EL TRIBUTO-IMPUESTO

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El tributo
Concepto
Por primera vez en nuestro Derecho positivo, la LGT, define el
tributo:
Los tributos son los ingresos públicos que consisten en prestaciones
pecuniarias exigidas por una Administración pública como
consecuencia de la realización del supuesto de hecho al que la ley
vincula el deber de contribuir, con el fin primordial de obtener los
ingresos necesarios para el sostenimiento de los gastos públicos.
Podrán servir como instrumento de la política económica general y
atender a la realización de los principios y fines contenidos en la CE.
Desde una perspectiva constitucional, el tributo constituye una
prestación patrimonial de carácter público que se satisface a los
entes públicos y grava un presupuesto de hecho o hecho imponible
revelador de capacidad económica fijado en la Ley.
Las notas características del tributo son:
El tributo grava una determinada manifestación de capacidad
económica; De conformidad con el art. 31.1 de la CE, ésta
constituye la nota definitoria del tributo. La detracción de riqueza
ha de realizarse de conformidad con el criterio de capacidad
económica. El legislador ordinario, al tipificar los distintos hechos
cuya realización genera la obligación de tributar, debe inspirarse en
el principio de capacidad económica, que actúa como verdadero
principio material de justicia en el ámbito del ordenamiento
tributario. Sorprendentemente este elemento esencial de tributo
no se ha incorporado expresamente en la definición legal de
tributo. Sólo se contempla de forma indirecta, al señalar que la
prestación pecuniaria en que el tributo consiste es consecuencia de
la realización del supuesto de hecho al que la ley vincula el deber
de contribuir.
Dos cosas sorprenden en la definición legal de tributo, la falta
de mención a la capacidad económica y el rodeo terminológico que
se da, supuesto de hecho al que la ley vincula el deber de
contribuir, lo que es lo mismo: hecho imponible.
El tributo constituye hoy el más típico exponente de los ingresos
de derecho público.
El tributo consiste generalmente en un recurso de carácter
monetario, aunque en ocasiones pueda consistir en la entrega de
determinados bienes, de naturaleza no dineraria.
El tributo no constituye nunca la sanción de un ilícito, salvo que,
la sanción consista en la extensión a cargo de un tercero de una
obligación tributaria. El tributo tiene unos fines propios, que no
pueden identificarse con lo que constituye el objetivo básico de las
sanciones, que no es otro que el de reprimir un ilícito.
El tributo no tiene alcance confiscatorio, como previene el art.
31,3 de la CE. La ausencia del principio de capacidad económica en
la ordenación jurídica de institutos confiscatorios, expropiación
forzosa, requisa, confiscación por razones excepcionales, etc, pone
de relieve que no existe ninguna analogía entre el tributo y los
referidos institutos, que responden a principios distintos.
El tributo, como prestación patrimonial impuesta, no obliga sólo
a los nacionales españoles, sino que afecta a todos cuantos tienen
relaciones económicas e intereses patrimoniales en territorio
español, obteniendo en él beneficios económicos. El art. 31,1 de la
CE establece que “todos contribuirán al sostenimiento de los gastos
públicos...”. Ello es consecuencia de la admisibilidad por los
distintos ordenamientos jurídicos del criterio de territorialidad en la
aplicación de las leyes tributarias. La nacionalidad a cedido paso al
criterio de residencia efectiva como criterio de sujeción a las leyes
tributarias.
El tributo consiste en una prestación pecuniaria exigida por una
Administración Pública.
La obligación tributaria se identifica con la principal del sujeto
pasivo: el pago del tributo.
El pago del tributo, es una obligación de Derecho público, cuyo
objeto consiste en una prestación patrimonial a favor del Ente
público.
El tributo tiene como finalidad esencial posibilitar la financiación
del gasto público, aunque puede dirigirse también a satisfacer otros
objetivos públicos: propiciar creación de empleo, estimular el
desarrollo económico, etc.
Los tributos, cualquiera que sea su denominación, se clasifica en
tasas, contribuciones especiales e impuestos:
TASAS
Son los tributos cuyo hecho imponible consiste en la utilización
privativa o el aprovechamiento especial del dominio público, la
prestación de servicios o la realización de actividades en régimen
de derecho público que se refieran, afecten o beneficie de modo
particular al obligado tributario, cuando los servicios o actividades
no sean de solicitud y recepción voluntaria para los obligados
tributarios o no se presten o realicen por el sector privado.
IMPUESTOS
Son los tributos exigidos sin contraprestación cuyo hecho
imponible está constituido por negocios, actos o hechos que ponen
de manifiesto la capacidad económica del contribuyente.
La diferencia entre tributos y tasas, radica en el hecho cuya
realización genera el nacimiento de la obligación de contribuir; el
hecho imponible.
En la tasa, nos encontramos ante una actividad administrativa de
la que se deriva un beneficio o ventaja especial para una
determinada persona, o en una actividad administrativa que afecta
especialmente a un administrado o, por último, en una utilización
por el particular del dominio público (Ej.: la tasa percibida por un
ayuntamiento en concepto de licencia de obras).
En las contribuciones especiales nos encontramos también ante
determinadas actividades administrativas que producen un
beneficio especial a determinados grupos de personas (la
instalación de una red de alumbrado público).
Por último, el impuesto, es una obligación de pago nacida con
independencia de toda actividad administrativa. El impuesto se
paga porque se pone de relieve una determinada capacidad
económica, sin que la obligación impositiva se conecte causalmente
con actividad administrativa alguna. Ejemplo. Impuesto sobre la
renta.
El impuesto constituye la categoría tributaria por antonomasia. Se
paga porque se ha realizado un hecho que es indicativo de
capacidad económica, sin que tal hecho necesite ponerse en
relación con ninguna actividad administrativa. En el caso de la tasa
y las contribuciones especiales la presencia del principio de
capacidad económica aparece más diluida.
El impuesto
Concepto y caracteres
El art. 2.2. C de la LGT dispone que: “son impuestos los tributos
exigidos sin contraprestación, cuyo hecho imponible está
constituido por negocios, actos o hechos que ponen de manifiesto
la capacidad económica del contribuyente.
El impuesto aparece definido como un tributo sin contraprestación,
porque la ausencia de contraprestación no constituye nota
distintiva del impuesto ni de ninguna otra categoría tributaria. El
tributo, jurídicamente, constituye una obligación ex lege, no
negocial o contractual, lo que supone que la disciplina de los
elementos esenciales de la obligación tributaria está contenida en
la ley, como expresa la CE 31.3 y la propia LGT. Lo que quiere decir
es que el presupuesto de hecho del impuesto, cuya realización
genera la obligación de contribuir, no aparece específicamente
contemplada actividad administrativa alguna.
El hecho imponible debe poner de manifiesto la capacidad
económica del contribuyente, es decir, de la persona que realiza el
hecho imponible.
Lo que ocurre es que tradicionalmente se atribuyen al impuesto, la
especie tributaria por excelencia, las notas propias del género
tributo, sin reparar en que tales notas deben concurrir en todas las
especies tributarias.
La nota diferencial del impuesto hay que identificarla en el
elemento objetivo del hecho imponible, en el que, a diferencia de
las otras especies tributarias, no aparece contemplada ninguna
actividad administrativa.
Esta es la verdadera diferencia del impuesto.
Clases de impuestos
Limitada la clasificación al campo del Derecho, parece conveniente
elegir como criterio de clasificación, al presupuesto de hecho del
impuesto, criterio que también empleamos para diferenciar las
distintas categorías tributarias.
Según el presupuesto de hecho del impuesto tenemos las
siguientes categorías:
Impuestos personales y reales
Impuestos personales
Son aquellos en los que el elemento objetivo del presupuesto
de hecho sólo puede concebirse por referencia a una persona
determinada, de tal suerte que ésta actúa como elemento
constitutivo del propio presupuesto. Son de tal naturaleza los
impuestos que recaen sobre la renta global o sobre el patrimonio
de una persona física o jurídica individualizada. Son impuestos que
no pueden ser pensados sin ponerlos en relación con una
determinada persona.
Impuestos reales
son aquéllos que se asientan sobre un elemento objetivo, cuya
intrínseca naturaleza se determina con independencia del
elemento personal de la relación tributaria. El elemento objetivo
del presupuesto de hecho es constitutivamente autónomo. Puede
ser pensado y definido por la norma, sin referencia a ningún sujeto
determinado. El Impuesto sobre transmisiones patrimoniales que
grava la adquisición de un determinado bien o derecho es un
ejemplo de impuesto real.
Impuestos subjetivos y objetivos
Impuestos subjetivos
Son aquellos en los que el elemento subjetivo del hecho
imponible -las circunstancias personales del sujeto pasivo- es
tenido en cuenta en el momento de cuantificar el importe de la
deuda tributaria.
Impuestos objetivos
Son aquellos en los que las circunstancias personales del
obligado al pago no son tomadas en consideración en el momento
de cuantificar el importe de su deuda.
Se puede pensar que esta clasificación coincide con la que distingue
entre impuestos personales y reales, de tal suerte que los
impuestos personales serían también subjetivos y los impuestos
reales serían objetivos. Sin embargo, no siempre se produce tal
identidad.
Impuestos periódicos e instantáneos
Impuestos periódicos
son aquellos cuyo presupuesto de hecho goza de continuidad
en el tiempo, de forma que el legislador se ve obligado a
fraccionarlo, de tal suerte que a cada fracción resultante asocia una
deuda tributaria distinta (Ej. el impuesto que grava la obtención de
renta).
Impuestos instantáneos
son aquellos impuestos cuyo presupuesto de hecho se agota,
por su propia naturaleza, en un determinado período de tiempo.
No quiere decir que su duración haya de ser fugaz, sino que basta
con que no se prolongue indefinidamente (Ej. el caso del IVA).
Impuestos directos e indirectos
La distinción entre impuestos directos e indirectos nace en el
ámbito de estudios económicos, de que existen ciertos tributos que
gravan a las clases productivas, incidiendo sobre la riqueza social
mientras otros tributos recaen sobre las clases económicamente
improductivas. Por ello el tributo que grava las rentas agrarias
constituía el paradigma de impuesto directo, al gravar la fuente
productiva de la riqueza por excelencia y por el contrario el
impuesto indirecto por antonomasia será el que grava el consumo
de bienes.
Más que distinguir entre impuestos directos e indirectos, debe
hablarse de métodos impositivos directos y métodos impositivos
indirectos.
Impuestos fiscales y extrafiscales
Al analizar los caracteres que definen al tributo indicamos que su
finalidad esencial es financiar el gasto público, aunque se ha
generalizado la utilización del tributo, y de forma especial el
impuesto, como un medio de conseguir otras finalidades, creación
de empleo, fomento del desarrollo económico, ahorro de energía,
etc. De ahí que podamos distinguir:
Impuestos fiscales
Los tradicionales, aquellos cuya finalidad es financiar el gasto
público.
Impuestos Extrafiscales
Aquellos cuya finalidad está encaminada a la consecución de
esos otros objetivos.
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