2225_Silo no es un loco - Winged Lion Press Cooperative

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3 de La hora. Jueves 8 de mayo de 1969
Dice chileno que lo vio: Silo no es un loco
Asegura profesional chileno que lo conoció:
“Silo no es un loco”
Un conocido corredor de propiedades chileno, Sergio Miquel, acaba de regresar de Mendoza, donde
presenció la primera aparición en público de Silo, nombre bajo el cual el joven argentino Mario Rodríguez
Cobo predica una nueva doctrina de paz, y a quien sus seguidores identifican como a la encarnación de un
personaje del Génesis. El profesional chileno resume su impresión diciendo que “es gente que piensa en
forma distinta, que buscan conocerse a sí mismos y que quieren cambiar el orden actualmente existente,
para lograr la verdadera paz en el mundo que, según ellos nace del corazón de cada hombre...”.
Sergio Miquel, aunque advierte que no forma entre los totalmente convencidos por la doctrina de Silo,
reconoce que, en todo caso, “ese muchacho no es ni un loco, ni un político, ni un aprovechador de las
masas que lo siguen. Desde luego, cuando habló en Puntas de Vacas, un sitio montañoso ubicado a tres
horas y media de viaje desde Mendoza, adelantó que no se siente Hijo de Dios; que no hace milagros, ni
busca desarrollar actividad política alguna”. Silo habló en parábolas -relató Miquel- para llamar a sus
oyentes a meditar, a conocerse a sí mismos y, desligándose de los afanes materiales de la era actual, lograr
la paz en cada uno, y obtener así la paz en el mundo, desterrando para siempre a la violencia, “tanto en el
terreno político como en el económico y cultural”.
En lo que respecta a religión, el chileno que presenció la aparición de Silo en los cerros de Punta de
Vacas destacó que para el joven predicador “Dios existe, pero no es una persona, sino una fuerza, una
inteligencia superior que dirige todas las acciones del mundo; a El no se llega por medio de oraciones,
sacramentos ni altares, sino por el auténtico conocimiento de sí mismo que cada hombre debe lograr;
asimismo -relata Miquel- Silo afirma que no existe un Infierno para castigar eternamente a nadie. Para él
existen también los ángeles, que son inteligencias superiores a las nuestras, incluso con cuerpos humanos,
que pueblan otras regiones del Universo y que en muchas oportunidades han socorrido a la Tierra”.
Respecto a la Iglesia Católica. “Silo admira a los antiguos cristianos y cree que sólo pueden llegar a Dios
los sacerdotes que, como se hacia en la Edad Media, se aislaban en los conventos solitarios...”.
En un panfleto traído por el profesional chileno, el movimiento que sigue a Silo califica a la Iglesia como
la “instigadora de todo lo malo que ha sucedido en la Tierra”, y sobre sus jefes afirma que “deberán rendir
cuenta, fatalmente, ante los ojos de los hombres y de la Historia”.
Silo, el maestro
Por Orlando Cabrera Leyva.
Silo ¿es un profeta? ¿Es un filósofo? ¿Se trata tal vez de esos seres en afanosa búsqueda de almas
gemelas? Se llama Mario Rodríguez Cobo, pero prefiere que se lo reconozca con la denominación de esos
lugares donde se guardan los granos. Estudió en la Universidad de Cuyo y en varias ocasiones ha intentado
organizar sectas.
El 28 de abril último entregó en Santiago una invitación que dice: “S. O. A. (Sagrada Orden de América)
invita a usted y a todos los que sufren, a La Curación del Sufrimiento, el 4 de mayo de 1969, en Punta de
Vacas, Mendoza, Argentina. Hablará el maestro Silo en su primera presentación pública. Organiza el acto la
Iglesia de Silo y se realizará aunque surjan inconvenientes”.
Los inconvenientes surgieron, porque en este mundo de hoy seguramente los encontraría, hasta el
propio Jesucristo. Su citación fue tomada como un lindo motivo de curiosidad y hasta Punta de Vacas se
trasladaron fotógrafos, camarógrafos, periodistas y turistas.
Había curiosidad por conocer a tan original personaje que ha hecho retratar su silueta, que imprimió en
una tarjeta en la que advierte: “Mi enseñanza no es para los triunfadores, sino para aquellos que llevan el
fracaso en el corazón.
Hace algunos días nos llamó por teléfono desde algún punto de Santiago:
-Soy Silo. Y quisiera hablar con usted...
-¿Dónde podemos reunirnos?
-No se preocupe. Iré al diario.
Era una voz grave, con marcado acento argentino.
Lo esperamos. No cumplió con su promesa.
En estos tiempos en los que todos desconfiamos de todos, Silo, el filósofo, el santo, el misántropo o lo
que sea, debe haber tenido una confrontación humana con la realidad. Los periodistas preguntamos
muchas cosas. Nos gusta ser impertinentes y en lo que no es de este mundo no caben esos desbordes.
En Mendoza, donde nació este apóstol del bien, no pudo ser profeta. (Nadie es profeta en su propia
tierra, dicen). Y su cita se convirtió en un motivo de atracción turística, en una chacota. Tuvo que ocultarse
en una hostería, acaso para orar, como Cristo lo hizo en el bosque de los Olivos. Imagínense ustedes si a
estas alturas de la civilización, el Divino Maestro invitase, como Silo, a una conferencia de prensa. Hasta él
llegarían hombres y mujeres armados de micrófonos, de cámaras cinematográficas, de preguntas con doble
filo. Los cronistas podrían publicar cosas como estas: “¿A qué ha vuelto Jesús de Nazaret? ¿No será una
campaña a favor de los judíos? ¿O estará con los árabes?
Y su mensaje de paz perdería toda importancia. Silo tendrá que estar con él para someterlo a una cura
de sufrimiento. Es su misión en la tierra. Este maestro no promete el cielo, lo que seguramente, disgustaría
al Hijo de Dios.
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