ESCRITURAS Escrituras Un gran Calders Pere Calders La ciutat cansada Edición de Jordi Castellanos. Prólogo de Joan Melcion EDICIONS 62 232 PÁGINAS 20 EUROS A LA VENTA EN SEPTIEMBRE 6 Cultura|s La Vanguardia Miércoles, 27 agosto 2008 Novela Septiembre nos depara una agradable sorpresa literaria: la publicación de un inédito que el escritor dejó inacabado en los años cincuenta, una obra modernísima y divertida que se suma a la edición de sus cuentos completos JULIÀ GUILLAMON A comienzos de los años cincuenta, con el franquismo consolidado internacionalmente y el exilio catalán de México en fase estacionaria, Pere Calders (Barcelona, 19121994) dejó abandonada una novela que tenía prácticamente escrita y que, con la mayoría de sus papeles (entre los que figuran varias novelas inéditas, en distintas fases de redacción), fue a parar al Fons Calders de la Universitat Autònoma de Barcelona. Gracias a un proyecto de la Secció Històrico-Arqueològica de l'Institut d'Estudis Catalans ve ahora la luz. Por favor, no se asusten. La ciutat cansada no tiene nada de histórico-arqueológico. Es una novela disparatada, divertidísima, una de las mejores de Calders. Estos días, a propósito de la última novela de Nabokov, se ha discutido sobre los testamentos traicionados, los libros que, rechazados por el autor, se publican después de su muerte. La novela de Calders es un ejemplo de cómo, a veces, un escritor puede perder la perspectiva y dejar de lado una obra que, con el tiempo, se revela brillante y novedosa. Una de las razones por las que Calders abandonó el proyecto fue la sensación de que había envejecido, que sus procedimientos y su trama correspondían a una época pasada. La novela retrata la vida de una imaginaria población catalana. Un concejal petimetre y un propietario abúlico deciden la ampliación de una fábrica a costa de una El narrador barcelonés Pere Calders en la década de los setenta ARCHIVO Narrativa Cuentos como nosotros Pere Calders Tots els contes LA BUTXACA 984 PÁGINAS 13,95 EUROS PATROCINADO POR PERE GUIXÀ Hay que felicitarse porque se editen completos los relatos de Pere Calders. Es una obra fijada en once volúmenes (o bloques, pues en su momento los recuentos sufrieron sustracciones y refundiciones) que abraza desde Primer arlequí (1936) hasta L'honor a la deriva (1992). Hoy, que el relato se publica en catalán con continuidad –vaya esto en el haber de Calders–, apenas nos damos cuenta de la originalidad que supuso su irrupción. El hu- mor, emparentado al Grup de Sabadell, amén de Bontempelli y Pirandello, y luego Arreola y Cortázar, es el punto de partida de una literatura que toca muchas teclas de lo fantástico: desde lo meramente extraño hasta la fantasía que juega con la erudición, desde lo sobrenatural psicológico hasta lo mágico arbitrario proyectado para señalar alguna tara moral o social. Cròniques de la veritat oculta, escrito en el exilio, es su libro de referencia. Lo fantástico logra un cenit que Calders revalidó en otros dos volúmenes: Invasió subtil y Tot s'aprofita. En estos relatos, la fractura de lo real queda libre de angustia gracias a una ironía que en el escritor es una forma de ir por el mundo. Un personaje abúlico y humilde suele ser el protagonista. Lo insólito viene de fuera y no tanto de una deriva mental. Al final todo vuelve a su sitio y este protagonista encaja con escepticismo o resignación la posibilidad imprevista de salir de la grisalla diaria. El prestigio de Calders viene de los cuentos fantásticos veteados de humor. Este grueso tiene remansos en unos cuantos relatos infantiles, una batería de cuentos muy breves y otra de temática mexicana (Gent de l'Alta Vall y Demà, a les tres de la matinada), que permite degustar qué sucede cuando una cabeza de pirotécnica inventiva como la de Calders se recrea en un entorno suprarreal de por sí. La civilidad, en tanto que posnoucentista, es un rasgo visible del autor. El diálogo entre varios personajes es frecuente; no se nos omite información, la dicción es clara, el núcleo del cuento es siempre notorio, avisado por un narrador locuaz y próximo al lector. No obstante, hay algo en este cálido grupo de amigos o familiares, hablando en el salón de casa, que recela de cualquier certeza. La ironía y el humor acuden de nuevo para salvar de la tentación de hosquedad o (error a menudo cometido con Calders) persuaden de leer estos cuentos como entretenimiento. Este humor, por lo demás, torna al autor perdurable y universal. Esta edición es importante. Aúna todos los volúmenes de Calders (de las colecciones El Cangur y MOLC, de La Magrana...) que el buen lector atesora desde siempre y confirma que ediciones de bolsillo hechas con tal mimo también crean patrimonio cultural y vigorizan el calado popular del autor. Invasió subtil, No s'admeten corones, Per a un demà millor, La ratlla i el desig, La societat consumida… cuentos antológicos, fuera de serie. | Traducción de Aquilino Tur EDHASA 633 PÁGINAS 30,50 EUROS ROBERT SALADRIGAS Cuando acabó la Gran Guerra hacía tres años que Thomas Merton había nacido en Prada de Conflent, a la sombra del Canigó, junto a la divisoria de Francia con Catalunya y España, hijo de padre neozelandés y madre norteamericana, los dos artistas pintores y bohemios. Por entonces la familia vivía ya en Nueva York con los abuelos. Más tarde el joven Tom estudió en Francia, pasó por Cambridge (de donde fue prácticamente alejado por su vida disoluta) y, tras abandonar para siempre Europa en plena guerra española, estuvo en la Universidad de Columbia como estudiante y storey mountain), autobiografía de un escritor de raza que a partir de aquel día se impuso en medio mundo. La conocí hace años, en la traducción de Sudamericana (1950) que acertadamente ha vuelto a ser reeditada. Admito que la paradójica vida de Thomas Merton –pasó años muy difíciles– me fascinó desde el primer momento, sobre todo por la forma de contarla, y naturalmente por su imprevisto giro radical, tan distante de mi sensibilidad que apenas consigo entenderlo. Bajo el prisma del católico, La montaña... ha sido etiquetada de “memorias espirituales” o “lectura espiritual”. Lógicamente el texto contiene el relato de los conflictos de conciencia –en particular la segunda mitad– de quien a los veinte años descubre la necesidad de tener acceso a algo trascendente y cree encontrarlo, en una aventura sin retorno, entre las piedras ascéticas del silencio. Incombustible compromiso crítico Thomas Merton en la biblioteca de la abadía de Gethsemani (1941) HORACE BRISTOL / CORBIS profesor. Ganado por la literatura y devoto de la poesía de William Blake, fue un ateo confeso hasta que a finales de los treinta, obsesionado por rescatar su identidad real del caos, decidió buscarla en la religión; barajó diferentes opciones para al fin rendirse a la seducción de la teología católica. Para mayor asombro, en 1941 ingresaba en la abadía trapense de Gethsemani (Kentucky) porque, adoptando el lema que iban a proclamar los jóvenes parisinos del sesenta y ocho, “quería ser realista aspirando a lo imposible”, esto es, a la paz de espíritu en la severidad penitencial del Císter. Estimulado por el abad del monasterio, en 1948 publicó La montaña de los siete círculos (The seven Pero al releer el libro desde la perspectiva de ahora, se reafirma en mí la impresión primera de que por encima de todo es la memoria sincera, convincente y literariamente amena –en la etapa de Columbia aparecieron poemas suyos en The New York Times, el Herald Tribune y la Criterion de T.S. Eliot– de un intelectual que hizo de su incombustible compromiso crítico una impronta personal. Se hace patente en sus Diarios 1939-1960, 1960-1968, o en obras como Semillas de destrucción, donde argumenta contra la guerra de Vietnam, la violencia como ideología y el armamento nuclear, por el que la Orden le prohibió escribir sobre “asuntos de política”. Vivió los últimos años en la soledad de una ermita cercana al monasterio. Su forma de morir fue también peculiar. Ocurrió en Bangkok, mientras participaba en un debate ecuménico entre católicos y budistas, doctrina que conocía a fondo. Manejando un ventilador en su hotel, cayó electrocutado. En la entrada del cementerio de Gethsemani hay una lápida con los nombres de los monjes difuntos, y uno de ellos es “Ludovicus. Sacerdos. 1968”. Tenía cuarenta y tres años y había dejado un libro excepcional, la historia de su conversión, que todavía merece la pena leer. | ESCRITURAS Miércoles, 27 agosto 2008 del seu discurs”. Más tarde organizan una Marcha del hambre que Calders transforma en una atropellada caravana. Es posible que estas referencias al clima de agitación político-social de los años treinta le parecieran a Calders fuera de lugar. Es probable que se sintiera incómodo con la fórmula narrativa basada en el absurdo y la paradoja, en la parodia del género político y sentimental, la ocurrencia y la sátira. Poco tiempo después, empezó a escribir Cròniques de la veritat oculta, en el que explota un registro totalmente distinto: el misterio, la poesía de las cosas cotidianas, la sutileza y la ironía. La ciutat cansada debió parecerle una rémora de otra época, como Gaeli i l'home déu, que permaneció inédita hasta los años Thomas Merton La montaña de los siete círculos Cultura|s La Vanguardia La metamorfosis de un poeta La pérdida de valores El tema de la novela es el tedio, la inconstancia, la pérdida de valores que deja a las personas a merced del capricho individual. El sindicalista, al ver de cerca los labios de la escultura alegórica, se desconcentra y se hace un lío. La hija del concejal que se dispone a exigir al propietario de la fábrica que se case con ella se distrae con un calendario y no recuerda lo que tenía que decir. El empleado del banco se llena la boca con sus proyectos de abandonar la ciudad, pero siempre encuentra una excusa para demorar la salida. El fabricante odia la fábrica: cuando le traen los papeles para la firma, imagina, junto a su nombre, un oficio heroico: explorador polar, donante de sangre, dinamitero, capitán de la Cruz Roja. Hay una escena magnífica en la que Martí juguetea con la primera calculadora que inventó su bisabuelo y se interroga sobre la crisis de los sistemas universales. Y otra en la que un erudito nórdico reduce al absurdo las sis tradicions que fundamentan la vida colectiva. En este contexto, la familia Flossià, que parece salida de un tebeo de la posguerra, representa la quintaesencia del individualismo y el egoísmo contemporáneos, revestidos de una apariencia libertaria y patriarcal. Si se ríen con las películas de los hermanos Fesser y las novelas de Cesar Aira, si les gustan L'instint de Sergi Pàmies y Davant del rei de Suècia de Quim Monzó, aquí estarán en su ambiente. No se pierdan el último Calders que es una maravilla. | En una imaginaria ciudad catalana, la ampliación de una fábrica desatará un motín popular Memorias ‘La montaña de los siete círculos’ es la historia de la conversión al catolicismo del escritor ateo Thomas Merton, oportunamente reeditada ochenta. Pero Milagro en Milán de Vittorio de Sica es de 1951, Zazie en el metro de Raymond Queneau de 1959. De 1968, la primera edición de El maestro y Margarita de Bulgakov. En la perspectiva de estas obras, La ciutat cansada aparece como una obra precursora y modernísima. 7 casa de vecinos. Se produce un motín que, por razones más o menos fortuitas, acaba implicando a la mayoría de la gente en una marcha que deambula sin sentido por las calles de la ciudad. La novela parece tomar parte de su argumento de una película de agitación anarquista de 1936, Aurora de esperanza (inspirada en The crowd de King Vidor), de la que ya se ha hablado en estas páginas a propósito de la banda sonora original de Jaume Pahissa. En el filme de Antonio Sau, el protagonista aparece dando un discurso sobre la estatua de la República del Cinc d'Oros, en la Diagonal barcelonesa. Calders subvierte la escena: el líder obrerista “mira d'esquitllentes els llavis de la dona de metall. Quins llavis! Li encomanen pensaments que allunyen l'esperit de lluita i tem que d'un moment a l'altre perdrà el fil