El padre de la revolución

Anuncio
48
LATERCERA Sábado 4 de abril de 2015
Negocios
[ BONANZA PETROLERA EN EE.UU.] George Mitchell no inventó el fracking o fractura hidráulica, la
técnica de extracción que hizo posible el boom petrolero estadounidense, pero sí apostó todos los
recursos de su empresa a perfeccionarla y hacerla viable. Y ganó.
Por Marcela Corvalán
El padre de la revolución
A
George Mitchell
le tiene que haber gustado llevar la contraria.
De otro modo, no
se explica que
haya ido contra la
tesis imperante desde los 70 de una
declinación inevitable en la industria petrolera estadounidense.
Pero el ingeniero y empresario
texano estaba convencido de que
era posible sacar petróleo de las
piedras. A través de su compañía,
Mitchell Energy, pasó dos décadas perfeccionando técnicas para
liberar las enormes reservas atrapadas en formaciones rocosas a
gran profundidad. Para él, el
fracking, romper las rocas con la
inyección de fluidos a alta presión, tenía sentido... pero no era
una postura popular. Es poco probable que le haya importado. En
el obituario que le dedicó The
Economist cuando murió, en julio de 2013, la revista declara que
“su tozudez era su cualidad más
importante”.
PARA ENTENDER
George Mitchell, ingeniero y
empresario petrolero texano,
impulsó el desarrollo de una
técnica comercialmente
viable para extraer petróleo y
gas de esquisto.
Mitchell invirtió poco más de
US$ 6 millones a lo largo de
dos décadas para
perfeccionar el fracking o
fractura hidráulica, que rompe
rocas para liberar
hidrocarburos.
La tecnología desarrollada por
Mitchell dio paso al boom del
shale oil y el shale gas en
Estados Unidos, que ha
convertido al país en el
principal productor de
petróleo del mundo.
Botar dinero
Mitchell era hijo de un inmigrante griego, criador de cabras, que
trabajó para pagarse los estudios
de ingeniería petrolera y geología
en la Universidad de Texas. Para
la Segunda Guerra Mundial se integró al Cuerpo de Ingenieros del
Ejército. A su regreso, trabajó de
manera independiente en el sector petrolero tejano. Pasó 20 años
haciendo hoyos alrededor de Fort
Worth, en una zona conocida
como Barnett Shale. “Nunca consideré rendirme”, dijo en una entrevista con The Economist en
mayo de 2012, “ni siquiera cuando todos me decían ‘George, estás botando el dinero’”.
Recién en 1998, cuando ya se
acercaba a los 80 años y había
invertido varios millones de dólares, su equipo de ingenieros
pensó en cambiar los líquidos
usados para fracturar las rocas. La
fractura hidráulica se conocía
desde los 40 y Mitchell Energy
probó inyectando todo tipo de
mezclas industriales. Hasta que ,
con un presupuesto ajustado, alguien sugirió probar con agua,
algo que no se había hecho porque se suponía que rellenaba las
grietas y disminuía las posibilida-
RR George Mitchell apostó por
el fracking, lo perfeccionó y lo
hizo viable. FOTO: BLOOMBERG
des de fractura. Resultó que la
sabiduría convencional estaba
equivocada y que un fluido de
baja viscosidad, con gran parte de
agua, no sólo era más barato, sino
que mucho más efectivo. Con
agua, el fracking era económicamente viable.
Buena suerte
La suerte lo ayudó con otra cosa.
Uno de sus geólogos pensaba que
la formación Barnett tenía más
gas que lo pensado. El mismo Mitchell contó a Marketplace que el
entonces CEO de la firma, Bill
Stevens, rechazó la solicitud de
fondos del geólogo, Kent Bowker,
para realizar algunos experimen-
tos. Mitchell decidió arriesgarse
y revirtió la decisión de su gerente general. Resultó que había
cuatro veces más gas que el esperado. Mitchell era rico.
Llegó a ocupar el puesto 736 en
el ranking Forbes de millonarios
en 2013, tras vender Mitchell
Energy por US$ 3.500 millones a
Devon Energy, donde se mantuvo como principal accionista hasta su muerte, a los 94 años.
Según dijo a The Economist, no
le sorprendió que el uso de su
tecnología de fractura hidráulica
pusiera de cabeza el mercado estadounidense del gas. “Lo sorprendente ha sido la velocidad a
la que ha ocurrido”, comentó.
“En 2000 el shale gas representaba apenas el 1% de la oferta de
gas natural en EE.UU. Hoy (2012)
es el 30% y sigue creciendo”.
Además de porfiado, tenía otros
rasgos distintivos. Fue un creyente temprano en el crecimiento amigable con el medio ambiente, impulsando en 1974 un
desarrollo inmobiliario planificado, The Woodlands, en los bosques al norte de Houston, para
abordar la expansión urbana. En
sus últimos años, abogó por una
regulación estricta del fracking,
sobre todo pequeños jugadores
independientes: temía que personas descuidadas corrompieran
su técnica e hicieran daño al me-
dio ambiente.
“He tenido mucha experiencia
con petroleros independientes”,
dijo a Marketplace. “Son salvajes.
Son incontrolables. Si no lo hacen
bien, hay que penalizar a la gente del petróleo y gas. Hay que ponerse duro con ellos”.
Uno de sus hijos, Todd Mitchell,
habló a The Economist de la “Paradoja Mitchell”: creía en el control de la población, pero tuvo 10
hijos; impulsaba la sustentabilidad, pero nunca invirtió en energías renovables. Al final, lo que
importa es que la revolución que
inició en Texas le cambió la cara
a Estados Unidos y, a la larga,
podría hacerlo con el mundo.b
Descargar