252 Quiero verte Quiero verte. Verte, como cada vez que cierro los ojos para sentirte cerca, para oír las cosas que me calla tu ausencia; para repetir el roce, el gesto, la mirada tierna; tender la mano y sentir que me atraviesa tú transparencia, tu mundo cercano que ignoro y que sin embargo, tengo tan cerca. Quiero verte. Verte para alargar las horas del silencio; vibrante oración que elevo a dios cada vez que te pienso y te alzo, turbado en mí desasosiego para no romper el instante, para volver de nuevo a la fugaz ilusión de tú sonrisa, de pensar en tus labios hechos de espumas y de poemas. Verte, para acercarte entre los sueños que te entretejen a mis madejas, vagamente amorosas, tal vez tiernas, como la bruma que envuelve las mañanas perfumada de anémonas, como las rama deshojada que sienten nostalgia de la lánguida hoja que cae a la tierra y descansa, plácida, sobre la hierba. Quiero verte. Verte, como en estos versos, apasionada y lenta, horizonte deshecho de formas, de esbozos de dudas, de notas perfumadas, de bellas quimeras; bellas, como tú, oh, flor fecunda, cuyo rayo frutal fluye y me traspasa después de tanto años de soñarte sin saber que estabas tan cerca. No quiero verte. No verte porque tus ojos enturbian mi alma de cosas bellas. remueven los estambres de los juveniles años, prodigan sobre estos días de blanco y gris colores, fragancias, emociones secretas. No; no quiero verte. No verte aunque me muera. Mis ojos cansados nos soportan esa luminiscencia tuya, esa belleza interna de colibrí alegre, esa mirada que es puesta de sol, un mar en calma; la definitiva luz serena. No verte para salvar estas viejas maderas de mi barca a la deriva, estas astillas yertas, esta proa que no sabe a dónde va, húmeda de años, agrietada de quimeras, 252 Quiero verte 1 ya sin timón, ni popa, ni nombre, ni velas. … No quiero verte. Y se me van los ojos y el alma y las manos y las huellas. Todo se me va hacia tu encuentro, oh, sirena mía, alma mía de belleza ¿Qué será de mí si no me miras y me niegas? 252 Quiero verte 2