LA VIDA AMOROSA DE 5 GENIOS MUSICALES La paz hogareña de Bach y su veintena de hijos, los patéticos e innumerables rechazos que sufrió Beethoven, el triángulo amoroso y las cartas picaronas de Mozart, la ambigua sálida del clóset de Tchaikovsky y la fuga de Erik Satie. Estos son cinco grandes compositores (o cuatro grandes y uno famoso), cuyas historias de amor son representativas de las distintas épocas de la historia en que vivieron. Y es que no sólo de acordes y pentagramas vive el músico. Por Juan Pablo Abalo Juan Sebastián Bach (1685-1750) Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) AMOR, PAZ Y MUCHOS HIJOS LA “PIOR ES NÁ” “C onstanza, prepara tu delicado nido, porque mi amiguito realmente se lo ha ganado: se ha portado muy bien y solo quiere poseer tu precioso ............. (palabras tachadas en el manuscrito). Imagínate cómo está el muy bribón, que mientras escribo sube trepando hasta la mesa y mira interrogador. Apenas si lo puedo mantener en su lugar, a ese granuja. ¿Me vendrás a esperar a la primera estación de la posta?”. Así dice una de las muchas cartas que Mozart le enviaba a Constanza Weber, su mujer, mientras él viajaba por diferentes cortes realizando conciertos. Sorprende ver aparecer a un Mozart tan jovial, travieso y dado al doble sentido. Y más aún sorprende verlo tan entregado a su esposa, en circusntancias que mucho se ha cuestionado tal amor. Mozart contrajo matrimonio con Constanza Weber hacia 1781, en Viena. Se dice que fueron muy unidos, pero con demasiadas penurias económicas, lo que les impedía una felicidad C ompositor de cuyo alcance no es necesario hacer mención, Juan Sebastián Bach tuvo dos grandes amores en su vida: Dios y la música, a los cuales se dedicó casi por completo. Y el “casi” es porque, además, amó cariñosamente a las dos esposas que tuvo. Con María Bárbara Bach -prima suya de segundo gradose casó en 1707, a los 22 años, y gozó de un matrimonio feliz y tranquilo, llegando a tener 7 hijos, de los cuales sólo 4 sobrevivieron a la niñez. Pero este cuento no tuvo un final feliz y, mientras andaba de “gira musical” junto al príncipe Leopoldo, María Bárbara murió. Al enterarse, Bach sufrió enormemente, pues se trataba de una mujer apacible y dulce, y de reconocidas dotes musicales, lo que la hacía estar consciente de quién era Bach y así darle la serenidad hogareña que necesitaba. Pero como sus amores principales -Dios y la música- seguian vivos, se repuso y, luego de varios años al cuidado de sus cuatro hijos, en 1721 concurre a Hamburgo a ver al organista Reinken. Es durante esta estancia donde conoce a la joven soprano 17 años menor que él, Ana Magdalena, con quien rápidamente se casa y tiene 13 hijos más, 32 TheClinic plena, tranquila. Hay quien ha escrito que ella no fue capaz de entender la genialidad de Mozart, por lo que no podía seguirlo en su aventurada vida. También se ha escrito que el compositor del misterioso y monumental “Requiem” nunca estuvo profundamente enamorado de Constanza y que su gran amor era la hermana de ella, Aloyse, a la que nunca pudo conquistar, razón por la cual se terminó casando con la hermana, que durante años lo intentó conquistar, hasta que lo logró. De ser así, la suya es la trágica y eterna historia del que ama a la que no lo ama y no ama a la que lo ama y se queda con la “pior es ná”. De todos modos, Mozart se dedicó larga y tendidamente a la vida social y a impartir lecciones musicales, teniendo varias jóvenes alumnas, con las cuales, probablemente, alimentó su imaginación donjuanesca. Pero Constanza se mantuvo siempre firme a su lado y le dió varios hijos, de los cuales solamente dos sobrevivieron a la niñez. de los que sobreviven sólo cinco. Así, Bach encontraba nuevamente el hogar que tanto quería para dedicarse a componer, entre otras, obras capitales como “La pasión según San Mateo” y “El arte de la fuga”. Su mujer, en tanto, se dedicó a escribir su famosa “Pequeña crónica de Ana Magdalena Bach”, en la cual retrata humanamente a su marido y da cuenta de la admiración con que lo amó: “Empujé la puerta del templo y tales sonidos maravillosos escuché difundirse por el aire, que me parecieron arrancados por algún arcángel. Deslíceme en silencio hasta el interior y me quedé inmóvil. En la embriaguez de aquella música perdí por completo la sensación de las horas. Cuando la melodía cesó, súbitamente, yo permanecía aún de pie, estupefacta, como si los truenos que brotaban de las galerías mágicas debieran seguir vibrando todavía. Entonces el organista, Sebastián en persona, apareció en la tribuna y se acercó a la baranda; yo tenía aún los ojos alzados cuando él me vio. Le miré un instante, demasiado asustada , pues tras un concierto semejante, más que a un hombre, esperaba contemplar a San Jorge mismo”. sabía usted que: … A Sarita Vázquez le regalan chocolates en San Halloween. Peter Tchaikovsky (1840-1893) AMOR CIEGO ADENTRO DEL CLóSET C E ste compositor ruso, que dejó en la historia un reguero de “hits” como “El lago de los Cisnes” y “Cascanueces”, fue protagonista de uno de los amores más conflictivos de la historia de la música. Hombre extremadamente tímido, frágil y bastante neurótico, tuvo un amor platónico con una viuda de nombre Madame Meck, una mujer diez años mayor que él, madre de doce hijos y dueña de una gran fortuna. Su relación fue platónica pues sólo se consumó por medio de cartas. Madame Meck se enamoró de la música del compositor y le dio dinero a modo de mesada por un tiempo que se prolongó bastante, lo que le permitió a Tchaikovsky componer con plena libertad. !Jamás se conocieron en persona! y fue así como se hizo insostenible tal relación, lo que a la postre implicó el acabose tanto de la relación como de la mesada. Más tarde, el compositor se casó con una alumna del conservatorio, Antonina Milyukova, que también se declaró admira- dora de su obra. Este matrimonio duró solo un día, pues el propio Tchaikovsky huyó sin dejar rastro. Así no más. Después de a lo menos tres años negociando el divorcio, pues ella no lo aceptaba y él temía que por despecho divulgase su homosexualidad, finalmente logran un acuerdo. La siguiente es una carta firmada por Tchaikovsky a un “amigo”, justo antes de contraer su fallido matrimonio. En ella revela el misterio detrás de la montaña que le impedía consumar sus relaciones amorosas: “Volodya: Hoy contraeré matrimonio. Sobre mi futura esposa sólo puedo decir que es una joven respetable, muy enamorada de mí, extremadamente pobre y suficientemente bella. Desconozco qué pasará en el futuro. Por esta carta entenderás que, por consiguiente, no debes esperarme. Por mucho que yo adore Usovo, y por agradable que me resulte verte, después de casarme tendré que vivir con mi esposa... Tuyo, P. Tchaikovsky”. Murió solito, sin pan ni pedazo. Ludwig van Beethoven (1770-1827) Eric Satie (1896-1925) PÉSIMA SUERTE PROHIBICIÓN DE ACERCARSE on este hombre la naturaleza no fue demasiado generosa en lo que a estampa se refiere: bajo de estatura, de rostro achatado, orejón, de risa violenta y sordera creciente. Por ello, el amor le fue tan esquivo como a sus oídos el mundanal ruido. Beethoven fue un enamorado empedernido al que las mujeres querían más como amigo, rechazándole cada una de las proposiciones de matrimonio que les hacía. Entre otras, estas fueron las rechazantes que la historia ha podido verificar: Giulietta Guiccardi: Alumna a quien le dedicó la famosa sonata “Claro de Luna”. Amalie Sebald: Cantante con quien tuvo un breve idilio en Tepliz. Therese Malfatti: Hija del médico de Beethoven. A ella fue dedicada la obra “Para Elisa”. Bettina Brentano: Escritora, amiga y musa de Goethe. Propició un encuentro entre Beethoven y el poeta, que solo sirvió para terminar peleados, pues Beethoven no manifestó ni un poco de admiración por Goethe; es más, le expresó en estos términos su rechazo: “Pensé que conocería al príncipe de los poetas y sólo he conocido al poeta de los príncipes”. Therese Brunswick: Alumna a quien le dedicó la sonata “A Teresa”. A esta última, Beethoven le dirigió una carta que lo muestra como un enamoradizo crónico: “Ya desde la cama se dirigen mis pensamientos hacia ti, mi amada inmortal. Unas veces alegres, otras tristes, esperando que el destino nos sea favorable. Prefiero no vivir si no es junto a ti y estoy dispuesto a vagar sin rumbo hasta el día en que pueda volar hacia tus brazos, mi verdadera patria. Porque junto a ti podré hundir mi alma en el reino de los espíritus. Nadie podrá ocupar jamás mi corazón, pues tu amor me ha hecho el más feliz y más desgraciado de los hombres. Nuestra relación me impide disfrutar de esa vida serena, de ese sosiego tan importante a mi edad... De tu amado L.V.B”. Sus últimos años los pasó solo, arrinconado por la mala salud, de manera tal que le vienen como anillo al dedo estos versos de Enrique Lihn: “No sé qué mierda estoy haciendo aquí/ viejo, cansado, enfermo y pensativo”. Así murió. E l caso del controvertido compositor francés, amigo de Picasso e impulsor del denominado anti impresionismo (tal como Cocteau en la literatura), es extremadamente incierto en lo que a mujeres y amores se refiere, a pesar de haber sido por largo tiempo pianista de cabaret, lo que podría haberle traído más de alguna buena aventura. Al autor de las célebres Gymnopedies sólo se le conoció una relación amorosa, con una mujer de nombre Suzanne Valadon. Satié, obnubilado por su belleza, decidió que el modo de conquistarla era enviando al hijo de ésta flores por doquier. Para sabía usted que: … Los bolivianos no pueden regalar Costa. su futura desgracia, todo dio muy buen resultado y lo que en principio parecía un mágico mundo de colores se transformó en un tormento para Satie. A tal punto que, en un arranque de agobio, el compositor y pianista consideró que su unión con Suzanne afectaba no sólo su arte sino también su salud, razón por la cual decidió dirigirse a la policía para solicitar protección ante la mujer. Con esto, confirmó el adagio: “Más vale solo que mal acompañado”. Tras su muerte, amigos y colegas entraron al lugar donde Satie se encerró sus últimas tres décadas y encontraron cartas de amor que jamás envió y algunos poemas: POEMA DE AMOR N° 1 POEMA DE AMOR N° 2 Soy sólo un grano al viento Siempre fresco y atento Que bebe y ríe tunante Para gustar a su amante. Toda miel, mi querida Amad mi frágil vida, Es sólo un grano al viento Siempre fresco y atento. Soy calvo de nacimiento Por puro convencimiento Ya no tengo confianza En mi joven prestancia ¿Por qué esta arrogancia De la tan bella Hortencia? Muy calvo de nacimiento Lo soy por convencimiento. TheClinic 33