Y SEREÍS VERDADERAMENTE LIBRES SEPTIEMBRE 1.997 Y SERÉIS VERDADERAMENTE LIBRES ESCENA 1: La gente busca y lucha por lo que entiende que es libertad. ESCENA 1: Sale un grupo de manifestantes en fila, con una pancarta que pone «libertad». El lider sale en cabeza y él no agarra la pancarta. Los manifestantes se paran en la mitad del escenario con la pancarta desplegada delante suyo. El lider se coloca delante de la pancarte, en medio y levanta un puño dando 3 golpes al aire. Luego dan dos veces los mismos golpes todos juntos, y quedan congelados con el puño en el aire. De repente salen dos policias corriendo. Los apuntan con pistolas. Los manifestantes les echan piedras y salen corriendo, dejando la pancarta tirada en el suelo. Un policía se acerca y la recoge. Sale despacio del escenario y tira la pancarta con desprecio al suelo. ESCENA 2: ESCENA 2: Sale el protagonista paseando y se sienta en un banco. Se muestra triste y preocupado. Entra un cristiano con una biblia. Se acerca al banco y se fija en el protagonista. Rodea el banco y se sienta a su lado para poder hablar. Lo llama y le dice que Dios puede hacerle feliz. Le rechaza. El cristiano insiste y el protagonista le muestra sus manos esposadas y le vuelve a rechazar. El cristiano vuelve a insistir en que Dios es su solución. Entra Jesús en escena y se coloca detrás del banco entre ambos. Comienzan a leer juntos la Biblia. Se muestra interesado. Comienzan a orar juntos y Jesús pone sus manos sobre Pero, ¿cuál es la verdadera libertad?. Jesucristo dijo: «si yo os libertare, seréis verdaderamente libres». su cabeza bendiciéndole. El protagonista muestra satisfacción y paz. Abraza al cristiano y salen todos de escena. ESCENA 3: Toda preocupación excesiva por la existencia presente; todo afán por conseguir nuestros profundos deseos, esos íntimos sueños de seguridad y bienestar, de disfrutar del placer,.... nos hacen esclavos. ESCENA 3: Entra el protagonista con cara felíz paseando y rodea el banco. Mientras tanto entra un borracho en escena y se encuentran . Somos esclavos del pecado, que vestido de buenos deseos, nos atrapa en sus bellas redes y nos impone su ley; la ley del yo. Lo invita a beber. El se acerca dudando de si debe de beber. En ese momento entra Jesús y se queda observando. Antes de que coja la botella entra una chica y se acerca al protagonista insinuándose. Lo rodea y lo tienta. El borracho sale de escena porque no le hacen caso. El protagonista levanta su mano derecha y se mira y mueve el anillo de casado. Vuelve a mirar a la chica. Pero la persona que ha conocido a (que tiene una relación con) Jesucristo puede afirmar con Pablo que «el hombre que antes era fue crucificado con Cristo, para que el poder de su naturaleza pecadora, quedase destruido ya no siguiera siendo esclavo del pecado. En efecto, cuando uno muere a su yo, queda libre del pecado» (Romanos 6:6,7, la cita no se indicaría) Jesús le dice que no debe hacerlo. La chica queda congelada. El protagonista muestra a Jesús sus cadenas y le dice que algo en él lo impulsa. Jesús se acerca y pone sus manos encima. Las cadenas se rompen y él rechaza la tentación. Todos salen de escena excepto el protagonista. ESCENA 4: Así también, somos esclavos de nuestro pasado; del dolor que fue grabado en nuestra alma. Ese dolor que brota en momentos inesperados y que condiciona nuestras vidas. ESCENA 4: El protagonista se sienta en el banco. Empieza a pensar y se siente triste. Algo le duele en su corazón. Aparece el cristiano y se sienta a su lado para consolarle. El protagonista le dice que se siente triste. Le muestra sus ataduras y se queda haciendo un gesto de recuerdo, congelado. El cristiano también se queda congelado mirando al protagonista. Escena paralela: Entra una mujer y se pone a fregar. Luega entra un hombre un poco borracho y comienzan a pelear. Luego entra un niño y el padre comienza a pegarle. El corre a su madre para protegerse, pero ella, histérica, también comienza a pegarle. El se agacha al suelo llorando y luego se escapa de la escena corriendo. Quedan los padres congelados. En el banco: El cristiano le dice al protagonista que Jesús puede romper también esas cadenas. Él se sorprende. Jesucristo es la respuesta. El puede liberarnos. Su amor en nuestra vida sanará nuestro dolor y nos enseñará lo que es el perdón. ¿Y tú?, ¿deseas ser verdaderamente libre? Pues comienza a ser esclavo de Jesús. Ellos oran y el protagonista muestra sus manos libres. Se abrazan de alegría. El cristiano le indica al protagonista que se acerque a los padres. El se acerca y todos se abrazan mostrando perdón. Los padres salen de la escena. Jesús sale a escena y se coloca en medio con los brazos abiertos mirando al público. El protagonista y el cristiano se acercan a Él y se arrodillan delante. Maite Larrañaga Sept.1.997