Dos autocracias al interior del fascismo y el gobierno y el rol insurgente del poder popular Sin duda el reventón fascista-paramilitar que se genera desde el 12 de febrero no solamente pone en juego un conjunto de cosas que pasan por el valor de la vida, el terror como política, el peligro de guerra civil impuesta, la división política de clases, el desenmascaramiento de las fracciones burguesas en conflicto, sino que nos muestra con toda claridad de que manera se han ido formando polos autocráticos dentro de esta confrontación. El conflicto que aún se nombra como la batalla entre chavistas y escuálidos a nivel popular y que en realidad responde a un enorme conflicto de clases, a estas alturas ya tiene resultantes muy claras en la formación de estos conos autocráticos que emplazan de manera nítida el papel a tomar del pueblo que se mantiene en lucha. Intentemos un retrato corto de estos conos autocráticos y el proceso que llevó a constituirlos: 1.El polo autocrático de oposición y su devenir en el fascismo Se conjuga en un primer momento como polo contrarevolucionario a partir del año 2001 con la conspiración liderizada por los partidos de la IV República y los mandos militares, oligárquicos, eclesiales y sindicales tradicionales, apoyados abiertamente por el poder mediático que se confunde con ellos. La conspiración que se inicia en diciembre de ese año con el primer paro empresarial, es esencialmente una conspiración de las élites tradicionales con apoyo de los EEUU. Su pretensión de borrar de un plumazo bajo la pura manipulación mediática un proceso histórico revolucionario que quebró la historia y la sociedad desde el 89, termina en un rotundo fracaso finalizado con el referendum presidencial del año 2004. A partir de allí se desmorona el liderazgo tradicional de las élites mientras el bloque político totalmente debilitado trata de sobrevivir a partir de los rezagos que deja dentro de un importante segmento de la sociedad su ataque mediático, la impunidad casi absoluta a sus delitos políticos y por supuesto la hegemonía que mantienen como referencias políticas de oposición a todo formato de transformación de las estructuras tradicionales de dominación. Luego de muchos fracasos y de inaudita incapacidad política ante un sistema que les deja plena libertad de movimiento y expresión, la pírrica victoria electoral del 2007 en el referendum constitucional, les permite recomponer una unidad que se concreta en la MUD en el año 2010-11, precedida por un conjunto de pruebas electorales que la acercan a la condición de mayoría. Sin embargo, su recomposición diez años después ya no tiene la misma armazón hegemónica interna. Las élites tradicionales siguen jugando un papel importante pero cruzado por la intervención de un protagonismo político creciente de los partidos de una nueva derecha abiertamente reaccionaria (Primero Justicia, Voluntad Popular) ajena a las tradiciones policlasistas de la IV república y con un anclaje directo con los nuevos escenarios de acumulación de capital en nuestramérica ligados al narcotráfico, el lavado de dinero y el capital financiero internacional A ello podemos sumar sus puntales paramilitares y paraestatales desarrollados en México, Centroamérica y Colombia, teniendo a Venezuela como nueva zona de expansión. Comienza desde entonces de una manera casi secreta un desplazamiento interno que va a la par con la introducción en Venezuela del peso de estos nuevos escenarios de acumulación de capital como del mismo formato colombiano en donde las oligarquías tradicionales empiezan a fundirse con la economía de la droga y del capital financiero que la recicla, hasta desplazarlas parcialmente en la figura de Uribe. Esto tiene sus consecuencias políticas y culturales primero en la “derechización” de la oposición, la asunción de una juventud de ultraderecha sostenida en una ideología abiertamente fascista (violencia hacia el contrario odiado, ratificación del orden tradicional excluyente, proimperialismo y anticomunismo activo, inversión mediática de la realidad “cuando yo mate o afecte violentamente a alguien -el enemigo odiado- tu quedas como el culpable”; se trata de convertir el asesinato y la violencia de su revuelta en una mercancía de alta plusvalía política), que a su vez se retrata en una práctica política pública que en las palabras de cualquiera de sus líderes deja ver su perfecta sintonía entre democracia y conspiración, de acuerdo a las estrategias globales del “golpe suave” (Plan Balboa para Venezuela). Bajo este desplazamiento silencioso el cono autocrático desde el lado de la oposición empieza realmente a formarse luego de la muerte de Chávez donde quedan sustituidos por completo los viejos partidos de la IV república, hasta convertirse en marionetas de esta nueva derecha que deviene de hecho en la oposición real. Ella empieza a combinar la violencia y la intervención electoral dentro de un cuadro de negociaciones internas que a la final queda desbordado por el activismo de esta juventud protofascista y las unidades paramilitares que empìezan a servirle de retaguardia armada, utilizando la furia indignada de una clase media golpeada por el escenario de escasez, inflación, corrupción y violencia social que estas cúpulas también han ayudado a fabricar. Las élites tradicionales dentro de este escenario se mantienen a la expectativa sin encontrar todavía su sincronía directa con un activismo que es fundamentalmente de sectores de clase media. Sectores politizados llenos de resentimiento que quedan directamente sintonizados con el mando de ultraderecha interna y paramilitar dirigido desde Colombia, con sus apoyos directos dentro del aparato imperialista norteamericano. El 12 de febrero de este año marca la consolidación de un espacio social activo de la clase media que comienza a imponerse al conjunto opositor bajo prerrogativas claramente fascistas en su accionar puntual y criminal que a su vez atrae descontentos típicos de la pequeña burguesía (el descontento del consumidor no satisfecho) y genera un mando autocrático inapelable de arriba abajo: EEUU, Bogotá-paramilitarismo (mandos externos), jefes de la ultraderecha nacional-juventud protofascista (mandos internos), conjunto político de la oposición, espacios sociales de influencia, que si termina de consolidarse forzarán a como de lugar una guerra civil caótica o cualquier cosa que se parezca al caos violento. Obviamente se trata de dar al traste toda alternativa revolucionaria y dejar totalmente aplastado este país al estricto rol que ha de corresponderle dentro del orden global y su estructura dentro del occidente mundial capitalista. ¿Qué le falta para garantizar el cono autocrático?. Mayor capacidad militar propia y conspirativa dentro de las FAB, un programa de gobierno identificable y sencillo tipo “seguridad democrática” de Uribe, el apoyo abierto de las élites tradicionales resignadas definitivamente a su opción, ampliar su control territorial y económico nacional, ecos mas sólidos y no solo comprados con el lumpen popular, y sobretodo resolver su problema de liderazgo interno siendo fundamental la figura del “jefe” para estas manifestaciones políticas tan reaccionarias. 2.El polo autocrático de gobierno y el espacio conjunto de la revolución Si hablamos del actual gobierno, evidentemente que este es fruto directo de lo que se ha llamado la “revolución bolivariana” pero sobretodo de la lealtad de la mayoría al comandante Chávez que pide ser sustituido por Nicolás Maduro al mando de la presidencia luego de su partida. La lealtad a quien fue nuestro último “caudillo igualitario” -hoy reconocido bajo el nombre del “comandante supremo”es fundamental en este caso. Pero lo es igualmente para entender como con el paso de los años este mismo proceso fue creando un autocracia burocrática y de partido con un fuerte componente militar, cuyo personaje más representativo en estos momentos no es Nicolás sino Diosdado Cabello. La revolución empieza con la rebelión de masas hace 25 años y es reforzada por las insurrecciones militares del 92. Esta doble fuerza civil y militar y la capacidad de liderazgo de Hugo Chávez permiten acabar formalmente con los basamentos constitucionales y políticos de la IV república y abrir una nueva historia que la misma presión conspirativa y reaccionaria de las élites tradicionales apoyadas por EEUU ayuda a radicalizar hasta convertirla en una revolución de lenguaje y programa antimperialista y socialista. De todas formas, más allá de los propósitos, vivimos una realidad estrictamente capitalista en su versión liberal y de economía rentista de puerto, es decir dependiente de la renta petrolera. Esta situación estructural se perpetúa con el tiempo mientras se polariza y radicaliza el escenario político. A nivel estructural solo se empuja un nuevo escenario de renacionalización de la industria petrolera y la introducción del esquema de empresas mixtas (una renegociación de la industria petrolera con el capital transnacional), una mayor redistribución de la renta, un nivel importante pero aún precario empuje de socialización de la tierra, un nivel aún más precario de absorción de medios de producción ligados a la gran burguesía industrial y bancaria, relacionado con el activismo de múltiples vanguardias obreras y campesinas. Mientras tanto a nivel transnacional solo hay un cambio estratégico de alianza donde pasan a ser China, Rusia, Brasil y afines los nuevos socios privilegiados con contratos montados en la misma relación de dependencia, intercambio desigual y explotación, adaptadas a la globalización actual del capital, conservándose las viejas relaciones de dependencia de la industria petrolera y automotriz entre muchas otras con los centros en EEUU, Japón, Europa (es la estrategia “policéntrica” establecida por Chávez). Pero esta doble faz del proceso a nivel estructural y los campos de la superestructura política e ideológica, hace que con el tiempo se tensione el escenario interno, distanciándose cada vez más el mando político que responde en definitiva a una situación estructural real. De hecho se hace cada vez mas evidente su indisposición a transformar a fondo de acuerdo a un plan “socialista” y formación del sujeto popular constituyente (la democracia entendida como autogobierno del pueblo). Su base trabajadora que sin embargo se mantiene leal al liderazgo de Chávez y al propósito revolucionario expuesto hasta sus últimos días. Tal lealtad es aprovechada con el tiempo y particularmente desde el año 2004, luego de la victoria del referendum presidencial, por parte de la cúpulas burocráticas y militares beneficiadas por la protección de Chávez para ir progresivamente reventando la autonomía política y movimiental del escenario masivo y militante que creo desde sus primeros momentos la rebelión popular. La formación entre los años 2004 y 2006 (campaña presidencial) de un “movimiento popular administrado” (incluido el movimiento obrero), a pesar de las rebeldías que en ese entonces y hasta hoy abundan, les permite ir creando poco poco el cono autocrático de la revolución dirigido por una burocracia que absorbe gran parte de los poderes de Estado, extiende y profundiza la corrupción, absorbe el liderazgo popular convirtiéndolos en funcionarios, y ordena el modelo de gobierno bajo un esquema corporativo-burocrático de capitalismo de Estado. Circunstancia que crea las bases para la formación de una “boliburguesía” y la expropiación del control de gran parte de los medios de producción tomados a la burguesía por parte de ella. Mecanismo que los dejó nuevamente en la quiebra o en la raya de la improductividad a su gran mayoría a pesar de los descomunales recursos invertidos: industrias de leche, cemento, pescado, azúcar, granos, línea blanca, papel, etc, hasta llegar a las grandes industrias básicas y agrícolas, abriéndose una tensión y corrupción terrible en industrias claves como electricidad y teléfonos). En este trance comienza la decadencia del aparato productivo nacional donde es mucho mas negocio a los nuevos y viejos burgueses importar que producir, se afianza el modelo rentista, y el movimiento popular, en una demanda creciente de recursos, queda a la zaga discrecional de los funcionarios que los dotan. Empieza el silencio obligado, la desmovilización y la conversión de la base trabajadora del chavismo en “población beneficiada y pasiva” ordenada como consumidor y no como productor y proletario a través de las misiones sociales. Como era natural dentro de este proceso el chavismo militante se “electoraliza”, se ordena solo para ganar elecciones, y se da el paso entre el año 2006 al 2008 a la formación del PSUV. Una historia larga de rebeliones y organización de millones de seres y bajo la obediencia a la conducción del comandante Chávez es incorporada a un aparato de partido que en palabras del compañero iba a ser “el más democrático del mundo”. Rápidamente en un proceso de no más de dos años, toda esa historia ya incorporada en gran parte al partido y enclaustrada al modelo burocrático-corporativo, siente como se voltea por completo su prometida democracia y se convierte en una autocracia de designaciones a dedo, fuera de todo estatuto (de hecho la dirección del PSUV elegida por la base no se reúne ni decide), que luego repercute sobre la designación de funcionarios que en un noventa por ciento serán del PSUV en los cargos medios no profesionales, dejándole a la derecha su tradicional dominio sobre la mayoría de los cargos profesionales. Desde arriba hacia abajo y con cualquier cantidad de conflictos internos de intereses a todos los niveles se forman cúpulas que van creando poco a poco el cono autocrático chavista, algo que se fue incrementando en la medida en que Chávez se enferma y los mandos circunstanciales más allegados a él toman el mando que hoy ejercen. Se pasa de la dirección absoluta del líder reconocido y en el cual se deposita toda la confianza así no gusten sus decisiones a esta nueva autocracia burocrática y de partido. Pero la autocracia no solo aspira, como cualquier otra, a controlar su espacio inmediato dentro del partido y el gobierno. Sigue intentando controlar hacia abajo y la hora de reorganizar el Polo Patriótico de partidos y movimientos y colectivos sociales lo convierte en una extensión del PSUV, lo cual es aceptado por lealtad por una inmensa cantidad de ellos, hasta dejarlo casi anulado políticamente. Se intenta enfrascar en el mismo cono al movimiento obrero, campesino e indígena que por vía de la burocratización o el chantaje de recursos garantizan su obediencia (dejando saldos trágicos como la directa responsabilidad del Estado en la muerte de dirigentes de base que se mantienen en la resistencia; caso emblemático del cacique Sabino Romero). Y finalmente se aborda el complejo proceso de organización del poder popular consejista (consejos comunales, obreros, campesinos, de pescadores) tratando de enfrascarlos en instancias como las “Salas de Batalla” que no son mas que lugares de coordinación comunitaria manejados por el PSUV. El modelo cubano de partido-gobierno y su extensión hacia el campo social se intenta reproducir pero en un cono que en su cúpula y sus cadenas regionales y locales, condensa los intereses de una nueva burguesía que gobierna sobre el gobierno y buena parte del Estado. Por lo cual está obligada a romper todas sus normas internas democráticas y convertirse en una autocracia que apela a la lealtad histórica con la revolución que intentan encarnar (son los hijos de Chávez), la complicidad de aquel que recibe beneficios políticos o económicos y entra de alguna manera en el vértice autocrático, del permanente chantaje material, y en los últimos tiempos -algo inevitable- apelando a una represión sobretodo al movimiento obrero y de trabajadores que sigue en aumento. De lo contrario, en debate libre quedaría expuesto a la denuncia y desenmascaramiento público, donde sería imposible sobrevivir. Al menos así ha podido preservarse hasta hoy, utilizando los medios públicos para la estricta propaganda y exclusión absoluta de la critica y la denuncia. Llegando hoy a los niveles inverosímiles de exclusión de periodistas de fidelidad absoluta como Vanessa Davies, solo por haber molestado con preguntas incómodas a nuestro ícono mayor del modelo corporativo-burocrático, jefe actual del petróleo y la economía, Rafael Ramírez. Solo queda preguntarle a la cúpula político-militar que ordena en lo más chiquito el pico del cono: ¿cómo va a hacer para que no se desmorone en su propia entropía esta cadena autocrática como viene pasando?, ¿cómo va a hacer con la presión del fascista si en cualquier momento comienza a parecerse a ella?, ¿cómo va impedir que en un cuadro así aumente la tensión conspirativa interna?, ¿cómo va a hacer con la entrada ya evidente dentro de él del modelo de acumulación mafioso- financiero que empieza a hegemonizar el capitalismo en nuestramérica (exactamente el mismo fenómeno que pasa del lado de la autocracia opositora)?, ¿cómo va a hacer para salir del desastre económico que ella misma ha creado? ¿cómo va a hacer con un pueblo chavista ya harto de jefes inútiles, aburguesados ya corruptos?…¿diálogo de paz? 3. El papel del pueblo en lucha, la formación de los Consejos Populares Revolucionarios Naturalmente no estamos en un juego de niños. La verticalización y formación autocrática de los mandos confrontados dentro de la polarización política dentro de ellos mismos obedece a un enfrentamiento no superado entre la vieja y nueva burguesía en formación, repitiendo una historia nacional que se come toda nuestra historia desde 1830. Verticalizan sus mandos para garantizar la obediencia de sus bases populares en el caso chavista, mientras en la oposición se trasluce en la introducción de una ideología protofascista que no existía en las clases medias ni en su juventud pero que ahora envuelve casi todos de sus espacios organizados y politizados. El diálogo de paz es una opción de Estado y de poder que busca estabilidad, reconocimiento y negociación de intereses a su favor, pero en realidad queda siendo un teatro táctico más que la oposición política no puede aceptar ya que de más en más, por más pataleo de sus dirigentes “democratas”, se condena a la estrategia del cono autocrático fascista dirigido en primer lugar desde EEUU y Colombia (el mismo síndrome del 2002 pero con nuevos actores sociales y mercenarios). ¿Esto quiere que ya está perdida la opción revolucionaria y ya a estas alturas no nos queda más que resignarnos a quedarnos a la zaga o de un acuerdo definitivo entre estas autocracias dominantes, o de la victoria política y militar de una de ellas pasando por el mar de sangre que la linea de guerra civil del fascismo tiene preparada?. Claro que no aunque se diga con el conveniente pesimismo de la razón. Sabemos que la posibilidad de desactivar rápidamente el fascismo que tenía el gobierno empezando la desestructuración del modelo corporativo-burocrático y reiniciando la socialización del espacio económico, convocando al entusiasmo que crearía esa “revolución en la revolución” a disolver sobretodo el sujeto fascista que han fabricado, no va a ser posible. El modelo para él es de “paz”, contensión y continuidad del modelo como de sus derivados autocráticos. Del otro lado, impresiona que la degradación de los agentes de la IV república y sus hijos de derecha e izquierda haya llegado tan lejos, algo que remueve de la tumba hasta al mismo Rómulo Betancourt; es la traición total a toda una pequeña burguesía ilustrada que se pasó setenta años del siglo pasado tratando de afianzar una democracia aunque sea representativa o más bien represiva pero que hubiese podido parecerse a una democracia moderna; el imperialismo la está borrando del mapa a la clase y toda su ilusión, sustituyéndola por un modelo de sumisión protofascista al estilo de Ucrania o la Colombia de Uribe que ya gusta a sus masas. Queda poco tiempo, la misma crisis económica lo acelera, y si no queremos forzar en estos momentos la conversión de esa potencial guerra civil que nos quieren imponer en una guerra revolucionaria como única alternativa, si no queremos ver como se desmorona el legado revolucionario de estos 25 años en esta autocracia burocrática, tiene que responder un tercer sujeto. ¿Desde dónde?, desde lo que es imposible que ninguna autocracia controle aunque lo arrope y crea tener en sus manos: el legado organizativo que se ha creado fuera y desde el no-Estado. Un espacio inmenso en el caso venezolano que en cualquiera de sus puntos y desde ya hace años añora liberarse de una tutela que en buena parte ha hecho que desaparezca prácticamente o caiga en la total desesperanza o la corrupción, pero radicalizando cada vez más la mayoría que ha sobrevivido incluso atado al PSUV. Eso aún no es un “poder popular” ya que es muy poco lo que ejerce incluso de acuerdo a las leyes aprobadas en su beneficio. La autocracia burocrática en la medida en que se fue formando ha sido en ese sentido un genio para la parálisis y la represión de toda insurgencia de base. Pero el “consejismo” (comunal, obrero, campesino, pesquero, de empleados públicos) y el principio de autogobernante del pueblo que finalmente ha venido hegemonizando el debate y el programa alrededor del poder popular desde lo duro que fue que hasta el mismo Chávez acepte los consejos comunales y ahora lo que llaman sin mucho acierto del “Estado Comunal”, es realmente una matriz extraordinaria que necesitamos activar bajo una verdadera épica militante a nivel de movilización, organización y formación de las mejores vanguardias. Por favor, no estamos en una guerra entre la banda de Uribe Vélez asentada en Bogotá y la banda de Diosdado Cabello (en la cual estaríamos metidos en el polo chavista) asentada en Caracas. Aunque cierta postura incluso mediática de los líderes de gobierno y oposición nos den a ver que efectivamente estamos involucrados en esta típica lógica autoritaria bajo el mando “de los duros”. El fascismo aunque le pique por anhelos de posmodernidad y consumismo liberal, tal cosa a la final lo acepta ya que convierte la sumisión en una delicia masiva. Pero la revolución es su contraparte absoluta; se prueba en su ejercicio colectivo; en la producción y la decisión de la comunidad irreverente, como en el combate vertical de los mejores, no en el seguimiento a jefes y funcionarios (paradoja precisamente de la figura de Chávez que siempre lo recordó). Siendo el “ejecútese del poder popular” la alternativa que nos queda, la propuesta de los Consejos Populares Revolucionarios (ver consejopopularrevolucionario.blogspot) a regar por todo el país desde su instancia nacional hasta local, no es más que un intento en debate que se extiende por lo pequeño y prueba con la movilización nacional al Táchira. Se trata de reactivar el Proceso Popular Constituyente y la movilización del pueblo en lucha, como única alternativa a la violencia fascista y la degradación burocrática que han creado sus respectivas autocracias. Hay muchos movimientos, colectivos y partidos ya agregados en este esfuerzo, pero necesitamos que lo mejor del consejismo organizado se vaya insertando a este esfuerzo de manera de darle a estos consejos populares la posibilidad de ser una síntesis real del poder popular con completa autonomía. Algo que comienza a darse en la medida en que el debate de cada una de sus “cartas de luchas” propias (la carta que lo define, ubica su lucha concreta y aclara la nueva realidad a crear) pasa al ejecútese de la misma, utilizando los derechos de ley y la disposición colectiva para hacerlo, chocando sin lugar a dudas con el estado burgués y los intereses capitalistas más nocivos y opresores. No es la clásica toma del poder aunque mucho se pueda discutir al respecto, y nada niega que se tenga que hacer. Lo importante, después de todos estos años de esfuerzo de millones de compatriotas y viendo como la debilitación del sujeto revolucionario y del proyecto de justicia y socialización ha permitido que se reabra el capítulo fascista en este país, es hacer que el poder real sobre nuestro destino común como pueblo esté cada vez más lejos del Estado. Las autocracias nacen cuando ese Estado ha entrado en una fase realmente crítica e incapaz de generar el “contrato social” para lo cual fue creada la forma-Estado por la burguesía europea. No se trata entonces de reoxigenarlo sino de terminar de crear las condiciones para terminar de pulverizarlo como pedía Chávez…golpe de timón: golpe al fascismo y la autocracia. Roland Denis