El reinado de Carlomagno

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Ambientada en la Francia de finales del siglo xIv, cuando el país luchaba todavía contra
Inglaterra en la conocida como Guerra de los Cien Años, esta historia nos muestra
una visión entre cruda, irónica, salvaje, despiadada y libertina del teatro de la vida.
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paninicomics.es
arqueología, historia y viajes sobre el mundo MEDIEVAL 50
EL REINADO DE CARLOMAGNO
DE ENRIQUE SÁNCHEZ ABULÍ Y OSWAL
AÑo IX
EL ÚLTIMO TRABAJO
www.revistamedieval.com
NÚMERO 50
El reinado
de Carlomagno
Historia Militar
La batalla
de Potiers
5,95 €
Comercio
El comercio
y los vikingos
Nuevos Temas
La llegada de los Scotti a Caledonia
E S P E C IAL ILU M I N A N D O LA E DAD M E DIA
Sumario
5 Editorial
86 Suscripción
88 En el próximo número...
Página 24 Canal Benidictino.
El flujo del conocimiento
6
El reinado de Carlomagno
Arte y Arquitectura
16
Arte y Arquitectura del siglo IX
Iluminando la Edad Oscura
24
Canal Benedictino
Política y Poder
30
De Wamba a Pelayo
Comercio
40
El comercio y los vikingos
Literaura
Mujeres y arquitectura
en la poesía preislámica
52
Página 40
El comercio y los vikingos.
Página 62
San Martín de Braga.
Perfiles
62
San Martín de Braga (De Dume)
Religión
68
El Zoroastrismo y el Cristianismo en la Persia Sasánida
Nuevos Temas
78
La Llegada de los Scotti
a Caledonia
Página 78
La llegada de los Scotti a Caledonia.
www.revistamedieval.com 3
EDITORIAL
Número especial
E
stimados lectores, deseamos que este esperado número 50 de la revista Medieval sea de su
agrado. Debido al carácter significativo de alcanzar medio centenar
de números publicados bajo este
emblema, tomamos la decisión de
dedicar este ejemplar a un tema en
concreto y hacer algo un poco especial.
Como historiadora especialista en
el periodo altomedieval (“la cabra tira al monte”, que diríamos
en Cantabria), decidí escoger este
tema entre las múltiples propuestas, no solo por cuestión de preferencia, sino también de logística.
Como podrán observar, este número viene con más artículos de
lo normal, así que por este motivo,
nos pareció oportuno dedicar la revista a los cinco siglos que abarca
este periodo, prestando especial
atención a las culturas, figuras y
movimientos que marcaron lo que
normalmente se ha denominado
Edad Oscura.
Algunos de los temas aquí recogidos les resultaran familiares, como
Carlomagno y su predecesor Carlos
Martel. Y, siendo la historia de la
península Ibérica tan rica en acontecimientos en esta época, no podíamos dejarla al margen, y por lo
tanto los ancestros visigodos también se pasean por nuestras páginas. Del mismo modo encontrarán
referencias a cuestiones teológicas
y de religión, no obstante, fuera
de lo corriente: el Zoroastrismo
hace su aparición en este especial.
También os invitamos a visitar las
tierras lejanas del Norte con los
Vikingos y sus expediciones comerciales, así como las migraciones en
el área de Caledonia.
Finalmente, encontrarán temas
poco conocidos. Conocerán a San
Martín de Braga, importante filósofo de la época, y otros intelectuales que formaron parte del ca-
nal Benedictino. Y, como no podía
ser de otra manera, las artes muestran su valía es este periodo tan increíblemente activo: de la mano de
la literatura pre-Islámica y del arte
y la arquitectura del siglo IX, verán
surcar los mares del conocimiento
perdido, no en una era de oscuri-
dad, sino de reluciente esplendor
cultural.
Lillian Céspedes
Directora
www.revistamedieval.com 5
el flujo del conocimiento
6
ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL
La gloria del Imperio Carolingio
El reinado
de Carlomagno
Ferran Salgado Serrano
Miembro de la Sociedad Española de Estudios Medievales
www.ferransalgado.com
A MEDIADOS DEL SIGLO VIII LA MONARQUÍA MEROVINGIA VIVIÓ SUS ÚLTIMOS DÍAS. LA DECADENCIA
EXISTENTE EN LA FAMÍLIA REAL Y EN EL REINO PROVOCARON EL FIN DE LA DINASTÍA. A RAÍZ DE
ESA DECADENCIA, LOS MIEMBROS DE OTRA FAMÍLIA ARISTOCRÁTICA, LOS CUALES DESEMPEÑABAN
LA FUNCIÓN DE MAYORDOMOS DE PALACIO DEL REY, SE ALZARON CON EL PODER TRAS EL “GOLPE DE
ESTADO” PERPETRADO POR PIPINO EL BREVE, QUE DESTRONÓ AL REY CHILDERICO III, INICIANDO ASÍ
LA MONARQUÍA CAROLÍNGIA. CARLOS, HIJO DE PIPINO, LOGRÓ EXPANDIR EL REINO Y ESTRECHÓ LA
RELACIÓN CON EL PAPADO, LLEGANDO A SER INVESTIDO EMPERADOR. PARA LA HISTORIA, CARLOS SE
CONVIRTIÓ EN CARLOMAGNO (KAROLUS MAGNUS).
T
ras la desaparición del Imperio Romano de Occidente, a finales del siglo V el
pueblo franco, gracias al propio ejemplo
de su rey Clodoveo I (481-511), se convirtió al
cristianismo. El reino merovingio llegó a ser, sobre todo a partir de la Batalla de Vouillé (507),
uno de los más relevantes reinos nacidos de la
desintegración romana. Los descendientes del
rey Clodoveo I se caracterizaron por cualidades
bastante positivas, como la capacidad combativa
y victoriosa, hasta la creencia de poseer el don de
la cura que, según Gregorio de Tours, se transmitía por vía paterna. Aún así, a finales del siglo
VII, tras la Batalla de Tertry (687), la dinastía inició un declive del cual ya no supo sobreponerse.
Prueba de ello era el adjetivo de “holgazanes”
por el que fueron apodados a raíz de la vinculación pagana aún existente entre la realeza.
Según Eginhardo, el biógrafo de Carlomagno,
esta descripción peyorativa de los últimos reyes
merovingios estaba inducida a fin de demostrar
que ya no eran dignos de llevar la corona y debían ser depuestos de su dignidad real. La batalla
de Tertry enfrentó a los mayordomos de palacio
(maior domus), una especie de primer ministro, de Neustria (territorio nuevo occidental) y
a las tropas acaudilladas por Pipino de Heristal,
mayordomo de palacio de Austrasia (territorio
nuevo oriental). La victoria fue para Pipino, que
unificó ambos territorios francos en un solo reino, aunque él jamás se intituló rey, dejando que
continuaran los merovingios sin apenas poder.
EL “GOLPE DE ESTADO”
DE PIPINO III EL BREVE
Este acontecimiento, el “golpe de estado”, no
fue el resultado de un hecho repentino, sino que
era la culminación de un proceso de afirmación
de un linaje, el de los mayordomos de palacio
austrasianos, frente a la monarquía merovingia y
al resto de la aristocracia franca, desde Pipino II
de Heristal, pasando por Carlos Martel y Pipino
III el Breve.
Para consolidar su poder, Pipino el Breve quiso apoyarse en el papado, a fin de legitimar su
linaje y en consecuencia contrarrestar la influencia de la monarquía merovingia. Este interés en
el papado radica en que los carolingios, al romper la fidelidad al rey y al mismo tiempo atentar
con todo lo que representaba el linaje merovingio, tenían que limpiar su reputación.
Para ello, Pipino envió a Fulrado, abad de
Saint Denis y Buchardo, obispo de Wurzburgo,
con el propósito de entrevistarse con el pontífice
Zacarías. En la reunión mantenida con el Papa,
los dos representantes le plantearon que el rey
de los francos no fuera aquel que lo era nominalmente (Childerico III), sino quien realmente
tenía el poder (Pipino III el Breve). La respuesta
del pontífice fue positiva para los intereses de los
carolingios, pues Zacarías afirmaba que quien
debía ser rey era quien ostentaba el poder a fin
de no alterar el orden establecido. El Papa se escudó en una antigua tradición de teoría política
que decía que “rey” viene de “reinar”, por lo cual
quien ya no reina no puede ser rey.
Una vez logrado el beneplácito del Papa Zacarías, Pipino llevó a cabo su plan. A finales del
751 reunió a toda la aristocracia franca en la localidad de Soissons, haciéndose erigir rey de los
francos, deponiendo así a Childerico III, el último rey merovingio. Éste fue tonsurado y llevado
a un monasterio.
A fin de legitimar todavía más su posición
como rey, Pipino se hizo sacralizar mediante la
unción regia. La unción era un rito originario de
los reyes de Israel, que había sido recuperado
gracias al uso que hicieron los reyes visigodos. El
nuevo monarca carolingio fue ungido con óleo
santo, sacralizando de ese modo a la propia persona física como representación de Dios y como
www.revistamedieval.com 7
arte y arquitectura
16
ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL
Arte y arquitectura
del siglo IX
Nancy Mármol
D
entro de la edad medieval, puede decirse que se compuso de tres culturas
básicas, una europea occidental, cuyo
centro fue Roma, otra europeo oriental con
centro en Bizancio y otra cuyo origen se encontró en el Oriente Medio y el Norte de África.
Si nos trasladamos un poco más atrás, tenemos que destacar la impronta que dejó en Europa y desde aquí al resto del mundo, la cultura
grecolatina, es decir, mencionar la herencia de
la Grecia clásica con tintes de la cultura Romana.
En este artículo nos referiremos al período
correspondiente a la Alta Edad Media, época
en la cual desde el punto de vista artístico se lo
conoce como Prerrománico, más precisamente
al arte y la arquitectura del siglo IX en el período Bizantino hasta llegar al arte del Renacimiento Carolingio.
LOS PIONEROS
Según dónde nos encontremos en el continente europeo y junto a su división geográfica se
pueden distinguir distintas formas del arte románico, entre ellos el arte Bizantino que refleja la unión de la tradición romana, helénica y
oriental. Este arte comienza en el siglo IV en la
época del emperador Constantino estableciendo a Constantinopla como capital de Bizancio,
se desarrolló y se expandió por varias regiones
del sur europeo. Es así que se lo puede organizar y analizar en cinco etapas: la primera a partir
del siglo V, con un arte propio del Imperio Romano de Oriente; la segunda, a partir del siglo
VI con el emperador Justiniano, culminando en
el siglo IX, casualmente en este período y como
consecuencia de la influencia del Islam, se prohibieron las imágenes de origen religioso y en
especial la figura humana, éstas son reemplazadas por figuras muy recargadas con formas de
plantas y flores junto a figuras geométricas. Más
adelante en el año 842 aproximadamente, la
Iglesia Ortodoxa oriental permitió la utilización
de íconos; la tercera, apareció el denominado
arte bizantino medio; la cuarta, el bizantino tardío, en el siglo XI y la quinta etapa, a partir de
1453, Constantinopla cayó en poder de los turcos, esta cultura siguió su camino y desarrollo
hacia los pueblos eslavos del norte: Rusia.
ARTE BIZANTINO
La arquitectura bizantina es esencialmente religiosa aunque no podemos descartar la importancia que tuvieron los edificios civiles. Es un
estilo que tuvo su protagonismo desde el siglo
IV hasta el siglo XV. Debido a su larga participación se la divide en tres etapas: una inicial,
intermedia y final.
Antes de mencionar las características de
cada etapa es bueno que recordemos que el
arte bizantino, es un arte de tipo oficial y lujoso
con esto decimos que el rol del poder eclesiástico junto al poder civil paralelamente asociado a
la fe ortodoxa, marcaron lo que hoy conocemos
como arte bizantino.
Por otra parte el entorno geográfico coincide con la expansión de este estilo en el cual
la historia, en constante cambio por los hechos
políticos, económicos y sociales, influenciaron a
este período la arquitectura romana, el oriente medio y aquellos países relacionados con la
iglesia ortodoxa, la arquitectura carolingia, y
con ésta, a la arquitectura románica. Actualmente las regiones de mayor aporte del arte bizantino corresponden a Grecia, Turquía, Italia,
Rumania, Bulgaria, Siria, Palestina, Ucrania,
Bielorrusia y Rusia.
La discordia iconoclasta, entre los años 726
y 843, hicieron que los iconoclastas (en contra
de las imágenes) y los iconódulos (a favor de
las imágenes), produjeron una crisis artística
debilitando las imágenes figurativas. Después
de esta lucha comenzó, alrededor del año 850,
el denominado arte bizantino medio que permaneció hasta al año 1204, cuando Constantinopla, conquistada por los Cruzados, empezó
a afianzarse los aspectos espirituales y formales
propios del arte bizantino.
Materiales constructivos
y naves edilicias
Los materiales, técnicos y constructivos que caracterizaron a Bizancio fueron la utilización del
ladrillo y la piedra, heredados del mundo romano y paleocristiano para revestir los interiores y
exteriores de sus iglesias. Los arcos, de medio
punto, junto a las columnas clásicas y el nuevo
sentido de espacialidad, representada por una
cubierta en forma de cúpula sobre pechinas,
es decir, triángulos cuyos ángulos de forma esférica para desembocar a una planta cuadrada
a la forma circular de la cúpula, esta última
construida con hiladas concéntricas de ladrillos
cuyas coronas de radio van decreciendo cuyo
refuerzo dada por un mortero, simbolizando el
cosmos celestial.
www.revistamedieval.com 17
ILUMINANDO LA EDAD OSCURA
El flujo del conocimiento técnico
en la Alta Edad Media Europea
El canal
benedictino
Dr. Eduardo Juárez Valero
Uned
E
ntre 1110 y 1140 un enigmático
monje benedictino que firmaba
sus escritos bajo el pseudónimo de
Theophillus Presbyter escribió una significativa recopilación de todas las artes dominadas por el hombre conocida como Schedula
diversarum artium. A lo largo de sus tres
libros, Theophillus describió las principales
artes decorativas empleadas durante la Alta
Edad Media. Si bien las técnicas descritas en
sus libros han sido criticadas a lo largo de la
historia por la inexactitud de las proporciones
expresadas, se puede afirmar que se trató de
uno de los primeros compendios de arte; probablemente, la primera enciclopedia de artes
aplicadas. La mayoría de los especialistas que
han investigado sus páginas, han concluido
de un modo acertado que entre las líneas del
la Schedula se puede conocer la variedad genérica de las artes empleadas a lo largo de la
Alta Edad Media.
Sin embargo, a pesar del tiempo transcurrido y del más que seguro uso que durante
el Medievo se hizo de lo allí contenido, aún
sigue siendo un misterio la procedencia de las
fórmulas expuestas y, sobre todo, la identidad
de Theophillus Presbyter. Uno de los principales estudiosos de la Schedula, el historiador
alemán Eckhard Freise, estableció un paralelismo más que probable entre Teophillus
Presbyter y el monje benedictino Roger del
Hellmarshausen a principios de los años 80
del siglo XX.
Siguiendo a Freise, Roger-Theophillus
Artesanos en el taller. Pintura de Manuel Niklaus. s. XVI. Berna, Kunstmuseum
24
ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL
viajó a lo largo de su vida desde su Grecia
natal, adquiriendo destreza en las diversas artesanías hasta, finalmente, acabar sus días en
la abadía de Hellmarshausen a principios del
siglo XII. Su presencia o, al menos, la presencia de su arte, quedó patente en varias abadías centroeuropeas, entre ellas la iglesia de
San Pantaleón de Colonia o la abadía de Stavelot. En ambos casos, las influencias orientalizantes o, mejor dicho, bizantinas, quedaron
patentes, tanto en sus trabajos como en sus
escritos, consolidando la hipótesis de Freise.
Aunque es cierto que la inexactitud de
las fórmulas de Roger-Teophillus hacía poco
interesante desde un punto de vista práctico
sus trabajos, su libro dedicado al arte del vidrio convirtió la Schedula en el primer ma-
Detalle de un taller. Pintura de David Teniers. s. XVII.
www.revistamedieval.com 25
politica y poder
El poder en Hispania antes
y después del año 711
De Wamba
a Pelayo
Daniel Gómez Aragonés
historiador
T
odo comienza con una gran pregunta.
Esta incógnita siempre se abre con
un “por qué” o bien con un “cómo”.
En el caso que nos ocupa, el lector debe saber que es muy complicado establecer con
una rotundidad abrumadora el porqué y
cómo el reino más sobresaliente del occidente europeo pasó de derrotar a bizantinos y a
francos, a caer en un periodo relativamente
breve de tiempo ante la nueva potencia política y militar de la época: los musulmanes. El
debate historiográfico siempre estará abierto,
por ello el lector nunca dejará de hacerse
preguntas.
Antes de comenzar a desentrañar la situación de Hispania en el verano del año de
Nuestro Señor de 711, es necesario ver la
situación político-social que acontecía a los
hispanovisigodos que poblaban la piel de toro
para sumergirnos posteriormente en la invasión y conquista musulmana, y acabar así con
el inicio de ese largo proceso histórico de más
de ochos siglos que todos conocemos como la
Reconquista.
Del último gran rey
al principio del fin
En septiembre del año 672 el rey Recesvinto moría en la villa de Gerticos. Dado el
carácter electivo de la monarquía visigoda,
los magnates del reino eligieron a Wamba
como sucesor, el cual fue proclamado rey
en la urbs regia, es decir, en la ciudad de los
reyes, Toledo. Dicho monarca representaría
el último gran gobernante de la Hispania
goda, o al menos así lo consideran varios de
los máximos expertos en la materia partiendo
de la base de los acontecimientos que se pro30
dujeron posteriormente. Así, el sucesor de
Recesvinto sometió con puño de hierro a los
siempre rebeldes vascones y tras una brillante campaña militar donde el ejército real visigodo dio muestras de su poder al combinar
fuerzas militares terrestres y navales, derrotó
a un grupo de nobles sublevados en parte de
la provincia de la Tarraconense y en la provincia de la Narbonense (al sur de la actual
Francia). La rebelión estuvo encabezada por
un antiguo hombre de su confianza, el duque
Paulo, quien sería finalmente apresado. Después de la grandiosa victoria Wamba regresó
triunfante a Toledo donde fue recibido con
todos los honores.
Además, este monarca intentó mejorar el
funcionamiento de la monarquía que regía a
los hispanovisigodos. Para ello, promulgó una
serie de leyes que no contaron con el beneplácito ni de la gran nobleza ni de la Iglesia.
Ambos estamentos sustentaban a la Corona y
eran claves para un correcto funcionamiento
de la monarquía y del estado en sí. Wamba
dictó una nueva ley referida al reclutamiento
de tropas en caso de rebelión o de invasión
del territorio por parte de enemigos externos,
buscando que ningún miembro del reino se
eximiese de sus deberes militares y controlar
de una manera más efectiva el estado dentro
de las particulares circunstancias que tiene
una monarquía de carácter electivo. Dicha
ley consistía en que la nobleza, los jefes del
ejército, los hombres libres e incluso los religiosos que estuvieran en un radio de menos
de 100 millas de donde se produjera el incidente, debían marchar con sus fuerzas militares al lugar lo más rápido posible. Se recogían castigos muy severos para aquellos que
ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL
no acudiesen a dicho lugar, pudiendo llegar
a perder sus bienes y posesiones. Esta normativa afectaba de lleno a los nobles, siendo
muchos de ellos muy reticentes a la hora de
enviar a sus hombres a conflictos armados
en favor del rey de turno. Por su parte, los
clérigos no aceptaban la movilización militar.
Estos hechos, junto a la intromisión de Wamba en asuntos meramente eclesiásticos como
por ejemplo la creación nuevos obispados,
supusieron la unión entre buena parte de la
nobleza y de la Iglesia para expulsar del trono a Wamba, apostando así por un monarca
menos enérgico y menos centralizador en el
ejercicio de su poder, y más dado a la autonomía de los dos grandes estamentos.
Diferentes fuentes históricas apuntan a un
complot urdido por el conde Ervigio y quizás también por el mismísimo metropolitano
de Toledo, Julián. Esta intriga palaciega digna de la mejor novela histórica consistió en
la administración de algún tipo de narcótico
al rey, provocando que éste sintiera cercana
su muerte y solicitando así que le fuesen administrados los sacramentos pertinentes y la
tonsura eclesiástica, hechos que inhabilitaban a cualquier hombre para poder ser rey,
tal y como especificaba la legislación visigoda.
Ante dicha situación, Wamba designó como
sucesor a Ervigio, el cual fue ungido por su
amigo el arzobispo Julián en octubre del año
680. Bien antes o bien después de esta designación, Wamba recuperó el vigor físico e
intentó recuperar el trono pero ya era demasiado tarde.
Durante su mandato el nuevo monarca
siempre estuvo apoyado por el primado de
Toledo, Julián, desarrollando su política (la
Escultura idealizada del monarca visigodo Wamba en la villa vallisoletana del mismo nombre. Curiosamente es la única localidad de la geografía española
que contiene la letra “w” en su topónimo. Tanto su antecesor, Recesvinto, como Wamba, son dos reyes fundamentales en la Historia de España.
cual fue claramente pro eclesiástica y antijudaica) en los concilios XII y XIII de Toledo.
Además suavizó la anterior ley militar dictada
por Wamba y promulgó una amplia amnistía
en favor de gran parte de la aristocracia que
había participado en la citada rebelión del
duque Paulo en la Narbonense. Del mismo
modo, dictó una amnistía fiscal condonando
los impuestos impagados anteriores a su reinado. Ervigio también tuvo que hacer frente
a las fuertes tensiones sociales representadas
por las malas cosechas, las hambrunas y la
presión que provocaban muchos magnates
sobre pequeños propietarios campesinos, la
cual conllevó a que un número importante
de éstos pasara a tender lazos de dependencia con algún señor. A estas situaciones hay
que sumarle la habitual fuga de esclavos que
tantos quebraderos de cabeza ocasionó a los
legisladores visigodos. Por ello, la nombrada
amnistía fiscal intentó suavizar esta dificultosa coyuntura económica y social.
Lo cierto es que el reinado de Ervigio
estuvo rodeado por el miedo del propio monarca a que le sucediera lo mismo que él
había provocado a su antecesor. Así, viendo
próximo el final de sus días, decidió proteger
a su familia mediante la promulgación de varias leyes y casando a una de sus hijas con el
hombre más sobresaliente del clan familiar
de Wamba, Egica, quien fue designado como
sucesor y posteriormente subió al trono en el
año 687.
A pesar de los intentos por parte de Ervigio de proteger a su familia y del mencionando matrimonio de su hija Cixilo con el nuevo
rey, tras su muerte Egica tomó duras represalias contra la familia del monarca anterior.
Todo ello, según diversas fuentes, siguiendo
los dictados del viejo Wamba, el cual aún vivía en un monasterio del norte peninsular.
A través de los concilios toledanos XV y
XVI conocemos un creciente clima de tensión político-social, que se tradujo en una
conjura para derrocar al propio Egica. Detrás
de la trama estaban miembros de la nobleza
laica y eclesiástica, destacando entre ellos el
nuevo arzobispo de Toledo, Sisberto. El rey
descubrió la conspiración, que fue duramente reprimida. Egica intentó fortalecer el poder real y la institución monárquica, contando siempre con la Iglesia y sus disposiciones
conciliares para que dieran legalidad a sus
actuaciones. Los intentos por favorecer un
mejor funcionamiento del estado por parte
de Egica repercutían, en muchos casos, en
un aumento de la tensión política. Fiel reflejo de esta circunstancia fueron las temibles
confiscaciones de gran parte de sus bienes
que sufrieron muchos aristócratas. Junto a
dicha coyuntura la tensión social se recrudeció en dos grupos bien diferenciados: por un
lado, los esclavos, que seguían escapando de
sus propietarios y manteniendo los eternos
problemas para los administradores y gobernantes. Y por otro lado tenemos a los judíos,
los cuales sufrieron una dura persecución
bajo este reinado, reafirmada a través de los
concilios toledanos. También hay que añadir
las malas cosechas que asolaron la península
Ibérica a finales del siglo VII y principios del
siglo VIII, e incluso la aparición de la peste.
Dichas circunstancias principalmente se cebaron con la población más humilde.
Egica asoció al trono a su hijo Witiza durante los últimos años de reinado y éste comenzó a gobernar en solitario a partir del año
702. Las crónicas asturianas queriendo dar
un toque providencialista al final del Reino
Visigodo, vislumbran el inicio del apocalipsis
godo con el albor del reinado de Egica, llegando al culmen bajo el gobierno de Witiza
y el triste ocaso con el malogrado Rodrigo.
El reinado de Witiza divide a gran parte
de la posterior historiografía y por ende a muchos de los actuales historiadores. Las luces
y las sombras cubren el gobierno del hijo de
www.revistamedieval.com 31
HISTORIA MILITAR
Carlos Martel
y la Batalla
de Poitiers
Ana Luisa Haindl
Profesora de Historia Medieval de la Universidad Gabriela Mistral en Santiago de Chile.
E
l año 732 es recordado en la historiografía occidental, por aquella importante batalla llevada a cabo entre
Tours y Poitiers, protagonizada por Carlos
Martel, mayordomo de Austrasia. Con su
victoria, logró frenar las incursiones musulmanas en el reino franco. Un triunfo que no
solo permitió la pervivencia de su reino y su
cultura, sino que además promovió a Carlos
Martel y a su linaje hasta el mismo trono.
El Reino Franco
Recordemos que los francos, provenientes
del curso bajo del Rhin, se desplazaron hacia
Bélgica en el siglo III y a fines del siglo IV se
convirtieron en federatti del Imperio Romano al norte de las Galias, intentando detener
las invasiones del 406. En el 451, lucharon
contra Atila, y 6 años después, contra los visigodos. Hasta el 482, se sabe poco de ellos.
Desde el límite meridional del Sena, comienzan a expandirse, aprovechando la desintegración del Imperio Romano de Occidente,
de la mano de su caudillo Clodoveo.
Fue Clodoveo quien unificó las distintas
tribus francas, agrupadas en salios y ripuarios. Él era un franco ripuario, y según el
mito, descendiente de Meroveo, especie de
“patriarca” de los francos. Un hombre del
mar, probablemente un pirata, que según la
leyenda era hijo de una mujer pez. No se han
encontrado fuentes contemporáneas a Clodoveo que hablen de él. Las primeras noticias
las tenemos de Gregorio de Tours, que escribió cien años después de su muerte.
primera realeza hereditaria de Occidente y
Clodoveo será uno de los tres reyes paradigmáticos de Francia, junto a Carlomagno y San
Luis. Clodoveo subió al trono hacia el 481,
siendo su primer objetivo el reino de Siagrio,
un reducto romano entre el Sena y el Loira,
que logró conquistar cinco años después.
En la batalla de Tolbiac (496) venció a los
alamanes cisrrenanos, logrando controlar Alsacia, Lorena y el Palatinado del Rhin. Fue
después de esta batalla que se convirtió, a
instancias de su mujer, la princesa burgundia
Clotilde. Y en la batalla de Voullié (506) acabó
con el reino visigodo de Tolousse, derrotando
a Alarico II. Los sucesores de Clodoveo in-
La dinastía merovingia se convirtió en la
36
ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL
tegraron el reino burgundio (534) y territorios visigodos como Aquitania. La expansión
siguió hasta Turingia (530), la Provenza ostrogoda (537), la Alemania Transrrenana (537) y
Baviera (555).
Es importante recordar que en esa época
no existían los conceptos de “Francia” y “Alemania” como unidades territoriales. Además,
los francos mantuvieron del derecho germano la idea de que el reino era la extensión de
la propiedad del rey. Por eso, cuando Clodoveo murió el 511, sus hijos se repartieron el
reino. Pero, la idea unitaria del reino franco
se mantuvo, ya que siempre éste tendía a
unirse, a falta de herederos.
Así, a la muerte de Clodoveo, Childeberto
heredó Soissons; Teodorico, Reims; Clodomiro, Orleáns; y Clotario, París. Este último,
tras la muerte de sus hermanos, reunificó el
reino, el que después volvió a dividirse entre
sus sobrinos. Con Clotario II, nuevamente
hubo un solo reino, el que su hijo Dagoberto
I heredó íntegramente. Pero, luego se repartió entre los hijos de éste, en lo que fue la
tradicional división del reino franco: Austrasia (parte oriental, siguiendo el curso de los
ríos Rhin y Mosela) y Neustria (hacia el Atlántico, siguiendo el curso del Sena).
Fue con la muerte de Dagoberto I, en 636,
cuando comenzó la decadencia de la dinastía
merovingia, ya que fueron sus sucesores los
llamados “reyes holgazanes”. El escaso interés por la política de los nuevos reyes, hizo
difícil una reunificación o una solución efectiva de los problemas locales que fueron surgiendo. Por eso, los reyes merovingios fueron
delegando su poder en diversos ministros: los
“mayordomos de palacio”, encargados de la
administración de distintas regiones del reino, como Borgoña, Neustria (que incluía París y Soissons) y Austrasia (Reims y la frontera
oriental).
Así como había una dinastía reinante,
los merovingios, también hubo familias que
crearon verdaderas dinastías como mayordomos de palacio, como la de Landen y, la más
célebre, la de Herstal, iniciada con Pipino I,
un austrasiano nombrado mayordomo por
Dagoberto I en 622. Su nieto, Pipino II de
Herstal, mayordomo de Austrasia a fines del
siglo VII, logró concentrar en su poder todas
las mayordomías, aunque fracasó al intentar
aplacar las rebeliones de aquitanos y bretones. Él era el padre de Carlos Martel, quien
heredó su cargo, trayendo un gran prestigio
para su dinastía.
Carlos Martel
Carlos Martel era hijo natural de Pipino de
Herstal y una concubina llamada Alpaida de
Bruyères. Su nombre, Karl, significa “hombre” o “varonil” en el dialecto franco, y se
cuenta que así decidió llamarle su padre.
Al ser hijo ilegítimo, Carlos no estaba considerado para suceder a Pipino II en el
cargo. El heredero era Grimoaldo II, nacido de su matrimonio con Plectrude. Pero
Grimoaldo fue asesinado por los opositores de Pipino, cuando se dirigía a Lieja.
Cuando Pipino murió en 714, todos sus
hijos legítimos habían muerto. Por eso, su
viuda intentó hacer valer los derechos de
su nieto Thiaud, de solo seis años. Plectrude instigó para que él heredase el cargo,
siendo ella quien ejercería una especie de
regencia. Para conseguir esto, logró hacer
encarcelar a Carlos, entonces de 29 años.
Esto provocó mucho descontento entre los francos, estallando una revuelta
entre los neustrios, férreos opositores de
la dinastía de Herstal, descontentos por el
hecho de ser gobernados por los austrasianos. También se rebelaron los aquitanos, y
para agravar más la situación, los frisones y
sajones aprovecharon para organizar nuevas invasiones en territorio franco. En ese
entonces, el rey era Dagoberto III, pero
como ya se ha explicado, quien realmente
gobernaba era el mayordomo de palacio,
por lo que la situación del reino franco en
aquel entonces era de anarquía y guerra
civil.
Carlos, aprovechando la derrota de
Plectrude contra los neustrios, logró escapar de su prisión y ponerse a la cabeza de
los austrasianos, logrando la victoria en las
batallas de Ambleve (716) y Vichy (717).
Sepulcro de Carlos Martel, Basilica de Saint-Denis. Francia.
Luego, tomó Colonia, donde estaba Plectrude y la obligó a reconocerlo como nuevo mayordomo de Austrasia. Tras afianzar
su liderazgo e imponerse sobre Neustria,
derrotando a Rainfroi, su líder, se enfrentó a los sajones, logrando expulsarlos de la
Renania.
En cuanto a su vida personal, Carlos
Martel se casó dos veces. Primero con
Chortrud, madre de Jerome, Carlomán y
Pipino. De su segunda unión con Sunnichila, nacieron Grifón y Chiltrud.
La Batalla de Poitiers
En tiempos de Carlos Martel, el reino fue invadido por los musulmanes. Éstos, tras conquistar el reino visigodo de Toledo en 711,
cruzaron los Pirineos, conquistando la Septimania, para luego avanzar hacia la Aquitania,
territorio al sur de Neustria, entre el Loira
y los Pirineos, cuya población nunca había
sido sometida del todo al dominio franco, ya
que originalmente pertenecía a los visigodos,
pero Clodoveo logró expulsarlos tras vencer a
Alarico II en la batalla de Voullié (507).
www.revistamedieval.com 37
Comercio
Algo más que belicosos guerreros
El comercio
y los vikingos
40
ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL
Francisco José Gómez Fernández
Licenciado en Historia
Alejada de la imagen guerrera y romántica de los vikingos, y casi eclipsada por ella, queda una de sus facetas no menos destacada, importante y complementaria de la anterior,
la mercantil. Cuesta imaginar a aquellos severos guerreros dedicados a otras labores
tales como la agricultura, la artesanía o el ya citado comercio, y sin embargo todas eran
compatibles entre sí, y se daban de modo simultáneo en la persona del vikingo. De modo
especial destacó su actividad comercial, dada la trascendencia económica que tuvo,
tanto para los protagonistas del artículo como para sus clientes; la importancia que los
hombres del norte desempeñaron como intermediarios en las transacciones entre productos y rutas asaz lejanas, y las consecuencias derivadas de la misma, tales como el nacimiento de la vida urbana en sus tierras de origen, lo que facilitó a la larga la pacificación de pueblo tan belicoso.
www.revistamedieval.com 41
LITERATURA
Mujeres y arquitectura
en la poesía preislámica
Alejandro Pérez Ordóñez
Laboratorio de Arqueología y Arquitectura de la Ciudad
(LAAC-EEA-CSIC) Asociación Papeles de Historia
52
ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL
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Perfiles
62
ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL
San Martín
de Braga
(De Dume)
Manuel Lázaro Pulido
Investigador en el Gabinete de Filosofía Medieval
de la Universida do Porto
L
as palabras del epitafio de san Martín
de Braga o de Dume, Gallicae in gremium divinis nutibus actus”, señalan la
vinculación interior de este hombre venido de
otras tierras a la Península Ibérica, en concreto
al Reino de los Suevos, el primer pueblo que se
separa del Imperio Romano (410) y que algunos
describen como un anticipo del far west americano: un lejano oeste analfabeto en el que solo
destaca el fuerte viento (Braulio de Zaragoza,
c. 590-651), ese que siempre está presente en
las tierras de Galicia y el norte de Portugal (la
Lusitania). Su paso, que fue definitivo, por el
oeste peninsular desmiente en cierta forma las
palabras del santo obispo zaragozano. Y es que
la labor de Martín de Braga contradice cualquier epíteto que niegue un valor intelectual. Y
su acusada personalidad, además, es contraria a
la futilidad y la transitoriedad, como atestigua la
fundación de una Escuela Dumiense y los tes-
timonios existentes sobre el obispo bracarense,
por ejemplo los de Isidoro de Sevilla en De viris illustribus, a los que se une una serie de evidencias escritas como la Historia Francorum de
Gregorio de Tours, los testimonios de Venancio
Fortunato y los de Pascasio de Dumio o las actas
del X Concilio de Toledo, por no citar sus autoreferencias aparecidas tanto en el citado epitafio
como en otros escritos (el Formula uitae honestae y el De uiris illustribus). Es a partir de estos
Escena litúrgica en una miniatura de Excultet. Catedral de Bari.
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RELIGIÓN
El Zoroastrismo
y el Cristianismo
en la Persia Sasánida
Marcos Uyá Esteban
Diploma de Estudios Avanzados en Historia Antigua por la Universidad de Granada
Licenciado en Antropología Social y Cultural por la Universidad de Granada
A
menudo, uno de los ejes vertebradores
de cualquier civilización es la religión,
que, en ocasiones, representa un papel crucial en la configuración y desarrollo del
estado. En el caso que nos ocupa, el Imperio
Sasánida, este axioma se cumplirá de manera
eficaz, ya que desde el primer momento de
su creación, religión y Estado irán juntos de la
mano, representados en la figura del sacerdote
y del monarca.
Debemos de remontarnos a principios del
siglo III de nuestra era para vislumbrar los orígenes de esta simbiosis. En el año 224 d. C., se
establecerán las bases del nuevo Imperio Sasánida que sustituirá al anterior Imperio Parto.
Su nuevo rey, Ardashir I, convertirá al Zoroastrismo, también conocida como Mazdeísmo,
fundado por Zoroastro hacia el siglo VII-VI a.
C., en la religión del nuevo estado declarando su fe en Ahura Mazda, dios de la sabiduría,
creador y promotor del cosmos, en detrimento
de Mitra, quien había sido adorado por los partos. Mucho se ha debatido sobre el porqué de
la adopción de esta religión como la base del
nuevo poder. Probablemente el monarca, para
legitimar su nuevo estatus, basó su autoridad,
al igual que lo hicieran otros, en la religión,
que en las sociedades antiguas estaba muy
arraigada y era muy respetada. Además, debía
de establecer, como pilar de apoyo, buenas y
estrechas relaciones con el sacerdocio, y con
el fin de recibir su aprobación, Ardashir I les
ofreció la religión de Zoroastro como la nueva
religión oficial del Estado, comprometiéndose
a difundirla por todos sus territorios siendo los
68
mismos sacerdotes los encargados de este proceso. Otras de las causas más plausibles de esta
nueva adopción fue el restablecer las antiguas
tradiciones persas que databan de la época del
Imperio Aqueménida. En efecto, durante el
anterior Imperio Parto, hubo una cierta relajación de las costumbres religiosas, en donde
la actitud tolerante fue una de las causas por
las que el Imperio tuvo influencias de otras
religiones, especialmente las referidas a los
cultos orientales y el Helenismo, por tanto, era
necesario una recentralización religiosa basada
en una uniformidad doctrinal. En este último
punto, también fue urgente la adopción de una
única fórmula institucional cimentada en una
sola doctrina. Parece ser que en los comienzos
del Imperio Sasánida, existían, al igual que en
el Cristianismo de la época, diversas corrientes
que podrían considerarse “heréticas”. Por ello,
el monarca y el sacerdocio se encargaron de
unificar el Zoroastrismo basado en unas creencias y prácticas comunes que pudieran ser aplicadas en todo el Imperio, para poder así evitar
que la diversidad crease conflictos internos y
diversas formas no ortodoxas de la religión. El
jefe de los sacerdotes, Tansar, comenzó a coleccionar los diferentes textos sagrados que se
encontraban dispersos para reunirlos en una
nueva versión del Avesta, versión que conocemos hoy en día gracias a la compilación realizada en este periodo, en base a la tradición oral,
que culminaría hacia el siglo VI, una vez que se
implantó un nuevo alfabeto fonético que fuera
más fácil en vez del alfabeto consonántico existente que resultaba inadecuado. No obstante,
ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL
sería el gran sacerdote Karter quien bajo los
reinados de Sapor I, Ohrmazd I, Bahram I y
Bahram II, fue el que realmente llevó a cabo
el proceso de unificación e institucionalización
de la nueva religión, oprimiendo con dureza a
quienes se oponían al Zoroastrismo, fundando
nuevos seminarios conocidos como Herbedestan, para la preparación de nuevos sacerdotes
y, además, estableció el culto al fuego no solo
en territorio sasánida sino incluso en otros territorios fuera del Imperio que anteriormente
fueron de dominio aqueménida y que estaban
en disputa con Roma, tales como Armenia o
Mesopotamia. El culto al fuego fue uno de los
ejes importantes en la religión de Zoroastro, ya
que el fuego significaba pureza y virtud, y para
sus seguidores, “reflejo de la verdad”. Los rituales se llevarían a cabo en los llamados “santuarios de fuego”.
Como se puede apreciar, es patente que
desde un primer momento, religión y Estado van unidos de la mano. En este sentido,
es aclaratorio un texto árabe del siglo décimo
cuyo autor fue Mas`udi: “Hijo mío, la religión
y la realeza son hermanos que no pueden estar
uno sin el otro, porque la religión es la base
de la realeza y la realeza es el protector de la
religión. Y si no tiene una base se derrumba y
lo que no tiene un protector, perece” (Murug
I, 586). Aquí, Arhasdir I insta a su hijo Sapor, el
futuro Sapor I, a que haga de la religión su fundamento monárquico y que se muestre como
protector de la religión. A pesar de esta profunda simbiosis que desde los inicios del Imperio
Sasánida se observa, cabe preguntarse si real-
El monarca y el sacerdocio se encargaron de unificar
el Zoroastrismo basado en unas creencias
y prácticas comunes. Miniatura. Free Library. Philadelphia.
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NUEVOS TEMAS
La Llegada
de los Scotti
a Caledonia
Miguel Ángel Badal Salvador
Escritor y Novelista
D
urante los siglos V y VI, la isla de
Britania, como otras partes de
Europa, vivió un intenso proceso
de cambio marcado especialmente por la
convulsión generada por la caída de la vieja
administración romana. Según relatan las
fuentes, las últimas guarniciones romanas
abandonaron la isla y pasaron al continente hacia el año 410. Las décadas siguientes
se caracterizaron por un intenso tráfago de
pequeños movimientos migratorios sobre el
territorio britano, protagonizados por muy
diversos pueblos, así como por la aparición
de nuevas élites, lo cual redundó en el establecimiento sobre la superficie de la isla
de nuevos grupos étnicos y en la aparición
de nuevos reinos. Todo ello terminó por
conformar una tupida trama de territorios
independientes unos de otros que peleaban
ferozmente por alcanzar la supremacía sobre el resto.
En su conocida obra Historia eclesiástica del pueblo de los anglos, una de las fuentes de referencia para este período, Beda el
Venerable reconocía la presencia en la isla
de Britania, allá por las primeras décadas
del siglo VIII, de cuatro grupos étnicos diferenciados: britanos, anglosajones, escotos y pictos. Esos cuatro grupos étnicos o
naciones se distinguían esencialmente por
la lengua que hablaban, pero en ningún
caso conformaban reinos unitarios y definidos. Solo los anglosajones, por poner un
ejemplo, se repartían en la época de Beda
entre al menos siete reinos principales que
ocupaban territorialmente la mayor parte
de los dos tercios meridionales de la isla de
Britania. Indeterminado es el número de
pequeñas entidades políticas que confor78
maban el territorio todavía poblado por britanos. Estos se repartían entre Cornualles,
Gales, los territorios situados al oeste de
los Pennines y los enclavados al norte del
estuario de Solway. Las tierras situadas al
norte de los estuarios del Clyde y del Forth
estaban repartidas entre escotos y pictos, y
es poco lo que conocemos acerca de su organización política.
De las cuatro naciones que Beda menciona, los britanos eran quienes poblaban la
isla originalmente antes de que se produjera la llegada de los romanos. Tras la marcha
de estos, los anglosajones comenzaron a
colonizar la isla desde las costas orientales.
Los pictos, por su parte, eran un conglomerado de tribus que se extendían por el septentrión de la isla y que habían quedado al
margen de la romanización. Los romanos,
poco interesados en su conquista, se habían
limitado a levantar las murallas de Antonino y Adriano para contenerlos, delimitando
de ese modo la Britania romanizada de la
región a la que ellos daban el nombre de
Caledonia, correspondiente en términos
generales con la moderna Escocia. En
cuanto a los escotos, se trataba de tribus
célticas procedentes de la vecina Irlanda
que hablaban la lengua goidélica, lenguaje
que compartía ciertas características con el
britano, pero que nada tenía que ver con la
lengua de los pictos. Por la época de Beda,
la lengua goidélica —directa antepasada
de la gaélica— se hallaba ampliamente extendida en la parte noroccidental de la isla
de Britania, pese a que diferentes autores
como Claudiano, Orosio o el mismo Isidoro
de León dejan claro que el origen de estos
Scotti era la isla de Irlanda. El propio Gil-
ARQUEOLOGÍA, HISTORIA Y VIAJES SOBRE EL MUNDO MEDIEVAL
das, único autor britano que dejó testimonio de la situación en la isla antes del siglo
IX, se refería a ellos como salvajes transmarinos, dejando claro que no eran nativos
originales de Britania.
Las relaciones entre la Britania romana y la vecina isla de Irlanda fueron más o
menos pacíficas y presumiblemente escasas
hasta mediados del siglo III. Esta situación
cambio a lo largo del siglo IV y las incursiones piráticas de los llamados Scotti llegaron
a ser uno de los problemas más importantes
a los que tuvo que hacer frente la administración de la isla. Como respuesta a las mismas, se aprecia un claro esfuerzo, durante
las últimas décadas de dominación romana,
por fortificar parte de la costa occidental,
especialmente en la región de Gales, donde
la afluencia de colonos irlandeses era ciertamente destacable. Ya en fecha temprana
aparecieron puntos fortificados como Lancaster o Cardiff. La aparición de algunos
tesorillos enterrados en el área costera es
una prueba testimonial del miedo que los
nativos tenían a los asaltantes.
La coyuntura empeoró a partir del año
350, cuando la isla sufrió un incremento en
el número de incursiones. Probablemente
se trataba de pequeñas bandas piráticas
que atravesaban el mar de Irlanda en rudimentarias embarcaciones elaboradas con
pieles cosidas sobre un armazón de madera, los denominados currach. A finales
del siglo IV, un rey irlandés, Niall de los
Nueve Rehenes, dirigió numerosos de estos
desembarcos. Uno de sus sobrinos, un tal
Dathi, murió en el curso de una campaña
continental que le llevó hasta los Alpes, lo
que da buena muestra del verdadero alcan-
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