Estudios dE AntropologíA BiológicA Volumen XIV ** editoras Josefina mansilla lory Abigail meza Peñaloza univErsidAd nAcionAl AutónomA dE méxico instituto dE invEstigAcionEs AntropológicAs instituto nAcionAl dE AntropologíA E HistoriA AsociAción mExicAnA dE AntropologíA BiológicA méxico 2009 Comité editorial Xabier lizarraga Cruchaga José Antonio Pompa y Padilla Carlos Serrano Sánchez luis Alberto Vargas Guadarrama Todos los artículos fueron dictaminados Primera edición: 2009 © 2009, Instituto de Investigaciones Antropológicas universidad nacional Autónoma de méxico Ciudad universitaria, 04510, méxico, D.F. © 2009, Instituto nacional de Antropología e Historia Córdoba 45, Col. Roma, 06700, méxico, D.F. sub_fomento.cncpbs@inah.gob.mx © 2009, Asociación mexicana de Antropología Biológica ISSn 1405-5066 Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales D.R. Derechos reservados conforme a la ley Impreso y hecho en méxico Printed in Mexico SiStemaS Sexo/género “matriarcaleS”: bijagó (guinea biSSau) y zapoteca (méxico) Águeda Gómez Suárez Universidad de Vigo, España reSumen La interacción social entre géneros se ha ido modificando históricamente, tratándose de un sistema relacional que varía según las coordenadas sociales, económicas o culturales de cada época y espacio concretos. Existen dos sociedades singulares donde la mujer es la protagonista de la vida social y la relación de género es excepcionalmente horizontal: la ciudad indígena zapoteca de Juchitán, ubicada en el Istmo de Tehuantepec (México) y las comunidades bijagó, asentadas en el archipiélago de las islas Bijagó (Guinea Bissau), donde algunos autores han afirmado que existen sistemas matriarcales. Con este incipiente estudio comparativo (el trabajo de campo concluyó en mayo del 2007), dentro del ámbito de temáticas en torno al género, se pretende reflexionar sobre las causas que han determinado que entre estas sociedades la mujer posea una relevancia significativa. palabraS clave: matriarcado, mujeres zapotecas, muxe, mujeres bigajó, Guinea Bissau. abStract The social interaction between genders has been modified historically, treating itself about a relational system that it changes according to the social, economic or cultural coordinates of every epoch and concrete space. Two singular societies exist where the woman is the protagonist of the social life and the relation of gender is exceptionally horizontal: the indigenous city Juchitán’s Zapoteca, located in Tehuantepec’s Isthmus (Mexico) and the communities Bijagó, ó,, seated in the archipelago of the islands Bijagó (Guinea Bissau), where some authors have Estudios de Antropología Biológica, xiv-ii: 343-359, México, 2009, ISSN 1405-5066 344 A. GóMez S. managed to affirm that matriarchal systems exist. With this incipient comparative study (the fieldwork stopped being realized in May, 2007), inside the area of subject matters around the gender, one tries to think about the reasons that have determined that between these societies the woman possesses a significant relevancy. Key wordS: matriarchy, Zapotec woman, Muxe, Bigajó ó woman, Guinea Bissau. introducción ¿En todas las sociedades las mujeres sufren desventajas respecto a los hombres? ¿Existe alguna sociedad en la que no domine el sistema patriarcal? Y si es así ¿qué favorece que esto ocurra? Según la antropología, el matriarcado no ha existido nunca. Se han encontrado lugares donde la mujer goza de ciertas cuotas de poder que favorecen la igualdad entre ambos sexos. Entre los inuit norteamericanos; en el antiguo Dahomey en África, en zonas de Bali, los ibo de Nigeria; en algunos pueblos de la Amazonía americana, en los semang de la península malaya; en los ashanti de África occidental; en los lepcha del Himalaya, o entre los kung del desierto del Kalahari, entre otros. En la actualidad se mantienen supuestos matriarcados entre los nagovisi de la isla de Bouganville frente a Papúa Nueva Guinea; los minangkabau en el oeste de Sumatra en Indonesia; los khasi, garo y jaintia que habitan en el estado de Menghalaya al norte de la India; los machiguenga de Perú; los mosuo, en el estado de Yunann de China; los bijagó de Guinea Bissau o los zapoteca del Istmo de Tehuantepec en México (Ortner 1979, Heritier 2002, Moore 1991, Mérida 2002). En este texto no se pretende reflexionar teóricamente sobre conceptos tales como matriarcado, matrilinealidad, etcétera, sino únicamente indagar sobre los elementos que en la actualidad permiten la permanencia de sistemas sexo/género más igualitarios. Si la literatura etnográfica había concluido que el poder económico, social y político femenino en ciertas sociedades explicaba su igualdad respecto al hombre; en esta investigación se pretende corroborar esta realidad y, además, observar si la existencia de una “ideología cultural de género” no patriarcal es un factor que también favorece esta igualdad. Se seleccionaron a los zapoteca del Istmo de Tehuantepec en México y a los bijagó de Guinea Bissau como laboratorios SISteMAS Sexo/GéNero "MAtrIArcAleS"... 345 excepcionales para observar cómo se desenvuelve una población donde la mujer posee poder y prestigio social. marco teórico Para iniciar esta investigación es necesario realizar una reflexión preliminar en torno a dos aspectos fundamentales que tienen que ver con la valoración del “estado de la cuestión” en el debate sobre los sistemas de género en el mundo y, por consiguiente, sobre la selección de instrumentos teóricos y conceptuales para el análisis de la realidad social. Por un lado, se pretende averiguar el momento de los debates académicos en torno a la proposición sobre la subordinación femenina como una situación universal, transhistórica y transcultural; si es así, en qué grado se produce y, también, si existen sistemas de género no patriarcales en otras sociedades. Estas cuestiones se pretenden resolver mediante el estudio de otras sociedades desde el campo de la antropología feminista. Por otro lado, se realiza un recorrido sobre las teorías feministas que pueden ayudar a medir y evaluar el mayor o menor grado de discriminación u opresión de la mujer en diferentes sociedades, y concluir si en el caso de las sociedades zapoteca y bijagó se está ante un sistema patriarcal duro o un sistema patriarcal blando. En cuanto a la primera reflexión cabe preguntarse: ¿es un universal la subordinación de la mujer? Johann Jacob Bachofen, Henry Maine, Lewis Morgan y Friedrich Engels (Beltrán et al. 2001: 139) consideraban que habían existido sociedades matriarcales. Bachofen encuentra la evidencia histórica en el estudio de los mitos que aparecen en las fuentes literarias y filosóficas de la antigüedad clásica, donde se constata el derecho materno como dominante en la regulación de la vida social. Él caracteriza al matriarcado como un sistema social agrario, donde la propiedad y el linaje está determinado por la vía materna; ella posee el poder doméstico, político y religioso. Lewis Morgan, desde su visón evolucionista, coincide en que el periodo matriarcal, históricamente primogénito, se caracteriza por ser una sociedad sedentaria, con propiedad comunal y donde se produce la domesticación de animales. Engels también afirma que existieron sociedades donde la mujer determinaba la filiación y era autónoma al poseer 346 A. GóMez S. sus propios ingresos. En el siglo xx, y desde la antropología, se empieza a cuestionar la existencia histórica de sociedades donde el poder político estuviera en manos femeninas, debido a la escasez de evidencias empíricas y a la confusión en el uso de los conceptos matriarcado y matrilinealidad, por lo que se concluyó que el matriarcado nunca existió. En cuanto a la universalidad de la asimetría en el poder, prestigio y autoridad de él frente a ella, autoras como Margaret Mead (1982 [1936]), Sherry Ortner (1979) o Michelle Rosaldo (1974), después de múltiples estudios etnográficos, concluyeron que esto es una verdad transcultural y global. Posteriormente, esta afirmación se ha cuestionado al contrastarla con realidades como la de las sociedades aborígenes australianas, los enga de Papúa Nueva Guinea o los pueblos precoloniales del África occidental, en las que no hay subordinación de géneros y la mujer posee autonomía económica. Eleanor Leacock (1981, en Beltrán et al. 2001: 154) demuestra que antes de la Colonia las mujeres de las Islas Labrador eran autónomas, aun cuando se desenvolvían en una economía comunal que controlaba de manera corporativa los recursos económicos y en donde la toma de decisiones era de carácter disperso y la interdependencia hombre-mujer era simétrica. Phyllis Kaberry y Diane Bell al estudiar a los aborígenes australianos también indican que no hay subordinación femenina y que ellas poseen una gran autonomía (Kaberry 1930, Bell 1983, Leacock 1981, en Moore 1991: 28, 49). De estos estudios antropológicos se deduce que el significado de ser mujer varía cultural e históricamente y que el género es una realidad social construida, enmarcada en un contexto determinado. Asimismo, no ha habido ninguna sociedad en la que a los hombres se les haya desposeído de su poder y de sus derechos, como se ha hecho con las mujeres en occidente durante el periodo decimonónico; no hay ninguna sociedad conocida donde el sistema de estratificación de los sexos las favorezca, aunque se sabe que existen sociedades con gran igualdad(Chafetz 1992). enfoque metodológico Pero, ¿cuáles son las teorías que pueden explicar la desigualdad universal de géneros? El feminismo cultural, los análisis existenciales y fenomenológicos, las teorías de la desigualdad de género, las de la opresión estruc- SISteMAS Sexo/GéNero "MAtrIArcAleS"... 347 tural y las referentes a las feministas postmodernas (Ritzer 2001). Estos enfoques teóricos tratan de explicar los mismos fenómenos e intentan identificar una serie de variables explicativas sobre la desigualdad entre sexos. Éstas son: 1) Variable económica: La distribución de los recursos, la estructura de la propiedad y la división sexual del trabajo son fundamentales para conocer el grado de desigualdad sexo/género. 2) Variable política: La distribución por género del ejercicio del poder y la autoridad (formal e informal) indican el grado de paridad entre sexos. 3) Variable social o cultural: La estructura y residencia familiar y la participación en los rituales y eventos tradicionales de la comunidad demuestran el rol más o menos hegemónico de las mujeres en las sociedades. 4) Variable ideológica: Siguiendo planteamientos weberianos, la “ideología cultural de género” (Beltrán et al. 2001) determina si una sociedad es más o menos asimétrica respecto a las relaciones de género. Por ejemplo, en el patriarcado se prestigia el espacio masculinizado y se desprestigia el feminizado; se vincula a la mujer con la naturaleza, lo doméstico y la reproducción biológica. Inicialmente, se inició el acopio y se abordó el análisis de la literatura científica y los datos estadísticos secundarios oficiales de los bijagó de Guinea Bissau y de los zapoteca del Istmo de Tehuantepec, lecturas muy orientadas por Luigi Scantarburlo y Chiara Pussetti, para el caso bijagó; y Marinella Miano, sobre los zapoteca, a partir de su experiencia en la temática del sistema sexo/género. Después de la fase de recopilación bibliográfica y referentes teóricos se realizó el “trabajo de campo” en las comunidades bijagó y zapoteca, retomando principalmente la perspectiva estructural de la “observación participante” y el estudio in situ de ambientes de convivencia en distintos momentos y lugares, la inspección y estudio de las cosas y hechos de interés social tal como son o tienen lugar espontáneamente, tanto para analizar lo emic como lo etic. El trabajo de campo in situ se realizó en dos giras de investigación (mayo 2004,1 abril-junio y noviembre del 2005, financiado por la Universidad de Vigo; y abril del 2007, financiado por esta convocatoria). El “diario de campo” cuenta con un exhaustivo repertorio fotográfico, fonográfico y 1 Este trabajo se inició en el 2004, a raíz del apoyo de una “bolsa de viaje” de la Universidad de Vigo y que facilitó los primeros contactos con la realidad juchiteca. 348 A. GóMez S. audiovisual de los acontecimientos (mítines, reuniones políticas, etcétera), celebraciones (asistencia a las Velas, rituales, ceremonias, etcétera) y, en general, de las situaciones más significativas para esta investigación. Entre los bijagó se realizaron 23 entrevistas semiestructuradas, las cuales fueron grabadas en formato audio y audiovisual; entre los zapoteca fueron 18, dirigidas principalmente a personas destacadas en el ámbito social, político, cultural, intelectual o artístico. En el caso mexicano, también se realizaron cuatro “entrevistas grupales”, enfocadas a mujeres intelectuales y artistas, hombres profesionales y muxe de formación media y superior, con ocupaciones profesionales y pertenecientes a las clases medias. La elección preferente de estos grupos se debió a que ellos resienten los primeros cambios “modernizadores” en las sociedades actuales, y que posteriormente se impregnan a todos los estratos sociales, esta situación les proporciona una perspectiva de conflicto tradición/modernidad y una visión crítica de los procesos de cambio social. Las fases de sistematización de la información, estructuración de los planteamientos científicos, redacción final del informe, tratamiento reflexivo de la información obtenida de las fuentes primarias y secundarias no se desarrollaron cronológicamente, sino que, en algunos casos, se realizaron simultáneamente en función de las posibilidades y circunstancias concretas que determinaron la investigación de campo, la búsqueda documental y la reflexión continua durante el proceso de investigación. Mujeres bijagó y zapoteca El Istmo, la zona más estrecha de América del Norte, es una región del estado de Oaxaca. Posee un clima tropical cálido y seco donde sobreviven los bosques y las selvas tropicales húmedas más importantes de México. Posee una población de un millón de habitantes, integrada por cinco grupos culturales, de los cuales cien mil son zapoteca (Campbell et al. 1993, Reina 1997: 348). Los zapoteca se autodenominan binnizá (“gente que proviene de las nubes”) y en el 300 aC sus antepasados construyeron grandiosas ciudades como Monte Albán o Guiengola. La base de su organización es la familia matricéntrica, cuyo referente central es la “madre”. Ellas son principalmente las “guardianas” de la tradición en el día a día, en el ámbito de la cotidianeidad, realizan el mayor esfuerzo por “reproducir” los usos, costumbres, ritos y celebraciones tradicionales. Ellas venden los SISteMAS Sexo/GéNero "MAtrIArcAleS"... 349 productos de casa en casa, en el mercado o viajando al exterior, también gestionan la economía familiar (Miano 2002: 15). Las referencias a las zapoteca del istmo como “amazonas matriarcales primitivas” se remontan al siglo xvi, donde los primeros cronistas destacan su fuerza y bello exotismo. Esto ha inspirado a intelectuales y artistas contemporáneos como Frida Kalho, Tina Modotti, Diego Rivera, Miguel Covarruvias, Graciela Iturbide, entre otros, quienes han percibido a la juchiteca del istmo como símbolo del “empoderamiento” femenino. El archipiélago de Bolama-Bijagó se sitúa a lo largo de la costa de Guinea Bissau. Está compuesto por más de cien islas e isletas, con un ecosistema de selva tropical, sabana arborizada y manglares. Estas islas, de las que unas 18 están habitadas, son el territorio del Pueblo bijagó, formado por unos 20 000 habitantes. Las referencias escritas más tempranas sobre las islas Bijagó datan de 1456, cuando los primeros exploradores europeos los retratan como un pueblo de navegantes, bravos y guerreros, dedicados al tráfico de esclavos y a las acciones de piratería. Durante los siglos xvii y xviii las islas se usaron como puertos temporales para concentrar las partidas de esclavos de exportación hacia América (Scantamburlo 1978: 20). A finales del xix y principios del xx después de una fuerte resistencia fueron colonizados por los portugueses. El origen mítico de los bijagó es confuso. Se dice que el primer ser humano fue una mujer con cuatro hijas, las cuales dieron lugar a los clanes Orácuma, Oraga, Ogubane y Ominca (Scantamburlo 1978: 22), por ello los bijagó son un pueblo matrilineal que habita en pequeños poblados formados por casas de adobe y paja. Poseen una economía de subsistencia orientada al autoconsumo, basada en el cultivo de arroz, pequeñas huertas y pesca; su entorno naturalmente exuberante es fértil y generoso. La simpleza material de la vida bijagó contrasta fuertemente con la complejidad de sus creencias místicas. Se mueven en un universo fuertemente sacralizado, envuelto en misteriosos y secretos conocimientos relacionados con su forma de entender el mundo. Las bijagó escogen a sus esposos y parejas; ellas construyen las casas en las que habitan, son las propietarias y, además, son las responsables de las relaciones con el “mundo de los espíritus”, tan importante para la espiritualidad de la población. Además, la leyenda de la poderosa “reina Pampa” quien durante el siglo xx consiguió dominar a los colonos portugueses, ha trascendido sus fronteras, y como sucede con los 350 A. GóMez S. zapotecas, la población bijagó celebra con especial énfasis el nacimiento de una hembra. Pero ¿Por qué ocurre esto en unas sociedades y en otras no? ¿Qué hacen las zapoteca y bijagó para conseguir ese poder y prestigio? ¿Por qué dominan la economía local? ¿Por qué son las que poseen el poder político? ¿O por qué poseen un papel fundamental en el sistema de parentesco? Mujer y economía ¿Será que las zapoteca y bijagó controlan la economía? En ambos casos estamos ante dos sociedades donde predomina la igualdad económica entre la población, y donde existen mecanismos culturales que garantizan la redistribución de recursos de los que más tienen y pueden tener, a los que menos poseen. En el Istmo de Tehuantepec el sistema de producción se orienta hacia el autoconsumo y al mercado regional, dominado por lógicas económicas inseparables de las obligaciones sociales. La redistribución de la riqueza a través del “sistema de fiestas”, la reciprocidad social en las relaciones económicas y la preferencia por los productos autóctonos son particularidades en las que descansa el sistema socioeconómico del Istmo. Aquí la zapoteca se dedica al comercio, elaboración de manufacturas, preparación de alimentos, educación de los hijos, costura, bordado del traje tradicional juchiteco, lavado de ropa, adornos de fiestas, cerámica, plisado de olanes, etcétera. Ellos dedican sus esfuerzos a la agricultura, pesca, labores de gestión, etcétera, por lo que disfrutan de más tiempo de ocio que ellas. Por todo esto, se ha considerado que la autonomía económica de la mujer, a través del monopolio de las actividades comerciales y de la administración de los ingresos de la unidad familiar, favorece la igualdad en el sistema de géneros (Miano 1993, BenholdtThomsen 1994). La población de las islas Bijagó comparte una economía de subsistencia. De la naturaleza se extrae lo que se va a consumir en ese día. Dominan esta sociedad las lógicas redistributivas y recíprocas, derivadas de su sistema religioso circular (la kusina), obliga a los jóvenes que van a realizar su “manrase” o fanado (rito de paso) a regalarle bienes y comida a los ancianos, a cambio de que éstos les entreguen sus conocimientos y reconozcan el grado de desarrollo espiritual obtenido en el ritual SISteMAS Sexo/GéNero "MAtrIArcAleS"... 351 (Pussetti 1998, Scantamburlo 1978). Entre los bijagó existe una división sexual del trabajo, donde ella trabaja mucho más. Él se encarga sobre todo del espacio de la an`oka o selva, recoge la sabia y el fruto de las palmeras, limpia y quema para la plantación de campos de arroz y pesca en el mar (Pussetti 1998, Henry 1994). Ellas se dedican al trabajo doméstico, como preparación de comida, recolección y pila de arroz, transformación del óleo de palma, cultivo de pequeños huertos, recolección de mariscos en las playas, construcción de casas, confección de la tradicional “falda bijagó”, cuidan el santuario de la aldea y educan a sus hijos. Mujer y política En el Istmo de Tehuantepec existe un poder político que se concreta en la figura de los alcaldes y concejales elegidos democráticamente. En los años setenta y ochenta se desarrolló un movimiento político étnico, la cocei, de claro perfil socialista, que consiguió éxitos políticos muy significativos. Su estructura organizativa estuvo constituida por comités vecinales, liderados por cuadros de políticos, intelectuales y artistas. Aunque la participación activa de la juchiteca en el movimiento fue fundamental, apenas ocupó puestos de liderazgo. Pese a ello, las mujeres han entretejido una gran red de apoyo y solidaridad familiar, vecinal y gremial (como las vendedoras del mercado) que funciona en la comunidad como “grupo de presión” en la defensa de sus intereses (Campbell et al. 1993). Las dos fuentes de emanación del poder en los bijagó se reparten entre los clanes matrilineales y el sistema de clases por edades. De los clanes matrilineales deriva la elección del oroñô o jefe de la tabanka (aldea), y de la okinka (la sacerdotisa) de gran poder y prestigio, responsable del culto a los ancianos y las divinidades. Ambos están regulados, controlados y asesorados por el consejo de ancianos. Las fricciones entre ambos poderes provocaron que a mitad del siglo xix en la isla de Orango Grande, un linaje, los Oraga, acumulara riqueza y un gran poder político frente al consejo de ancianos, convirtiéndose así en una dinastía reinante de ésta y de otras islas de alrededor. Esto provocó que la controvertida reina Pampa llegara al poder. Su fama se debió a que protegió a Orango de la salvaje conquista de los portugueses, por lo que éstos respetaron su poder y autoridad. Dicen que en ese tiempo las mujeres gozaban 352 A. GóMez S. de grandes privilegios y, en cambio, los hombres estaban esclavizados (Scantamburlo 1978). Mujer y sociedad El protagonismo de la mujer zapoteca en la vida económica, social y cultural ha forjado una sólida autonomía respecto al hombre, y ha propiciado que sea altamente valorada por la sociedad en su conjunto. En el sistema matrifocal la madre es la figura central de la sociedad, en tanto que su rol es social y culturalmente central. El casamiento va acompañado del “rito de la desfloración”, donde la mujer demuestra su “valor” con base en su virginidad. Existen dos formas para que una mujer y un hombre se unan en matrimonio: el rapto y la petición de mano. En el primer caso, ella “huye” a casa del futuro esposo, posteriormente se informa a la familia de ambos. Entre comida, ruido y música los parientes esperan a que él, en una habitación de la casa, rompa con el dedo el himen. Posteriormente, moja un pañuelo blanco con la sangre vertida y lo exhibe ante ambas familias y ante los antepasados en el altar familiar (Miano 2002, Benhold Thomsen 1994). La hegemonía femenina en espacios centrales como el mercado, la calle, la casa (se dice “la casa de mi madre” y no “de mis padres”) y el sistema ceremonial son otra muestra de su protagonismo social. Ellas dominan el sistema de socialización comunitario y el sistema festivo. Las famosas “Velas”, centro de su sistema ritual, recreación de un orden étnico ideal, donde el tiempo de abundancia, la reciprocidad, la unidad del grupo y la fraternidad se festejan en una atmósfera bulliciosa de comunión grupal y excesos de todo tipo. Las velas son grandes fiestas que se celebran por distintos motivos: santos, plantas, oficios, siembras, apellidos. Ella elegantemente ataviada, destaca bailando al compás del son istmeño y ocupando los espacios centrales de estas verbenas (Miano 2002, Benholdt-Thomsen 1994: 39). La simpleza de las condiciones de vida material de los bijagó contrasta fuertemente con la complejidad de sus creencias místicas, muy presentes en su cotidianidad. Los bijagó priorizan la armonía con el cosmos, frente a las necesidades de su subsistencia. Este pueblo matrilineal está conformado por cuatro clanes principales en donde la maternidad es un elemento central. Tienen dos tipos de uniones, dependiendo de la edad de SISteMAS Sexo/GéNero "MAtrIArcAleS"... 353 ambos cónyuges: cuando son jóvenes (antes de hacer los “ritos de paso”) las uniones son temporales; en la edad madura, en torno a los 50 años, éstas son más “sagradas” y requieren de un mayor compromiso. Toda mujer, por el hecho de poder ser madre, goza de un alto respeto y prestigio. Da vida y por eso también puede provocar la muerte, por ello son muy respetadas y, en algunos casos, temidas. La kusina (rito de paso) en el hombre funciona a modo de “escuela para la vida” y de círculo ceremonial para completar su crecimiento espiritual que les garantice el descanso en el más allá (Gómez 2007, Pussetti 1998, Scantamburlo 1978). Mujer e ideología sexual Parece indiscutible que la autonomía económica de la mujer, su papel preponderante en la vida social, cultural y religiosa son factores fundamentales para entender la equidad de géneros presente en estas sociedades. Sin embargo, se considera que son condiciones necesarias, pero no suficientes, para explicar el grado de paridad social. Creemos que la influencia de la ideología sexo/género propia puede explicar este hecho social. Lo primero que llama la atención sobre la originalidad del sistema sexo/género entre los zapoteca del Istmo, es que conciben la existencia de más de dos sexos hombre-mujer: se nace hombre, se nace mujer o se nace muxe o se nace nguiu y, además, la homosexualidad está normalizada. En el Istmo, la constancia escrita de la presencia de homosexuales se remonta al siglo xvi. Aquí la sociedad zapoteca está orgullosa de la aceptación social de la “gaycidad”. El muxe, como los xanith de Omán, los hijra de la India o los mahu hawaianos (Nieto 2003: 231) se definen como “(…) ni hombre ni mujer, sino todo lo contrario” o “(…) un alma femenina en cuerpo de varón”, que nace naturalmente así. Ellas se dedican a tareas femeninas como el bordado, adorno de fiestas, cerámica, plisado de olanes, tocados de trenzas, coreógrafas, peluqueras, etcétera, e incluso tienen su propia “Vela”: la queer parade teca (Miano 2002). Los “hombres de verdad” se relacionan sexualmente con muxes, aunque socialmente son calificados como heterosexuales. En el caso de las nguiu, se considera una variante de rol femenino: “(…) yo soy mujer, pero me gusta el sexo de las mujeres, no me gusta el sexo de los hombres”. Es decir, actúan como hombres pero no reniegan de su condición de hembras, existe respeto 354 A. GóMez S. social ya que: “(…) un derecho conquistado, que no necesitamos sacar la bandera del arco iris”. La bijagó escoge a su pareja, decide cuándo se separan y existe poligamia femenina y masculina. No comparten nuestra idea de “amor romántico”, pues basan sus vínculos en la “pasión”. La “fidelidad” no actúa como símbolo de compromiso amoroso. El hombre cumple el “rol” pasivo en el cortejo bijagó: se deja seducir por la mujer, quien lo invita a una “comida” para conquistarlo. Durante la fase de fanado del kamavi (20-30 años de edad) el bijagó se adorna con pendientes, turbantes, telas de colores y otros atuendos con el fin de cautivar a las resueltas jóvenes. Los periodos de abstinencia sexual se suceden a lo largo de la vida de los hombres y mujeres bijagó: ellas deben abstenerse de mantener relaciones sexuales durante los tres años que dura el amamantamiento y también cuando son elegidas okinkas; y los hombres deben mantener patrones de castidad cuando están realizando el “fanado” en la mata, época en la que deben evitar hablar con mujeres (periodo que puede prolongarse durante siete u ocho años) (Gómez 2007, Pussetti 1998, Scantamburlo 1978). Aunque las identidades homosexuales no se conciben, en algunas prácticas ceremoniales femeninas pueden generarse situaciones homoeróticas rituales, derivadas de la adopción del porte y gestualidad del otro género únicamente en momentos concretos (Gómez 2007). concluSión Una sociedad cuyo poder está en manos de las mujeres, no es exactamente el reverso de aquélla en la que éste es detentado por hombres. La antropóloga norteamericana Peggy Reeves Sanday (1981) señala que las sociedades donde la mujer goza de poder y prestigio suelen ubicarse en lugares con ricos entornos naturales, se sacraliza a la naturaleza, dominan los valores cooperativos, igualitarios y pacíficos, el papel de la madre es central, la mujer es autónoma económicamente y el parentesco también es matrilineal. Esto es así en los zapoteca y bijagó. Ambos se ubican en exuberantes entornos naturales que respetan y veneran; su sistema económico se basa en la redistribución de recursos y en la propiedad colectiva de la tierra, lo que garantiza la igualdad social y la inexistencia de bolsas de pobreza. El prestigio se basa en el que “más da”, no en el que “más tiene”. SISteMAS Sexo/GéNero "MAtrIArcAleS"... 355 Las féminas poseen autonomía económica, pues trabajan, incluso, más que los hombres. Ellas son el eje principal de las ceremonias, rituales y celebraciones religiosas y laicas que se desarrollan en el ámbito público. Además, las madres conforman el núcleo de la estructura clánica familiar, en donde la maternidad es estimada y venerada, por ello disfrutan de un alto prestigio y respeto social. Pero, como corresponde a una “sociedad de madres”, a veces los hombres son tratados como niños a los que se les exime de múltiples responsabilidades y se les deja gozar de más tiempo destinado al ocio y al placer. En el imaginario zapoteca y bijagó dominante, tanto los caballeros como las damas valoran y aprecian a la mujer y a su mundo. Cualquier estudio de género es un análisis de las relaciones asimétricas de poder y oportunidad. La distribución del poder político, económico, social y cultural determina el grado de asimetría de género en ese sistema social. Cualquier dominación comporta una dimensión simbólica donde el dominador debe obtener del dominado una forma de adhesión a través de la interiorización de la ideología dominante. El género, por tanto, es el portador de uno de los mecanismos centrales de poder y distribución de los recursos (Bourdieu 2000) Sólo a través de la eliminación de los sistemas ideológicos que legitiman las jerarquías de poder basados en criterios de género, económicos, étnicos, de opción sexual, etcétera, y sólo mediante un nuevo modelo económico sostenible, recíproco y redistributivo se podrá iniciar un cambio social viable, históricamente marcado en el horizonte “utópico” de la humanidad. referenciaS bell, d. 1993 Daughters of the dreaming, Spinifex Press, North Melbourne. beltrán, e. y v. maqueira 2001 Feminismos: debates teóricos contemporáneos, Alianza Editorial, Barcelona. bennholdt-thomSen, v. 1994 Juchitán, la ciudad de las mujeres, Instituto Oaxaqueño de las Culturas, Fondo Estatal para la Cultura y las Artes, México. 356 A. 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