Preparativos para emprender el viaje a la apasionante “galaxia ado” Xulio C. Iglesias Hace mucho tiempo en una galaxia cercana, muy cercana… En primer lugar me gustaría agradecer la invitación a este Congreso de Tiempo Libre Educativo. Tengo la osadía de estar aquí arriba y no ahí abajo, como sería lo lógico, porque parto de una teología y una pedagogía narrativas que estoy convencido que la Fundación Pere Tarrés, y la mayoría de los presentes, defendéis y vivís. Una teología al estilo de la que seguía la comunidad de Marcos, ¡qué creativa!, a través de la que explicaban un claro mensaje con una narración basada en hechos reales (y que luego copiarían las pelis americanas). Una pedagogía al estilo de Juan Bosco, quien con un simple folleto sobre educación, unas biografías de adolescentes y la suya propia, ha sido incluido en el listado de pedagogos que se estudian en la universidad. (¿Pero, qué ha escrito? Se preguntan los teóricos de la educación). Antes de nada, me gustaría dejar clara la premisa de la que parto: la “galaxia ado” no se refiere exclusivamente a una franja de edad, sino a un estilo de vida. Una galaxia donde hay millones de planetas específicos y distintos que viven “actitudes ado”. No hablamos simplemente de una edad, que también, sino de un modo de vida, de unos valores concretos que triunfan, pues esta perspectiva es mucho más amplia y abarca mucho más que una franja de edad. ¿Tiene sentido, pues, en un mundo adolescente…, hablar de adolescentes? Defiendo que no hay “ado” sino que hay “un mundo ado”, donde los valores ado reinan, donde hay hombres/mujeres con “actitudes ado”. Creo que reflexionar sobre los adolescentes en sí es muy interesante, partiendo de la definición que un sociólogo hizo en su día y que me impactó bastante: “un adolescente es un adulto sin censura”. Por tanto, lo que aquí se afirma nos vale para todos y todas. Es recomendable. Y para los de la “galaxia ado” sería casi, casi obligatorio. (Igual que lo que me indican a mí con un infarto a cuestas desde hace tres años: sin sal, sin fumar, sin alcohol y más pasear. Me dicen: Tendría que ser para todos, pero para ti ¡es obligatorio!). Un ejemplo evangélico es el texto del famoso joven rico que por ser rico no seguía a Jesús. Lo curioso del caso es que todos, los creyentes, afirmamos que es un joven rico porque lo dice Mateo, pero Lucas y Marcos hablan del adulto rico. ¡Todos nos comportamos como adolescentes! Algunas imágenes-definiciones para abrir boca. Antes de continuar, creo interesante clarificar términos. No hablaré desde estudios científicos. Parto de la realidad, de mi realidad, que espero sea extrapolable a la vuestra. - Una señal de tráfico de obras ¡con fondo blanco! Eso es un “ado”. En nuestros viajes en coche encontramos cientos de señales de tráfico. Me voy a detener en una simpática: “Obras”. Su fondo debería ser siempre amarillo, porque se entiende que debería señalizar algo provisional. Pero mi experiencia me dice que también existe esta señal con fondo blanco, es decir, que indica que algo es permanente. ¿Puede haber obras permanentes? Creo que es una buena definición de “ado”: una señal de obras con fondo blanco. - Un/a azafato/a de un avión explicando la seguridad (la salvación, la felicidad). Eso es un educador/a de un “ado”. Cuando viajamos en avión, antes del despegue, el azafato o azafata nos explica con gestos (a la vez que escuchamos una voz enlatada) cómo tenemos que actuar en caso de que ocurra algún incidente en el avión. Si os fijáis, casi nadie le hace caso (o eso parece): unos charlan entre sí, otros siguen leyendo, algunos van escuchando música, la mayoría están despidiéndose o charlando por el móvil… Yo sí les hago caso, siempre estoy atento. Creo que los que somos educadores de “ados” tenemos vocación de azafato/a. Da la impresión que no nos hacen ni caso, pero… Van en el avión con nosotros y contarán con nosotros en todo momento (tanto en los tranquilos como en los difíciles). ¡Ojo! Aquí ya hay una pista significativa. Esto se hace tanto en los vuelos baratos como en los caros. Aunque se explique en monitores/pantallas para grupos, o para cada asiento… , el/la azafato/a SIEMPRE lo explica. Lo tecnológico solo, en momentos clave, no nos vale. - Una serie de televisión: Los Simpson. Dejando de lado al clarísimo adolescente de la serie, el encantador y barrigudo Homer, me voy a centrar en la relación Homer-Bart, porque creo que esa es la auténtica relación con un “ado”. En la mayoría de los capítulos Homer “estrangula con amor” a Bart (sic.). Creo que esto refleja muy bien esa relación amor-odio tan nuestra en esta “galaxia ado”: admiracióndecepción, autenticidad-incoherencia, reflexión-impulsividad… Una vez clarificado el término sobre el que estamos disertando (en forma narrativa y caricaturesca, como habréis notado) voy a lanzar una propuesta sobre lo que deberíamos tener en cuenta para viajar a esa galaxia tan cercana como es la “galaxia ado”. - Dos verbos clave: Querer y creer. Querer al “ado” que tenemos delante y creer en él, en “nuestros” ado. No hablo de los “ado” que salían en los estudios de la Fundación Santa María o del INJUVE. No hablo de los “ado” idílicos. ¡No! Hablo de los “ado” que me han tocado como compañeros de viaje, de mis “ado” convecinos, de los “ado” de carne y hueso, de mis “ado-ado”. Y nuestro querer se ha de traducir en cariño: amor que se muestre y se demuestre. Que no duden de que los queremos, que nos gusta su mundo. Y nuestro creer se traducirá también en soñar juntos, soñar con él/ella, construyendo juntos ese sueño. Concretando… o Propuestas ilusionantes, atractivas, vitales… o Partir de sus preguntas, inquietudes, situaciones… - A fuego lento: carpe diem a cámara lenta. Sus ritmos son muy distintos. No coinciden con los nuestros. Con ellos tenemos que tener mucha, mucha paciencia. Hay que saber “estar” para acoger, escuchar, animar… Ponerse a tiro, con paciencia. No podemos ni debemos cortar la cuerda, cerrar ventanas ni puertas (¡y menos con portazos!). No podemos construir, en esta Europa de la vergüenza, ni alambradas, ni vallas, ni muros, ni fronteras; ni colectivas ni personales. Y tenemos que proponernos aprender a saborear cada instante de la vida: el carpe diem, pero a cámara lenta. Aprender a saber esperar, desear, conseguir… En un mundo ya no líquido, sino deslizante, ante la rapidez, la cultura del instante. Debemos proponer el silencio, lo lento, lo gratuito (aquello que no vale para nada, pero da sentido), el pararse, el saborear cada detalle… Para no consumirse consumiendo, para no usar y tirar (desconectar) de las relaciones y experiencias. Un pequeño inciso sobre esta cuestión: No sé si conocéis la auténtica historia de Peter Pan. No hablo de la recreada por cierta multinacional de la diversión y el audiovisual. ¿Peter Pan, el niño que no quería crecer? Depende, como decimos los gallegos. Cuando quiso regresar a su casa se encontró con las ventanas de su habitación cerradas, y su cama, con otro niño. ¡Sus padres ya no lo esperaban! ¡Cuidadiño (ojito) con nuestras ventanas cerradas! Concretando… o Estar, saber esperar, ponerse a tiro. o Lanzar propuestas contagiadas de silencio, perdón, gratuidad, admiración, solidaridad práctica real, deleite... o Recuperar la moviola: al final de la actividad, diálogo sobre lo realizado, a cámara lenta. - Jugando en casa: Distancias cortas. Digo que jugamos en casa cuando funcionan las distancias cortas. Tenemos que ser expertos del tú a tú, en la pelea cuerpo a cuerpo (sic.). Expertos en el diálogo sin público ni máscaras, en la presencia que sabe descubrir lo auténtico y al auténtico “ado”. Los mítines para convencer son del siglo XX, no del nuestro. Y tampoco nos valen los encuentros digitales; pueden ayudar, sí, pero no podemos basarnos solo en ellos. Por otro lado, estemos atentos a los atajos. Tiene que haber distancia educativa: aquí el colega no triunfa. Ni podemos, ni debemos ser colega. Acompañante con amistad incondicional y asimétrica, sí; no puede haber la misma distancia de ellos a ti, que de ti a ellos. Deberíamos ser algo así como las olas en las rías gallegas del Atlántico, aquellas que con suavidad se acercan y con suavidad se alejan. ¡Ese es el equilibrio! Me acerco hasta donde me deja, y me alejo cuando no se construye nada. La imagen de la marea nos tiene que ayudar a vivir el arte (no la ciencia) de educar. Ni mareas vivas, ni mucho menos tsunamis. Ojo con acercarse demasiado y con esos imanes fuertes que arras(tr)an todo. Concretando… o Descubrir su chaleco reflectante: Se usa para llamar la atención, nos estropea la foto con sus reflejos… Acercarse y ser capaces de animarlo/a a que se quite el chaleco (eso sí, en los momentos tranquilos, nunca en los momentos arriesgados. Ahí, ni lo intentemos). o Practicar una relación al estilo WiFi. o Mostrar una actitud “GPS”: acompañar y corregir sin bronca partiendo de la realidad sin juzgarla, siempre en positivo. o Vivir una relación de amistad clara (sin traicionarnos ni vendernos), incondicional a la par que asimétrica. o Apostar por una pedagogía de la alianza: confianza + ley. - “Escuchantes” que acompañan. No se trata de oír, que es algo mecánico. La clave está en escuchar con intencionalidad: Dejamos el wasap, dejamos el ordenador, dejamos el periódico, dejamos de ver la tele…, y nos centramos en ti. En este momento tú eres lo más importante que me pasa y te dedico todo mi yo. Las multitareas en las relaciones humanas son un fracaso, y en el “mundo ado”, más todavía. Este tipo de escucha nos permite estar atentos a los matices, claves en toda relación humana. Y más en el “mundo ado”. Los creyentes tenemos que hacer un relectura del libro del Éxodo desde el “mundo ado”, en sintonía a la de la Teología de la liberación. Para aprender a acompañar como Yahvé lo hizo con el pueblo de Israel. Hemos de salir de la dependencia y de las falsas seguridades que esclavizan –la infancia–, para adentrarnos valientemente en el “desierto ado”, para así llegar a la tierra prometida (sic.) del mundo adulto. Ya sé que los que conocen la Biblia según los Simpson no me captarán al 100%, pero para eso están los expertos. Nos toca ser más que dirigentes, acompañantes; contagiar, más que ordenar; hacer en común, más que mandar hacer. “Perder” tiempo (sic.) con ellos/as. Concretando… o Cuidar la formación teórico-práctica en acompañamiento personal y de ambiente. o Conjugar los verbos escuchar, dialogar y contagiar. o Usar las palabras, sí, pero los hechos son “la prueba del algodón”, esta es la base. o Encontrar la clave en acercarse desde lo cotidiano, lo informal… no esperar a que se o acerquen ellos! - Con metas volantes que conduzcan al horizonte de sentido. Un “proyecto ado” como la vuelta ciclista. Nuestros proyectos tienen que tener metas, lógicamente, pero ese horizonte de sentido, esa meta, debe pasar por muchas metas volantes, como en la vuelta ciclista. Tenemos que ofertar pequeños retos con fecha de caducidad (como los antiguos yogures). Eso sí, tienen que ser metas “competenciales” (sic), prácticas, que partan de sus centros de interés, que los/as ayuden en su vida cotidiana, que los/as ayuden a aterrizar. Y aquí está presente la palabra mágica: ¡Acompañamiento! Importa menos el qué, más que el para qué. Si de los “ado” parte una propuesta, el deber del equipo animador es descubrir en esa propuesta lo que los/nos ayuda a crecer, a madurar… La estética, el envoltorio (la actividad), es de ellos, los “ado”; los valores (la ética) es de ellos con el equipo animador. Simplificando: Ellos, los “ado”; el proyecto de tiempo libre, con nosotros, la intencionalidad. De ahí la importancia de saber planificar y proyectar partiendo de su propuesta y realidad, no desde un despacho sin ventanas. La capacidad de sorpresa es importante en este momento. No podemos dejarnos atrapar por el pasado o por visiones idílicas. Tenemos que dejarnos sorprender. Asumir que el cambio es posible nos puede ayudar en nuestra tarea. Saber distinguir entre el bla, bla, bla y la vida: ¡su vida! Eso sí, tenemos que asumir el criterio preventivo: potenciar lo mejor de cada uno/a, ponerlos/as (y ponernos) en las mejores condiciones para que uno tire para adelante y se sorprenda, incluso él/ella mismo/a, del producto resultante. Concretando… o Educar en el día a día en el equilibrio de un coche (una vida) con focos de corta y de larga distancia. o Planificar partiendo de “mi” realidad y contexto, y de la de “mis” ado. o Cuidar la infancia y la preadolescencia (antes del mundo ado), el equipo de animadores, (con el mundo ado), y la comunidad de referencia que es el mundo adulto coherente con lo vivido (post ado). - Al estilo de un fuego de campamento. Se trata de sentirnos unidos, sorprendidos, atraídos por ese fuego de distintos colores en movimiento. Escuchando con alegría y temor los ruidos que nos rodean. Participando de la magia de la noche y su ambigüedad. Estando al aire libre, con el firmamento de estrellas o de nubes (como en mi Galicia) y con el aire (del espíritu) soplando como único techo. Mostrando una actitud activa y participativa: todos alrededor de un centro de interés, un proyecto, que ilusiona, creado y alimentado por todos/as. Desde distintas perspectivas, intereses, distancias…; al lado de, abrigados o no, pero activos, conscientes de que a cada uno le afecta de una manera distinta. Muy distinto al “grupo ado estufa” que se encuentra muy pero que muy unido al calorcillo y cerrado sobre sí mismo, pero sin mucho futuro. Esto es defender el protagonismo juvenil de verdad, no en papeles. Creo que tendríamos que reflexionar en esta clave (si no se ha hecho ya) el mundo deportivo de equipo con adolescentes (pero no solo el del fútbol, claro). Creo que nos daría muchas pistas: la entrega, el esfuerzo, el valor del equipo, la tensión, el enganche, la fidelidad… Todas las dimensiones de la persona implicadas, el protagonismo, la influencia en la vida cotidiana. Lo dejo para que alguien de los presentes coja el testigo de un estudio serio para aplicarlo a otros ambientes educativos de tiempo libre. La propuesta es apoyarnos en la razón, nunca en la imposición. Sin mentiras. Sin entender la autoridad como potestas (dominio), sino como auctoritas (ejemplaridad). Con diálogo. Teniendo presente el “70 veces 7”, que significa infinito. Sin tarimas psicológicas. Horizontalidad frente a verticalidad. Concretando… o Hay que saber utilizar las tres vías de acercamiento al “ado”: la razón (cabeza), la afectividad (corazón) y la praxis (manos y pies). o Deberemos poder decir al final de una historia compartida con un “ado”: “Aunque en ocasiones no dije todo lo que sabía, nunca te mentí”. o Potenciar AeS, proyectos, empresas, aventuras autogestionadas, compromisos grupales y personales… - Creatividad al poder Apostemos por la creatividad y lo alternativo: ¡Que no se nos cuele el ambiente neoliberal y materialista en el tiempo libre! No nos puede valer más de lo mismo. No podemos repetir lo de siempre, pero con otros formatos. Debemos soñar y diseñar otros escenarios, otros proyectos, otras sensibilidades, otros horarios… ¡El café para todos no nos vale! Nuestra casa puede, tiene y debe ofertar una diversidad de propuestas que llegue a cuantos más “ado”, mejor. Complementemos el Citius, altius, fortius (locución latina que significa "más rápido, más alto, más fuerte") con el “más débil, más lento, más bajo” del Subcomandante Marcos. Concretando… o Soñar (que no roncar) juntos. o Lanzar una flexibilidad de ofertas. o Formarnos permanentemente como agentes del equipo animador. o Trabajar en red. o Actuar con equipos diversos: “más lento, para llegar más lejos”. Acabo con una escena de una película y un poema. La escena es de la película de ciencia ficción estadounidense, El juego de Ender (Ender's Game), de 2013, dirigida y escrita por Gavin Hood. Al final, cuando Ender se ve celebrando con su equipo la victoria (en una simulación que destruye el planeta enemigo desprotegiendo a su flota) él mismo descubre que fue realidad y reconoce que no habría realizado lo que realizó arriesgando tantas vidas y destruyendo un planeta entero. Él mismo afirma que no fue un héroe, que fue un asesino. Los educadores y educadoras de adolescentes creo que podemos extraer como conclusión que no debemos confundir la vida con un juego. El tiempo libre educativo va mucho más allá que actividades y proyectos. Construimos o destruimos personas. Y acabo con poesía, que como todos sabemos es un arma cargada de futuro. El poema “Educar”, de Gabriel Celaya, que yo creo que refleja perfectamente a un educador/educadora de adolescentes. Educar es lo mismo que poner un motor a una barca... Hay que medir, pesar, equilibrar... y poner todo en marcha. Pero para eso, uno tiene que llevar en el alma un poco de marino... un poco de pirata... un poco de poeta... y un kilo y medio de paciencia concentrada. Pero es consolador soñar, mientras uno trabaja, que ese barco, ese niño, irá muy lejos por el agua. Soñar que ese navío llevará nuestra carga de palabras hacia puertos distantes, hacia islas lejanas. Soñar que, cuando un día esté durmiendo nuestra propia barca, en barcos nuevos seguirá nuestra bandera enarbolada.