¡martires! promesa de vida y futuro

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Aniversario 25 de hermana
María Agustina Rivas, rbp – Mártir
El 27 de septiembre conmemoramos el 25 aniversario del martirio de nuestra Hermana María
Agustina Rivas López, asesinada por el grupo terrorista Sendero Luminoso, en la Florida, Selva
Central de Perú.
¿Quién fue “Aguchita”, como la llamamos cariñosamente? Nació un 13 de Junio de 1920, en
Coracora, Ayacucho. Sus padres los esposos Dámaso Rivas y Modesta López. Es en este hogar
ayacuchano donde interioriza el valor de la justicia solidaria y aprende las virtudes cristianas,
junto a sus diez hermanos.
En 1942, decide entrar a la Congregación del Buen Pastor. El 8 de febrero, hace su primera
profesión. Desde entonces, vivió con fidelidad inquebrantable su compromiso con la Persona y
la misión de Jesús Buen Pastor. Vivenció plenamente el carisma de misericordia en su vida
comunitaria y apostólica.
De 1970 a 1975 acompañó a las Hermanas Contemplativas. Agustina fue para ellas una
excelente y abnegada enfermera, un apoyo, un recurso frecuente y fraterno.
Luego, en su contacto con jóvenes y niñas en el apostolado, se dio con su habitual abnegación;
ellas como todas las personas que compartieron con ella, la encontraron sencilla, alegre y llena
de bondad.
En 1986 forma parte de la comunidad del Noviciado. Su testimonio de vida fue un factor
importante en la formación de las jóvenes.
Llegamos a la última etapa de su vida, la que puso en evidencia toda su riqueza personal y su
opción por los pobres, en su Misión en La Florida - Vicariato de San Ramón.
La Congregación había asumido allí un Proyecto de Promoción de la Mujer dirigido a la joven y
mujer campesinas y de las zonas nativas, las más pobres del valle.
La situación fue tornándose muy difícil debido a la presencia de grupos subversivos en el valle
de Yurinaqui. Permanecer allí era para la Congregación un fuerte desafío, con dos alternativas:
o abandonar el rebaño, o ponerse en riesgo constante de "dar la vida" por Él. Las hermanas
optaron por lo segundo. Aguchita, pese a su salud quebrantada, siguió fiel a su opción, en
absoluta coherencia.
Hasta que el 27 de setiembre de 1990 el Buen Pastor le hizo su último llamado, le dio el
privilegio de ofrendar su vida, junto al rebaño. Fue asesinada por Sendero Luminoso, junto a 6
personas del lugar.
Tenemos en ella una santa mártir. Aguchita nos mostró el Evangelio durante su vida, a partir de
su muerte nos sigue evangelizando con la fuerza radical de las bienaventuranzas.
Hoy, le pedimos nos ayude a entender lo que significa ser artesanos de paz con justicia en
nuestro Perú y el mundo y a tomar conciencia del alcance de nuestra entrega "hasta la
muerte".
Como una manera orante y celebrativa les ofrecemos la reflexión de Hna. Clare Nolan,
agradeciendo profundamente su visión profética, para hacernos escuchar la voz de Aguchita,
hoy.
Memoria y meditación: una reflexión personal
Clare Nolan, septiembre 2015
AGUSTINA RIVAS ¡PRESENTE!
Hace veinticinco años, en medio de la violencia y agitación política en Perú que duró 20 años, nuestras
comunidades del Buen Pastor absorbieron la muerte violenta de una de nuestras hermanas.
Agustina Rivas, conocida como Aguchita, fue asesinada por un grupo terrorista inhumano. La asesinaron
en su pueblo de misión, La Florida, y fue una de seis pobladores que fueron asesinados ese día. Estas seis
personas, asesinadas en septiembre de 1990, estaban entre las aproximadamente 70.000 víctimas en el
período 1980 – 2000.1
Aunque yo no conocía a Aguchita y sabía poco de Perú en ese tiempo, estos eventos fueron para mí una
ventana a las realidades internacionales, tales como las injusticias de la economía global, los
indiscriminados e irracionales ataques del terrorismo, y los vínculos internacionales dentro de mi propia
congregación religiosa.
Cuando rememoro mis propias reacciones, surgen hechos particulares que continúan como fuentes de
reflexión:
Aguchita tenía 70 años de edad, no era activista política sino una simple misionera que ejercía su
apostolado en una zona selvática pobre enseñando a cocinar, a hacer dulces, promoviendo dignidad para
las niñas y mujeres. ¿Es esta la lección…que vivir con los pobres es un acto político? Esta fue una
elección que Aguchita hizo. Poco antes del asesinato, ella estuvo en Lima; allá fue animada a quedarse en
las relativas comodidades de la ciudad pues unos procedimientos médicos estaban demorando. Ella optó
por trabajar mientras esperaba; regresó a La Florida, consciente del peligro que flotaba en el aire.
Más adelante, supe que la persona que disparó el rifle que la mató tenía 17 años de edad. Este
hecho no sale de mi mente, sigue ahí. Su apostolado era con y por la gente joven. Especulando
un poco, me pregunto “qué habría pasado si” esa joven hubiera tenido a alguien que le enseñara o
desarrollara su capacidad para hacer dulces o algo adecuado a su edad, en lugar de alguien que le
hubiera puesto un rifle en las manos.No hay una ecuación simple que dé como resultado culpable
o inocente; todos suplicamos la misericordia de Dios.
En ese tiempo había una dinámica perversa en la esfera económica internacional, la cual era un
catalizador de los dos extremos, el gobierno corrupto y el terrorismo fanático. Mi propio país, de
una influencia dominante, tenía una complicidad culposa para la violencia en toda Latinoamérica.
Como una “inocente” espectadora transeúnte, yo podía sentir de modo personal el dedo acusador.
Sin embargo, ahora cuando leo el Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, veo a
los peruanos, plenamente conscientes de la política internacional, haciendo un giro hacia un
autoexamen de sus asuntos internos crónicos de desigualdad y racismo a nivel nacional. Es una
introspección para escudriñar todos los ángulos de responsabilidad. Esto parece una acumulación
conjunta de energía para imaginar y actuar en busca del tipo de sociedad que las personas
quisieran crear, en busca de quiénes quisieran ser. Parece enteramente apropiado, en nuestro
1
New York Times, agosto de 2003
clima global de 2015, que todos podamos seguir el ejemplo; si estamos preocupados por el
deterioro ecológico, por las campañas de violencia, ataques de racismo, es apropiado que uno se
pregunte a sí mismo “¿cuál es mi parte?” y que examine su propia cultura y su complicidad para
tomar medidas conducentes a la transformación tanto personal como política.
En el 10º aniversario de la muerte de Aguchita tuve la oportunidadde hablar, en Lima, con una
hermana que había vivido con Aguchita en el tiempo del asesinato. Hermana anciana y amorosa
ella también, habló del proceso que ella misma por su parte tuvo que atravesar parasalirdel
trauma.Describió un proceso largo y muy humano. Recuerdo claramente sus palabras “perdonar
no es cosa fácil”, y comprendo que su crecimiento y su reconciliación espiritual no fueron
moldeados en futilidadesreligiosas ni en un rechazo despectivo sino en la cruda realidad de la
condición humana diaria que exige una relación profunda y profundizadora entre todos nosotros.
Estuve en Lima el año pasado para un breve taller con la comunidad del Buen Pastor y sus socias/os de
misión. En diversos debates acerca del viaje espiritual de la justicia,pude ver que había una conciencia
aguda y personal de lo que requiere la justicia. Me sorprendí de experimentar lo cerca que siguen con
cada una el dolor y el sufrimiento de los que habían soportado los pasados años de violencia y represión –
tantas contaron una historia de dolor, una historia desgarradora. Estas personas están ahora en este
apostolado, tendiendo la mano en diferentes ramas profesionales, con solidaridad y compasión para con
las mujeres en pobreza, con las niñas vulnerables a la trata y tráfico, con familias necesitadas de apoyo...
He visto claramente en este grupo de personas que en verdad, con un buen corazón, con fe y firmeza,con
un cuidado mutuo,la violencia puede ser transformada en misericordia para con otras personas, muy a la
manera de Dios que sale a nuestro encuentro con las manos extendidas.
Después de estos 25 años, veo la violencia de ese tiempo en Perú ahora multiplicada y magnificada a lo
largo y ancho de todo nuestro mundo. Si hay monumentos conmemorativos para las víctimas, si hay
clamores de santidad para los mártires, ruego que estén conectados firmemente con aquellas personas que
están sufriendo hoy. Que ellos inspiren a quienes están en nuestros programas de apostolado soportando
el terror, la violencia, el miedo y desenlaces desconocidoscomo consecuencia de seguir el evangelio.Las
hermanas del Buen Pastor y sus asociadas, para mencionar sólo algunos de los lugares, están viviendo en
aldeas bombardeadas de Siria,caminando por aldeas devastadas por el terremoto en Nepal,sosteniendo la
educación de las niñas en distritos expuestos al crimen en Colombia, hablándoles fuerte en favor de los
derechos humanos de los niños a corruptos gobiernos africanos.
¿Podemos enviarles la memoria de Aguchita a ellos como una señal de fortaleza, de resistencia y de
simplicidad en el apostolado?¿Y podemos reconocer la santidad en ellos y en cada uno de nosotros que
padecemos y retenemos la capacidad de amar en lugares donde parece que el mundo ha olvidado el modo
de ser humano– incluidos los lugares poderosos y ricos donde “las ganancias” y “el progreso” degradan y
hacen escarnio de la dignidad humana? Si la memoria de Aguchita vale algo, que sea como un modelo de
persona que “fue inspirada por el evangelio para responder a las necesidades de su tiempo, tanto las
necesidades que todo el mundo reconocía como también las necesidades que eran pasadas por alto por
casi todos los otros.”2
Que su memoria, después del Capítulo de la Congregación del Buen Pastor en junio de 2015, sea una
energía del Espíritu que nos sostenga a cada una de nosotras cuando “nos arriesguemos por la misión.” 3
2
Cita de Robert Ellsbergen su artículo sobre la posible canonización de una laica estadounidense,Dorothy Day,en
el CatholicWorker, mayo de 2015
3
30ªDeclaración de Orientaciones del Capítulo de la Congregación, Congregación de Nuestra Señora de la
Caridad del Buen Pastor, 2015
¡MARTIRES! PROMESA DE VIDA Y FUTURO
(SALMO 4)
¿Cuántos, Señor, han perdido la fe de que todos unidos
Podemos convertir esta Tierra en un lugar habitable?
¿Cuántos Señor han dejado en el camino su aliento y su vida?
La utopía parece solo eso, algo inalcanzable
y no lo que se construye en el día a día, creando futuro juntos.
Hemos soñado, hemos mostrado una infinita solidaridad...
y ahora parece que no queda nada.
Pero la realidad es obstinada como su misteriosa cercanía.
Los mártires no han dado su sangre para que se coagule en el olvido y la desesperanza.
¡Esos santos están vivos! y tienen nombres y apellidos de campesinos,
obispos, estudiantes, sacerdotes, sindicalistas, amas de casa, Religiosas…
Cada uno con una fecha que es promesa de vida y futuro.
Tú Señor has tenido que darles mucho amor, tanto amor
que han regado los surcos de nuestra tierra, abonándolos con su entrega.
Cuando cierro los párpados y los recuerdo, contemplo un millón de rostros
y, a la vez, uno solo, ellos en Ti, Tú en ellos;
Y solo entonces mi corazón vuelve a renovarse con la savia nueva de la fe en la montaña
Y doy saltos de alegría como exprimiendo las uvas del gozo,
Sintiéndonos tranquilos en su compañía, que es como decir... ¡Tu Presencia!
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