REPÚBLICA SEMIPRESIDENCIALISTA República

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REPÚBLICA SEMIPRESIDENCIALISTA
República semipresidencialista
La república semipresidencialista es aquella en la cual el Presidentede la República, elegido
por sufragio, tiene ciertas competencias de gobierno. El Primer ministro es elegido por
el Parlamento a petición del Presidente, y éste responde de su responsabilidad ante el
Parlamento.
Por regla general, el Presidente de la República centra sus funciones en la política exterior,
mientras el primer ministro lo hace en política interior.
En este sistema a veces hay cohabitación. Estos periodos pueden acarrear una beneficiosa
verificación de la separación de poderes o estar llenos de obstrucciones a causa de la dualidad
del ejecutivo.
Francia es el arquetipo y prototipo de la forma de gobierno que se llama Sistema
Semipresidencial, de naturaleza mixta y cuyas características fueran inspiración de los sistemas
políticos de varias naciones. Las características principales del sistema que fue implantado con
la V República Francesa son:
El Ejecutivo es dual, tal que existe un Jefe de Estado, denominado Presidente de la República y
un Consejo de Ministros o Gabinete presidido por su Primer Ministro, como Jefe de Gobierno.
Gabinete políticamente responsable, en consecuencia, susceptible de ser interpelado y
censurado.
Jefe de Estado es elegido por sufragio universal. Tal precepto fue incluido en la Constitución
Francesa a partir de la Reforma de 1962, elección directa que equipara al Presidente de la
República con el Parlamento, en lo que a representatividad política se refiere.
El Poder Ejecutivo tiene la facultad de disolver la Cámara Baja o Asamblea Nacional, en caso de
grave controversia que ponga en riesgo la gobernabilidad de la Nación.
Existen ciertos actos del Presidente de la República que no requieren el refrendo del ministro del
ramo para su validez, como la disolución parlamentaria o las facultades contraídas mediante el
polémico artículo 16° de la Constitución Francesa. (120)
Países con un sistema semipresidencial de gobierno
Argelia
Angola
Armenia
Azerbaiyán
Bielorrusia
Bosnia y Herzegovina
Burkina Faso
Cabo Verde
República de China (Taiwán)
República Democrática del Congo
Egipto
Finlandia
Francia
Georgia
Guyana
Haití
Kazajistán
Kenia
Kirguistán
Líbano
Malí
Moldavia
Mongolia
Mozambique
Namibia
Níger
Autoridad Nacional Palestina (Palestina)
Perú
Rumania
Rusia
República Árabe Saharaui Democrática (Sahara Occidental)
Santo Tomé y Príncipe
Senegal
Serbia
Sri Lanka
Tayikistán
Ucrania
Uzbekistán
Yemen
Análisis del APRA y el semipresidencialismo
El APRA y el semipresidencialismo
El Partido Aprista Peruano (PAP) presentó su plan de gobierno. Una de las principales propuestas
de los apristas en materia de reforma política pasa por establecer un Poder Ejecutivo bicéfalo
con un presidente que “encarne a la nación” y vele por el cumplimiento de la Constitución, y un
Primer Ministro que sea el jefe del ejecutivo. En resumidas cuentas, los apristas plantean la
adopción de un régimen semipresidencial siguiendo el modelo de la V República Francesa. Una
aproximación.
El semipresidencialismo francés
La V República Francesa comenzó en 1958 con la sanción de la Constitución diseñada por el
general de Gaulle, luego de su retorno al poder. Los franceses venían de experimentar 12 años de
gobiernos de corta duración. Por su inestabilidad, a la IV República Francesa se la ha comparado
con la República de Weimar, cuyo triste final se produjo con la toma del poder de Hitler en 1933.
Según el modelo constitucional de la V República, el presidente es elegido en elecciones directas
por un período de cinco años con reelección ilimitada (hasta 2002, el mandato presidencial
duraba siete años). El presidente nombra al Primer Ministro, encarna a la nación, es “garante de
la independencia nacional, de la integridad territorial y del respeto de los tratados” (artículo 5).
Además es jefe de las Fuerzas Armadas (artículo 15) y preside el Consejo de Ministros (artículo 9).
A su vez, la Constitución prevé un mecanismo que fortalece la institución presidencial: el poder
de disolver la Asamblea Nacional (artículo 12).
A diferencia de la mayoría de sistemas presidencialistas, el presidente francés no es el Jefe del
Gobierno. Esta función recae en el Primer Ministro, cuya elección está a cargo de la Asamblea
Nacional. Puede suceder que el Presidente de la República no cuente con una mayoría en el
Congreso y que sea un partido ajeno al suyo el que ponga al Primer Ministro.
En efecto, esto último se ha dado en más de una ocasión. Entre 1986 y 1988, el entonces
presidente socialista Mitterrand tuvo como Primer Ministro al líder de la derecha, Jacques Chirac.
A su vez, el propio Chirac tuvo que nombrar como Primer Ministro al socialista Lionel Jospin en
1997 luego de perder una elección parlamentaria anticipada. A esto se le ha dado el nombre de
cohabitación.
Si constitucionalmente, el presidente francés tiene un poder limitado, en la práctica es quien
conduce el gobierno en períodos en que no hay cohabitación. Eso se debe también al hecho de
que el presidente haya sido también, en la mayoría de los casos, jefe de su partido. Por ese
motivo, se ha dicho que el semipresidencialismo francés oscila entre un régimen parlamentario y
uno presidencial dependiendo de si hay cohabitación o no.
Con excepción del poder de disolución del parlamento por parte del presidente, el plan de
gobierno aprista adopta la mayoría de los preceptos constitucionales franceses en relación con el
sistema de gobierno. Es decir, plantea la elección directa del presidente en doble vuelta
electoral, y la elección por parte del Congreso de un Primer Ministro que se encargue del
gobierno. De esa manera, argumentan, se logra una mayor estabilidad (artículo 11 del plan).
La viabilidad política del proyecto
Las repetidas crisis de gobernabilidad en las que han estado inmersos los países latinoamericanos
a lo largo del siglo XX han llevado a la pregunta si el origen de la inestabilidad no es justamente
el régimen presidencial mismo. Es así que, por ejemplo, a comienzos de la década del 90 se llevó
a cabo un referéndum en Brasil en el que se consultó a la población sobre la posibilidad de pasar
a un régimen parlamentario. El presidencialismo triunfó fácilmente.
Es precisamente por ese motivo que algunos analistas han favorecido el semipresidencialismo
sobre el parlamentarismo como una opción más viable para los países que buscan reformar su
sistema presidencial: permite seguir eligiendo a un presidente pero se mantienen los rasgos
fundamentales del parlamentarismo.
Los que recomiendan el sistema semipresidencialista para Latinoamérica, lo hacen siguiendo la
lógica equivocada, puesto que el hecho de que este régimen funcione en Francia se debe más a la
cultura política y las prácticas no constitucionales francesas que a lo que dice su propia Carta
Magna. El hecho de que en períodos de no cohabitación sea el presidente y no el Primer Ministro
el que gobierne, es un fenómeno sui generis que está relacionado con los liderazgos que han
ejercido los presidentes franceses (de Gaulle, d’Estaing, Mitterrand).
Un sistema de este tipo aplicado al Perú podría producir graves conflictos entre el presidente y el
jefe del ejecutivo, incluso en períodos en que el presidente tuviese una mayoría en el
parlamento. El primero buscaría ejercer el poder recurriendo a la legitimidad que le infiere su
elección directa, mientras el segundo se basaría en la ley para conducir el gobierno.
Por otro lado, ¿qué nos dice que en el fragmentado sistema de partidos peruano, las
organizaciones se van a poner de acuerdo para formar una mayoría congresal estable? Ante la
imposibilidad de formar cualquier tipo de gobierno, no sería difícil imaginar que el presidente
terminase gobernando por decreto, con lo que se caería en una situación parecida a la de la
República de Weimar en la que a partir de 1928 el presidente, popularmente elegido, terminó
gobernando con decretos de urgencia.
Tampoco hay que olvidar que la formación de mayorías en Francia está condicionada por el
sistema electoral mayoritario. En la elección de la Asamblea Nacional, los franceses eligen un
candidato por distrito electoral. Para ganar en la circunscripción, el candidato debe obtener la
mitad más uno de los votos. De no alcanzar el 50%, pasa a una segunda vuelta en la que
participan todos aquellos que han obtenido al menos 12,5% en la primera ronda. El sistema
fomenta la formación de coaliciones antes de la segunda vuelta que, a su vez, luego se repiten en
la legislatura. En la V República, el bloque de izquierdas y el de derechas se han alternado en el
poder.
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