raLos de Monj as Coronadas Colección de Arte del Banco de la República ABRIL 7 - JUNTO 20 / 2016 Muerte Barroca Re[ra[os de monlas coronadas curaduría ALMA MoNTERo Alencóru con textos de ALMA MoNTERo ALARCÓN JA]ME HUMBERTo BoRJA GÓMEZ JUAN CARLOS MONTERO VALLEJO vnRia cECtLla ÁlvRREZ wHlrE SIGRID CASTAÑEDA GALEANo Museo de Arte de la República, Bogotá Cuerpo, ceremonia e imagen: las tres dimensiones de la muerte en la Colonia latinoamericana. JUAN CARLOS MONTERO VALLEJO "El día que conoció que se moría drspuso con mucha aleqría unas que le habían de"decir, y ,^_,_Tprr nabtaba de su partida y muerte como que füera ir a un'conviLe,. Franclsca Josefa del Castillo r n el año de 1799 la ciudad de santa Marta se vistió de lu[o con motivo de la muerte de Fray Diego de sanh María y Escobedo. quien había sido obispo de esta sede desde el año de1797' su albacea. José Vicente Troitiño, clérigo y tesorero de la catedral. se encargó enlonces de los arreglos correspondientes a su entierro y de las ceremonias que [uvieron lugar después de este, consignando los gastos a que estos dieron lugar en un reporte minucioso que hoy reposa en el Archivo General de la Nación_. El documenlo' aunque formulaico -án concordancia con los usos notariales del ; il,'"1;i:[:::;:; significado que tenía la muerle para el imaginario colonial, pues. junro con el gasto monetario que suscitaron las exequias del obispo, reglstra también las ceremonias y ra murtipricidad de oficios y quehaceres que gravitaron en [orno a su celebración. Entre estos vale la pena destacar, por ejemplo. el cuidadoso tra[o del que fue objeto el cadáver del prelado, lavado minuciosamente con tres frascos de vino seco y un frasco de vinagre de Castilla'para favorecer su conservación y evirar la emanación de pestilencias'o la numerosa composición del taller que se encargó de la construcción de su tumba I. Francisca Jos_efa del Castillo y Guevara. (Bogotá: lmprenta Nacional, lg42). 65. 2. AGN. SC. M 39. 70, ff. lr-t5v 3. AGN. SC M 39. 70. f I t 4' silvia Marinozi' "The embalming art in the modern age; the mummies of Carorine. Letizia and Joachim-Napoleon Agar as examples funerary rites in the Napoleonic Empire', of lvuncrus 27 f]ot}):313-320. Ver también Ronald c. Finucane. .,sacred corpse. profane carrion: #;i:Ji:ffi:: :::i:j!:*::,,'§,'il:1"::13:,T?:" en Minors-of ln":;;"';;o,s¿ud1es in the sociot histors ofdeo¿h ed por Joachim abovedadas da cuenla de la dignidad e -QUe importancLa de su sepultura-, Ios 26 pesos en plata corriente que se desILnaron para la misa mayor. y los otros 57 que se reservaron para las [res misas que habrían de cantarse duran[e los tres dÍas pos[eriores al enlierro;' el agua, el chocola[e con canela, los zapa[os y las "echuras de zas[re" que se dieron a los pobres mendigos el día de la muer[e y en[ierro del prelado. y los 35 relrgiosos que recibieron tres pesos cada uno para celebrar, con pos[erioridad a la muer[e del obispo, misas que suplicaran por la salvación de su alma. La complelidad de los arreglos que rodearon el fallecimiento del obispo nos permi[en colegir, en[onces, que la muer[e duran[e la ColonLa era un negocio complejo y cargado de ges[os dramáticos y ceremoniales minuciosamen[e es[udiados, pues en la muerle y en la manera en la que se moría se ponía en juego no solo aquello que para la Modernidad [emprana constifuÍa lo humono -como veremos más adelante-. sino [ambién un saber sobre la vida que, por en[onces, resul[aba imprescindible tan[o para el individuo como para el colec[ivo social. En primer lugar en es[o coincLden -y lan[o las fuentes li[erarias como artíslicas y 7, doc[rinales delperiodo-, la muer[e no señalaba necesariamente el fin del individuo. aun cuando estuviese do[ada de una na[uraleza fronleriza. Tras Ia muerfe, la identidad y la subjetividad del fallecido alcanzaban una misteriosa conIinuidad. una permanencia que [enía como fundamento no el olmo sino el cuerpo, que en la geografÍa Figura 37. Detalle. -luicto Ftnal Juan Pérez MexÍa. l68l.. Oleo sobre lienzo Colección de Arte del Banco de la Repúbiica 5. AGN, SC, M 39, 70, f,3V, 6. AGN,5C, M 39,70,f 14r f 7r 8. AGN. SC, M 39,70. f rv 7. AGN, SC. M 39, 70, 86 ,f -# }; É ,;il 3 7 t *.i!l v,: .; . I E J* "ll ,', ffi;': , tr fr{ # %, tu ffi ¡! ,,¿S trffi .,] t'".,.ffi* § [; -w; L- .h qd del más allá podÍa hacerse parlÍcrpe [anlo de gozosas experiencias de perfeccionamien[o como pacienle de dolorosas experiencias de propia identidod. La religiosa, haciendo uso de su propia voz, [ransmite un mensaje a Josefa: "Ya me he desengañado'l,, fragmen[ación.' Francisca Josefa del Castillo, por ejemplo, monja que residió en el Convento de Santa Clara en Tunja duran[e la primera mirad del siglo XVl11,,o refiere en su relalo au[obiográfico dos experiencias que se convierten en expresión paradigmá[ica de las ansiedades que desper[aba en el suje[o colonial esle imaginario sobre la continuidad del cuerpo después de la muer[e En la primera, tras en[regarse a la lec[ura de los Ejercicios espirituoles de san lgnacro de Loyola, -Josefa tiene una terrible visión de dos hombres que se queman en[re indecibles dolores anle los pies de su cama. Se trala de dos condenados que padecen en cuerpo los cas[igos y suplicios reservados a los pecadores en el lnfierno,,r penas cuya na[uraleza fístco se represen[a de manera elocuen[e también en el campo de las ar[es, en concre[o, en los juicios finales pinlados duran[e el periodo en diversas lalitudes del mundo latinoamericano [Fig. 37]. En la segunda, Josefa tiene un sueño en el que una de sus compañeras de claus[ro -fallecida recienlemenIe- se la sosegada manifiesta conservando no solo integridod de su cuerpo en la -alcanzada salvación-. sino lambién el hábito de las clarisas (elemen[o ma[erial definitorio de su Puesfo que el gozo y \a unidad, así como el sufrimien[o y Ia frogmentación del cuerpo, eran las posibilidades que se ponían en juego [ras la experiencia de la muerLe, para el sujelo colonial resul[aba entonces imprescindible preparar con an[elación las condiciones que habrÍan de rodear su propio deceso, condiclones de cuya satisfacción dependÍa su participación en cualquiera de los escenarios que ci[amos arrlba. En este senlido, el primero de los arreglos de los que cabía ocuparse era la preparación del testamento, práclica que tenía resonancias que trascendían la dimensión notarial en la que so1ía inscribirse. De hecho, el propósito fundamenlal del tes[amento en 1a Modernidad temprana era impedir que la separación provlsional en[re el alma, el cuerpo y las posesiones ma[eriales del tes[ante (separación que habría de resolverse de manera definitlva en el Juicio Final) provocase algún desequilibrio en el mundo social, puesto que lales desbalances y faltas a la justicia y a 1os códigos sociales imperan[es podian repercu[ir nega[ivamente en e1 destino ulterior del sujeto lras la muerte.,. Por tal motivo, la preparación de la muerte no se limitaba ala gestión apropiada de la vida, sino que se extendía hasta e- 9. Caroline Walker Bynum, Frogmentotion ond redemption: Essogs on gender ond the human Bodg in medieval religion (Nueva York: Zc.e Books. l99l), 2BO-285 IO. Kathryn Joy McKnight, The mgstic of Tunja: The writ¡ngs of Madre Costillo. l67l-1742 (Amherst: University of Massachusetts Press. 193ill-112. ll. Castillo y Guevara, Mi vida.9. y Guevara, Mi vida,56-57. women of early colonial Qulto as seen through their testaments", en The Americos 3 (l9BB): 329-330 14. AGN, SC, M 39, 120, ff. 9O9r-212v. 12. Castillo 13. Frank Salomon, "lndian 88 :**'o más ollá a través de caridades y ceremonias que debían celebrar, lras el deceso, Ios vivos. En es[e senlido, y a manera de ejemplo, el leslamen[o de doña María Josefa Romana, residente de la población de Amoyá (Tolima) a finales del siglo XVlll,,. establece que, en pro de su salvación, deberian pagarse, sin dilación, las "mondos '" f'- h*. / f}}" ;Jt h.v i;!, "f: Qpx ,,f r, -- ! f { forzosos" (parte de la hacienda y propiedades que obligaloriamente debía en[regarse a "obras t§ ¿ pías",s), 1235 pesos en capellanÍa,u a don Joaquín " #q¡k- de León, otros l00O en favor de los capellanes de la catedral de San[a Fe,, y que, con los rédi¡os que produjeran lO0 pesos de su hacienda, habrÍa de celebrarse una misa cantada en honor de san Francisco de Paula, en cuyo nombre, y a expensas de doña MarÍa, debÍa cons[ruirse lambién un al[ar en la iglesia de Chaparral.,. Ahora, si bien el destino del alma exigía que, en lo posible, no se escatimara en los gaslos relacionados con capellanías, mandas forzosas y celebración de misas, otras disposiciones tes[amen[arias del periodo revelan que el suje[o colonial solía valerse de recursos adicionales para favorecer sus expec[a[ivas de salvación. Asi, encon[ramos que aspeclos que podrÍan juzgarse como superfluos, siendo es[e el caso de la ves[imenta, fueron obleto de minuciosa consideración en muchos [eslamentos del periodo. En Nuevo Méxlco, para cilar un ejemplo, duranle la segunda mitad del siglo XVlll, B0 % i,¿ Figura 38. Cristo crucificado con la Vrrgen Marío, San Juan y lo M,tgdaleno. Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos Óleo sobre lienzo. 1650. Colección de Ar[e del Banco de la Repúblrca rl[imo umbral de la responsabilidad personal, sa[lsfaciendo en esle, con ]uslicia, lan[o a los :ropios herederos como a los acreedores y r aquellos con quienes se había contraído reudas morales o económicas. Sin embargo, :1 el lestamento no solo se daba cuenta de los reberes sociales que en vida habÍa asumido el rdividuo, sino [ambién de algunas disposiciones :.le buscaban asegurar el bienes[ar propio en el 15. MarÍa del Pilar Esteves SantamarÍa, "Prácticas testamentarias en el Madrid del siglo XVI: norma y realidad" en, lX Jornadas Cientíñcas sbre Documentación: La Muerte A sus testimonios escritos, ed. Por Juan Carlos Galende Díaz, dir. (Universidad Complutense, Madrid, 2oll), 37-60. Ver también Juan Uría Maqua, Alonso de Bello 0552-1632: un indiano perulero de los siglos XVI g XVll (Oviedo: Universidad ie Oviedo, 2005), 23]. E. Las capellanías constiLuían una parte de la hacienda del testante Iíquido o propiedades-, que se destinaban a la manutención -dinero de un clérigo, cuyo debe¡ en adelante, sería rezar por el alma de su patrón. Ver Juan Pro Ruiz, "Las capellanías: familia, lglesia y propiedad rr el An[iguo Régimen", Hispania Sacra 81(1989): 585-602 f7- AGN, SC, 18- AGN, SC. M 39, r20, ff. 909 v. M 39, 120. ff. 9il r. 89 de los en la misma composición IFig. 38]. Origenes, ya en el siglo lll, afirmaba que en Palestina se lenÍa por cier[o que la crucifixión había lenido lugar en el mismo espacio en el que habría sido sepultado Adán,,, [radición que, fundida con aquella olra que afirmaba que la cruz en la que murió Cristo estaba hecha del árbol del conocimiento del que comieron Adán y Eva,,3 confirmaba entonces el dogma que aseveraba que la muerte del Salvador venia a conjurar los efec[os negativos que trajo consigo \a muerte de Adán, convirliendo así al primer hombre y al tes[amentos contiene prescripciones detalladas sobre el tipo de ropa que habria de vestirse en la muer[e, siendo el sayal de la Orden de San Francisco la elecclón más favorecida.,' Es[a práctica, vigente desde la Alta Edad Media, descansaba en la creencia en que el enlierro con indumen[aria religiosa lenía el poder de res[aurar el estado de inocencia que el suje[o habría alcanzado con el bau[[smo, lo que favorec[a sus[an[ivamente las expectalivas individuales de salvación.,0 Teniendo a la visla es[e escenario, no resulla sorpresivo enlonces que la preocupación por la buena muer[e promocionada durante Ia Modernidad temprana [erminara por atribuirle a la mortaja un rol imporlante en la economía de la redención, de manera que el papa León X (.l513l52l), respondiendo a estas ansiedades, llegó a otorgar indulgencias plenarias a [odo aquel que solicitara ser sepultado vistiendo hábitos religlosos, asÍ como a aquellos que desearan vestirlos en su lecho de muer[e.,, hijo de Dios, respectivamen[e, en los arque[[pos de la culpable mortalidad humana y de la bueno muerte. Como efecto de es[os imaginarlos. la práctica de leer la Pasión de Crislo a los moribundos pasó de la Alta Edad Media a la Modernidad [emprana, siendo incluidos los pasales más relevantes y doloris[as de esta en las ortes de bien morir que ya desde el siglo XV circulaban en Europa,o y, desde el XVl, en América.,, Dicha lec[ura. junto con la colocación de un crucifijo en las manos del moribundo, [enía el propósito de establecer dinámicas de identificaclón en[re este y Cristo. de manera que la agonía postrera del primero apareciese vinculada al sufrimiento salvífico dei segundo y, por [anto, como un esperanzador mecanismo de expiación que permitía conjura' las amenazas demónicas que acechaban a. sujeto en el lecho de muerle.ro Estrechamenle vinculada con la empresa espiritualde la lm¿fofic No obstante, entre los cuidados que debÍan tenerse a la vis[a en la preparación del propio fallecimlento, considerar la muerte de Crislo como modelo resultaba de crucial importancia. De hecho, muchas de las crucifixiones pintadas duran[e el periodo catalizan y explicon elocuen[emen[e esta necesidad de imitor a Cristo a par[lr de un recurso poiético fuer[emen[e arraigado en el pensamienlo paleocrLs[iano: la convergencia de la cruz y el cráneo de Adán '19. Martina Will de Chaparro, Death ond dging in New Mexico (Albuquerque: University of New México Press. 2010), 54. 2O. Carlos Eire, From Modrid to PurgatarA: The art ond croft of dging in stxteenth-centurg Spcttn (Nueva York: Cambridge Universi[y Pres. r995). r0 before god: The relrgious origins of modernitg in Mexrco (Durham: Duke University Press, 2002). 33. 22. Coiin Morris, Ihe sepulchre of Christ ond the Medieval West.. From the begtnning to l600 (Nueva York: Oxford University Press. 20C: 21. Pamela Voekel, Alone 27-28. 23. Barbara Baer[. A heritoge of holg wood: The legend of the true cross in text ond rmoge (Bos[on: Brill. 2004), 289-350. 24. Alison L. Beringer, "The death of christ as focus of fifteenth century artes moriendi", Journal of English ond Germontc Philology 4 QC' 498 90 - :'-isti postrldenllna hispanoamericana, destacándose entre eslos el lema pictórlco y devoclonal del Agnus Dei, recurso me[afórico que encuentra su origen en fuentes escrlLurarias y que lenía el propósito de enfaLlzar la funclón expiatoria de la Pasión de Cristo, es decir, el papel que esta desempeñaba como pledra de toque para el restablecimiento del orden cósmico alterado por los primeros hombres.¡o Haciendo eco de antlguas prácticas en las que el ofrecimiento público de la carne de un animal apaciguaba la ira divlna igual que de las referencias -al al cordero de Dios contenldas en el Exodo y en el Evangelio de San Juan-, el Agnus Del de la poética cristiana permitía, entonces, acentuar el valor cosmológico de un evento en apariencia negalivo y doloroso. Asi, aun cuando el Concilio de Trullo (692) prohibió la representación del Agnus Dei bajo Ia sospecha de que socavaba la creencia en Ia realidad de la Encarnación,''su poder simbólico y su perLinencia política hizo que cobrara un nuevo vlgor en[re los siglos XVI y XVll, periodo en que la Contrarreforma patrocinó tanlo un renacimiento de la leología penitencial como una nueva poética de la mortificación. en una instancia muy inleresan[e en de adopción de las ortes moriendi =- América-, la devoción a San Dimas, el Buen -=Crón, fue promocionada en la Nueva Granada :-'ante el último tercio del siglo XVlll por el -:ispo de San[a Fe, Francisco An[onio de Ia Riva .'=2o,,, y por el clérigo Marcos Antonio de Ribera, ::ienes la proponían como un recurso favorable :='a la preparación de la muer[e. Desde la ::rspectiva de ambos religiosos, San Dimas se :''ecÍa como un modelo idóneo del buen morir - : solo por haberse convertido al crislianismo en = :rance de su propia muerte,2s sino por haberlo -:cho a [ravés de la contemplación directa de =:uella que habrÍa padecido Cristo en la cruz,zs -siificaclón que confirma el lugar narrativo que =-. la Modernidad temprana ocupaba la muerte := este último: modelo del buen morir y fuente :: salvación, es decir, de superoc¿ón de 1a -y , s procesos - ierle misma. -1cra bien, como efecto de este énfasis en la ::rdición arquetÍpica de la Pasión de Cristo y en = 'ol que podía desempeñar como derro[ero en creparación de la propia muer[e, los símbolos as alegorías visuales relacionados con la ::ético de la muerte socrificiol fueron objeto -: una no[able revigorización en la cultura = En consecuencia, mientras en España :::r[reestas,valelapenacilaraquellaquehacepartedelaDoctrinocristionoenlenguamexícono,compuestaporfrayPedrodeGante :- '133, -=.a El comtno al cielo, de fray Martín de León (1611); y la Doctrino cristiana breve, de fray Juan de Zumárraga, compuestas lodas en España. Ii :sraseranlas tentoc¡onescontralafe,lasrelacionadasconla desesperación. laimpaciencia, lavonagloriaylaovoricia.VerMary ,1942), The art of dging well;The development of the ors moriendt (Nueva York: Columbia University Press, 6. '.'arcos AnLonio de Ribera, Noveno de San Dimas comúnmente llamado el Buen Lodrón, por cu¡os ruegos se solicita la verdodero - - . ersión a Dios y una bueno muerte (Lima: s. 1., 1773). A2-A3. i3 :i tema de la conversión de San Dimas a través de la sangre de Cristo que habría caído sobre él- se hace cada vez -operada -.. copular cuando, a finales de la Edad Media, se desarrolla un nuevo inlerés por la buena muerte. en partrcular la de los prisioneros -.:-erine O'Conno¡ l- =-,:rciados a la pena capital. a quienes antes se les negaba la penitencia. la comunión y ia confesión. De hecho, el tema de la conversión :. .:r - : -a Dimas, así como la narración bíblica en la que se apoya. Iegitimaba la aspiración de los más terribles pecadores a la redención Ver Mitchell B. Merback, The thief. the cross :--:ce (Londres: Reaktion Books, i999).219. and the wheel; Poin and the spectocle of punishment in medieval ond renoissonce l,: le Ribera, Novena de san Dimos, 6 y 8. : I icbin MargareI Jensen, understanding Eorlg Christian or¡ (Londres: Routledge, 20oo), l4l. l- :cbin Margaret Jensen, Baptismol imagerg in early christianitg: Ritual. visual and theologicol dimensions , 21 8l 9l (Michigan: Baker Academic. Figura 39. Agnus Der. Francisco de Zu'ba'án. Oieo sobre irenzo.l635 - 1640 Coleccion Vuseo Del P'ado. Espana Francisco de Zurbarán indisputado -líder del mercado pictórico sevillano entre 1626 y 1640-,,,haciendo eco del llamado al decoro, la correcla in[erprelación pictórica de la doctrina y el didactismo de la imagen propues[o por el Concilio de Tren[o, ofrecia una versión del Agnus Der que epitomizaba la empresa espiri[ual del sacrificio volun[ario y el dogma que afirmaba el valor salvifico de Ia muerte de Cristo [Fig. 391, en América se desarrollaban prácIicas rituales y devocionales en torno a amule[os del Agnus Dei difundidos y popularizados en las colonias de ultramar por los misioneros de Ia CompañÍa de Jesús ya desde el siglo XVl., De hecho, la popularidad de estos talismanes era tal que el Concilio Provincial celebradc en Lrma entre 1582 y 1583 aprobaba ya tantc su consumo como las devociones a las que daban lugar, considerándolas como prácticas justamen[e loables.:o Se [rataba de pequeños dlscos de cera virgen impresos con la imagen de. Cordero desde Roma o Sevilla-,:, -llegados a los que se a[ribuía el poder de proteger a su por[ador contra cualquier demonio o hechizo,,, capacidad que residía no solo en la imagen que les daba forma y nombre, sino [ambién en e 32. Johnathan Brown, "Patronage and piety: Relrgious imagery in the ar[ of Francisco de Zurbaran'] en Zurborán. ed. Jeannine Barrc : (Nueva York: MeLropolitan Museum of Art. l9BB), 2-12 33. Claudia Brosseder, The power af huocos: Chonge ond reststance in the ondean world of coloniol Peru (Austin: Universily of Texas Pre:: 2014),146 34. Francesco Leonardo Lisi. El tercer conciho lLmense q lct aculturoctón de los indígenos sudomericanos (Salamanca: Ediciones Universici:: de Salamanca, 1990), 209. 35. Brosseder, The power of huocos.147. 36. Charles Caspers y Toon Brekelmans. "The power of prayer and the agnus dei: Popular faith and popular piety in the late middle ages early modern times': en Popular religion. lrturgy ond evangelisa¡ron. ed. por Jozef Lamberts (Lovaina: Pee[ers. 1998), 65. 92 a:: -:tual de consagración del que eran objeto y en a investidura de su oficiante. Cada siete años, :l Papa pronunciaba sobre los Agni Der una 'órmula que, teniendo como cenlro la narra[iva sobre la derrota del Demonio ob¡enida con el sacrificio de Cristo, terminaba por equipararlos en virtud y poder al mismisimo sacramento: [...] asÍ como este inocente cordero, que de acuerdo a lu voluntad se entregó en la cruz, liberó del infierno a nuestro primer padre, así también eslos corderos de vir[ud inmaculada [...] obtengan el ¡nismo poder".¡, A la vista de estas consideraciones, encon[ramos pues que durante el periodo colonial Ia muer[e asumió un significado polivalen[e. Era el umbral de la conrinuidad subjetiva, el castigo cosmológico impuesto sobre la transgresión de Adán, horizonte de inleracción enlre ios muertos y los vivos a través del ritual jurídico y religioso, asÍ como esperanza y promesa de redención. Sin embargo, hay un aspecto que hace aún más complejo, y por tanto rico, el universo de prácIicas e imaginarios que la Colonia tejió en torno a Ia muer[e: su condición de amenaza latente e inevitable le permitÍa alsujeto conocer el senIido de la v¡do, su valor, convirliéndose así en vehÍculo de un saber fundamental, en porladora de un conocimiento imprescindible para Ia gestión acertada de Ia vida. La muerte en la Colonia asumió la naturaleza del signo,, por esla razón. tan[o la muerte como el muerto se convirtieron no solo en los locuaces prolagonis[as cie numerosas narraciones compuestas por místiccs y bea[os, sino también en el tema fundamen¡: de la poético para la sensibilri:: -macabra con[emporánea-, patrocinada en Amér,c= por la cultura postridenlrna. Como corolario c= su condición sígnrco, la muer[e se hizo visib,,= se hizo imogen y, sobre todo, se escenificó pues solo en este horizonte de lenguaje podía enlregar al sujeto la plenitud de su mensa.je sobre la naluraleza efímera y engañosa de la vida, sobre la necesidad de vivirla desde la perspectiva de la sospecha y sobre la apetecible dimensión reslaura[iva que esperaba al sujeto virluoso después del fallecimiento. Es[e horizonte de discurso fue, precisamen[e. e contex[o en el que se inscribió la composiciór, producción y escenlficación de buena parre del teatro moralizan[e patrocinado por ios franciscanos, durante los siglos XVI y XVli entre la población de lengua nahuátl,., tradición escénica en la que no solo se buscaba deslacar la fragilidad de la condición humana, srno también convertir el personaje del follecido en un mensajero que, incapaz de cambiar ei 37' "["'] et quemamodum ille agnus innocens lua volun[ate immolatus in ara crucis, ]usus Christus, Filius tuus. pro[oplastum nosrrun. cie diabólica potestate eripuil: sic isli agni immaculati virtutem iliam accipiant, quos consecrandos offerrimus in conspectu divinae maies[a¡Ls luae" La fórmula es cilada por el teóiogo iesuita Joannis Molani en la defensa del Agnus Dei que compuso a finales del siglo XVI \.,:. Joannis Molani, lrbrorum censoris de canonicis. Libri tres (Lovaina: Typis Georgij Lipsij, 1670), 461-462. 38' obedeciendo al imperativo de la recuperación doclrinal y morai de muchos de los fundamenros de la rglesia, ra contrar:.eío.-: fortaleció y promocionó en la Modernidad [emprana muchos de los lugares imaginarios inaugurados por la patrística, des[acándose :-:-= esfos' precisamenEe' el carácter sígnico de la muerle. En esle senrido, ya Juan crisósEomo el siglo lv- afirmaba que Dics ;:.:-: querido que Abel murtera primero para que su padre -en entendiera, a partrr del especráculo del cuerpo muer[o, del cuerpo muer[o de c:-: verdadero significado de la muerle, de la vida y la magnilud = del castigo que. en consecuencia. habría de esperarle. VerJuan Crisós::-: The homilies of 5. John Chrgsostom. archbishop of Constantinople (Londres: 39' Para un acercamiento al teatro nahuátl y al drama del Juicio Final nahuátl: épocos novohispano 1974). y oxford, rg52). rgr -del que hablaré más adelan[e-, ver Fernando Horcasrtas ::,-: moderna (México: universidad Nacronal Aurónoma de México,/lns[iruro de )nvestigaciones Hrs::-::. 93 desLlno que le esperaba como consecuencia de las transgreslones que cometió en vida, asumía la tarea de adverlir a los vivos sobre la necesidad de preparar la muerte. Así, el personaje Lucía protagonista del drama El Juicio Final-,oo lras ser condenada por Cristo a soportar los tormentos del lnfierne' por no haber observado en vida el sacramenLo del matrimonio, pronuncia un discurso público sobre la imperativa necesidad de corregir la conducta: "¡Qué desaforlunada soyl [...] me he hecho acreedora alsufrimiento de la morada de los muertos [...] Sea maldlto todo Io que comíy bebí en la tlerra [...] y los harapos que solía vestir, pues se han convertido en fuego I...1 ¡Ahl ¡Si tan sólo me hubiese casadol"* También como efecto de esta poético de la muerLe en la que el fallecido se converLía en stgno y en lnstancia de lenguaje, el cadáver terminaría, a su vez. por asumir una condición cada vez más pública. De este fenómeno dan cuenla tanto las prácticas funerarias coloniales como los temas pictóricos que durante el periodo se ocuparon más directamente de la vlsuo/ izociónde la muerte. En el primer caso, los funerales de Santa Rosa de primera mujer americana canonizadaLima -la nos ofrecen un ejemplo notable. Su biógrafo, fray Pedro de Loayza, refiere que tras enterarse de la muerte de Rosa, la multitud se agolpó en la casa donde había fallecido, para luego llenar las calles por las gue se llevaba su cuerpo hacia el Convento de Santo Domingo. El objetivo de los concurrentes no era solo besar y tocar su cuerpo, sino también apropiarse de alguna parte de este o del vestido que lo cubría,o' pues, como blen lo habÍa afirmado doña Luisa de Melgarejo arislócra[a limeña reputada como mujer piadosa y mística-,* el cuerpo de Rosa era un lugar de santidod. Horas anLes de los funerales, y mienlras acompañaba a Rosa en el tránsito hacia la muerte, doña Luisa habria lenido una visión en la que la santa era reclbida en el cielo por la Virgen,* visión que al ser divulgada converLiría el cuerpo de Rosa en /ocus de interés y ansiedad para los dislintos aclores de Ia sociedad llmeña, pues en esle, en su presencio material, residía entonces la eternldad del cuerpo y del alma, es declr, la superación de los límites de Ia condición humana. Aquí pues, al igual que en otras instancias del imaginario colonial, el deseo y los procesos de identificación social que se tejían en lorno al cadáver exigían que este, asÍcomo la muerte, adquirieran un carácter público para poder ser apropiados y leídos por el sujeto. Por estas razones, el imaginario colonial favoreció, también, mecanlsmos que permitían prolongar y acentuar la dimensión pública y la naturaleza srgnico en la que se inscribían tanto la muerle como el cadável siendo en este caso los relralos póslumos infantiles y la pintura de monjas coronadas algunos de los recursos más socorridos. De hecho, los complejos arreglos que suponía el fallecimiento de los infantes son expresión elocuenle de las delicadas connotaclones 40. Louise M. Burkhart, "Final Judgment", en Nohuot/ theater: Deoth and life in colonial nahua Mextco, ed. Barry D. Sell y Louise M Burkharl, vol. I (Norman: University of Oklahoma Press, 2004), 190-209. 41. Entre estos sufrimientos. el texto destaca Burkhart, "Final Judgmenl", 2O3-2O7. el bono de fuego. y el uso de moriposas de fuego por aretes g serptentes por collores 42. tb¡d.. 207. 'l985), 120-.123. 43. Fray Pedro de Loayza, Vida de Sonfo Roso de Lima (Lima: Santuario de Sanla Rosa, 44. Fernando lwasaki Cauti, "Luisa Melgarejo de Solo y Ia alegrÍa de ser tu testigo Señor'l Htstórtca 2 (1995): 219-250. 15. Primer proceso ordinorio para la canonizactón de Santa Roso de lrmo, ed. Hernán Jiménez Salas (Lima: Monaslerio de Santa Rosa de Lima, 2002), Bl 94 T ¡t¡ Figura 40. Josefa de lo Concepción (Concepcionista) Vic[orino García Romero. Óleo sobre tela. 1809. Colección de Arte del Banco de la República fronteras de lo humano relacionadas con i= aprehensión de lo divino y con Ia mortalidad de cuerpo y del alma. El cadáver del infante -C= quien, por su condición de absoluta in[egridac moral, se pensaba que ascendÍa direc[amenlE al cielo después de la muer[e en caso de habesido baulizado con antelación-,A7 se conver[ía Figura 41. Nlño José Francisco Xavier Gil Martínez Molo Domínguez. Anónimo. Óleo sobre tela. lBl2 Colección de Arte del Banco de la República que [enía la muerte para la sociedad colonial, pues, en esencla, no solo buscaban asegurar el tránsi[o direc[o de los niños al Paraíso, sino también sacar provecho colecIivo lan[o del cuerpo muerto como de la muerte misma. En ese sentido, el cadáver del niño era ob1eto de una serie de arreglos corporales definidos siendo es[e el caso del vestido-, del ritual público -e1 velorio- y de un oficio litúrgico par[icular -la misa de ángeles-,16 ges[iones cuyo propósiLo era el de do[ar el cuerpo tnerte con un aparato de lenguaje que fortaleciera su condición de s¡gno y. en consecuencia. su capacidad de por[ar slgnificado. En esencia, el cuerpo muerto del infante fungía como un oporoto que permitía visualiza ese mundo de los vivos caracterizado por las limi[aciones espacio-temporales de todo lo creado- la glorio, es decir, la superación final de todas las asi en el telón en el que se proyec[aba es= plenitud de lo divino tan anhelada por el sujelc barroco. Es juslamente por esta razón que = cuerpo del niño solÍa inscribirse con objetcs que des[acaban su condición angelical par[icularmen[e veslimentas blancas-,18 pues estos representaban, precisamen[e, Ia viclorL= sobre lo au[én[icamen[e humano y la ruplur: de las cadenas de la temporalidad, la vejey la fragmentación corporal IFig. 4l]. Comc corolario de esta práctica funeraria, el cuerpo as amor[ajado se convertía en[onces en objeto i= un doble proceso de exhibición pública, primer: a [ravés de su velacióno' y, posteriormente, d3 su represenlación pic[órica, representación que en ausencia del cuerpo ma[erial, adop[aba un= condición sígnico más estable y fija, satisfaciencic así el anhelo de visualización del más o//á que arraigaba en las práclicas y creencias del muncic social. En este sen[ido, no ha de pensarse e retrato funerario infantil solo como un recursc de memorialización de individualidades aun cuando la mayoría de eslos con[enga: inscripciones an[roponímicas y loponimicas Aquí el nombre del infante un indlviduc -de a quien la muer[e [emprana impidió urdir s- 46. Carlota Casalino Sen. "Higiene pública y piedad iluslrada: la cultura de la muerte bajo los borbones'l en El Perú en el siglo XVtll. la er: borbónico, comp. Scartlett O'Phelan (Lima: lnsti[uto Riva-Agüero, 1999). 344. 47. Elisa C. Mandell, "Poslhumous portraits of children in Early Modern Spain and Mexico'l Htspanic lssues On trne 7 (2OlO): 68. 48. La práclica de ves[ir el cadáver de los infantes con atributos angélicos puede rastrearse. incluso, has[a el siglo XV italiano, como un] forma de resignificar el dolor que causaba dicha pérdida entre los familiares. Ver Margaret L. King, fhe death of the child Valerio Marcelt: (Chicago: The University of Chicago Press, 1994), 21. 49. Ver por ejemplo, la descripción de un velorlo de angelito que ofrece el viajero es[adounidense John E Cofftn durante su viale por Chri: Coffin, Diorto de un ioven norteamericono deten¡do en Chile durante el periodo revoluctonarto de tBlT-lBl9 (Santiago i: Chile: lmprenta Elzeviriana), 98. en lBlZ John F. 96 propia historia. su subjetividad_ deja de ser un aparato de recordación para conver[irse en un signo que, por su familiaridad con el universo colectivo, favorece en el mundo la expresión de lo divino, de lo postrero, de la bueno muerte. Ahora bien, el rol sígnico que asumió la muerte durante la Colonia se extendió también a la actitud emocional y al decoro físico con el que el sujeto la enfrentaba. De hecho, las creenclas populares sos[enían que el talanle con el que se iba a la hora postrera era un valioso elemento indicativo de lo que aguardaba al suje[o tras cruzar el umbral de la muerte,,o confirmando por esta vía los postulados propueslos por las artes de morir. Así, para citar un ejemplo, en los re[ratos de monjas coronadas en su lecho de muerte, encontramos fórmulas texluales que hacen hincapié en la disposición espiritual y corporal con la que la monla arrostró el momento final. De es[a manera, el re[rato de la madre Josefa de la Concepción pintado por Vic[orino García en lB09 refiere que "falleció dando excelentes exemplos de vir[ud" tFig. 4O], mientras que el de 5or lnés María Masús[egui au[oría del mismo artista-, menciona que -de murió ,,dexando indicios de su felicidad eterna t...] por las prevenciones con que en su dilatada enfermedad se dispuso para la muerre t J" IFig. 4Zl. nparrir de eslos indicios podemos pensar, en[onces, que tan[o la muerte de la monjas _en su condición de evento- como su representación 50. Will de Chaparro, Deoth ond pictórica eran auténticas yenfonos a través de las cuales el sujeto colonial -par[icularmente aquel entregado a la vida conventual_ podía enlrever el goce que la religiosidad pos[ridentina prometía en la gloria, convirtiéndose así el codáver no solo en un elemento de lenguaje portador de sentido, sino [ambién en lugor de deseo, en la medida en que ofrecía un porlai físico a [ravés del cual el entramado colectivo podía acercarse al mós o/1ó. Bajo esta luz. y como última consecuencia, podemos afirmar que en la muerte y en el codáver se operó la más dramá[ica redefinición de concep[os estéiicos al interior de la cultura tridentina. Figura 42. lnés Morío Masústeguí del Santísimo Socromento (Concepcionista) Victorino Garcia Romero. óleo sobre tela. lBOg Colección de Arte del Banco de la República d¡ing,14. 5l' catrien santing' "Death and the city: The human corpse as embodiment of public wellbeing in counter-reformation Rome,, en Medicine and spoce: Bodg surroundings ond borders in Antiquitg and the Middle Ages.ed. patricia A. Barker (Leiden: Brill, 2ol2). 2ol. 97 pues la pena, el sufrimiento y la precariedad física que les resul[aban inherentes vendrían a ser considerados como asien[os de la belleza. mientras que la v¿do, dominada por la vonidod y el engoño el discurso religioso que -según bien arraigó en América-, se identificará con la /eo corrupción de lo [ransitorio. 5in embargo, el horizonle público en el que se inscribió la muer[e en la Modernidad [emprana se expandió más allá de las fron[eras del cuerpo muerto y de sus representaciones plc[óricas y literarias. Las devociones y ceremonias que gravi[aban en torno a Ia morlalidad se hicieron cada vez más popularessr y, en consecuencia, influyeron de manera cada más decisiva en la forma en que el público concebÍa y valoraba la muerle. Fies[as como la del Corpus Christi, la devoción a las ánimas del Purgatorio y el culto a las reliquias de los san[os, sugerían a la comunidad -de manera rei[erada- que la repercusiones muerte lenia colec[ivas y que, si se la ges[ionaba y administraba de manera adecuada, podía redundar en el bienes[ar público. cosmológica (vehicular el conocimienlo sobre el sentido de la vida) como una de naturaleza política: producir en el mundo un orden social que, en su armonía y estabilidad, reflejara y an[icipara la plenitud de la gloria divina. \t./ /a\ OOa Referencias bibliográfi cas -Baer[. Barbara. A heritage of holg wood: The legend cross in text and rmoge. Bos[on: Brill, 2004. -Beringer, Alison L. 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