*EI amor pasional patológico **María Cristina Melgar Me referiré al amor delirante de las psicosis, que tiene algo que ver con el amor desdichado de ciertas histerias, con el amor adolescente en sus formas autodestructivas, con el de la transferencia psicótica erótica, que son amores patológicos, formas mórbidas de la pasión. En ellos hay algo en común: hay narcisismo, especularidad e idealización; hay restitución y delirio; hay un retorno sadomasoquista, tanático, a duelos no resuel tos y a situaciones traumáticas. También hay un intento libidinal, un esfuerzo creativo, sublimatorio, destinado a negar el dolor, el vacío, la muerte, la vivencia de desamparo. En mi experiencia, estos elementos aparecen organizándose en torno a un hecho clínico: el objeto de amor es o se ha hecho inaccesible. 1. La inaccesibilidad del objeto. El objeto -el que ama, como sucede en la erotomanía, o el amado- no es un objeto posible de la realidad. Se ha cumplido una proyección sobre un objeto inabordable, como el oficial del encuentro azaroso que desata el desdichado amor de Adele, la hija de Víctor Rugo; el Rodin de la pasión psicótica de Camille Claudel después de su separación del escultor; el Kaiser de la pintora psicótica Aloyse; el pricipe de Gales de Aimée, la paciente de Lacan. En ocasiones es un objeto inmaterial como el Dios de la erotomanía mística de Schreber. La inaccesibilidad del objeto lo hace especialmente apto para que la fantasía escenifique las máximas exacerbaciones de la pasión revelando la naturaleza de sus intenciones desmedidas. Carlota le dice a Werther: "Ah, temo que la imposibilidad de obtener un amor es lo que exalta vuestra pasión". El amor pasional delirante forma parte de las eróticas de los objetos inaccesibles. 2. El objeto y los duelos patológicos. Los duelos no resueltos suelen estar presentes en la historia del amor patológico mostrando la importancia de los antecedentes depresivos. En mi opinión, la estructura del objeto inaccesible tiene mucho en común con el objeto muerto-vivo estudiado * Trabajo presentado en el XVII Congreso Interno y XXVII Simposium de A.P.A. Buenos Aires, 19 de octubre de 1989. ** Dirección: Copérnico 2306, 'Z', (1425) Capital Federal, R. Argentina. 914 María Cristina Melgar por W. Baranger. Surgido de la identificación con un objeto que no termina de morir, puede tener, según Baranger, distintas estructuras. Si el objeto despertaba ambivalencia, fantasías narcisistas y pulsionales de fusión, incestuosas y pregenitales, la fantasmagoría inconsciente que envuelve al muerto-vivo coincide con el objeto inaccesible. Si nuevas situaciones depresivas hacen que el sufrimiento y la vivencia de agonía (por identificación con alguien que no termina de morir, con algo que no termina de desaparecer) se tornen intolerables, se produce la proyección en alguien, casi un desconocido, alguien que está presente y ausente al mismo tiempo, que promete y decepciona, que seduce y rechaza, que exalta la fantasía y se aleja. Con él se niega la muerte, pero, ominoso y cargado de pulsión de muerte, a la par que excita la fantasía que lo creó, la conduce hacia la repetición. Las historias de amor delirante revelan la exaltación de una fantasía de rencuentro, una espera placentera y angustiante, una decepción depresiva. Algo del pasado se sigue repitiendo. Una paciente se refería a sus episodios pasionales asociando con el cuento del genio encerrado en la botella que ofrecía la felicidad a quien lo liberase y luego lo mataba. Las identificaciones que llevan a la construcción del objeto inaccesible pueden ser identificaciones patógenas, como las estudiadas por J. García Badaracco: pueden condensar una verdadera genealogía fantasmática de identificaciones, como quiere Alain de Mijolla. Cuántos de los héroes románticos de Víctor Hugo estarían grabados en la persona de su hija erotómana, en el deseo que imaginamos de "ser el personaje" de su padre. Cuántas identificaciones habrán sustentado la identificación con Werther de sus anónimos seguidores. Pero en mi entender siempre revelan una pasión rechazada y sustituida por una identificación y una pasión melancólica que posee al objeto al mismo tiem po que lo destruye. Como la relación con el objeto ambivalentemente amado que fue y sigue siendo parte de sí mismo está estructurada narcisistamente, el desdoblamiento y la proyección organizan una rígida dependencia de aquel con quien se pretende reparar el narcisismo herido. Para M. Abadi "el amor erotómano cumple con una misión salvífica", siendo "un antídoto frente al sentimiento de soledad y una sobrecompensación frente a humillantes sentimientos de abandono. Los sentimientos de omnipotencia que él trae apuntan a superar su angustia ante la Hilflosigkeit". Es que en el escenario imaginario donde se despliega la pasión patológica, la presencia narcisista está tipificada por el amor. 3. El amor desdichado. El amor patológico es un amor desdichado pero no sólo eso. En lo que entendemos por "amor normal" prevalecen sensaciones, ideas, imágenes que están alejadas tanto del placer como del dolor excesivos. En la pasión patológica estos excesos se destacan y se tocan mostrando algo que es propio de todo amor pero que en el "normal" queda rápidamente disimulado. Freud descubrió que el rechazo del displacer conduce a la constitución El amor pasional patológico 945 del no-yo de manera que un área del yo primitivo ya no podrá ser incluida en las áreas reguladas por el principio de placer. Es entonces el rechazo al sufrimiento lo que impide ingresar al amor patológico o, mejor, lo que impide que perdure si es que pensamos que cuando el amor nace los extremos del placer y del horror siempre se tocan en ese intento de restituir lo primitivo perdido que es una de las particularidades del amor. En el amor delirante, en cambio, el principio de placer perdió la función de homeostasis destacada por Lacan; la fascinación por el sufrimiento se constituye en el soporte oculto, y lo que es una particularidad, un momento del amor, se transforma en el fuego ocul to de la pasión. La pasión patológica se ubica así en un campo donde el más allá del principio de placer domina la escena delirante, donde el sufrimiento ya no es un obstáculo. 4. La sexualidad preliminar y la sublimación. La inaccesibilidad del objeto toca ciertos problemas ya planteados en la historia del amor por el Amor Cortés. La poética de esta cultura erótica no sólo hizo un culto del amor desdichado privilegiando la idealización del objeto de amor sobre la descarga pulsional sino que evidenció que el ritual de pruebas que el enamorado debía cumplir no tenía por finalidad lograr el objeto sino, por el contrario, mantenerlo im posible. La sobrevalorización del objeto y la falta de descarga pulsional quedaron articuladas con las vicisitudes de la sexualidad preliminar, y la sublimación ocupó un lugar privilegiado. En el amor delirante también la inaccesibilidad del objeto queda enlazada con la exacerbación de la sexualidad preliminar cuyos efectos tienen que ver con los de la neurosis actual. De allí la importante cuota de excitación sexual traumática que tienen estas personas.* Al mismo tiem po, ciertas características del objeto inaccesible y de las identificaciones que lo han constituido le otorgan una función de encantamiento, de reminiscencia amorosa que orienta algo de la sexualidad hacia la sublimación. Aunque insuficiente y fallida, la sublimación está presente en ese costado poético, trágico, grotesco de algunos delirios eróticos, de algunas patéticas historias. También se la descubre en la curiosa actividad artística que suelen realizar quienes tienen en el amor el tema de sus delirios. Son los escritos de Aimée, los cuadros de Aloyse, los de "Luis"**, el pintor psic6tico cuya obra estudiamos con E. López de • F. Cesio, al estudiar la abstinencia en la sesión psicoanalítica, considera que la misma trae a un primer plano el incesto y sus vicisitudes y coloca al psicoanalista en el lugar del padre muerto, del objeto tabú, del yo original, del ideal, 10 que eren una neurosis actual. •• "Luis": pintor psicético con una interesante producción de "arte psicopatológíco", construyó un código visual pictórico apto para metaforizar los fenómenos psicóticos, entre ellos el amor erotómano. 946 María Cristina Melgar Gomara. A esa actividad puede atribuírsele parte del buen pronóstico que tienen los tratamientos psicoanalítico s en estos pacientes. * 5. El placer delirante. La cuota de placer logrado con las fantasías eróticas delirantes tiene un fuerte componente narcisista, sadomasoquista y perverso. El delirio de Schreber sobre la voluptuosidad permanente revela qué cerca está este placer de ciertas concepciones actuales sobre "goce". De la misma forma que Schreber debía pensar continuamente para que Dios no le retirara sus rayos y retornase la vivencia traumática de fin de mundo, en la voluptuosidad permanente subyace la Nada (llamémosla situación traumática, vacío afectivo, soledad, muerte, castración), la cual es negada con la presentificación delirante de un placer permanente que a la par la encubre, la atrae y la instala. La inaccesibilidad le da al objeto del placer delirante una cierta cualidad destructiva, ya que no tiene casi existencia material y en este sentido es "enloquecedor". El Dios de Schreber es: 1] un ideal narcisista, un poder omnipotente que compensa la vivencia de insuficiencia; recordemos la importancia de la muerte de 9 fetos, situación traumática destacada por C. M. Aslan, en el desencadenamiento de una psicosis; 2] un objeto perverso y enloquecedor que conduce a un placer perverso provocado por excitación traumática; 3] un superyó tanático que exigiendo placer conduce a la extinción. También era un padre, un superyó fascinante y terrorífico el demiurgo Coppelius de "El hombre de la arena", que lleva a Nathaniel al frenesí pasional y a la muerte al instarlo a fundirse con Olimpia, su doble femenino. Recuerdo también un paciente esquizofrénico que pasaba largas horas en ese estado de arrobamiento estático que es una manifestación del placer delirante y que dos años después fue operado de priapismo. 6. La restitución y el amor delirante como metáfora. Todo amor tiene ese algo de locura de la que habla A. Breton en El amor loco. Un extraño cuadro del simbolista inglés E. Burne-Jones muestra a una pareja de enamorados que se mira en un estanque. El reflejo devela que las miradas fascinadas sólo miran la cabeza semioculta, pálida y moribunda de la Medusa. La Medusa, criatura ominosa del espejo, representante del horror del amor incestuoso que transforma en estatuas (muerto-vivo) a quien la mira y representante ella misma de las partes perdidas (muerto-vivo) * o. Kemberg, desde la teoría de las relaciones objetales, planteó que el enamoramiento patológico de objetos idealizados en pacientes fronterizos es de buen pronóstico vinculándolo con los mecanismos disociativos, la naturaleza del superyó y las tendencias polimorfas. El amor pasional patológico 947 de un amor primitivo, atrae la mirada del enamorado hacia el narcisismo, el incesto y la muerte. El cuadro sugiere la restitución -de la tragedia incestuosa, de la castración primariaque el delirio exhibe. Claro que la retracción narcisista, los contenidos que en el delirio llegan de lo escindido y lo reprimido, la repetición de duelos, traumas y decepciones, el goce en el placer, la transgresión ubicada en la barrera de lo posible y lo imposible no son, sin duda, equiparables al amor loco del surrealismo, pero en los excesos de la alienación se despliega lo que hay de "locura del amor loco" en el amor patológico. Un paciente psicótico se refería a las vivencias experimentadas durante los momentos de desilusión amorosa con expresiones metafóricas como "yo era como un poste de alumbrado con una lamparita que se apagaba si ella pasaba sin mirarme". Estas metáforas transmiten experiencias emocionales tempranas que están en la base del delirio (E. F. Sharpe relacionó el lenguaje metafórico en la sesión con vivencias psicofisicas que nunca fueron simbolizadas). Productos creativos de la mente revelan ese algo de delirio, de locura que, como pensaban Lacan, Dalí, Dubuffet, subyace en la sublimación creadora. En el ejemplo aparece en escena algo de la soledad infantil, de los momentos de oscuridad y de terror, también algo de la sexualidad, de la excitación incestuosa, del placer autoer6tico que se dramatiza en el delirio. La novela amorosa tejida en el delirio trata de darle forma, de construir creativamente algo sepultado, especialmente escindido, nunca simbolizado, relacionado con la experiencia traumática provocada por la excitación incestuosa y por la vivencia de muerte ante una pérdida objetal. La metáfora verbal le da forma poética y permite el acceso a la metáfora delirante que se despliega en la psicosis. El amor pasional patológico al que me he referido, sus historias, placeres, desdichas y persecuciones, despliega en la fantasía delirante una metáfora que alude a aquellas vivencias de agonía por pérdida objetal y de excitación incestuosa que enlazaron el narcisismo y el deseo a un objeto de amor imposible, que ligaron la pasión incestuosa con la melancolía. Resumen Se considera que el amor delirante en las psicosis, el desdichado de ciertas histerias, el de la transferencia psicótica son amores patológicos que tienen elementos comunes organizados en torno a un carácter del objeto: su inaccesibilidad. El amor pasional patológico forma parte de las eróticas de los objetos inaccesibles. El objeto inaccesible y las identificaciones que lo constituyen están estructurados como un objeto muerto-vivo proyectado que despierta ambivalencia, fantasías narcisistas y pulsionales de fusión, incestuosas y de muerte. Así en el amor patológico delirante coinciden la pasión melancólica y la incestuosa. La relación de objeto está estructurada 948 María Cristina Melgar narcisistamente y se crea una dependencia rígida de objeto. En relación con la sobrevaloración del objeto y la falta de descarga, la sexualidad preliminar está exacerbada y hay angustia traumática, pero también, por ciertas particularidades del objeto que le otorgan una función de encantamiento, de reminiscencia amorosa, algo de la sexualidad se dirige hacia la sublimación. En el placer delirante se enlazan los excesos del placer y del dolor y muestra que aquél tiene algo en común con el "goce". El objeto inaccesible aparece entonces como un objeto de proyección narcisista que niega la muerte, el vacío, la castración, que funciona como superyó tanático que, más allá del placer imaginario que promete, arrastra el sufrimiento y la .destrucción. Summary PATHOLOGIC PASS/ONATE LOVE The author considers the delusionallove of the psychoses, the ill-fated love of certain hysterias, the love ofpsychotic transference, as pathologic loves whose common factor is that they are organized around a particular characteristic of their object: its inaccessibility. Pathologic passionate love is part ofthe erotica ofinaccessible objects. The inaccessible object and the identifications that constitute it are structured Iike a projected Iiving-dead object which awakens narcissistic and drive phantasies offusion, incest and death. Thus, in delusional pathologic love, melancholic and incestuous passion coincide. The object relation is structured narcissistically and a rigid object dependency is created. As for overvaluation of the object and lack of discharge, preliminary sexuality is exacerbated and there is traumatic anxiety; however, due to certain peculiarities of'this object, which lend it a funtion of enchantment, of arnorous reminiscence, part of'sexuality is turn toward sublimation. In delusional pleasure, excesses ofpleasure and ofpain are tied together, which reveals that this pleasure has something in common with "enjoyment". The inaccessible object can thus be seen as an object of narcissistic projection that denies death, emptiness and castration; it functions as a thanatic superego which, beyond the imaginary pleasure it promises, implies sufTering and destruction, Bibliografía Abadi, M.: "Yo me amo, porque me amas tú, a quien yo amo". Rxv, m; PSICOAXÁLISIS. XLI, 1,1984. Abadi, M.; Melgar, M.: Erotomanía. Trabajo presentado en el XVII Congreso Interno y XXVII Simposium de A.P.A, Octubre de 1989. 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