UNIVERSIDAD DE CHILE - INSTITUTO DE LA COMUNICACIÓN E IMAGEN Escuela de Cine y Televisión Oscar Garaycochea TALLER INICIAL – CREATIVIDAD AUDIOVISUAL (2007) Cap. 12 Estilo y recursos audiovisuales Cada fenómeno estilístico tiene su punto culminante, en el que se revela, como en un cultivo puro, la respectiva voluntad de forma. (Worringer: 1957, pag. 76) Estructura: Distribución y Hay nociones que no cuesta demasiado ordenamiento de las partes que comunicar y se refieren a aspectos técnicos tales componen un discurso expresivo. como la manera de operar determinado Estilo: Manera expresiva que equipamiento y realizar determinadas operaciones caracteriza a una obra, un determinado artista o a un grupo de registro y montaje de imágenes y sonidos, la de artistas. Producto de la experiencia revela que también hay ideas aplicación de un criterio selectivo extremadamente difíciles de transmitir a quienes sobre los elementos de un se inician en el ámbito de la producción discurso expresivo. audiovisual. Estructura es una de esas ideas poco atractivas. Cuando se observa la concha de un nautilus, no cuesta mucho percibir la nítida estructura espiralada que exhibe, a pesar de que la voluntad humana no intervino para calcularla y construirla de ese modo? ¿Quién decidió y ejecutó la forma frágil y siempre cambiante de un copo de nieve, obediente a un patrón hexagonal? Cuando se observa el mundo real se encuentra por todas partes la prueba de que la naturaleza manifiesta una capacidad de organización formidable, que algunos atribuyen a la voluntad de Dios y otros al Azar que organizaría una infinidad de combinaciones, entre las cuales algunas, las más aptas, no necesariamente las más bellas, son aquellas que sobreviven y capturan la atención de un observador sensible. La naturaleza no fue modelada por un diseñador. Su apariencia visual solo es un subproducto de su ser físico. (Arnheim: 1986, pag. 314) ¿Poseen las estructuras producidas por los seres humanos una organización tan fácil de percibir como la de un caracol o un copo de nieve? Rara vez. ¿No se imponen con mayor frecuencia el ruido y la monotonía en el discurso artístico? Imposible negarlo. Cuando se observa un fotograma de Der Cabinet das Doctor Caligari (en la foto) de Robert Wiene o en Dogville de Lars von Trier, puede notarse de inmediato que no intenta reproducir la realidad. Si todas las ficciones audiovisuales dependen de una serie de artificios de representación, que van desde la 1 mímica de los actores a la construcción del decorado, en este caso no se intenta ocultar que todo ello es producto de una manipulación del material audiovisual, que tiene semejanzas con el teatro y la pintura expresionista. Junto a un filme tan declaradamente estilizado, sometido a una codificación arbitraria, hay quienes elaboran filmes o programas de TV despreocupan de la noción de estilo e incluso de estructura (a diferencia de lo que pasa con un escultor: él comienza por establecer la estructura que sostendrá la obra, y luego la arma alrededor). Dan por supuesto que si construyen algo, eso bastará para que la audiencia se vea obligada a apreciarlo. El escultor se preocupa, en cambio, de que la estructura sostenga a la obra; sabe que si él no lo hace, bien puede ocurrir que la obra se derrumbe, cosa que ha sido y será siempre su responsabilidad. ¿Por qué preocuparse del estilo? La noción de un estilo audiovisual que establece un orden preciso en los datos que componen un filme o programa de TV, es una de las nociones que ofrecen mayores dificultades de reconocimiento para espectadores y productores por igual. ¿Acaso hay que preocuparse de otorgarle alguna unidad al discurso artístico? ¿No se pierde de ese modo gran parte de su poder expresivo? Para muchos, hoy, la espontaneidad se confunde con la creatividad, mientras que en el pasado la perspectiva era muy diferente. Si se concibe al estilo como la marca de una individualidad creadora que se imprime en cada aspecto de una obra (incluso en las audiovisuales, que son producto de un equipo técnico numeroso), eso se encuentra relacionado con el control efectivo que se haya ejercido. No obstante, a medida que el control se manifiesta más firme, el producto no llega a ser por eso más original. El gran artista clásico trabaja para no tener una manera, se esfuerza por ser trivial. Si consigue esa trivialidad sin esfuerzo, no es un gran artista. (...) El clasicismo tiende hacia la litote. Es el arte de expresar lo máximo diciendo lo menos. Es un arte del pudor y la modestia. Cada uno de nuestros clásicos se encuentra más emocionado de lo que aparenta. (...) El romántico, por la fastuosidad de la expresión, tiende a parecer más emocionado de lo que realmente está. (Gide) Periódicamente se verifica en algunos artistas profesionales que buscan diferenciarse de los criterios más divulgados en su ámbito expresivo (por lo tanto, los criterios más triviales), como en aquellos que ejecutan actividades artísticas sin dominar del todo el oficio (los estudiantes, los enfermos, los autodidactas). Ellos insurgen contra las normas establecidas, contra lo que se considera buen gusto, incluso "arte", proponen un estilo que proclama no tener ningún estilo reconocible, lo presentan como la negación de todo artificio, una aproximación creativa a la realidad. Estoy revisando un relato que quisiera lo menos literario posible. Empresa desesperada desde el vamos, en la revisión saltan en seguida las frases insoportables. Un personaje llega a una escalera: "Ramón emprendió el descenso..." Tacho y escribo: "Ramón empezó a bajar..." Dejo la revisión para preguntarme una vez más las verdaderas razones de esta repulsión por el lenguaje "literario". (...) Lo que me repele es el uso decorativo de un verbo y un sustantivo que no empleamos casi nunca en el habla corriente; en suma, me repele el lenguaje literario (...). De persistir mi actitud, que empobrece vertiginosamente casi todo lo que he escrito en los últimos años, no tardaré en sentirme incapaz de formular menor idea, de intentar la más simple descripción. (Cortázar: 1985, pag. 537) 2 Es un esfuerzo similar (pero también opuesto) al que revelan los diarios de Gustav Flaubert, que corregía incansablemente sus textos, en busca de una perfección formal que no es la de sus lectores, ni aquella de los especialistas, sino la fidelidad a una determinado visión del mundo y del arte. Viktor Shklovski describe la desautomatización del lenguaje cotidiano que realiza el arte, procedimiento que requiere el empleo de un repertorio expresivo, que al serle ofrecido a la audiencia la sorprende y obliga a percibir con mayor atención la totalidad del discurso. En el caso del artista profesional, ésto corresponde a una decisión consciente, mientras que en los otros constituye una evidencia de su marginalidad técnica, no menos digna de atención por esa causa (cf. Shklovski: 1973). El espectador mantiene una relación con el estilo. Aunque muy pocas veces somos conscientes de este hecho, tendemos a mantener expectativas en torno al estilo. Si vemos a dos personajes en un plano general, esperamos un corte a una imagen más cercana. Si un actor camina hacia la derecha, cuando está a punto de salir de cuadro esperamos que la cámara panoramice o que haya un travelling a la derecha que mantenga la persona encuadrada. Si un personaje habla, esperamos que un sonido diegético que sea fiel a la fuente. (Bordwell y Thompson: 1992, pag. 334) No importa cómo se elabore el discurso, piensan algunos recién llegados a un determinado medio expresivo, porque suponen de que de todos modos la audiencia tendrá que aceptarlo maravillada, sólo porque proviene de ellos. Esa es la concepción ingenua que se encuentra detrás de obras informes, carentes de estructura, que son rechazadas por la audiencia o no llegan a comunicar nada. Para establecer una estructura que la audiencia sea capaz de percibir como poseedora de un propósito estético, se comienza por organizar sistemáticas repeticiones de los elementos que intervienen (sean situaciones dramáticas, temas musicales, composiciones visuales, movimientos de cámara, efectos de montaje). Sin las repeticiones se impone el desorden, la acumulación informe de datos, lo antiestético. La repetición es básica para nuestra comprensión de cualquier película. Por ejemplo, tenemos que ser capaces de recordar e identificar a los personajes y los decorados cada vez que reaparecen. Más sutilmente, a lo largo de cualquier película podemos observar repeticiones de tdos los elementos, desde las frases del diálogo y fragmento musicales, hasta las posiciones de la cámara, el comportamiento de los personajes y la acción de la historia. (Bordwell y Thompson: 2002, pags. 56 – 57) En Viridiana, el filme de Luis Buñuel (en la foto), los objetos pueden reclamar tanta atención como los personajes. Una cuerda que el tío de la protagonista regala a una niña para que salte en su presencia (abriendo y cerrando las piernas), es utilizada por el tío para ahorcarse más tarde, reaparece en los pantalones de un mendigo que se sujeta con ella los pantalones y es apartada por la protagonista durante el intento de violación que ocurre luego. En ese momento, ella aferra una de las perillas de madera que rematan la cuerda, una forma fálica similar a la teta de la vaca que ella se resiste a ordeñar. 3 En el discurso audiovisual de Buñuel todo se vuelve alusivo a un contenido que no hace falta decir y desafía la censura. Como por casualidad, la corona de espinas que la protagonista utiliza para meditar en la Pasión de Cristo, es quemada hacia el final, paralelamente a su aceptación de jugar al tute con su primo y la cocinera. Todo lo que reaparece en un filme adquiere una significación tal vez vaga pero imposible de ocultar. No hay repetición que pueda darse sin alguna variación, sea en la manera de presentar el personaje u objeto, sea por el significado que tienen para la audiencia. En el encuadre de Lady from Shanghai de Orson Welles, la pareja es reflejada por una serie de espejos que ofrecen distintos ángulos de lo mismo. La escena, que ocurre en el laberinto de espejos de un parque de diversiones, los miembros de un triángulo pasional se enfrentan a balazos y los espejos crean incertidumbre acerca de cuál es el personaje real y cuál su reflejo. Con frecuencia los estilos son etiquetados, casi siempre de manera provisoria, como si fuera necesario nombrarlos para no confundirlos con otros que utilizan los mismos recursos de otra manera, o que se apoyan en recursos totalmente distintos. Estas clasificaciones suelen ser aproximativas y no consiguen abarcar todos los aspectos que se pretende entender. Existe el estilo conocido (...) como realismo o naturalismo, que consiste en elaborar una imitación tan exacta como sea posible de los hechos objetivos presentes en el acto de percepción; existe el estilo conocido diversamente como idealismo, romanticismo, superrealismo, arte fantástico o imaginativo, que, si bien utilizando imágenes de origen visual, construye (...) una realidad independiente. En tercer lugar, está el estilo que llamamos expresionista, determinado por el deseo del artista de hallar una correspondencia plástica para sus sensaciones inmediatas, sus reacciones temperamentales ante una percepción o experiencia. Finalmente, existe el estilo que evita todos los elementos imitativos e invita a una respuesta estética a las relaciones puramente formales de espacios, masas, colores, sonidos, etc. Se lo llama a veces abstracto, pero “constructivo”, “absoluto” o “intuicional” serían términos más exactos. (Read: 1999, pag. 49) El cine de Friedrich Murnau, Serguei Eisenstein, Joseph von Sternberg u Orson Welles suele definido por algunos como “barroco” y por otros como “expresionista”. El cine de Fritz Lang, Robert Bresson, Michelangelo Antonioni y Theo Angelopoulos se considera “abstracto”, tal como el de Eric von Stroheim, Jean Renoir y LuisGarcía Berlanga se afirma que es “naturalista” y el de Jean-Luc Godard “experimental”., pero lo más aprobable es que no toda la obra de un artista queda en una categoría única. Hay tendencias desactualizadas, como el “impresionismo” de Jean Epstein y Germaine Dullac, el “romanticismo” de Douglas Sirk y Max Ophüls, el “surrealismo” de Luis Buñuel, y tendencias de la modernidad como el “minimalismo” de ciertos filmes de Ingmar Bergman y Aki Kaurismaki. Acerca del estilo audiovisual (cualquiera sea) 4 En una situación de producción concreta, el cineasta tiene que elegir qué técnicas emplear. Por lo general, el cineasta hace ciertas elecciones técnicas y se limita a ellas a lo largo de toda la película. (...) El estilo de una película es el resultado de una combinación entre las limitaciones históricas y la elección deliberada. (Bordwell y Thompson: 2002, pag. 334) Cuando Alfred Hitchcock se plantea el desafío de efectuar planos cada vez más extensos en el interior de sus filmes de suspenso, durante los años ´40, cuando trabaja en una industria tan refinada (y a la vez trivial) como la de Hollywood, entra en contradicción con un sistema que si bien acepta su concepción del espectáculo, prefiere otro estilo de registro audiovisual. ¿Por qué necesita Hitchcock plantearse un desafío como el de Notorious o Under Capricorn, que utilizan largos planos en movimiento que siguen o rodean a los personajes, cuando la tradición establecida más de veinte años antes en los grandes estudios, resuelve esas mismas situaciones dramáticas mediante una combinación de master shot (plano general, destinados a situar la acción) y una serie de planos más cercanos de un par de personajes (medium shots) y planos detallados de un solos personaje (close ups)? Ese estilo, fragmentado, que proviene de la época de Griffith y ha sido adoptado por toda la industria de Hollywood, confía en el montaje como instancia decisiva de la sintagmática audiovisual, reduce al mismo tiempo el control del director sobre el filme. Hitchcock pretende elaborar obras en las que pueda ejercer un mayor control, y no hay nada como el plano-secuencia para oponerse a la intromisión del productor que predominó en la etapa de pre-producción y regresa en la de post-producción para poner coto a los desbordes del director. Al realizar Rope (en la foto, escena de la filmación), Hitchcock arma un filme que se opone a las expectativas de una audiencia masiva que durante años ha demostrado su gusto por el cine de suspenso, que la mantiene en vilo, apostando por la responsabilidad de un crimen que solo se resuelve en el final. The Rope viola varias reglas del espectáculo convencional (y en forma retrospectiva se entiende que la audiencia le dé la espalda defraudada por ese estilo inhabitual desde muchos puntos de vista). Comienza mostrando el crimen, con lo que no deja en pie otra expectativa que la del descubrimiento de la autoría por el improvisado investigador. Simultáneamente, aparenta una sola toma de casi noventa minutos. Eso es técnicamente imposible en 1948, cuando las bobinas de filme de 35 milímetros tienen un máximo de 10 minutos de registro y exhibición. La limitación se supera años más tarde, gracias al empleo de material de 16 milímetros, lo que da lugar a los filmes de un solo plano de Warhol y otros cineastas independientes de los ´60, pero solo hacia fines del siglo XX, cuando se vuelve factible el soporte digital, Mike Figgis produce Time Code, un filme que combina cuatro planossecuencia de 93 minutos como máximo, o cuando Alexander Sokourov filma El Arca Rusa. 5 La carencia de cortes durante el registro audiovisual había marcado el estilo de cineastas clásicos como Orson Welles, Kenji Mizoguch, Max Ophüls desde los años ´30, hasta llegar a Jafar Panahi o Alexander Sokourov en la actualidad. En ellos se definía ya el predominio de la puesta en escena compleja y el empleo de una cámara en movimiento. Para detectar el estilo de un determinado filme, se requiere un esfuerzo deliberado de parte del espectador. Primero, hay que conocer algo más que unos pocos textos audiovisuales, para identificar el sistema de los recursos que podrían ser puestos en juego. No es cosa de ver un solo filme iraní, para entender las posibilidades expresivas que ofrece la prohibición islámica de competir con Allah en la invención (y en la representación) del mundo. Una circunstancia como esa puede parecer apta exclusivamente para un reflexión sociológica sobre la censura del fundamentalismo a la libertad de expresión. Cuando se conocen varios filmes iraníes, se advierte que esa restricción culturalmente motivada, que para el pensamiento occidental es propia del Medioevo, otorga a esos filmes una complejidad y modernidad únicas, que excluye la monotonía. No son iguales un filme de Samira Mahhmalbaf y uno de su padre Moshen, uno de Jafar Panahi (en la foto, Dayereh) y otro de Abbas Kiarostami, a pesar de que todos ellos eluden la ficción pura y ofrecen distintas variantes del documental. . El espectador occidental bien informado sobre el cine de Hollywood, pero desconocedor de otros paradigmas, puede hallar pobre, soso, mal interpretado, un filme muy creativo, que utiliza recursos a los que él no se encuentra acostumbrado, y por lo tanto no entiende ni aprecia. Y a veces no hay que ir tan lejos para advertir la incapacidad de percepción y evaluación. Para el espectador joven de comienzos del siglo XXI, que tiene una limitada experiencia del cine musical hollywoodense, ¿cómo puede juzgar si Yentl, el filme de Barbra Streissand? ¿Acaso es original y prometedor de futuros desarrollos, o se trata de un ejercicio anacrónico, fúnebre que no logra revitalizar un género que tuvo su época de esplendor treinta o cuarenta años antes? El término [estilo] en su origen griego, significaba "punzón" con el que se escribía (...). El estilo era siempre la armonía entre diversas formas exteriores, era siempre algo íntimo y homogéneo que se manifestaba en el carácter uniforme de todas las formas externas. Al mismo tiempo, era significativo el hecho de que el concepto de estilo (...) estuviera ligado principalmente a la época y menos a la personalidad aislada. (Kayser: 1954, pags. 445 - 446) ¿Hay estilo en las obras de aquellos cineastas que cuidan la expresión, que controlan cuidadosamente cada factor de la expresión audiovisual? Si la respuesta fuera afirmativa, podría hablarse tan sólo del estilo de Serguei M. Eisenstein, Joseph von Sternberg, Kenji Mizoguchi, Robert Bresson, Theo Angelopoulos, Andrej Tarkovski, Alexander Sokourov y otros, no demasiados artistas, mientras que la mayoría de la producción audiovisual no mostraría ningún estilo perceptible. Pero no suele ser así. También existe un estilo ramplón, falto de control artístico, propio del cine de Claude Lelouch o Delbert Mann, incluso el de Pedro Almodóvar (en su caso, con el propósito de reciclar irónicamente las convenciones más desgastadas del medio), como hay un estilo de las telenovelas chilenas, de los vídeos 6 de aficionados, del cine porno, de los documentales educativos, de la publicidad audiovisual, etc. El estilo se revela no importa dónde. No por eso el mismo estilo, ni tampoco uno que sea sinónimo de "buen gusto". Partimos del hecho de que una obra tiene estilo en sí misma. Incluso tenemos que admitir, además, que no sólo las canciones populares, los romances, las cantigas de amigo, las leyendas y cuentos populares, etc., sino incluso una demostración matemática, un artículo periodístico, una composición escolar pueden tener o no tener estilo. (Kayser: 1954, pag. 465) En filmes de Theo Angelopoulos, suelen descubrirse las mismas configuraciones visuales muy simples, registradas en exteriores, composiciones en las que predominan las horizontales y figuras lejanas enfrentadas a la cámara, cuyas acciones son seguidas mediante planos-secuencia. En ocasiones, la simplificación de la imagen se incrementa gracias a la niebla o la oscuridad que ocupan todo el encuadre y solo dejan oír las voces de personajes invisibles. En otros casos, Angelopoulos hace que el drama ocurre en el territorio delimitado por el encuadre, pero en el interior de un edificio o un vehículo, lejos de la audiencia. O en un mismo encuadre coexisten acciones que corresponden a distintas épocas. La simplicidad visual es engañosa, porque obliga a la audiencia a efectuar un complejo trabajo de interpretación.. En Greed, de Joseph von Stroheim (en la foto) el encuadre que muestra una escena familiar en la sala de un dentista, se encuentra minuciosamente compuesto en el interior de un óvalo del que solo escapa el torso de la protagonista que canta. Media docena de personajes ocupados en acciones que los definen sus características individuales, son alternados sin superponerse. La ventana que está detrás del protagonista, cuya cabeza corresponde al centro del encuadre, no es elemento inerte, porque a través de ella se ha visto la calle poco antes (el paso de un entierro, al mismo tiempo que se celebra en el interior una boda. Se trata de un encuadre elaborado para concentrar el mayor número posible de indicios dramáticos. Es un mundo ensamblado artificialmente, pero tan coherente como la realidad. En un encuadre típico del cine de Kenji Mizoguchi (Ugetsu Monogatari), las figuras humanas en movimiento contrastan con los ritmos visuales muy depurados que proporciona la arquitectura japonesa. No hay mucha acción de los personajes, el espacio es reducido y nada se encuentra demasiado cerca, ni permite distraer la 7 atención de la audiencia. La cámara se encuentra instalada muy baja y toda la composición se altera mediante breves travellings que llevan de un ambiente a otro, mediante rápidas entradas y salidas de los personajes por donde menos se lo esperaba. Es un mundo liviano, fluido, pero también organizado. 3. Estilo único, estilo compartido Ryan (2004), el documental de Chris Landreth, registra una entrevista a Ryan Larkin, un cineasta canadiense que realizó sus obras innovadoras durante los años ´60, para hundirse luego en la adicción de estupefacientes. Landreth somete durante la post producción a las imágenes documentales a un procesado digital que las altera radicalmente, liberándolas de cualquier pretensión de medio objetivo. En lugar de mostrar la apariencia visual de su entrevistado, arma una metáfora gráfica de él. Usa partes de él y las combina con sus propias visualizaciones tridimensionales, para llevar a la audiencia algo que se plantea como una visión subjetiva de Landreth dirigida hacia sí mismo, Larkin y el ambiente miserable donde él se mueve en la actualidad.. Ese es el estilo que podría suponerse irrepetible de Ryan, que reaparece sin embargo en Alter egos (2004), el documental de Lawrence Green que muestra el proceso de producción de Ryan, así como el de los filmes originales de Ryan Larkin. En De Fern Benspaend (2003), el director y productor Lars von Trier propone a su amigo, el también director Jorgen Leth., que rehaga cinco veces un cortometraje del segundo, elaborado cuarenta años antes... a partir de cinco series de restricciones arbitrariamente dispuestas por el primero, que el segundo acepta respetar, incluso cuando suelen ser dispuestas para molestarlo. Uno de los remakes lo obliga a utilizar planos de 12 fotogramas exclusivamente, registrarlo en un país tan distante para un danés como Cuba, etc. Otro remakes ocurre en un lugar donde la miseria ha conmovido al director y sin embargo no le está permitido mostrarla. Otro, utiliza un recurso que ambos directores detestan, la animación. Otro es montado por von Trier, a espadas del director. Cada restricción, por arbitraria que haya sido, genera un estilo distinto, y fragmentos del filme original son ofrecidos constantemente, para que la audiencia compare la distancia que se establece entre él y las variaciones. Un juego como éste, desnuda el mecanismo no pocas veces aleatorio que determina un estilo. Algo o alguien, ajeno a la voluntad del cineasta, impone restricciones que dificultan su expresión lo estimulan a hallar desvíos, sustitutos, resoluciones que no imaginaba, otorgándole identidad a un discurso que de haber nacido en absoluta libertad quizás no la tendría. El contexto en el que ocurre la producción artística, suministra una variedad de opciones o demandas explícitas, a las que un artista responde mediante la elaboración de una obra que intenta satisfacerlas o defraudarlas. Para el dramaturgo de la actualidad, en un país de la periferia como Chile, la televisión es el ámbito que le ofrece mejores oportunidades para encarar su carrera, desde el punto de vista de las remuneraciones, cuando lo compara con el cine o el teatro. 8 Si escoge a la televisión, el medio le propone una serie de formatos, situaciones y personajes para expresarse, que se encuentran bastante codificados y es improbable que le permitan innovar. Puede escribir telenovelas destinadas a exhibirse a las 20 horas, recurriendo a temas triviales y personajes convencionales que prometen mostrar su sexualidad y sistemáticamente defraudan las expectativas que abren; o escribir los telefilmes y miniseries de las 22 horas, en las que está permitido el desnudo de los actores y un lenguaje vulgar. El estilo es impuesto no por tal o cual escritor, sino por el medio, que a su vez lo atribuye a la demanda de la audiencia masiva, cuyo gusto ha sido formado día tras día por la programación del medio. Decenas de filmes musicales de la empresa Metro-Goldwyn-Mayer producidos por Arthur Freed y dirigidos por Vincente Minnelli, Charles Walters y otros artesanos de Hollywwood tienen características similares: actores bien entrenados que se encuentran bajo contrato durante años y participan en muchos filmes del género, un repertorio de canciones que se utiliza repetidamente durante décadas, coreógrafos que utilizan los mismos recursos, escenografías que se reciclan, esquemas de colores similares. Basta un fotograma para identificar la empresa que produjo esos filmes. Cuando un cineasta como Busby Berkeley, especialista en musicales, dirige una secuencia, en cambio, poco importa que no aparezca en los créditos, porque esos elementos adquieren otras funciones. Lo suyo suele ser extraño, desmesurado, dramático, original, y en muchas ocasiones pasa a constituirse en modelo, punto de referencia que imitan otros cineastas menos dotados. Hay obras influyentes, que fundan escuelas (el expresionismo alemán, el neorrealismo italiano, la nouvella vague francesa, el cinêma novo brasileño), así como hay seguidores innumerables que banalizan los hallazgos de las obras que marcan tendencias y dificultan la posibilidad de analizar en forma retrospectiva aquello que fue tan original como exitoso. Es el caso del los filmes de David Wark Griffith para el cine norteamericano. Hay también obras únicas, irrepetibles o al menos irrepetidas, que gozan de una singularidad extraña en medios tan atados a la lógica de la industria cultural como son el cine o la televisión, donde lo más frecuente es la producción en serie. Por ejemplo, The Night of the Hunter (en la foto), el único filme dirigido por el actor Charles Laughton, o Freaks (en la foto), de Tod Brrowning, que dirigió otros filmes de horror, pero nunca, antes o después, introdujo en el encuadre a una serie de personajes monstruosos de la realidad, que otorgan carácter único, poco menos que documental a ese filme de ficción. Es único el estilo de Citizen Kane, el filme de Orson Welles, que a continuación realiza The Magnificent Ambersons, otra obra inclasificable, para ser condenado al ostracismo por la industria de Hollywood, que prefiere la producción en serie al prototipo. 9 El estilo patético de los encuadres y el montaje de Bronenosets Potiomkin, de Serguei Eisenstein (en la foto) resultaban tan impactantes como fáciles de identificar. Por ello fueron imitados repetidamente desde que el filme se estrenó, promediando los años ´20. El cine soviético de los ´20 a los ´40 se apropió repetidamente de esos recursos de seguro efecto emocional, para exponer la épica del régimen socialista. Podemos hablar no solo del estilo de una película individual, sino también del estilo de un cineasta. Por tanto, nos estamos refiriendo principalmente a las técnicas concretas que generalmente utiliza una persona y a la forma única en que esas técnicas se relacionan entre sí en las obras de un cineasta. (...) Podemos hablar de estilo de grupo: el uso coherente de las técnicas a lo largo de la obra de varios cineastas. Podemos hablar del estilo del expresionismo alemán o del estilo del montaje soviético. (Bordwell y Thompson: 2002, pag. 335) Lo más probable es localizar el estilo en grupos más o menos poblados de obras. Gran parte del cine clásico de Hollywood tiene las mismas características formales e ideológicas. Por eso ha podido establecerse un estilo de productor (por ejemplo, el de los filmes de David Selznick, o el de Columbia, 20th Century Fox o Warner Brothers en los ´30 y ´40, o los musicales de la Metro-Goldwyn-Mayer en los ´40 y ´50). Es la voluntad de una persona o una empresa la que otorga unidad a esa diversidad de discursos en los que, sin embargo pueden detectarse los estilos de Gregory La Cava, Howard Hawks, Frank Capra, Vincente Minnelli o George Cuckor. Hay “escuelas” tales como el expresionismo alemán, que visualmente se define por el registro audiovisual realizado en estudios, para aprovechar los decorados especialmente construidos para la cámara y la luz artificial. El resultado son imágenes muy compuestas, registradas con un diafragma muy abierto, que suministra una atmosfera, en el punto crítico del desenfoque (como también sucedía en el cine de Hollywood o el francés), de los que se diferencia sin embargo por el empleo de efectos ópticos y encuadres rebuscados. Todo eso se opone al estilo del neorrealismo italiano, que recurre a exteriores e interiores reales, empleo de luz natural, imágenes nítidas, profundidad de campo y encuadres Hay, no obstante, momentos en lo que ha pensar de las demandas del medio y la audiencia surgen artistas que inventan nuevos contextos o logran mayor libertad de acción respecto de los compromisos habituales, pero lo más probable es que se trate de excepciones que no suelen mantenerse en pie durante mucho tiempo, ni pueden ser imitadas por los epígonos. Welles disfrutó de esas condiciones una vez, en el comienzo de su carrera fílmica, al concluir los años ´30, después de haber ganado un enorme prestigio en el teatro y la radio, cuando escribió, dirigió e interpretó Citizen Kane y nunca más recuperó esa libertad creativa. Algo parecido le sucedió a Eisenstein después de Bronenosets Potiomkim o a Griffith tras Birth o a Nation e Intolerance. La carencia de restricciones no es imposible, sino rara, y la industria cultural suele castigar a quienes la aprovechan para expresarse ¿Cómo y cuándo decidir el estilo audiovisual? 10 Los artistas comienzan comúnmente su obra esbozando las configuraciones generales que sirven mantenerla unificada. (Arnheim: 1986, pag. 312) En mi opinión, alcanzar el estilo en el cine es algo que sucede en una de estas tres formas. Algunas veces a través de un proceso de eliminación. (...) A veces el estilo de la película me es evidente al momento de cerrar el guión, luego de la primera lectura. Esa es la segunda (...) forma de decidir un estilo. (...) La tercera forma es un proceso lento de investigación donde el estilo va emergiendo de una constante reiteración del tema. Las largas pláticas con el guionista, el fotógrafo, el diseñador de la producción y el editor hacen que, en cierto sentido, el estilo “aparezca por sí mismo”. (Lumet: 1997) No es fácil para un observador no entrenado detectar el estilo audiovisual de un filme o espacio de TV y no creer haber visto y oído lo que no existe, porque la memoria engaña y los sentidos confunden cuando no se toman las debidas precauciones. El entrenamiento que cada uno llega a adquirir como espectador, suele estar invalidado por la carencia de sistema que lo preside y por la tendenciosidad de quienes lo conducen. El cine y la TV preparan a sus espectadores para que consuman otros discursos del mismo tipo, no para que entiendan por qué consumen. Un espectador bien entrenado puede volverse alguien difícil de seducir mediante el marketing. Es preferible un fan, un fanático que colecciona incansablemente todo los objetos culturales que la industria ofrece en una determinada línea de producción (por ejemplo, relacionados con Star Wars o Star Trek, con filmes de género gore ,animé, etc.). Un conocedor especializado de ese tipo, no importa lo que sienta o piense, porque de todos modos consume para satisfacer su adicción. A veces no sabe muy bien qué hacer con toda su cultura de archivero, la emplea como un pasatiempo o la recicla minuciosamente cuando intenta crear algo nuevo a partir de esos parámetros a todas luces trillados. Entre los objetivos de la industria cultural no se encuentra adiestrar a los espectadores para que entiendan demasiado las razones de su interés por los medios audiovisuales. Durante la etapa de pre-producción de un nuevo discurso audiovisual, los miembros del equipo productor suele tomar acuerdos previos acerca del estilo que desean obtener. Estas decisiones comienzan en la etapa de escritura del guión. • La elección de una estructura dramática es una de las primeras decisiones estilísticas que suelen tomarse. ¿Qué acciones se van a mostrar? ¿Qué acciones serán evocadas mediante el diálogo? ¿En qué momento de la historia se inicia el filme? ¿Se corresponde la historia con las convenciones dramáticas habituales? Adaptation, el filme de Spike Jonze escrito por Charlie Kauffman, juega con la inteligencia de los espectadores, a quienes les propone una serie de desafíos, comenzando por definir por sí mismos el género del discurso audiovisual: ¿se trata de autobiográfica, adapta los hechos presentados por un reportaje periodístico, por lo tanto debe ser tomado como algo verídico, o se trata de una ficción declarada, incluso inverosímil? • Una vez elaborado el guión, el director elige a los actores, desglosa el guión en planos, en ocasiones establece un storyboard estricto, que lo guía durante la etapa de registro, como sucede con el cine de Hitchcock (en la ilustración, boceto de Family Plot), Scorsese, Lucas, Gilliam, mientras que en otros casos (Rossellini, Cassavetes, Ruiz) el cineasta prefiere improvisar durante el proceso de registro de la imagen. 11 • • Identificación de los procedimientos constructivos del discurso audiovisual que se utilizan durante el proceso de registro de la puesta en escena. ¿Utilizará la rutina del cine de Hollywood, que registra toda la escena en un plano general (master shot), para pasar a continuación al análisis de fragmento de ese material mediante planos medios y detalles? Una decisión como esa, permite al montajista disponer de una pluralidad de variantes (y permite al productor ejercer su poder de decisión a expensas del director, también). El cine de Welles, Ophüls, Mizoguchi y Jancso, en cambio, registra las escenas con la menor cantidad de planos posibles, recurriendo a movimientos de cámara que les permiten analizar las partes del todo sin establecer cortes. Relaciones que se establecen entre los procedimientos y las intenciones expresivas del autor. El cine que se produce en Irán a partir de los `90, puede parecer elemental para el gusto de los espectadores adictos a las ficciones de Hollywood, elaboradas para satisfacer la demanda de un audiencia internacional que exige más entretenimiento, mientras que los filmes de Mahkmalfab, Kiarostami o Pahnati pretenden remecer al espectador de esos hábitos, dándole menos de lo que espera. El cine de Angelopoulos no exige menos, cuando utiliza duraciones desmesuradas, pocos diálogos (nunca explicativos), cuando esconde a los personajes en la oscuridad o la niebla, cuando los aleja tanto de la cámara que ya no pueden leerse sus sentimientos en la expresión facial. Bibliografía Arnheim, Rudolf: El pensamiento visual, Ed. Paidós, Barcelona, 1985. Barthes, Roland: S/Z, Siglo XXI Ed., México, 1980. Bordwell, David y Kristin Thompson: El Arte cinematográfico, Piados Comunicación, Barcelona, 2002. Buffon, George-Louis Leclerc de: Discours sur le style. Cortázar, Julio: Rayuela, Seix Barral, Santaigo, 1985. Gide, André: Prétextes, 1905. _________: Nouveaux Prétextes, 1909. Kayser, Wolfgang: Interpretación y Análisis de la obra literaria, Ed. Gredos, Madrid, 1954. Lumet. Sidney: “Estilo, la palabra más mal empleada después de amor” (en Estudios Cinematográficos Nº 10), octubre – noviembre 1997. Read, Herbert: Educación por el Arte, Paidós Ed., Barcelona, 1999. Shklovski, Viktor: "El arte como procedimiento" (en Formalismo y Vanguardia), Alberto Corazón Ed., Madrid, 1973. Worringer, Wilhelm: La esencia del estilo gótico, Ed. Nueva Visión, Buenos Aires, 1957. 12