Jerónimo de Ayanz: Un olvidado tecnólogo del Siglo de Oro Javier Crespo Cullell Historia de las tecnologías El navarro Jerónimo de Ayanz y Beaumont fue uno de los hombres más célebres en su época, el afamado Siglo de Oro. Hoy en día es un perfecto desconocido. Pero¿qué pensarían si les dijera que estamos ante un hombre que inventó más ingenios en menos tiempo que Leonardo Da Vinci? Las obras de Ayanz habrían sido imposibles si nuestro Siglo de Oro no hubiera tenido un desarrollo científico mucho más notable del que tradicionalmente se supone. Jerónimo de Ayanz construyó proporcionalmente más inventos que Leonardo Da Vinci en el mismo periodo de tiempo. Corría el Año de Nuestro Señor de mil seiscientos dos. Aquella fresca jornada de marzo, una de las parejas más doctas de todo el Imperio español, el cosmógrafo Juan Arias de Loyola y el ingeniero y matemático Julián Ferrofino, recorrían las estancias de una casa sita en la vallisoletana Calle de la Cadena. Los dos doctores tenían un cometido bien claro: atestiguar lo que a todas luces parecía algo sólo al alcance de la Providencia, la magia o el Diablo. No en vano, su informe llegaría hasta las reales manos del monarca Felipe III. Transitando por las estancias, vieron objetos y artilugios que jamás antes habían visto o tan siquiera leído o imaginadoUna vivienda llena de asombros pertenecientes a un hombre no menos sorprendente: Jerónimo de Ayanz y Beaumont. Un brillante oscurantismo Antes de repasar los logros del hoy ignoto portento, conviene contextualizar sus hazañas y derribar algún que otro mito. Cuando se habla del Renacimiento español, la mayoría de la gente imagina un país sumido en tinieblas y cánticos gregorianos. Ante esto, cabe hacerse la siguiente reflexión: ¿Podría un imperio como el español de entonces sostenerse sin un desarrollo científico y tecnológico a la altura de las circunstancias? Cuando Felipe II echó en 1558 el cerrojazo, en el fondo, estaba aplicando contundentemente el aforismo "Al enemigo, ni agua". No se trataba por tanto de no querer saber o progresar, sino de que los enemigos del Imperio (que básicamente era cualquier nación que no formara parte del mismo) no conocieran los progresos que permitían a España ser una superpotencia y, en ese sentido, el desarrollo científico tenía mucho que decir. Precisamente las obras del protagonista de este artículo habrían sido imposibles si nuestro Siglo de Oro no hubiera tenido un desarrollo científico mucho más notable del que tradicionalmente se supone. Sangre azul, fama dorada El segundo hijo varón de los nobles Carlos de Ayanz y Catalina de Beaumont nació en el Señorío de Guenduláin (Navarra) en 1553. Descendientes de los reyes navarros, los Ayanz Beaumont recibieron una excelente formación, cuyo mejor exponente fue Jerónimo. Una educación rica en todos los sentidos y que con el paso de los años le convirtió en un hombre propio del Renacimiento por sus polifacéticas habilidades: militar, cosmógrafo, pintor, músico, matemático, arquitecto Jerónimo de Ayanz no tardó en brillar con luz propia: Con catorce primaveras, abandonó el hogar para servir en la Corte madrileña como paje de un amigo de la familia: el rey Felipe II. Allí, el joven completaría su excepcional aprendizaje de la mano de los prohombres que orbitaban en torno a la capital del Imperio, de una forma tal que causaría ora el asombro, ora la envidia de sus mentores. Sin embargo, pronto sus méritos intelectuales se verían igualados por su extraordinaria fortaleza física, que le convertirían en una suerte de Supermán patrio[*]. No en vano, escritores como Baltasar Gracián o Lope de Vega, se hicieron eco de la titánica fama de este Heracles español. Fue precisamente el Fénix de los Ingenios quien dejó constancia para la posteridad de otra de las facetas donde destacarÍa Ayanz: la militar, iniciada a los 21 años y en la que deslumbró en las campañas en Flandes. Lope por ello le dedicaría póstumamente unos versos en su comedia Lo que pasa en una tarde[*]. Y no fueron sólo los literatos quienes laurearon a este valiente coloso. El propio rey Felipe II impulsó la ordenación de Jerónimo de Ayanz como caballero de la orden militar de Calatrava, recibiendo el hábito a la edad de 26 años. Mas el conocido como "caballero de las prodigiosas fuerzas" no tardaría en deslumbrar a la sociedad con su mejor don: la inventiva. Un inventor bien considerado No es de extrañar que un hombre tan inteligente, valiente y bien relacionado tuviera una gran reputación en los círculos cercanos al poder, algo que se tradujo en la gran cantidad de cargos y títulos que le concedieron a lo largo de su vida tales como el de Comendador, Regidor, Gobernador o Administrador General de las minas (cerca de 550) del Reino español, desempeño este último en el que fue nombrado en 1587 y que espoleó el formidable ingenio de Jerónimo de Ayanz, resolviendo algunos serios problemas que afectaban a una de las grandes fuentes de riqueza del Imperio. Fue esta extraordinaria y pragmática capacidad de inventiva la que consagraría al portento navarro. Como dato curioso, hay que señalar que la mayoría de las invenciones fueron desarrolladas por Ayanz entre 1598 y 1602, contabilizándose un total de 48, tal y como reconocía el "privilegio de invención"[*] del 1 de septiembre de 1606, firmado por Felipe III[1].. Esta fecundidad creativa no es baladí, pues, en proporción, supera a la del gran genio renacentista Leonardo Da Vinci. Los prodigios patentados de Jerónimo de Ayanz se pueden catalogar en las siguientes cuatro categorías: Explotación minera: Como demostró en la desahuciada mina de Guadalcanal (Sevilla), solventó obstáculos que amenazaban con paralizar esa vital fuente de ingresos. Ideó y construyó un sifón con intercambiador que permitió el desagüe de las minas inundadas (aplicando el primer principio de la termodinámica, definido un siglo después), un generador[*] de "aire acondicionado" empleando el vapor[*] para limpiar el viciado aire de las galerías, nuevos sistemas de extracción mecánicos, molinillos, hornos perfeccionados, balanzas capaces de discernir pesos de hasta menos de un gramo Náutica: Construyó la "barca submarina"[*], primer precedente del batiscafo; elaboró un informe sobre la aguja de marear (brújula), estableciendo la declinación magnética[*]; fabricó una bomba para desaguar barcos; creó una máquina capaz de proporcionar agua potable a partir de agua marina (utilísima para los viajes a las Américas); y la que es quizás una de sus creaciones más famosas: una escafandra operativa[*], cuyo funcionamiento demostró exitosamente el 2 de agosto de 1602 en el vallisoletano río Pisuerga permaneciendo el buzo cerca de una hora a tres metros bajo el agua ante la mirada de Felipe III y su séquito. Agricultura: Fabricó piedras de moler de forma cónica y molinillos de rodillos metálicos[*]; aportó la orientación automática y el tornillo helicoidal a los molinos de viento; mejoró las bombas de riego; planteó la estructura de forma de arco para las presas de los embalses Otros campos: Creó un mecanismo de transformación del movimiento que habilitaba la medición del denominado "par motor"[*] o eficiencia técnica. Esas son sólo algunas de las invenciones creadas y probadas por un hombre que falleció en 1613 en Madrid, tras haber puesto todo su talento al servicio de una actitud extraordinariamente pragmática, ofreciendo soluciones artificiales a problemas reales, un individuo que usó un conjunto de teorías y de técnicas en pos del aprovechamiento práctico del conocimiento científico[*], un innovador que dormiría en un olvido sólo quebrado por el Diccionario Histórico General de la Ciencia Moderna de 1983[*] y el formidable estudio[*] del catedrático de la Universidad Politécnica de Valladolid, Nicolás García Tapia. En definitiva, una persona que hoy llamaríamos "tecnólogo" y en el Siglo de Oro denominaban como "hombre de práctica y experiencia, de ciencia y conciencia". REFERENCIAS [1] He aquí un extracto del documento: "Y nos, superintendentes, que atento al trabajo, estudio e industria que habéis puesto en declarar y apurar los ingenios, trazas e invenciones, por la orden y forma contenida en la declaración y dibujos que aquí van insertos y declarados, tan útiles y necesarios a nuestro servicio y al bien público, fuésemos servido de daros y concederos nuevo privilegio para que vos y vuestros sucesores, y no otra persona sin licencia vuestra o suya, puedan usar de ella, o como la merced fuese. Lo cual, visto en el nuestro Consejo de la Cámara, habemos tenido por bien, y por la presente damos licencia y facultad a vos, el dicho don Jerónimo de Ayanz, para que por tiempo de los veinte años siguientes, siendo las dichas invenciones, ingenios y máquinas nuevos en nuestros reinos, podáis usar y uséis de ellas, so pena que cualquier otra persona o personas que sin tener vuestra licencia o de quien vuestro poder hubiere, durante el dicho tiempo hiciere o usare de los dichos ingenios o trazas de cualquiera de ellas, incurra por el mismo caso y hecho, cada vez que los hiciere, en cincuenta mil maravadís de pena y el arte perdido". PARA AMPLIAR INFORMACIÓN: Internet: Reseña en wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Jer%C3%B3nimo_de_Ayanz_y_Beaumont Jerónimo de Ayanz, el Da Vinci español, artículo de Alejandro Polanco Masa: http://www.alpoma.net/tecob/?p=303 Jerónimo de Ayanz, el inventor español más olvidado: http://www.somosfrikis.com/index.php?page=266 Un genio olvidado: Jerónimo de Ayanz: http://www.hispanismo.org/showthread.php?t=4515 D. Jerónimo de Ayanz y Beaumont, tecnólogo; artículo de Alfonso Tejedor: http://www.pnte.cfnavarra.es/tecnologia/text/Ayanz.htm Una mirada a los inicios de la máquina de vapor en la España Imperial; Artículo de Manuel de la Fuente Merás: http://www.nodulo.org/ec/2005/n039p24.htm La primera máquina de vapor fue española: Jerónimo de Ayanz; Artículo de José Javier Esparza: http://www.elmanifiesto.com/articulos.asp?idarticulo=2280 Conferencia: Ingeniería e invención en el siglo de Oro: El caso de Jerónimo de Ayanz , de Nicolás García Tapia Noticia Reportaje: Cuarto Milenio. Los otros Leonardos: http://www.cuatro.com/cuarto-milenio/videos/los-otros-leonardos/20090327ctoultpro_29/ y http://www.youtube.com/watch?v=trrMi8BZkaU Libros: GARCÍA TAPIA, Nicolás. Un inventor navarro: Jerónimo de Ayanz y Beaumont (1553-1613), Gobierno de Navarra. Pamplona. 2001 GARCÍA TAPIA, Nicolás. Patentes de Invención Españolas en El Siglo de Oro. Oficina Española de Patentes y Marcas. Madrid. 1994 GARCÍA TAPIA, Nicolás y Jesús Carrillo Castillo. Tecnología e imperio. Ingenios y leyendas del Siglo de Oro. Turriano, Lastanosa, Herrera, Ayanz. Nivola Libros Ediciones. Col. Novatores, 8. Madrid. 2002. RESEÑA DEL AUTOR: Javier Crespo Cullell. Periodista. Actualmente, trabaja en Fundación Telefónica.