MI SICÓMORO Y YO INTRODUCCIÓN: Alberto Cortez un cantante Argentino expresa a través de una canción titulada “Mi árbol y yo” la siguiente letra: “mi madre y yo lo plantamos en el limite del patio donde termina la casa, fue mi padre quien lo trajo yo tenia cinco años y el apenas una rama, al llegar la primavera abonamos bien la tierra y lo cubrimos de agua, hicimos una barrera para que no se dañara, mi árbol brotó, mi infancia pasó, hoy bajo su sombra que tanto creció, tenemos recuerdos mi árbol y yo, con el correr de los años, con mis pantalones largos me llegó la adolescencia, fue la sombra de mi árbol una siesta de verano donde perdí la inocencia...” Esa letra implica recuerdos del hogar paterno, una madre dedicada, una relación de amistad sincera, descanso, cambios fisiológicos de niñez a adolescencia, e inclusive de despertamiento a la sexualidad. Mi oración es que Dios obre en nuestras vidas y en aquellos que están a nuestro alrededor. Quiero hablarles de un hombre llamado Zaqueo, 1 de un árbol llamado sicómoro y de lo que Dios desea para nosotros, hoy. De esto depende quizás los recuerdos tristes, amargos o felices que podamos tener de aquí a 30 años –si Cristo no viene aun por nosotros. Nuestra lectura Bíblica es rica en enseñanza, en el evangelio de Lucas 17:5-6 leemos: “Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe. 6 Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería”. Jesús enseña que si nuestra fe fuese aun tan pequeña como un grano de mostaza,--la semilla más pequeña que hay—tuviésemos suficiente poder para hacer cosas imposibles. La fe nos puede dar la victoria sobre nosotros mismos, y eso es lo más importante, porque si Valeria Murillo no tiene victoria sobre Valeria Murillo es imposible que Valeria Murillo tenga la suficiente influencia para ejercer o motivar un cambio en algunos “Sicomoros” Un gran obstáculo que impide que el propósito de Dios en nuestra vida se cumpla, es la renuencia a perdonar. A veces creemos que “Aun no es tiempo de perdonar”. 2 Pensamos que hay que “Planificar” el “Como le voy a hacer”. A veces pensamos que “La persona no se lo merece”. O simplemente decimos: “Que venga ella primero”. Etc. Jesús dijo: “Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas.” Marcos 11:25 1. DIOS PUEDE Y QUIERE USAR AUN A LA SEMILLA MÁS PEQUEÑA E INSIGNIFICANTE. De nosotros depende, en nosotros esta el creernos pequeños y ser usados por Dios o el creernos grande aunque inservibles. En mi enseñanza voy a entresacar características del sicómoro, también de Zaqueo y tratar de aplicarlas según el Espíritu Santo me lo indique. El sicómoro es un árbol aislado, sin formar bosque. Así son muchas mujeres en la iglesia, siempre solas, nunca están dispuestas a caminar con el resto. Y una de las razones del aislamiento es porque poco a poco vamos cargando ofensas sin perdonar, hasta que llega 3 el momento en que ¡Estamos solas! y nos decimos a nosotras mismas: “Yo vengo a la iglesia a buscar a Dios, no por las demás” Al igual que el sicómoro nos cubrimos de un follaje extenso –20 metros de circunferencia-que cubre lo que realmente hay en el centro— corazón--. Dios nos ayude a tener el anhelo de Zaqueo ¡Ver a Cristo! Pero no se puede ver a Cristo sin un precio a pagar. Primeramente Zaqueo aceptó que no era digno. Mientras haya orgullo en nuestro corazón, nos quedaremos viendo el “Trasero” de la multitud. Porque la verdad—aunque no lo queramos aceptar es que somos ¡Pequeñas! Zaqueo era pequeño de estatura pero buscó por todos los medios atraer la mirada del Señor. ¿Qué estas dispuesta a hacer con tal de que el Señor se digne a mirarte? ¿Estas dispuesta a perdonar? 4 2. QUIERES SER UNA MOSTAZA O UN SICÓMORO. SEMILLA DE Si bien es cierto que un grano de mostaza puede crecer y llegar a ser un árbol. Lucas 13:18-19 “Y dijo: ¿A qué es semejante el reino de Dios, y con qué lo compararé? 19 Es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su huerto; y creció, y se hizo árbol grande, y las aves del cielo anidaron en sus ramas.” También es cierto que apenas supera los dos metros y medio de altura, mientras el sicómoro puede llegar a medir más de 35 metros. Jesús usó el sicómoro como un ejemplo para la falta de perdón, debido a su rápido crecimiento. ¿Sabias que en Egipto y en Oriente Medio la madera del sicómoro era la preferida para construir féretros? ¿La razón? ¡Crecían rápidamente! Así la amargura, crece rápidamente en nuestro corazón de tal manera que de lo frondoso a un ataúd hay una línea muy delgada. El sicómoro abundaba en Palestina al igual que la higuera silvestre, ambos árboles tienen abundancia de hojas, pero mientras uno era apreciado como símbolo de paz y abundancia y se buscaba sembrarlo en los jardines y muy especial en los viñedos para aprovechar su 5 sombra, el sicómoro no era muy apreciado, crecía silvestre—salvaje—pero los frutos aunque se parecían eran muy diferentes. El sicómoro crece en cualquier ambiente, la higuera no. La amargura es como el sicómoro, crece muy rápidamente y en cualquier terreno, no importa si la persona es pobre o rica, iletrado o con títulos profesionales, no importa si la persona es “chilanga” “Regiomontana” o “Tunera”. ¿Sabias que el clima favorito del Sicómoro es el seco? Y ¿Sabias que la amargura puede “secar” a la persona? Si no buscamos a Dios no iremos a la iglesia, no habrá gozo, no oraremos ni perdonaremos, y nuestro corazón estará seco y más seco cada día. A menos que uno se deshaga de la raíz del sicómoro, este aunque lo cortes volverá a crecer. El asunto es que la estructura de la raíz de este árbol es muy grande y profunda, por lo tanto es muy difícil de matarla. Puedes talar un árbol de sicómoro, llevarte toda la madera y regresar en unos dos años, y vas a encontrarte que el tronco que dejaste en el suelo esta literalmente 6 creciendo frondosamente. El árbol de sicómoro casi siempre retoña, a menos que te deshagas de la raíz. 3. DESCENDAMOS DEL SICÓMORO. Un predicador escribió un libro, uno de los capítulos lo tituló: “Entiérrame bajo el sicómoro”. La decisión es nuestra, nos quedamos “Encaramadas” en el sicómoro, nos morimos literalmente allí o descendemos en completa sumisión al Señor. Zaqueo reconoce sus posibilidades e imposibilidades, sabe que es pequeño y que el treparse a un árbol como el sicómoro puede convertirlo en objeto de risa, burla, sarcasmo, etc. Zaqueo procuraba ver a Jesús, pero él fue visto primero por Jesús. Y así continúa siendo. El nos conoce. Sabe quienes son los "Zaqueos" cuyos corazones arden por conocerle. No importa que estemos entre el "follaje" de un "sicómoro". Allí –En medio o casi perdidas entre la multitud -- El nos ve. Y nos manda a bajar. Pero tiene que ser aprisa. No hay tiempo 7 que perder. Esto no es cuestión de decirle al Señor: Espérate, dame tiempo para pensarlo, estoy muy cómoda aquí en esta enramada. Quizás pensamos que ya estamos muy en alto, ya más no podemos subir, NO, nos falta mucho más, pero para subir más alto hay ¡Que descender! ¿Tanto amas esa actitud como para no querer cambiar? “Cuando Jesús llegó a aquel lugar mirando hacia arriba, le vio y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso” Lucas 19:5-6. El descender denota humillación. Jesús quiere posar en tu casa. En tu vida. No te conformes con solo verlo de lejos. Burla es lo que generalmente nos frena más categóricamente que cualquier otra cosa en nuestra búsqueda de Dios. Descender es difícil, y descender aprisa y con gozo ¡Mucho mas difícil! ¡Pero se puede! Imaginemos la escena. Tenemos aquí un hombre rico, de la misma condición social que 8 un director de banco de una ciudad pequeña, que desea ver a Cristo. Se introduce entre la multitud; resulta un tipo bastante curioso por ser muy bajo. Trepa a un árbol. ¿Podéis imaginaros al director de un banco local trepando a un árbol en la plaza principal, precisamente para ver a un profeta errante? Por supuesto, era objeto de silbidos, rechifla, burlas y risas. Ese fue probablemente el testimonio más arriesgado de su fe. Hacerse discípulo de Cristo, ser abandonado por los propios amigos y por la familia, por esa razón es un acto noble; pero trepar a un árbol como un vago de la calle cuando se es una notabilidad local, es algo completamente diferente mucho más osado. Eso es lo que con tanta frecuencia nos impide seguir a Cristo; ese primer paso que va a convertirnos en el hazmerreír de la gente. ¿Se imaginan a la esposa del pastor trepando por el árbol de la esquina? ¿Se imaginan a esta misionera? CONCLUSIÓN: ¿Yo dejar mi banca, venir al altar y buscar a Dios, que pensarán de mi? ¿Acaso refrenamos nuestras lagrimas cuando hemos perdido a un ser querido, simplemente porque alguien nos ve? ¿Pensamos que al llorar vamos a hacer el ridículo? 9 Zaqueo dejó todas esas cosas a un lado. Dos características sicómoro son: muy peculiares del ¡No tolera la sal¡ Admite que lo poden, pero ¡Suavemente! No tolera que lo sacudan, que lo “zarandeen”. 10