(E): "Cada gen muestra una debilidad del cáncer

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SOCIEDAD
SOCIEDAD / ENTREVISTA
Carlos López­Otín: «Cada nuevo gen nos muestra una debilidad del
cáncer»
N. RAMÍREZ DE CASTRO / MADRID
Día 16/12/2012 ­ 17.49h
El catedrático de Bioquímica de la Universidad de Oviedo coordina uno de los proyectos genoma del cáncer, una ambiciosa estrategia
para luchar contra la enfermedad
ÁNGEL NAVARRETE
El científico, en los jardines de la sede de la Fundación BBVA, en Madrid
Científicos de doce países trabajan en el Consorcio Internacional del genoma del Cáncer, una iniciativa en equipo de gobiernos y grupos científicos de cuatro
continentes que trata de secuenciar el genoma de los cincuenta tipos de cáncer con mayor impacto social (mama, cerebro, páncreas, hígado, riñón..). Se buscan las
pistas genéticas para acorralar la enfermedad. En España el investigador Carlos López­Otín coordina desde la Universidad de Oviedo el proyecto genoma de la
leucemia. En Madrid, invitado por la Fundación BBVA, ha explicado la «apabullante complejidad» de la leucemia y los avances en investigación del envejecimiento, dos
disciplinas a las que ha consagrado su trabajo científico..
­Cuanto más se averigua de la leucemia, más complejo parece el problema. ¿No resulta desesperante dar nuevos pasos que conducen a un
nuevo rompecabezas, a un nuevo callejón sin salida?
­No lo veo así . Los proyectos de genoma nos indican que la información que teníamos hasta ahora era muy limitada y fragmentaria. Por eso estábamos llegando a un
punto que no podíamos progresar en el desarrollo de nuevos tratamientos, no solo para la leucemia sino para otros tumores que hoy no son accesibles. Por eso
cualquier gen nuevo que se descubre como diana recurrente de mutaciones en un proyecto genoma del cáncer es muy bienvenido y es recibido con optimismo. Nos
habla de una nueva debilidad del cáncer. Hasta ahora nuestra primera mirada se dirigía a la búsqueda de mutaciones conductoras que son las que, en teoría, son
esenciales para el progreso del cáncer. Trabajos muy recientes están empezando a demostrar que la otra categoría de mutaciones que llamamos pasajeras y que casi las
estábamos descartando porque no eran esenciales en la progresión del cáncer también pueden ser dianas terapéuticas. Estas mutaciones también ayudarán a descubrir
debilidades de los tumores. Todo esto está proporcionando una información extraordinaria, nuevos genes, nuevas mutaciones, nuevas dianas terapéuticas, nuevos
procedimientos diagnósticos..., y todo en un paisaje de gran complejidad que, no hay que ocultar, todavía hay que entender.
­Cuando se puso en marcha el proyecto de genoma de la leucemia, la ministra de Ciencia, entonces Cristina Garmendia, prometió fondos
para que tuviera una aplicación lo más rápida posible. ¿Se ha cumplido la promesa?
­Los fondos de los que dispone el consorcio LLC en España son los que nos asignaron al principio y esos fondos se han mantenido, incluso con el cambio de Gobierno.
La secretaria de Estado de Investigación ha garantizado su apoyo, al menos, hasta el final del proyecto, dentro de año y medio. Después será el momento de discutir qué
dimensiones puede tener este tipo de proyectos. Puede necesitar una implementación clínica adicional y puede que necesite nuevos fondos para complementar los
estudios. De momento, los recortes no afectan a este proyecto concreto.
­De momento, no hay recortes en los genomas del cáncer , pero usted sí ha deslizado críticas sobre las restricciones presupuestarias que sufre
la Uuniversidad.
­Bueno he hecho alguna llamada de atención. Es cierto que la financiación global de la ciencia en España se ha visto recortada y mermada. Con mi llamada de atención
quiero que recordemos que las universidades necesitan seguir manteniendo y recibiendo apoyo porque es donde están las canteras de la ciencia, el lugar donde se
forman los científicos del futuro. Si los grupos pequeños no reciben financiación y dejan de practicar una investigación que puede parecer modesta pero es muy
rigurosa, se anulará su capacidad de formar una nueva generación de científicos.
­¿El número de publicaciones científicas de las Universidades debería ser el baremo para recibir financiación?
­No es suficiente baremo. Puede ocurrir que solo reciban financiación las elites o los grandes centros donde se agrupan los grandes científicos. Insisto en que hay
grupos pequeños que realizan labores muy destacadas y hay que ser muy cuidadosos con los recortes. Se puede perder el hilo conductor de la ciencia.
­Volvamos al cáncer. Cáncer y envejecimiento están íntimamente relacionados. ¿El cáncer es el precio que debemos pagar por vivir más?
­Es uno de los precios que pagamos. Está claro que en las sociedades desarrolladas se vive más y hay mas oportunidades para que se produzcan acontecimientos
fundamentales en el cáncer que es la acumulación de daño genético o epigenético. Vivimos más, acumulamos más daños en el genoma o epigenoma y tenemos más
posibilidades de desarrollar tumores. Al mismo tiempo, aprendemos más y conocemos mejor los mecanismos y podremos desarrollar estrategias para que los binomio
de la vida sigan funcionando.
­Antes la búsqueda de la inmortalidad era una ocupación de charlatanes. Hoy grandes grupos de investigación buscan tratamientos
antienvejecimiento, pero los pasos que se dan en el laboratorio no parecen llegar a la clínica.
­La ciencia del envejecimiento y de la longevidad es una ciencia en construcción . Creo que, sin duda, proporcionará claves para que se pueda vivir mejor. Para vivir
más, antes tenemos que entender muy bien cuáles son los mecanismos y cómo se puede intervenir sobre ellos. Así, tal vez, se pueda buscar un camino para prolongar la
vida. No creo que a corto plazo haya un cambio extraordinario en este sentido. En distintos campos se están produciendo avances significativos que se basan en la idea
de que si bien el envejecimiento es evolutivamente inexorable, la longevidad es plástica y por tanto se puede manejar a través de tres vías fundamentales: cambios o
estudios genéticos, reprogramaciones epigenéticas y tratamientos farmacológicos. Son intervenciones directas y muchas de ellas están relacionadas con los estilos de
vida. Los secretos están en el genoma y en la manera en la que el genoma dialoga con el ambiente. Y esto hace que la longevidad pueda ser plástica o menos plástica. Al
menos, hasta alcanzar los 122 años que es el máximo que un ser humano ha vivido. En las últimas estadísticas ha aumentado de una manera extraordinaria el número de
centenarios. No parece difícil llegar a los cien años. Sin embargo, no está aumentando de la misma manera el porcentaje de «supercentenarios», personas que pasan de
los 110.
­¿Qué habrá que hacer para superar esa barrera?
­Probablemente para dar este paso adicional haya que realizar una intervención. No bastará con mejorar la calidad de vida, tratar bien las infecciones o controlar las
enfermedades cardiovasculares. Todo esto ha funcionado para alcanzar la categoría de centenario pero no la del supercentenario. Ahí está el terreno de la ciencia. Y,
desde luego, hay intervenciones muy interesantes en marcha, lo que sucede es que deben estar sometidas a un escrutinio que pueden tener resultados contradictorios,
como ha pasado con la teoría de la restricción calórica.
­La idea de que comer poco alarga la vida parecía la teoría más asentada y acaba de derrumbarse en una nueva investigación. ¿Debemos
verlo como un fracaso?.
­Uno de los objetivos de la ciencia del envejecimiento es precisamente arbitrar estrategias basadas en mecanismos moleculares que permitan mejorar la calidad de vida.
En este sentido, la restricción calórica, sí funciona. En ese estudio, se vio cómo los primates sometidos a una dieta muy baja en calorías mejoraban su calidad de vida. Y
esto es un hallazgo muy interesante. Se había observado en otros animales de laboratorio, pero no en organismos tan próximos a nosotros. De todas formas, todo esto
está sometido a un escrutinio continuo y ya veremos los resultados.
­¿En su opinión cuál es la opción más prometedora?
­Creo en la búsqueda de miméticos de las rutas de control metabólico, sustancias que induzcan procesos beneficiosos para la salud. En mi laboratorio, estamos
explorando las conexiones entre inflamación y envejecimiento para comprobar si estrategias antiinflamatorias pueden extender la longevidad.
El científico comunicador
N. R. C MADRID
El perfil de Carlos López­Otin se podría esbozar a trazo grueso con un resumen de sus datos biográficos y profesionales. Nació en Sabiñánigo (Huesca), estudió
Química en Zaragoza y más tarde Bioquímica en Madrid. Ha pasado por la Universidad de Lund (Suecia), el Centro de Biología Molecular (Madrid) hasta llegar a la
Universidad de Oviedo, donde dirige el Departamento de Bioquímica y Biología Molecular. Pero estos datos aislados no reflejan la personalidad de un científico
que es un «rara avis» en España. López­Otin es también el investigador que disfruta con la misma intensidad tratando de resolver el rompecabezas de la leucemia
que dando clases a sus alumnos para formar una nueva cantera de científicos. A esas dos pasiones se suma, su capacidad para llevar el conocimiento científico a
todos los foros posibles, adaptando su ciencia para todos los públicos. Exprime el tiempo, aunque en una proporción en la que siempre gana la investigación. Se
levanta a las seis de la mañana para estudiar, leer los trabajos científicos de otros e intentar pensar antes de iniciar su batalla cotidiana. Su lema: «Tratar de
aprender más para enseñar mejor y conocer más para poder curar»
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