lección 10 1 al 7 de junio Lo más importante primero (Hageo) «“Mía es la plata, y mío es el oro”, afirma el Señor Todopoderoso». Hageo 2: 8 Comienza el día leyendo la Palabra de Dios y orando. De ese modo estarás preparado o preparada para cualquier eventualidad que surja. 96 sábado Hageo 2: 8 Introducción 1º de junio Para pensar La guerra había destruido aquella gran ciudad. La comida escaseaba y el hambre había comenzado a asolar el país. La gente necesitaba unir fuerzas para reconstruir la ciudad y para encontrar alimentos. Algunos tenían comida escondida y nadie se interesaba en ayudar a su prójimo. Un día un visitante llegó a la destruida ciudad, pero nadie mostró interés en hablar con él. Estaba hambriento y cansado. Al observar un caldero lo tomó y lo llevó hasta un arroyo cercano, lo lavó y lo llenó de agua. Prendió fuego, colocando el caldero sobre él y luego puso dos piedras dentro. Cuando el agua empezó a hervir se sintió feliz. Los vecinos acudieron para ver qué hacía el visitante. «¡Oh! ¡Está haciendo una sopa de piedras!». «¡Esto huele muy bien!» Comenzaron a preguntarse qué sabor tendría aquella sopa de piedras, deseando probarla. El forastero dijo: «¿Saben algo? La sopa de piedras con repollo es deliciosa». Poco después uno de los vecinos se acercó con un repollo que había sacado de su escondite, y lo echó al caldero. «¡Esto huele muy bien —dijo el forastero—. Si tuviera algunas zanahorias, esta sopa de piedras sería fabulosa». Pocos minutos después otro vecino apareció con zanahorias. El forastero continuó removiendo el caldo mientras mencionaba que la sopa tendría un sabor maravilloso al añadirle frijoles, papas, hongos, cebollas, especias y sal. Al rato todos aquellos ingredientes aparecieron y fueron incorporados al gran puchero. En pocos minutos hubo una deliciosa sopa a disposición de todos. Aquel día la gente aprendió que cuando todos cooperan aportando lo que poseen se obtiene un mayor beneficio. A veces se nos pide que hagamos grandes cosas que no podríamos lograr mediante nuestros propios esfuerzos, por lo que no sentimos el deseo de comenzar alguna tarea. Es entonces cuando necesitamos trabajar en equipo para realizar las cosas que Dios nos ha pedido que hagamos. En el libro de Hageo encontramos a algunas personas que habían regresado de la cautividad y que fueron llamadas a reconstruir el Templo. Sin embargo, en forma egoísta trabajaron para beneficio propio, reconstruyendo sus viviendas. Algunos años más tarde el Templo aún no se había terminado y Dios envió profetas para que animaran al pueblo a completar la obra que se le había pedido que hiciera. En la época actual Dios llama a jóvenes para que trabajen para él. ¿Acaso estaremos dejando de recibir sus bendiciones debido a que no hemos llevado a cabo lo que él nos encomendó. Lauren Lombard, Columbia, Maryland, EE. UU. 97 domingo 2 de junio Logos Con un firme fundamento Salmo 103: 2-5; Hageo 1: 1-15; 2: 1-9, 22, 23; Zacarías 2: 8; 4: 6; Mateo 6: 33; Hebreos 13: 8; 1 Juan 4: 8, 18 Los motivos (Hag. 1: 1-15; Mat. 6: 33) Al principio del libro de Hageo Dios presenta los motivos de su apelación. Comienza con una pregunta relacionada con el tiempo; una interrogante que tiene que ver con las prioridades. Habían transcurrido varios años desde que el pueblo regresara del exilio para reconstruir el Templo de Jerusalén. Aunque regresaron a su patria prometiendo tomar parte en dicha reconstrucción, pronto comenzaron a preocuparse más por sus casas que por la casa de Dios. Sin embargo, vemos en estos versículos a un Dios paciente que espera muchos años antes de llamar la atención de ellos recordándoles aquel importante objetivo. Jesús repite en esencia la misma exhortación en Mateo 6: 33 diciendo: «Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas». Este no es un pedido egoísta de Dios, sino una sencilla realidad que él desea que entendamos. La unión con Dios nos proporciona el acceso a sus amplios recursos y nos coloca bajo su protección. Cuando nos distanciamos de él, podría decirse apropiadamente de nosotros: «Al jornalero se le va su salario como por saco roto» (Hag. 1: 6). Estoy contigo (Hag. 1: 12-14; Heb. 13: 8) Pocas cosas son más dolorosas que sentirnos solos. El rechazo, el aislamiento y la marginación nos pueden afectar en mayor o menor medida en algún momento de nuestras vidas. Ya sea una relación sentimental rota, el traslado a otra ciudad, una carta de rechazo, o sencillamente el desprecio de personas que considerábamos nuestros amigos; también sentirnos «marginados» es algo que afecta profundamente. El pecado genera aislamiento (Gén. 3: 8), pero cuando Dios se acerca a nosotros lo hace siempre con la promesa de que nunca nos dejará ni nos desamparará. Cuando los israelitas del tiempo de Hageo escucharon la apelación de Dios, se motivaron a actuar. Una vez que se dedicaron de nuevo a la reedificación del Templo, Dios les dio la mejor y más necesaria promesa diciendo: «Yo estoy con ustedes» (Hag. 1: 13). No temas (Hag. 2: 1-5; 1 Juan 4: 8, 18) El libro de Esdras afirma que cuando los judíos repatriados se reunieron por primera vez para echar los cimientos del nuevo templo, aquellos que conocían el templo anterior construido por Salomón lloraron (Esd. 3: 11, 12). Lloraron porque los nuevos cimientos eran inferiores a los del templo antiguo y porque se sintieron incapacitados para hacer lo que Dios había puesto en su corazón. Es en ese contexto que Dios pronuncia palabras de ánimo. Él reitera su promesa de que estará con ellos y les dice: «No teman» (Hag. 2: 5). En nuestra condición pecaminosa, cualquier decisión que tomemos podría estar basada en el temor: a lo que alguien pueda pensar, a lo que alguien pueda 98 decir, a lo que podría suceder, etcétera. Sin embargo, Dios nos invita a que no temamos. El apóstol Juan experimentó eso mismo en forma personal. Por eso dijo: «Dios es amor» y «el amor perfecto echa fuera el temor» (1 Juan 4: 8, 18). Cuando encendemos una luz, las tinieblas se desaparecen. De igual manera, el temor huye cuando Dios entra a nuestras vidas. «Te haré semejante a un anillo de sellar» El cumplimiento de nuestros deseos (Sal. 103: 2-5; Hag. 2: 6-9) Después de estimular a los arrepentidos israelitas para que no temieran, Dios les advierte que va a realizar algunas cosas impactantes. Al ver a través de las generaciones de la historia, él contempla al ansiado Mesías caminando por el atrio que ellos construirán. Este «Deseado de todas las gentes» (Hag. 2:7, RVA) aportaría a aquel templo una gloria mucho mayor. «El esplendor de esta segunda casa será mayor que el de la primera» que construyó Salomón (vers. 9). Todos los deseos del corazón humano serían saciados plenamente en Dios. Si en algún momento Dios te pareció alguien real y cercano, recordarás que tam­ bién te sentiste satisfecho o gozoso. El resultado de gozarnos en Dios es la paz, mencionada por Dios en el versículo 9. El anillo de sellar (Hag. 2: 22, 23; Zac. 2: 8; 4: 6) El libro de Hageo concluye con el cumplimiento del mensaje presentado al principio del mismo. Ese cumplimiento se encuentra en forma más visible en la persona de Zorobabel. Este siervo fiel había entregado a su administración al cuidado de Dios, había encontrado respuesta para sus más profundos anhelos y había trabajado no con sus propias fuerzas sino mediante el Espíritu divino (Zac. 4: 6). Dios ahora le habla a su siervo diciéndole: «Te haré semejante a un anillo de sellar» (Hag. 2: 23). Esta es una amorosa analogía, que al mismo tiempo muestra la ternura de Dios. Un anillo de sellar era algo importante para su propietario y por lo general se confeccionaba utilizando metales preciosos. Además, llevaba el sello del propietario. Encerraba un gran poder y autoridad al ser utilizado para validar documentos oficiales. De igual forma, cuando estemos conectados con Dios, sentiremos que somos valorados y encontraremos un nuevo poder en nuestras vidas. PARA COMENTAR 1. ¿Cómo puede la promesa de Dios acompañarnos, así como ayudarnos a «no temer» a todo lo que «no funciona bien» en nuestras vidas. 2. ¿Te sientes como «un anillo de sellar de Dios»? ¿Qué te impide gozar de dicha experiencia? Rick L. Johns, Richmond, Virginia, EE. UU. 99 lunes 3 de junio Testimonio «Sé fuerte. No temas» Hageo 2: 4 «Los consejos y reprensiones contenidos en el mensaje dado por Hageo fueron escuchados por los dirigentes y el pueblo de Israel. Comprendieron el fervor con que Dios los trataba. No se atrevían a despreciar las instrucciones que les enviara repetidamente, acerca de que su prosperidad temporal y espiritual dependía de que obedecieran fielmente los mandamientos de Dios. Incitados por las advertencias del profeta, obedecieron Zorobabel y Josué “y todo el demás pueblo, la voz de Jehová su Dios, y las palabras del profeta Hageo”. «Yo soy con vosotros» »Tan pronto como Israel decidió obedecer, las palabras de reprensión fueron seguidas por un mensaje de aliento. “Hageo habló al pueblo, diciendo: Yo soy con vosotros, dice Jehová. Y despertó Jehová el espíritu de Zorobabel”, el de Josué y el “de todo el resto del pueblo: y vinieron e hicieron obra en la casa de Jehová de los ejércitos, su Dios”. »En menos de un mes después que se reanudara el trabajo en el templo, los constructores recibieron otro mensaje alentador. El Señor mismo envió estas instancias por su profeta: “Pues ahora, Zorobabel, esfuérzate, dice Jehová; esfuérzate también Josué, […] y cobra ánimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová, y obrad: porque yo soy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos” (Hag. 2: 4). »A Israel acampado al pie del Sinaí el Señor había declarado: “Habitaré entre los hijos de Israel, y seré su Dios. Y conocerán que yo soy Jehová su Dios, que los saqué de la tierra de Egipto, para habitar en medio de ellos: Yo Jehová su Dios” (Éxo. 29: 45, 46). Y ahora, a pesar de que repetidas veces “fueron rebeldes, e hicieron enojar su Espíritu Santo” (Isa. 63: 10), el Señor les extendió una vez más la mano para salvarlos, mediante los mensajes de su profeta. En reconocimiento de la cooperación que daban a su propósito, les renovó su pacto y promesa de que su Espíritu habitaría entre ellos, y les recomendó: “No temáis”. »Hoy también el Señor declara a sus hijos: “Esfuérzate, […] porque yo soy con vosotros”. El creyente tiene siempre en el Señor a un poderoso auxiliador».* PARA COMENTAR 1. ¿Por qué es tan difícil para nosotros creer que Dios siempre está a nuestro lado? 2. ¿Qué cambios estás dispuesto a hacer con el fin de asumir una actitud «de fortaleza»? * Profetas y reyes, cap. 46, pp. 384, 385. 100 Timothy L. Nelson, Takoma Park, Maryland, EE. UU. martes Hageo 2: 8 Evidencia 4 de junio Nuestras prioridades Se asume que los acontecimientos relatados por Hageo ocurren aproximadamente durante el segundo año del reinado del monarca persa Darío, por el año 520 a. C.* En aquel tiempo los moradores de Judá no se decidían a reconstruir el Templo según Dios lo había ordenado (Hag. 1). Más bien se habían dedicado a edificar sus casas y a atender otras necesidades personales. Debido a esa falta de entrega, el Señor le dijo a Hageo que las siembras que ellos habían plantado iban a morir (Hag. 1: 1-11). Un mes después de haber recibido aquel mensaje y de confirmar los efectos de la sequía, Zorobabel el gobernador de Judá y Josué el sumo sacerdote, junto con el pueblo, comenzaron a reconstruir el Templo (Hag. 12-15). Como cristianos, deberíamos estar conscientes de las cosas que ocupan un lugar preponderante en nuestras vidas. Según aquella obra progresaba, Dios le dijo a Hageo que el nuevo templo iba a opacar al antiguo debido a que el «Deseado de todas las gentes» se haría presente en él. Dios también proclamó que la gloria del Templo no estaría basada en su tamaño, ni en los materiales utilizados, sino en la gloria de la presencia de Dios que se mostraría en aquel lugar (Hag. 2: 6-9). En un mensaje final, Hageo decla­ ra que el Señor haría que Zorobabel fuera semejante a un anillo de sellar (Hag. 2: 23). Todo debido a la entrega de Zorobabel a la obra de reconstrucción del Templo y a su liderazgo en el regreso de Judá de su cautiverio. Como resultado de su fidelidad Dios lo colocó en un sitial parecido al de David, formando parte de los antepasados del Mesías. En nuestra época muy a menudo las prioridades de Dios se colocan en un segundo o tercer lugar a causa de los deseos de nuestra naturaleza humana. Por lo tanto, como cristianos, deberíamos estar conscientes de las cosas que ocupan un lugar preponderante en nuestras vidas. Cuando llevar a cabo la voluntad de Dios sea nuestra prioridad, mostraremos nuestro amor y lealtad a las tareas que él coloca ante nosotros. Oremos pidiendo fuerzas y valor para seguir el ejemplo de Zorobabel, colocando la obra de Dios por encima de todo lo demás. PARA COMENTAR 1. ¿Qué lugar ocupan tus prioridades personales respecto a las de Dios? 2. ¿A qué le concedes un más alto sitial que a las prioridades de Dios? * Comentario bíblico adventista, tomo 4. Ver notas sobre Hageo 2. Aaron M. Wilson, Fairmount Heights, Maryland, EE. UU. 101 miércoles 5 de junio Cómo actuar Edificando el Templo Hageo 1, 2 Se supone que los judíos exiliados debían reconstruir el Templo después de regresar a Jerusalén. Sin embargo, todos comenzaron a preocuparse por construir sus propias casas. Marcha por la vida sabiendo que Dios vela sobre ti y te protege. Nosotros también hemos incurrido en el olvido en lo que respecta a la casa de Dios. También nos concentramos en aquello que podemos alcanzar en esta vida, en lugar de lo que podríamos hacer por el reino de Dios. Por ende la obra de Dios es descuidada y sufre un deterioro al igual que las ruinas antiguas. ¿Cómo podemos cambiar? Hay algunos pasos sencillos. Construye sobre la Roca. Debemos comenzar con un sólido cimiento. Isaías 28: 16 nos recuerda que Dios colocará la piedra principal del cimiento, una piedra sólida, una piedra valiosa que será nuestro firme cimiento. Esa piedra es Jesucristo. Él estará allí con nosotros. Necesitamos recordar que cuando lo colocamos a él como nuestro cimiento, nuestras casas, iglesias y escuelas prosperarán. Añade la armazón y las paredes. Todos necesitamos a los demás. De la misma forma en que las paredes de un edificio sustentan el techo, cuando nos relacionamos con otros miembros de iglesia estamos mejor preparados para apoyarnos unos a otros. Sé una mano ayudadora siempre que puedas. Prueba alguna novedosa forma de servicio, o amístate con un nuevo creyente. Levanta un sólido techo para resguardarte. «Porque los ojos del Señor están sobre los justos» (1 Ped. 3: 12). Marcha por la vida sabiendo que Dios vela sobre ti y te protege. Dedica tu casa a Dios. De la misma forma en que dedicamos a un bebé, también necesitamos dedicar nuestro templo ¡para que Jesús more en él! Al dedicar también nuestro tiempo con el fin de ayudar en cualquier forma posible, también ayudaremos al cuidado de la casa del Señor. PARA COMENTAR 1. ¿Cómo crees que puedes ayudar a la edificación del templo de Dios? 2. ¿Por qué es importante valorar la casa de Dios mucho más que la tuya propia? 102 Onetia Hall, Coventry, Rhode Island, EE. UU. jueves Hageo 2: 1-5 Opinión 6 de junio Una promesa y un propósito El Creador del universo se presenta como el Rey cuando le dice a Zorobabel a través de Hageo que él promete estar a su lado. Zorobabel tenía muchas preocupaciones como gobernador de Judá. Por esa razón permite que el consejo de Dios lo guíe. Su obediencia permitió que se desarrollara su relación con el Creador. De igual modo, cuando permitimos que la Palabra de Dios guíe nuestras decisiones estaremos diciéndole al Señor que él es nuestro Rey y que nosotros somos sus siervos. ¡Vive de acuerdo con los propósitos divinos y recibirás el beneficio de sus promesas! Muchos acuden a la iglesia con el fin de socializar y de entretenerse. Sin embargo, Dios desea que lo ayudemos a edificar su iglesia. Zorobabel obró en forma diligente para hacer eso mismo. Dios nos llama a hacer una gran obra tomando en cuenta nuestro deseo de colocarlo en el primer lugar de nuestras vidas. Hacer de Dios una prioridad fortalece el pacto que tenemos con nuestro Creador. Luego podremos reclamar las promesas de Abraham, los cánticos de David y recibir las bendiciones del sacrificio de Cristo. De esa forma estaremos capacitados para cumplir los propósitos divinos. A través de Hageo Dios le dijo a Zorobabel que él lo honrará el día en que des­ truya a sus enemigos, y lo convierta en un anillo de sellar en su mano (Hag. 2: 23). Debido a que un anillo es redondo, no tendrá principio ni fin. A lo largo de la historia humana los anillos han representado una promesa o un pacto. En este texto, Dios le dice a Zorobabel que lo ha escogido con el fin de acompañarlo por siempre. Dios como Rey de reyes, desea hacer un pacto personal con su pueblo. Él te escoge de la misma forma en que llamó a Zorobabel. ¿Estás dispuesto o dispuesta a colocarte bajo su gobierno y protección? Al realizar su voluntad lo podrás conocer más profundamente. Hageo nos presenta un claro mensaje de parte de Dios: organiza tus responsabilidades en forma prioritaria. ¡Vive de acuerdo con los propósitos divinos y recibirás el beneficio de sus promesas! Gerdine Dalambert, Elkridge, Maryland, EE. UU. 103 viernes 7 de junio Exploración La principal prioridad Hageo 2: 8 PARA CONCLUIR ¿Cómo estableces las prioridades de tu vida? ¿Preparas un listado? ¿Organizas algo? Cuando estableces dichas prioridades, ¿cómo se integra Dios a las mismas? ¿Qué dirás de la familia del Señor y de su iglesia? ¿Deberían colocarse las mismas a un lado cuando organizamos nuestras vidas? ¿Acaso deberían ser parte integral de nuestra existencia y prioridades? Cuando Dios nos creó nosotros éramos su máxima prioridad. Él lo creó todo para nuestro disfrute. Entonces, ¿por qué hemos confundido tanto nuestras prioridades? CONSIDERA •L eer algunos artículos acerca de personas que han ganado la lotería. ¿Cuáles son sus prioridades una vez que han ganado una importante suma de dinero? ¿Qué nos dice todo eso acerca de dichas prioridades? Por lo general ¿qué les sucede a estas personas? ¿Qué nos dice todo ello acerca de la importancia de nuestras prioridades? • Crear una lista de prioridades para tu vida. ¿Qué podrían aprender los demás al observar tu listado? ¿Qué aprendiste acerca de ti mismo en el proceso de redactar la lista? • Cambiar alguna de las prioridades a un lugar superior de tu lista. ¿Qué cambios necesitas hacer con el fin de lograr lo anterior? ¿Cómo puedes hacer dichos cambios? • Preguntar a algunos amigos cómo establecen ellos sus prioridades y por qué. • Observar el presupuesto de tu congregación así como sus objetivos. ¿Qué te dicen acerca de sus prioridades? ¿Están en conformidad los renglones monetarios con las prioridades en cuestión? • Preguntar a un niño qué considera él o ella como lo más importante de su vida y por qué. PARA COMENTAR Los hechos de los apóstoles, caps. 1, 5. 104 Janya Mekelburg, Lincoln, Nebraska, EE. UU.