Pajarito muerto apareció en el camino que seguíamos, mi abuelo, y mi hermanita y yo. de repente en el pasto, tiradito, muy quietito, contra un fondo de triángulo verde, bajo el sol, lo vi: “pipi meto,” dije, Mi abuelo se arrodilló conmigo: “Sí.” De la mano a comprar chicles seguimos. Cruzamos, dejando atrás el triangulito verde que dividía la calle en tres, islita de muerte descubierta, un día, así nomás, sin arcoíris bajo el sol, en un triángulo de cemento, cubierto de pasto, en el medio de la calle. A la mano de mi abuelo. Seguimos caminando hacia el almacén. Pasamos por la iglesia. Entramos, y en el gris iluminado, mi abuelo, rezando, y el incienso, pasto quemado, mientras el chicle quedaba duro entre mis dientes: el llanto no se supo extender hacia fuera, estaba en el triangulito verde del pajarito muerto. Llegó el día en que mi abuelo ya no me podía sostener la mano. Ay, de la distancia. Tiempos sin arcoíris. Ay, de la muerte así nomás, sobre el verde, bajo el sol. 27 enero 2000; editado: 20 febrero 2012