Era una tarde lluviosa aquella en la que Jaime y Eva

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Era una tarde lluviosa aquella en la que Jaime y Eva salieron a pasear. Lo
hicieron por distintos puntos, pero en la misma calle, ensimismados en sus
propios pensamientos, andando sin rumbo fijo, y deteniendo la vista unos
segundos en detalles que, en realidad, no les importaban. Fue así como se
produjo el choque entre ellos. Se disculparon rápidamente y, al mirarse,
descubrieron que ninguno era un desconocido para el otro; en aquel instante, y
tras varios años, volvieron a reencontrarse. Se dedicaron una simple mirada
acompañada de una sonrisa, y no necesitaron más para ver que la llama de su
amor aún no se había apagado. Fueron hasta una cafetería y, después de
desempolvar algunos recuerdos, se confesaron muchas cosas, se dijeron todo
aquello que debieron decirse en otro momento, y cuando las palabras se
quedaron cortas para expresar lo que sentían, dejaron que el corazón tomara las
riendas.
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