura corriendo a mí se venía, y abrazándome me dijo: Ay, hermano de mi vida, decidme, ¿dónde venís, que yo buscado os había? Yo también a vos, hermana, que sin vos no hay alegría. Pero vos ¿cómo sabéis que seáis hermana mía? Yo no más del grande amor que como hermano os tenía, y ver también que mi padre como sus hijos nos cría. Otras mil cosas pasamos que el amor nos insistía. Y como el tiempo descubre las cosas, yo supe un día como no era mi hermana, y holguéme en demasía […] La Alcazaba, 49