PARTICIPACIÓN EN LA UNIVERSIDAD ALBERTO HURTADO NUDOS CRÍTICOS Enero 2016 Preámbulo El presente documento es una síntesis del proceso de discusión llevado a cabo al interior de la Mesa de Democracia y Participación que los representantes del Consejo de Federación, el Sindicato de Trabajadores y la Vicerrectoría de Integración, han venido realizando desde el mes de julio del año 2015, en el marco de las Mesas de Trabajo impulsadas en conjunto durante el transcurso del año recién pasado. De esta manera, el texto que proponemos intenta rescatar la riqueza de las reflexiones, opiniones y consensos que los distintos miembros de dicha instancia expresaron y defendieron, y espera ser un aporte humilde pero valioso en torno a la preocupación por perfeccionar las instancias de encuentro y participación activa de los diferentes miembros de nuestra comunidad al interior de nuestra Universidad. En un contexto nacional que se encuentra atravesado por la reflexión en torno a los nuevos principios que deberían guiar tanto a la educación superior –a través del proyecto de ley que busca su reforma- como a la sociedad –en el marco del actual proceso constituyente-, fortalecer la discusión y el debate cívico se transforma en un desafío y un deber de todos quienes componen nuestra comunidad. A su vez, creemos que la Universidad, constituida como lugar de encuentro de diversas experiencias, formas de comprender el mundo, y opiniones, debe ser un ejemplo de discusión responsable, profunda, respetuosa e integral. Por lo anterior, la Mesa de Trabajo de Democracia y Participación Universitaria, somete el presente texto al análisis y la discusión de los distintos actores que componen nuestra institución, esperando que sea un insumo que enriquezca los necesarios debates relacionados con las formas de mejorar la integración y la participación interna de sus diferentes miembros. Es así, que el presente documento se estructura de la siguiente manera. En un primer lugar nos haremos cargo de la reflexión en torno al concepto de democracia universitaria, y qué entendemos por ella, para luego enfatizar, a manera de diagnóstico, en los nudos críticos de las diversas instancias de participación existentes actualmente en nuestra institución. Finalmente propondremos algunas conclusiones generales que, creemos, podrían ayudar a orientar la reflexión futura sobre tan importantes asuntos. I. Democracia política y democracia universitaria ¿Qué entender? Sin lugar a dudas, el concepto de democracia es uno de aquellos universales sobre los cuales se puede, con más o menos argumentos, afirmar muchas cosas, lo que se evidencia en la gran cantidad de movimientos y personalidades que se han reivindicado como democráticos, a pesar de encontrarse en contextos y posiciones políticas e ideológicas radicalmente opuestas. De esta manera, la necesidad de precisar qué entendemos por democracia al interior de las Universidades es un primer paso necesario para iniciar los análisis y discusiones sobre el fortalecimiento de la participación universitaria en nuestra institución. En relación con lo anterior, consideramos fundamental partir reconociendo que hablar de democracia política –entendida en un sentido amplio como la forma a través de la cual se organiza una sociedad determinada- no es lo mismo que hablar de democracia universitaria. Si bien no es nuestra intención realizar un análisis profundo del concepto, sí consideramos fundamental partir reconociendo que la democracia política posee diferencias con la democracia en instituciones universitarias. Si la democracia es una forma de organizar la convivencia de los distintos miembros de una comunidad, la primera de estas diferencias es que la sociedad y la Universidad –entendidas como diferentes tipos de comunidades-, se orientan hacia fines distintos. Mientras la polis tiene por finalidad el hecho de promover la plenitud y el desarrollo máximo de las potencialidades humanas, la Universidad tiene por objetivo la búsqueda y promoción del saber desde un rol público que se expresa en un servicio específico hacia la sociedad. La Universidad es una organización compleja en la cual todos quienes la conforman deben insertarse asumiendo la existencia de diversos roles, funciones y saberes de carácter más permanente que posibilitan su existencia y funcionamiento. Estudiantes de pre y posgrado, académicos, administrativos, funcionarios, y directivos, se diferencian en intereses, labores desempeñadas, responsabilidades, tiempo de permanencia y tipo de vínculo con la institución, por solo mencionar algunas. Lo anterior nos habla de una organización compleja en donde existen planos de igualdad entre sus miembros, que conviven con planos de desigualdad y diferencias. Sin embargo, es esa misma condición de diferencia y desigualdad la que posibilita la existencia de formas de participación democráticas al interior de una Universidad. En este sentido, la discusión en torno a cuáles son nuestros bienes comunes, y la pregunta por cómo organizar esa complejidad y diferencia desde una perspectiva que fortalezca la participación de todos los miembros de nuestra comunidad universitaria, debe ser abordada por la comunidad en su conjunto, asumiendo la diversidad de roles, labores, tiempos, vínculos y responsabilidades que ya hemos mencionado, y el respeto a los disensos que legítimamente puedan surgir. En definitiva, debe reconocer que la democracia es una cultura en permanente movimiento y actualización, y no se logra necesariamente por decreto. Si bien el establecimiento formal y estatutario de formas de participación reconocidas y ciertos procedimientos, se vuelven indispensables, no garantizan por sí mismos el fortalecimiento de la participación democrática al interior de una comunidad. Por el contrario, la democracia debe encarnarse en actitudes y prácticas específicas de convivencia universitaria que consideren como parte fundamental de la misma el “espacio vivido”, entendido como las relaciones cotidianas entre sus distintos miembros. Es así que la democracia requiere de un determinado comportamiento de las personas que la hacen posible, en donde la información, la opinión fundada, el debate y la crítica responsable son indispensables para su constante fortalecimiento. A su vez, una comunidad guiada por principios y formas democráticas debe contar con espacios permanentes de encuentro que permitan que la información, las opiniones diversas y la crítica responsable se desplieguen libremente, tomando en consideración el respeto a la dignidad de sus integrantes. Por todo lo expuesto, es que creemos que la democracia universitaria podemos entenderla como la expansión de formas y condiciones para la discusión y deliberación conjunta de las diversas expresiones que forman una comunidad, reconociendo que desde nuestros distintos roles, con nuestras distintas experiencias, con nuestras diversas formas de pensamiento, podemos defender un ethos común, a partir de un “somos iguales” determinado por nuestra pertenencia una comunidad universitaria específica. II. Nudos críticos de la participación universitaria en la UAH a. La participación de los distintos estamentos es irregular Al interior de nuestra Universidad existe un déficit de participación que tiene diferentes aristas y se expresa de diversas maneras, pero en nuestro diagnóstico es transversal a las distintas instancias de participación existentes, generando una “cultura” interna en donde pareciera no importar que los procesos deliberativos y las decisiones surgidas de aquel no cuenten con la participación activa de todos quienes componen nuestra comunidad. En este sentido, la participación al interior de los estamentos es irregular y no logra generar un interés capaz de expandirse y propiciar la constitución de organizaciones estamentales fuertes y representativas. Tanto la participación en asambleas de trabajadores como de estudiantes, en conjunto con los procesos electorales de Federación, evidencian por lo general bajos cuórums, lo que nos permitiría concluir que al interior de los estamentos existiría un bajo interés por las instancias representativas de participación o, en su defecto, intereses distintos a los que se promoverían en dichos espacios. Lo anterior ha generado una tardía respuesta de las orgánicas estamentales, y también deficiencias en las propuestas que se requieren a diario para construir una Universidad inclusiva, democrática y participativa. b. Se tiende a fomentar una reflexión crítica de la sociedad, dejando en un segundo plano la necesaria reflexión crítica de nuestras propias prácticas La universidad es un organismo que fomenta la reflexión de estudiantes y académicos con respecto a diversas problemáticas sociales. Esto permite que sus miembros desarrollen aptitudes para caracterizar y analizar las principales necesidades de la sociedad. En ese sentido, ciertas universidades (incluida la nuestra) han asumido la tarea de conocer dichas necesidades para redimensionar desde ahí su actividad académica, aportando los resultados y logros de su investigación a la comunidad. Sobre esta base, se produce una democratización del conocimiento que facilita el cambio social. Al mismo tiempo, se fomenta el desarrollo de una fuerte responsabilidad ética entre estudiantes y académicos. Si entendemos a la comunidad universitaria como a un sector más de la sociedad, también podremos entender que los estudiantes y académicos que la conforman son personas responsables hacia su propia comunidad, debiendo servir su análisis para identificar las necesidades y problemáticas de sus miembros. Es decir, la democratización del conocimiento puede favorecer el cambio social al interior de la misma universidad. En ese sentido, es posible tomar medidas que apunten a conocer y problematizar las necesidades de la comunidad desde su propia perspectiva, instalando espacios de debate donde los distintos estamentos tengan la posibilidad de reflexionar crítica y colectivamente respecto a su realidad. Esto último, se condice con el carácter de ágora pública que debe tener la universidad desde una perspectiva jesuita, donde se convierte en un lugar “de intercambio de ideas, de debate abierto y sincero, de exposición de nuevos modelos de sociedad. Espacios en los cuales se pueda trazar un puente de dialogo entre posturas encontradas, pero sustentables racionalmente” (AUSJAL, 2014: ) c. Faltan espacios permanentes de encuentro de la comunidad universitaria En nuestra universidad sí existen espacios de encuentro entre personas de distintos estamentos, pero estos son insuficientes, y se desarrollan de manera aislada como iniciativa particular de algunas carreras y facultades. En general, los distintos sectores solo se encuentran en el ejercicio de las funciones que les son propias, existiendo una distancia inabarcable en otras instancias de la vida universitaria. Por esto, se hace necesario que existan más y mejores espacios de confluencia, en los cuales se pueda mantener un trato directo que facilite la comunicación y el conocimiento mutuo para la visibilización de semejanzas y diferencias. Con esto se contribuirá al reconocimiento comunitario de las problemáticas que afectan en general y a cada sector en particular, aportando así en la resolución conjunta de problemas. A la larga, esperamos que esto traiga la elaboración de proyectos colectivos, la construcción de lazos solidarios y el desarrollo de una convivencia sin segregación. d. Existe un déficit de espacios institucionales de discusión sobre problemáticas comunes y decisiones estratégicas al interior de la Universidad Analizando las diferentes instancias institucionales y no institucionales de participación al interior de la UAH, queda de manifiesto un déficit progresivo en cuanto a las posibilidades de decisión inter y por estamentos, ya sean académicos y/o funcionarios. Si bien existen instancias que de una u otra forma contienen ciertas formas de deliberación compartida, tales como el Consejo Académico, donde existe la voz y el voto de los representantes académicos y estudiantiles, por regla general de la gestión universitaria no existe una participación del conjunto de la comunidad en instancias colegiadas que busquen el interés del bien común. Dicho de otro modo, no existe ni tampoco se promueve la participación general de todos los estamentos de la Universidad para construir espacios de discusión y deliberación compartida para abordar los diferentes problemas de interés común. A modo de ejemplo, en relación a la representación de los trabajadores, no existen canales ni instancias significativas donde el Sindicato pueda manifestar sus intereses y proposiciones en tanto el acontecer general de la Universidad y sus definiciones estratégicas. Muy por el contrario, la participación del Sindicato se limita a distinguir y custodiar la defensa del contrato colectivo en áreas muy determinadas a la función laboral, sin reconocer los otros momentos e instancias de decisión que le afectan. De modo que será necesario pensar cuáles son los momentos e instancias capaces de incidir en las decisiones estratégicas y ligadas al interés de la comunidad universitaria que sean facultad común y colectiva entre los diferentes estamentos. e. Se tiende a una concentración en la toma de decisiones Tras el análisis de los estatutos y las prácticas al interior de las estructuras administrativas, académicas y financieras de la UAH, se evidencia una tendencia hacia la concentración en la toma de las decisiones que le afectan. Es así como evidenciamos que, de acuerdo a nuestros actuales reglamentos, las máximas instancias decisionales de nuestra Universidad presentan, en su composición, déficits al momento de representar la diversidad de estamentos que componen nuestro proyecto educacional. Si bien el Directorio de nuestra Universidad cuenta con información entregada por el canciller y el Rector, quienes están en constante contacto con nuestra comunidad, debe haber un correcto equilibrio y articulación entre instancias locales o particulares de toma de decisión, y las instancias más estratégicas que son centrales y deben velar por el interés general de la comunidad. El objetivo es garantizar la armonía entre los espacios que conocen las problemáticas cotidianas de la institución, las experimentan y han pensado en sus soluciones, y aquellos espacios que desde un plano más central pueden tener una visión de conjunto, sin una necesaria profundización de las dificultades locales. f. Falta mayor información sobre el funcionamiento de la Universidad Una de las condiciones fundamentales para la participación inclusiva y democrática al interior de toda sociedad es la preocupación y el interés por informarse acerca de lo que sucede en su interior de manera constante. De esta manera, cualquier institución que desee fortalecer un clima de participación, discusión argumentada y deliberación debe considerar que el acceso a la información y la transparencia deben ser los pilares fundamentales de su práctica cotidiana. Por otro lado, es importante considerar que la necesidad de informarse es una preocupación esencialmente individual que, si bien debe ser reforzada de manera colectiva e institucional, no puede subsanarse si no hay real interés por acceder y conocer las diversas áreas de la gestión y las decisiones al interior de nuestra Universidad. En palabras simples, nuestros portales de transparencia y canales comunicativos nunca serán suficientes si no existe un real compromiso por parte de los miembros de nuestra comunidad de tener información certera en relación a aspectos fundamentales de nuestro funcionamiento. A su vez, el acceso a la información y su comunicación no puede vulnerar un principio de responsabilidad determinado por la necesidad de entregar mensajes fidedignos, independiente de conveniencias circunstanciales. En este sentido, cualquier comunidad democrática debiese considerar la falta a la verdad y la tergiversación de los hechos como un atentado al mismo corazón de la confianza democrática depositada en la comunidad. Finalmente, es fundamental que todos quienes nos sintamos llamados a participar activamente en la construcción de una mejor y más sólida Universidad, reconozcamos la importancia del trabajo serio y responsable, sustentando nuestras opiniones con datos reales y argumentos sólidos, identificando problemas realmente existentes sustentados en información verificable por cualquier miembro de la comunidad, y promoviendo soluciones que consideren los distintos aspectos del funcionamiento de la Universidad. En definitiva, una comunidad democrática tiene el deber de superar los slogans y las críticas fáciles, para dotar de contenido los diversos aportes, velando por respetar los intereses generales de la comunidad aun desde una posición particular.