02.Europa en papel 3/3/10 16:12 Página 43 La Europa medieval E L IMPERIO romano se fractura con la irrupción, en una serie de sucesivas oleadas, de los pueblos germanos procedentes del este: ostrogodos, visigodos, alamanes, francos, burgundios, anglos, jutos, sajones, lombardos… Todos ellos rompen la antigua unidad y crean distintos reinos, muchas veces geográficamente inestables debido al empuje de otros invasores (como los hunos, cuyo principal jefe, Atila, no sería definitivamente derrotado hasta el año 453), fundiendo sus formas de civilización con las tradiciones regionales preexistentes. Los nuevos reinos conocerán un largo periodo de evangelización que dibujará un nuevo mapa europeo de Estados independientes pero unidos por la adopción del cristianismo como religión común a todos ellos, dado que a su ingreso en Occidente ya se había producido una simbiosis entre el gobierno imperial y las autoridades de la Iglesia oficial. Los pueblos germanos fueron, en efecto, encontrando su lugar de acomodo en las viejas provincias romanas: los visigodos, los suevos y los vándalos (estos últimos por breve tiempo antes de pasar a África) se instalaron en España, los anglos, los jutos y algunos grupos sajones ocuparon Inglaterra, los francos y burgundios se establecieron en Francia. Italia conoció primero el dominio de los ostrogodos y más tarde el de los lombardos. Alemania fue ocupada por diversos pueblos, como sajones, suabos, bávaros y alamanes. Por su parte, una nueva oleada de pueblos procedentes Medalla con la efigie de Atila demonizado como «azote de Dios», s. XV. Musée du Louvre. Foto © White Images/Scala, Florence 43 02.Europa en papel 3/3/10 16:12 Página 44 La unidad del mundo romano permitirá la difusión del cristianismo convertido ahora en una religión de aspiraciones universalistas, que en esta etapa hará aflorar numerosas escuelas de interpretación tanto de la naturaleza de su fundador como de sus enseñanzas. Finalmente, su triunfo llegará cuando se convierta en religión de Estado a partir del apoyo recibido de los emperadores romanos. Primero Constantino, un tirano veleidoso en materia religiosa que (a partir de 313) le otorga reconocimiento oficial, la asocia al poder político y la favorece con una serie de privilegios que potencian su expansión. Después (tras el intento restaurador del paganismo por parte del emperador Juliano) Teodosio, que le concede (a partir de 380) el estatuto de religión única con derecho a imponer la ortodoxia tal como había sido definida en el Concilio de Nicea (325), a condenar las herejías (es decir, las restantes corrientes cristianas) y a perseguir a los paganos con el concurso de los magistrados civiles y de los obispos, los dirigentes de un poder eclesiástico ya en vías de constitución. Esta buscada conjunción entre el poder terrenal y el poder espiritual en el mundo cristiano sería, tras una primera luna de miel de corta duración, una continua fuente de conflictividad a lo largo de toda la Edad Media. del este, los eslavos, ocuparon el lugar de los germanos en el centro y el este de Europa: los serbios, polacos, checos y moravos se instalaron más al oeste, en las llanuras del Elba al Vístula; los eslovenos, croatas y eslovacos se establecieron en los Balcanes y los eslavos orientales se distribuyeron entre Ucrania y la Rusia occidental, aunque acosados por los ávaros, pueblo tal vez de origen turco que no dejó de atacar a sus vecinos hasta su definitiva derrota a fines del siglo VIII. Todos ellos atravesaron un periodo de continuos desplazamientos y guerras mientras buscaban una consolidación territorial y política vigilada por las autoridades cristianas que veían con invencible recelo a unos pueblos donde predominaba el paganismo (francos, sajones) o bien el arrianismo (visigodos, ostrogodos, vándalos, burgundios, lombardos), una confesión cristiana que solo consideraba verdadero Dios al Padre pero no al Hijo ni al Espíritu Santo. El cristianismo había nacido como una doctrina alumbrada en época de Augusto en tierras de Palestina por Jesús de Nazaret (un predicador ejecutado por orden del procurador romano de Judea), que ponía en el primer plano de las relaciones personales el amor y la compasión por los hombres. Reelaborada por Pablo de Tarso, la utopía humanista de Jesús se vinculará a los libros sagrados judíos (Antiguo Testamento) y se convertirá en una religión tras la divinización de su fundador como Hijo de Dios y la composición con materiales dispersos por parte de una serie de autores de una supuesta narración de su vida terrenal, los Evangelios, que unidos a otros textos formarán el Nuevo Testamento. EUROPA EN PAPEL El cristianismo debió su éxito a varios factores, entre los cuales destacan la igualdad (ante la divinidad) concedida a todos los creyentes (hombres y mujeres, ricos y pobres, libres y esclavos, gentes de toda raza y de toda cultura) y la promesa de una vida eterna. En otro sentido, sin embargo, representa un retroceso con respecto al universo ideológico clásico. Por un lado, se presenta como una 44 02.Europa en papel 3/3/10 16:12 Página 45 mal asimiladas, hasta el punto de que todavía en el siglo XVI (más de un milenio después de la caída del Imperio romano de Occidente) la Iglesia católica sentiría la necesidad de llevar a cabo un profundo proceso de cristianización de las poblaciones de una Europa sumida en la ignorancia religiosa y en unas prácticas consideradas supersticiosas. En cualquier caso, el cristianismo impregnó la existencia de los europeos con su presencia en los ritos de paso (bautismo, matrimonio, entierro), en la relación con los demás (presidida teóricamente por la caridad), en la vida diaria (rodeada de iglesias, ritmada por el toque de las campanas), en las fiestas (solemnizadas por el oficio dominical y otras celebraciones) y, desde luego, en el imaginario colectivo (donde se impone sobre todo la secuencia de las postrimerías, es decir, la muerte, el juicio y el premio o el castigo en el más allá). Y eso incluso después del avance imparable del proceso de secularización y de la descristianización que se acelera a partir de la época ilustrada y de la revolución liberal. religión monopolista y excluyente frente a la convivencia sincrética del mundo antiguo, que solo marginaba a aquellos movimientos que podían suponer un peligro de desestabilización política, como lo fue el primer cristianismo. Por otro lado, desde el punto de vista del pensamiento, su implantación marca el regreso a las causalidades sobrenaturales, la sumisión al mito, frente al conocimiento racional que había sido la gran adquisición legada por la cultura clásica. La obra De Consolatione Philosophiæ (523-524) de Boecio puede servir de ejemplo de esta transición: la reflexión filosófica le permite aguardar con entereza la muerte pero súbitamente su discurso introduce el elemento sobrenatural del cristianismo y deshace toda su paciente y racional construcción intelectual. El cristianismo llegará a convertirse en cemento de unión de la sociedad resultante del lento declinar del Imperio romano y, por tanto, en una de las señas de identidad de la Europa medieval. Sin embargo, la imposición de la religión cristiana como única fue un proceso lento, jalonado de numerosas resistencias, que en una etapa inicial hubieron de ser derrotadas por la acción de los poderes públicos y de la apologética intolerante de los primeros escritores cristianos. Por un lado, la resistencia de las propias escuelas cristianas, descalificadas como heréticas. Por otro, la de los intelectuales paganos perseguidos por los obispos como en el caso de Hipatia de Alejandría, consagrada maestra de astronomía y matemática, asesinada por los cristianos azuzados por el obispo Cirilo. Y, finalmente, la de las poblaciones, especialmente las rurales, que vivieron una religiosidad popular formada por las pervivencias paganas y por las doctrinas cristianas Dicho esto, hay que señalar que la cristianización de Europa fue muchas veces el fruto de la aceptación por parte de los distintos soberanos germanos del cristianismo como religión de Estado, dejando en manos del clero la progresiva evangelización de los pueblos. Este fue el caso de los francos, paganos hasta la conversión del rey Clodoveo a principios del siglo VI. El mismo camino emprenderían después los reinos arrianos, comenzando por los visigodos (cuyo rey Recaredo declara el catolicismo religión oficial en 589, subordina a la Iglesia a su poder y abre camino a la consideración del monarca como ungido de Dios a cambio de condenar a los demás credos 45 LA EUROPA MEDIEVAL 02.Europa en papel 3/3/10 16:12 Página 46 la primera mitad del siglo VI por Benito de Nursia, ya que los escritorios de los monasterios se aplicarían a la labor de preservar y transmitir la sabiduría de la época. A esta tarea contribuyeron otros eruditos, como Isidoro de Sevilla (autor a principios del siglo VII de las Etimologías, obra destinada a recopilar todos los conocimientos asequibles en materia de teología, gramática, artes, literatura, derecho, historia, cosmología o historia natural, que se convertiría en una referencia obligada durante los tiempos altomedievales), o como Beda el Venerable, monje benedictino que trató de aplicar los saberes heredados sobre música, astronomía, geografía o matemáticas a la consolidación de la exégesis bíblica, además de componer una influyente Historia Ecclesiastica Gentis Anglorum. y de iniciar la persecución de los judíos), y siguiendo por los ostrogodos, los vándalos, los burgundios y los lombardos (con el rey Eriberto a la cabeza, ya en la segunda mitad del siglo VII). E igual ocurriría en Inglaterra, donde las misiones dirigidas por el papa Gregorio Magno desde Roma se consolidarían definitivamente con la conversión al catolicismo del rey Ethelberto de Kent (a finales del siglo VI). A veces, sin embargo, la difusión del cristianismo (que era la otra cara del imperialismo político) adoptó la forma de la guerra más implacable, como en el caso de las matanzas perpetradas contra los sajones por Carlomagno (que impuso una política despiadada cuyo punto culminante sería la ejecución de no menos de cuatro mil prisioneros en Verdún en 782), o en el de las campañas contra las regiones bálticas de la primera mitad del siglo XIII, en que los estonios y los lituanos fueron diezmados y los livonios, los letones y los prusianos exterminados por las órdenes militares al servicio de la Iglesia (Caballeros Portaespadas y Caballeros Teutones), de modo que en puridad no puede hablarse de evangelización en estos casos. En realidad fueron verdaderas cruzadas, nombre con el que se designarían, por antonomasia, las campañas emprendidas contra los musulmanes en Palestina y, por extensión, las operaciones contra los reinos islámicos establecidos en España desde 711 o las actuaciones militares contra las herejías que ponían en peligro el poder de la Iglesia, como la de los cátaros o albigenses. Después de un periodo dominado por las sucesivas migraciones y las inacabables guerras entre los distintos pueblos empezaron a cuajar los primeros reinos germánicos. Si el emperador de Oriente, Justiniano, fue el protagonista de un esforzado intento por volver a la unidad del viejo Imperio romano en el siglo VI, la primera formación imperial realmente constituida en las tierras de Occidente fue la encabezada por Carlomagno a fines del siglo VIII y principios del siglo IX. Carlomagno, en efecto, heredero del reino de los francos de la dinastía merovingia, emprendió una expansión territorial de dimensiones nunca vistas desde la irrupción de los germanos: destruyó el reino lombardo de Italia, incorporó Baviera, destrozó a los sajones en Alemania, derrotó a los ávaros y realizó una incursión en España, creando la Marca Hispánica en el norte de Cataluña, aunque su retaguardia fuese derrotada en su retirada en el paso de Roncesvalles. La organización de los nuevos estados cristianos conllevó la operación de salvaguardar la cultura antigua, siempre con el objetivo de ponerla al servicio de la nueva fe. En esta empresa destacó el movimiento monástico occidental, impulsado desde EUROPA EN PAPEL 46 02.Europa en papel 3/3/10 16:12 Página 47 Antonello da Messina. San Jerónimo en su estudio, ca. 1475. London National Gallery. Foto © The National Gallery, London/Scala, Florence. 47 LA EUROPA MEDIEVAL 02.Europa en papel 3/3/10 16:12 Página 48 cambio de unos servicios exigidos al inferior en el momento del pacto de vasallaje. Coronado como emperador en la Navidad del año 800, Carlomagno intentó la reconstrucción del Imperio romano de Occidente apoyándose en el simbolismo de la ceremonia celebrada en Roma. Sin dejar de proseguir su expansión territorial combatiendo contra suabos, checos y bizantinos, basó su proyecto, naturalmente, en la alianza con el cristianismo, pero, al mismo tiempo, en la restauración de la cultura antigua mediante la copia de manuscritos, el impulso del latín y la atracción de eruditos a su corte para formar un brillante círculo de intelectuales reclutados en diversos lugares (el inglés Alcuino de York, los italianos Paulo Diácono y Pedro de Pisa, el español Teodulfo) que han hecho hablar de una suerte de «renacimiento carolingio». Por otro lado instituyó la capital imperial en la ciudad de Aquisgrán (Aachen, Aixla-Chapelle), donde construyó un suntuoso palacio como sede de su corte, de cuyo esplendor da todavía cuenta la majestuosa Capilla Palatina, uno de los grandes monumentos de la Europa medieval. Eginardo escribiría, finalmente, la biografía de una figura que dejó una fuerte impronta sobre su época y que incluso gozó de fama de santidad hasta bien entrado el siglo XV. Desde el punto de vista social, el feudalismo promovía un orden sancionado por Dios, y por tanto perfecto e inamovible, que imponía una división orgánica de la comunidad según las funciones desempeñadas por los tres órdenes: los bellatores, los guerreros, que tenían a su cargo la defensa militar de la sociedad y que constituían el estamento de la nobleza, los oratores, los que rezaban, tenían a su cargo el auxilio espiritual de la sociedad y constituían el estamento del clero, y los laboratores, los que trabajaban, tenían a su cargo el sustento material de la sociedad y formaban el estado llano. Los dos primeros estamentos constituían el grupo de los privilegiados (con leyes privadas que les favorecían), mientras el estado llano formaba el grupo de los plebeyos, el estrato más bajo de la sociedad, salvo los grupos de marginados y excluidos (como las minorías étnicas o los esclavos). En todo caso, los tres órdenes vertebraban lo que Georges Duby llamó «el imaginario del feudalismo». A cambio de ganar tantos territorios para la fe cristiana, Carlomagno (siguiendo en esto a los visigodos) se reservó el control de la Iglesia, de tal modo que los obispos y los abades fueron poco más que funcionarios al servicio del emperador (lo mismo que ocurriría en el siglo siguiente con el último intento de reconstrucción imperial, el llevado a cabo en Alemania por Otón I, coronado en el año 962 en Roma como titular del Sacro Imperio romano-germánico). Una política que cuando, tras la muerte del soberano carolingio se fragmentó su inmenso dominio territorial en tres grandes regiones En otro orden de cosas, Carlomagno aceleró la constitución del feudalismo, un sistema político y social basado en la distribución piramidal del poder desde el soberano hasta el último vasallo a través de una red intermedia de señores y feudatarios que establecían entre sí relaciones de dependencia según su situación en la escala de la aristocracia, definida por el volumen de la propiedad de la tierra y por la capacidad militar de su hueste, de modo que el superior ofrecía protección y seguridad a EUROPA EN PAPEL 48 02.Europa en papel 3/3/10 16:12 Página 49 (Francia, Alemania y, en el centro, la Lotaringia, la zona divisoria entre las anteriores, donde se asentarían más tarde Flandes y Borgoña) y se hundió el proyecto imperial, sería contestada por los papas, dueños de Roma y poderosos señores de Italia, dispuestos a imponer el dominio del poder espiritual sobre todos los fieles (laicos y eclesiásticos), sobre todas las iglesias (occidentales y orientales, latinas y griegas) y sobre todos los soberanos (reyes o emperadores). En esta época, además, se avanzó decisivamente en la configuración del mapa político de Europa, con la llegada de nuevos pueblos decididos a ocupar el viejo solar romano. La irrupción más temprana y la más temible para la Europa cristiana fue la llegada de los musulmanes, que (ya a principios del siglo VIII) invadieron prácticamente toda la Península Ibérica (hasta ser detenidos en la Francia central por el merovingio Carlos Martel en 732) e implantaron sólidamente su dominio, resistiendo incluso los ataques de Carlomagno y retrocediendo escalonadamente en Portugal y en España durante centurias, hasta fines del siglo XV, con la caída del reino de Granada en manos de los reinos cristianos que habían llevado a cabo la llamada Reconquista. Su presencia en la Europa del Sur no solo aportó significativos adelantos técnicos (los números que llamamos árabes, el molino de viento, el perfeccionamiento de las técnicas de regadío, el papel, la vela latina, la brújula y el astrolabio), sino también la posibilidad de una colaboración entre la cultura clásica, la cultura árabe y la cultura hebrea, que convivieron en escuelas como la de los Traductores de Córdoba (capital del califato hispánico o andalusí en el siglo X, donde se traduce la Estatua ecuestre de Carlomagno en bronce dorado, s. IX-X. Musée du Louvre. 49 LA EUROPA MEDIEVAL 02.Europa en papel 3/3/10 16:12 Página 50 soberano Esteban se convirtió al cristianismo romano en el siglo X. En este momento, la Europa todavía nutrida de la nostalgia imperial (que de hecho no abandonaría hasta mucho más tarde, en el siglo XVI), estaba dejando paso a la Europa de las naciones que llegaría hasta nuestros días. Materia medica de Dioscórides, el sabio griego del siglo I precursor de la moderna farmacopea) o como la de los Traductores de Toledo (bajo los reyes de Castilla en el siglo XII, que permitió la salvaguarda de una buena parte del saber antiguo mediante la traducción al latín de las obras griegas previamente vertidas al árabe), más la empresa cultural ya epigonal dirigida por Alfonso X el Sabio, que en la segunda mitad del siglo XIII tradujo al latín y al castellano numerosos textos griegos y árabes de astronomía, botánica, medicina, filosofía y literatura (como el Calila e Dimna). Y todo ello sin olvidar el fecundo intercambio entre los distintos textos y autores de las diferentes culturas (textos griegos y latinos estudiados por autores musulmanes y judíos), uno de cuyos ejemplos más conocidos son los célebres comentarios de Averroes (Ibn Rushd), el filósofo español del siglo XII, a la obra de Aristóteles, que le valieron la persecución de los defensores de la ortodoxia y el exilio cuando el territorio andalusí cayó bajo el poder de la dinastía fundamentalista de los almohades. La primera reforma eclesiástica de envergadura se inició en el siglo X en la abadía francesa de Cluny, que predicó por Europa los principios de la independencia respecto de los poderes temporales y de la renovación del clero, al tiempo que inventaba un estilo artístico que por primera vez iba a ser compartido por toda la Cristiandad occidental (el románico) y auspiciaba las peregrinaciones como modo de difusión de las nuevas ideas, especialmente a través del camino de Santiago (de Compostela, en el norte de España), jalonado de santuarios, de hospitales y de hospederías para los caminantes de esta cristiandad en movimiento. Sin embargo, fue el siglo XI el momento culminante de la ofensiva teocrática de la Iglesia de Roma, bajo la dirección del papa Gregorio VII, sumo pontífice entre 1073 y 1085, cuya política se consagró a defender el poder absoluto de la Iglesia de Roma (que ya había pagado por ello en 1054 el alto precio del Cisma de Oriente), desde la imposición de la liturgia romana sobre todas las demás (combatiendo, por ejemplo, el tradicional rito mozárabe español), hasta la reclamación del poder temporal en Italia (a partir de la supuesta Donatio Constantini, un documento falsificado para apoyar tales pretensiones, cuya denuncia con argumentos irrefutables llevaría a cabo en el siglo XV el filólogo Lorenzo Valla en su De Constantini Donatione Otros movimientos posteriores fueron las incursiones de los pueblos escandinavos (llamados vikingos), que finalmente fundaron el reino de Dinamarca (llamado a una duradera historia) o terminaron por instalarse en diversos territorios, como Normandía en Francia (de donde pasarían a Inglaterra en el siglo XI, tal como se explica en el famoso tapiz de Bayeux), Sicilia y la Italia del Sur (donde crearon un arte de gran originalidad como se revela en el monasterio de Monreale, cerca de Palermo) o Rusia, destino de los suecos o varegos. También los magiares se buscaron un solar en el este de Europa, creando el reino de Hungría, cuyo EUROPA EN PAPEL 50 02.Europa en papel 3/3/10 16:12 Página 51 derrota en la batalla de Manzikert en 1071), lo que ponía en riesgo la situación de relativa tolerancia imperante hasta el momento. De ahí que la Europa cristiana acogiese favorablemente un llamamiento que debía contrarrestar los nuevos retos lanzados por la yihad desencadenada por los nuevos invasores turcos. Declamatio, de 1440) y, sobre todo, de la superioridad del poder espiritual del papado sobre el temporal del emperador, que dio lugar a la famosa querella de las investiduras sobre los nombramientos de las autoridades eclesiásticas, con la utilización por parte del pontífice de la poderosa arma de la excomunión (que desvinculaba a los vasallos de su juramento al soberano), pero que, tras una victoria provisional sobre el emperador Enrique IV (la llamada humillación de Canossa de 1077), provocó un largo enfrentamiento que llevó a Gregorio VII a morir en el exilio en Salerno y que no se solucionó provisionalmente sino años más tarde con el llamado Concordato de Worms (1122). Concordato que no puso fin a los enfrentamientos entre papas y emperadores, sobre todo tras la irrupción de la dinastía alemana de los Hohenstauffen en Italia y la aparición de las facciones de güelfos (partidarios del papa) y gibelinos (partidarios del emperador), que siguieron activas y dividiendo a los italianos hasta mucho después, como denota, por poner un ejemplo, la actuación política del poeta Dante Alighieri. La primera cruzada constituyó un éxito que llevó a la formación de diversos principados cristianos, especialmente el de Godofredo de Bouillon que, tras ocupar la ciudad santa, adoptó el título de defensor del Santo Sepulcro. La segunda cruzada, motivada por la pérdida de Alepo y Edesa entre 1128 y 1144, fue dirigida por el rey Luis VII de Francia y el emperador Conrado III y concluyó en un completo fracaso, pese al empeño de su impulsor, el monje cisterciense Bernardo de Claraval, un especialista en este belicismo sagrado, inspirador y organizador de las órdenes militares (especialmente la de los templarios, cuyos estatutos redactó e hizo aprobar), predicador contra los cátaros del Languedoc y auténtico teórico de la guerra santa en su De Laude Militiæ Novæ: «Los soldados de Cristo combaten confiados las batallas del Señor […]. Para ellos, morir o matar por Cristo no implica criminalidad alguna y reporta una gran gloria […]. La muerte del pagano es una gran gloria para el cristiano, pues por ella Cristo es glorificado». La tercera cruzada, motivada por la pérdida de Jerusalén en 1187, se distinguió por la falta de coordinación entre sus dirigentes, el emperador Federico I Barbarroja (que murió pronto al ahogarse accidentalmente en un río), el rey de Francia Felipe II Augusto y el rey de Inglaterra Ricardo «Corazón de León», que llevó el peso En ese sentido, las Cruzadas formaron parte de la misma política expansiva de la Iglesia de Roma. La primera fue proclamada por el Papa Urbano II en 1095 y tenía como objeto la recuperación de los llamados Santos Lugares de manos de los musulmanes que parecían aumentar su presión sobre las peregrinaciones cristianas a Jerusalén. En efecto, la irrupción en el escenario oriental de los turcos selyuqíes o selyúcidas suponía una seria amenaza para los debilitados Estados musulmanes de la región, al igual que para el Imperio bizantino (que había sufrido una severa 51 LA EUROPA MEDIEVAL 02.Europa en papel 3/3/10 16:12 Página 52 Toma de una villa por cruzados. Miniatura del Libro de la gran conquista de Ultramar o de la Tierra Santa. Biblioteca Nacional de España. EUROPA EN PAPEL 52 02.Europa en papel 3/3/10 16:12 Página 53 la creación de una comunidad laica, la lectura de la Biblia en lengua vulgar y la contestación del poder del papa) y, sobre todo, contra los cátaros (puros) o albigenses (de la ciudad de Albi, aunque abusivamente, pues el centro de su movimiento estuvo en Toulouse), cuya compleja doctrina incluía elementos del gnosticismo y del maniqueísmo (Dios contra Satán), la vía ascética más radical como camino de perfección, el rechazo del mundo material y por tanto de la encarnación de Cristo (docetismo) y del dios del Antiguo Testamento, y cuyos adeptos serían encarnizadamente perseguidos tras la infructuosa predicación de Domingo de Guzmán (fundador de la orden mendicante de los dominicos, mientras Francisco de Asís fundaba la de los franciscanos), con matanzas tan espantosas como la ejecutada en Béziers, que se saldó con un total de veinte mil muertos. En el caso de los albigenses la guerra adquirió también tintes políticos dado que los cátaros estaban bajo la soberanía del rey de Aragón, Pedro II el Católico, que cayó combatiendo contra las fuerzas de los cruzados y de los franceses, aliados del papa, en la batalla de Muret (1213), lo que dejó vía libre, de un lado, a la ocupación de Occitania por Francia y, de otro, al exterminio de los albigenses, condenados por la Inquisición romana (creada al efecto en 1231 por Gregorio IX) y salvajemente asesinados en masa por los cruzados, con una última hoguera encendida para más de doscientos cuarenta resistentes al pie del castillo de Montségur en 1244. en los combates (y en los espléndidos torneos celebrados en los intervalos), consiguiendo frente a un militar tan competente como Saladino, el fundador de la dinastía egipcia de los ayyubíes, el derecho a la libre peregrinación a la ciudad santa. La cuarta cruzada, organizada a principios del siglo XIII también contra los ayyubíes de Egipto, terminó derivando, en un giro inesperado, hacia la ocupación del Imperio bizantino por lo que su historia tuvo especial incidencia en aquel ámbito. La quinta y la sexta consiguieron algunos resultados limitados (un condominio confesional en Jerusalén) y las dos últimas, comandadas por Luis IX de Francia, terminarían en un rotundo fracaso, con la muerte en la última del rey y de numerosos cruzados a consecuencia de una epidemia de peste a poco de desembarcar en Cartago camino de Túnez (1270). Finalmente, los mamelucos de Egipto, con la conquista de Trípoli (1289) y de Acre (1291) pusieron fin al sueño de los reinos cristianos de labrarse un imperio en Oriente. La cuarta cruzada (1202-1204) hay que enmarcarla dentro de la expansión del cristianismo romano, que encuentra un nuevo adalid en la figura del papa Inocencio III, empeñado una vez más en la sumisión del poder temporal al espiritual, ejemplificada en la excomunión del emperador Otón IV y en la victoria sobre el mismo obtenida por sus aliados franceses en la batalla de Bouvines en 1214, que le privaría de la corona imperial. Del mismo modo, Inocencio III aprovechó la ocasión de las Cruzadas para el robustecimiento de su poder en Oriente y en Occidente, aquí con la predicación de las llamadas cruzadas contra los valdenses (de Pedro Valdo, que predicaba la pobreza evangélica, Si en la parte oriental el siglo XIII significó la restauración del viejo Imperio bizantino tras de la crisis y la reconquista de su independencia respecto del Papado, el mundo occidental estaba sufriendo 53 LA EUROPA MEDIEVAL 02.Europa en papel 3/3/10 16:12 Página 54 trovadores, trouvères y Minnesinger, como Walter von der Vogelweide: importantes transformaciones que señalaban el fin de una época. En el ínterin había constituido ya un importante legado para el futuro, que comprendía la arquitectura que había servido para cruzar el paso desde el arte tardorromano al propiamente medieval (incluyendo desde los monumentos carolingios hasta las singulares creaciones del mozárabe español) y, sobre todo, la arquitectura que alumbraba un primer estilo difundido por toda la geografía europea, el románico, un arte conventual representado singularmente por los grandes monasterios benedictinos y que ofrecía grandes novedades constructivas (arco de medio punto, bóveda de cañón) y decorativas (capiteles historiados, pórticos esculpidos). Registraba también en su haber la primera poesía épica de la Edad Media (la epopeya de los héroes solitarios protagonistas de la Chanson de Roland en Francia, del Poema de Mío Cid en Castilla, del Beowulf en Inglaterra o del Nibelungenlied en Alemania), las primeras narraciones de aventuras caballerescas, que serían el origen de una caudalosa tradición literaria (las novelas francesas de la «Materia de Bretaña», ilustrada por autores de primera fila como María de Francia con sus Lais o por Chrétien de Troyes y su Caballero de la Carreta y su Caballero del León o por los anónimos redactores de la Historia del Grial, Merlín, Lanzarote del Lago, La demanda del Santo Grial y La muerte del rey Arturo, verdadera suma de las aventuras del legendario soberano y sus paladines de la Mesa Redonda) y, finalmente, la poesía cortés destinada a las cortes feudales por los Under der linden an der heide, dâ unser zweier bette was, dâ muget ir vinden schône beide gebrochen bluomen un de gras*. Sin embargo, La Divina Comedia, escrita por Dante Alighieri es tal vez la obra que mejor puede representar el conjunto de las inquietudes de una época en el momento en que estaba tocando ya a su fin. Una obra situada en el gozne que separaba una Alta Edad Media impregnada de religiosidad cristiana y una Baja Edad Media que iba a conocer un primer proceso de secularización, de paulatino alejamiento de las actividades humanas respecto de las rigurosas directrices trazadas por la jerarquía eclesiástica en los tiempos precedentes, con el auge de las ciudades, las universidades, la economía de mercado, los viajes a territorios lejanos, la más libre difusión de ideas a través de la imprenta y un nuevo gusto por lo profano en la literatura y el arte, que iban a cambiar las coordenadas que habían definido la vida hasta entonces. Dante Alighieri había participado en la vida pública de Florencia desde fines del siglo XIII, así como en las luchas entre el Papado y el Emperador, desde posiciones que variaron desde el güelfismo blanco * Bajo el tilo | en el campo, | allí donde estuvo nuestro lecho, | podréis encontrar | con gracia | rotas las flores y la hierba. EUROPA EN PAPEL 54 02.Europa en papel 3/3/10 16:12 Página 55 nuovo), el empleo de la lengua italiana en lugar del latín y la propia cronología de la obra, escrita en el siglo XIV, cuando ya han ocurrido muchas de las transformaciones que permiten hablar de una Baja Edad Media. o moderado al gibelinismo favorable a una autoridad imperial universal y a una Italia independiente del poder del Papa (como se desprende de su Monarchia). La Divina Comedia, elaborada desde el año 1304 hasta el de su muerte en Rávena (1321) es una síntesis de cristianismo y cultura clásica, una obra que une un realismo terrenal y una espiritualidad casi mística, una creación que combina la poesía con la filosofía, la teología y el pensamiento político. *** La Baja Edad Media occidental se caracteriza por un nuevo auge de la economía, por el desarrollo del comercio interior y exterior, por el fuerte protagonismo de las ciudades, por la aparición de nuevas clases sociales (que parecen invalidar el viejo e incuestionado orden tripartito), por la insinuación de un tímido proceso de secularización patente en una cultura que transfiere la educación superior a las universidades, que se beneficia de nuevos y revolucionarios medios de difusión de la escritura, que amplia sus conocimientos de otros mundos a través de los viajes a larga distancia, que anuncia un nuevo gusto artístico (arquitectura, escultura, pintura, música), que crea una literatura urbana, profana y en lengua vulgar que pronto supera a las creaciones clericales en el favor del público cortesano y ciudadano. Dividida en cien cantos (uno preliminar y treinta y tres para cada una de las partes: Inferno, Purgatorio, Paradiso), en clara referencia simbólica a la Trinidad, el poeta, a la mitad del camino de su vida («Nel mezzo del cammin di nostra vita»), extraviado en una «selva oscura», va a encontrar la ayuda de Virgilio, símbolo de la sabiduría antigua, en su viaje al mundo de ultratumba (siguiendo las referencias clásicas de la Odisea y la Eneida), donde Dante puede sorprender los terribles sufrimientos de los pecadores en algunas de las escenas más dramáticas (e incluso más despiadadas) de la literatura universal, hasta llegar al Leteo, donde el escritor romano desaparece para dejar paso a Beatriz, el amor juvenil y platónico del autor que, después de asistir a los gozos de los bienaventurados, al final de su itinerario descansa la vista en Dios Uno y Trino y en el misterio de la doble naturaleza de Cristo. Un itinerario que, con sus hallazgos poéticos pero también con sus limitaciones ideológicas, le ha permitido hacer un balance de la historia, le ha permitido legarnos una suerte de precipitado de todas las tensiones de la civilización medieval. Pero ello en el último momento, como subraya el estilo elegido (el dolce stil No quiere decir esto que la vida de las poblaciones deje de estar amenazada como antes (la peste negra de 1348 lo pone bien de manifiesto) ni que la economía no conozca crisis periódicas, ni que la religiosidad deje de ser un patrimonio compartido y ni siquiera que se apaguen las querellas entre los poderes temporal y espiritual. Es más, la Iglesia durante el siglo XIV sufre un severo quebranto en su prestigio y su influencia, primero a causa del llamado destierro de Aviñón, tildado de «cautividad 55 LA EUROPA MEDIEVAL 02.Europa en papel 3/3/10 16:12 Página 56 ante los monarcas), adopten las directrices generales antes encomendadas al papa. Es la idea fundacional del movimiento conciliarista que provocará, especialmente en el marco del Concilio de Constanza (1414-1418), una serie de sonadas controversias sobre dónde debía residir la máxima autoridad de la Iglesia y de dramáticos episodios, como el de la condena de los reformistas checos Jan Hus (1415) y Jerónimo de Praga (1416) a morir en la hoguera durante el propio transcurso de las sesiones. Su martirio ocasionó nuevos movimientos de resistencia, como la de los utraquistas, los que comulgan bajo las dos especies, cuya represión dará origen a las guerras taboritas, a partir de la ciudad de Tabor, fundada por los husitas, encuadrados por Jan Zizka, que se prolongarán hasta 1452. O la decisión de desenterrar, quemar y arrojar a las aguas los restos mortales del reformista inglés John Wycliff que se había pronunciado a favor del valor de la Biblia como única guía del creyente (con su consiguiente traducción del latín al inglés) y de la iglesia invisible de los cristianos frente a la estructura corrompida y el permanente escándalo de la Iglesia de Roma. de Babilonia» (1309-1377), cuando el Papado queda a merced del rey de Francia (tras la entente entre el papa Clemente V y el rey Felipe el Hermoso), como prueba el hecho de que durante dicho periodo todos los pontífices sean franceses y también noventa de los ciento diez cardenales. La siguiente prueba es el llamado Cisma de Occidente (1378-1417), cuando, tras la decisión de Gregorio XI de abandonar Francia y regresar a Italia, la autoridad pontificia se divide entre dos papas (el de Aviñón y el de Roma, seguido el primero por Francia, Saboya y Escocia y, más tarde, por Castilla, Navarra y Aragón, y el segundo por Italia, Alemania e Inglaterra) y aun entre tres, en el momento en que el Concilio de Pisa depone a ambos y nombra en 1410 a un tercero (Juan XXIII) mientras todos reclaman su propia legitimidad. Tras la convivencia de varios papas y antipapas, el Cisma entra en fase de resolución, a pesar de la resistencia a ultranza de Benedicto XIII, más conocido como el Papa Luna, recluido en su reducto de Peñíscola (pese a su condena en 1417 como cismático y hereje), con la renuncia final de su continuador en 1429. El movimiento conciliarista continuará vivo en el Concilio de Basilea (1431), que llevará a la completa ruptura entre los partidarios de las dos posiciones enfrentadas, la decisión del papa de trasladar las sesiones a Ferrara (1438) y de allí a Florencia (1439-1445) y la rebeldía de los conciliaristas, que permanecen en Basilea y eligen papa a Félix V, que mantendrá sus prerrogativas hasta su voluntaria renuncia en 1449. Ahora bien, esta inquietud que sacude el ámbito de la Cristiandad occidental (y que incluso se transfiere a la oriental con el movimiento Sin embargo, el propio cisma genera un nuevo conflicto, debido a que entre los miembros más activos de la jerarquía eclesiástica se abre la conciencia de los perjuicios que se derivan de que un solo hombre se arrogue la dirección de toda la Iglesia, con la conclusión de que la institución debe regirse por una serie de Concilios que, funcionando como órganos representativos de los fieles (a imagen de las nacientes cortes, parlamentos o estados generales que están empezando a representar a los súbditos EUROPA EN PAPEL 56 02.Europa en papel 3/3/10 16:12 Página 57 do que sus reivindicaciones pueden ser escuchadas a través de los representantes que envían a las asambleas estamentales creadas por las nuevas monarquías (las cortes, los parlamentos, las dietas, los estados generales). Las ciudades, además, no están aisladas, sino que forman redes que permiten su comunicación dentro de la región y a veces, si son localidades marítimas, con lejanos puertos con los que intercambian desde mercancías a ideas y corrientes culturales. La ciudad es el ámbito de elaboración de las formas de la alta cultura, porque la división del trabajo genera un bien inapreciable, el ocio, que permite la producción y el consumo tanto intelectual como artístico. Finalmente, es el lugar donde se genera, por antonomasia, la práctica de la cortesía (si es sede de una corte real, principesca o señorial) y de la urbanidad, el conjunto de normas de una conducta distinguida, de unos valores sociales refinados. La Europa de las ciudades es una de las grandes creaciones de la Edad Media. de la unión de las iglesias, finalmente saldado con un rotundo fracaso) será el preludio del estallido de la Reforma de Lutero a principios del siglo XVI, que producirá otro cisma (ahora sí definitivo) en la Iglesia de Occidente. *** Las ciudades son aglomeraciones de población que se caracterizan, más que por el número mayor o menor de sus habitantes, por desarrollar al margen del mundo rural, al amparo de sus murallas (que le ofrecen seguridad), una serie de funciones muy diversificadas. Así, serán mercados de la producción agrícola de su entorno, asiento de los gremios que controlan la industria artesanal, centros del comercio regional o de larga distancia, centros financieros de mayor o menor alcance, sedes de la administración pública, asiento de obispados y arzobispados, sedes de escuelas y universidades, lugares de producción de una cultura diversificada. Las ciudades presentan una composición social más compleja, compuesta de menestrales, mercaderes, funcionarios civiles y eclesiásticos (entre estos los canónigos y beneficiados de las colegiatas y las catedrales), profesionales liberales (abogados, maestros, médicos, veterinarios): el conjunto de los burgueses, que rompen con el esquema tradicional del noble, el clérigo y el labrador. Las ciudades son el ámbito de los hombres libres (frente al campo de la servidumbre), que son iguales jurídicamente y cuya convivencia está regulada por el municipio (aunque la constitución de un patriciado urbano trata de monopolizar los oficios públicos y el ejercicio efectivo del poder local en detrimento de los estratos más bajos de la población), del mismo mo- Las ciudades van a protagonizar una profunda renovación en el terreno de la educación, de la producción y de la transmisión del conocimiento. Frente a los escritorios monacales (más aptos para la conservación que para la generación de nuevos saberes), aparecen ahora las corporaciones de maestros y estudiantes, segregadas de las escuelas catedralicias o conventuales, que se convierten en centros de una enseñanza autónoma y crítica, que introducen en sus programas de estudios nuevas materias al margen de la filosofía y la teología (gramática, lógica, retórica, aritmética, geometría, astrología y, sobre todo, derecho civil y canónico y, a veces, otras disciplinas más específicas como la medicina) y que favorecen la entrada por el 57 LA EUROPA MEDIEVAL 02.Europa en papel 3/3/10 16:12 Página 58 petuo silencio como docente decretada por el Sínodo de Sens después de una acusación de Bernardo de Claraval: su historia es la de la lucha a favor de una enseñanza universitaria independiente, libre y crítica, frente a una enseñanza tradicional basada en el acatamiento de los antiguos, la sumisión al dogma y la primacía de una fe incompatible con la razón. Justamente el más poderoso intento de dotar de una cierta racionalidad al aparato especulativo cristiano nace también de las aulas universitarias, por obra de Tomás de Aquino, que en su Suma teológica (1267-1274, inacabada) adopta las categorías de Aristóteles para buscar la conciliación de la revelación con la filosofía, aunque siempre dejando al margen una serie de «verdades misteriosas» que solo la fe sustenta. En todo caso, después de superar muchos obstáculos, los estudios universitarios consiguieron extenderse por toda la geografía europea y subsistir hasta nuestros días como el instrumento privilegiado para impartir la enseñanza superior. mérito (y no por la cuna) y la promoción personal en un medio caracterizado por una mayor posibilidad de ascenso social frente al inmovilismo altomedieval. Finalmente, las universidades irán escapando al rígido control eclesiástico para ponerse bajo el patrocinio de los príncipes o de los municipios. Tras las fundaciones primerizas de Bolonia (1088) y Oxford (1096, aunque su desarrollo no se completa hasta bien entrada la centuria siguiente), los estudios universitarios se multiplican durante la segunda mitad del siglo XII y, sobre todo, a todo lo largo del siglo XIII: París (hacia 1150, aunque su colegio más famoso, la Sorbona, no se constituye hasta 1257), Módena (1175), Palencia (por decisión del rey Alfonso VIII de Castilla, 1208), Cambridge (escindida de Oxford a partir de 1209), Salamanca (fundada y protegida por el rey Alfonso IX de León en 1218 y primera en ostentar oficialmente el título de Universidad desde 1254), Padua (formada por estudiantes procedentes de Bolonia en 1222), Nápoles (fundada por el emperador Federico II en 1224), Coimbra (patrocinada por el rey Dionís, 1288) y Lérida (1300). La nueva enseñanza independiente, sin embargo, no deja de causar recelos, como demuestra el caso de Pedro Abelardo, que se inicia como «maestro laico» en la escuela catedralicia de Notre-Dame de París en 1114 y vive una agitada vida, tanto por sus famosos amores con Eloísa (con la que se casa antes de sufrir la castración por parte de sus enemigos, lo que le obliga a retirarse como monje a Saint Denis mientras su esposa se refugia entre las monjas de Argenteuil), como por las dificultades que le ocasionan sus escritos y sus enseñanzas, entre ellas la condena a per- EUROPA EN PAPEL Las lecciones orales (y los apuntes consiguientes) constituían el método de enseñanza de las universidades europeas. Sin embargo, el texto manuscrito pronto pudo ser sustituido con éxito gracias a una invención técnica que iba a dar lugar a una de las grandes revoluciones culturales de la historia. La imprenta, en efecto, se convertiría en uno de los principales agentes de cambio, y no solo cultural, hasta tal punto que su aparición puede ser considerada como uno de los hechos fundamentales que marcan la transición desde los tiempos bajomedievales a la Edad Moderna. Producto de una serie de experimentaciones llevadas a cabo a lo largo del siglo XV, fue el alemán Johannes Gutenberg 58 02.Europa en papel 3/3/10 16:12 Página 59 Taller de imprenta manual según el grabado «Impressio librorum» de Phillipus Galle (Théodor Galle, Nova Reperta, Amberes?, Phls Galle, entre 1590 y 1612). 59 LA EUROPA MEDIEVAL 02.Europa en papel 3/3/10 16:12 Página 60 iglesias situadas en el marco urbano, donde los edificios despliegan un amplio catálogo de novedades: arco ojival o apuntado, bóveda de arista o de crucería, elevación de las naves y por tanto luminosidad conseguida a través de enormes vidrieras de suntuoso colorido y esculturas de bulto redondo en las fachadas, donde florece un nuevo realismo lleno de gracia y de delicadeza. Además, el desarrollo urbano ofrece nuevos campos de acción a la arquitectura gótica al margen de las grandes catedrales: es el gótico civil de los ayuntamientos, de las lonjas de mercaderes, de las sedes gremiales, de los palacios de los nobles y de las casas de los mercaderes. Del mismo modo, la escultura invade nuevas superficies, como los retablos de las iglesias y los sepulcros reales o señoriales, del mismo modo que se ofrece exenta en las figuras devocionales de los altares o en otros ejemplos menos frecuentes, como el Caballero de la catedral alemana de Bamberg o el Pozo de Moisés de la borgoñona Cartuja de Champmol, donde subsisten las monumentales figuras de Claus Sluter ocupando los lados del basamento del perdido calvario del claustro. Igualmente, la pintura se difunde a través del llamado gótico internacional (que produce celebradas tablas en regiones como el ducado de Borgoña, el reino de Bohemia o el reino de Aragón, e incluso llega a utilizar la miniatura para crear algunas de sus obras maestras, como Les très riches heures du duc de Berry de los tres hermanos de Limbourg), mientras evoluciona hacia formas nuevas en Italia (con Giotto en Florencia y Duccio y Simone Martini en Siena) o en Flandes, donde algún autor como Jan Van Eyck anuncia ya la llegada del Renacimiento. quien, en sus talleres de Maguncia, pondría a punto la impresión con caracteres móviles (fabricados desde 1500 a base de una perfeccionada aleación de plomo y antimonio), utilizando una prensa manual, una serie de punzones de acero para el grabado (y la estampa) y una tinta especial que garantizaba su cualidad indeleble. La imprenta pronto fue capaz de producir numerosos textos en serie, primero en caracteres góticos y luego en caracteres romanos, junto a los griegos y los hebreos, para uso de universitarios y eruditos, así como también grabados en madera (xilografías) que sirvieron de paralelo gráfico a la escritura, a veces con un poder de seducción y de difusión mayor que el de la propia letra. La expansión de la imprenta fue también otro fenómeno de alcance europeo, de manera que en 1500 eran 236 las ciudades que poseían talleres tipográficos y los libros publicados (llamados incunables hasta dicha fecha) superaban los 30 000 títulos y los 15 millones de ejemplares. De este modo, la imprenta, fruto de la Edad Media tardía, sería una de las más obvias señas de identidad de la Edad Moderna temprana. Sería aún más, un factor decisivo, un verdadero símbolo de la Modernidad. Las transformaciones operadas en los siglos que van del XIII al XV generaron también una serie de novedades en el patrimonio cultural que nos legará la época y que difiere sustancialmente del de los tiempos altomedievales. Frente al arte monástico del románico, el arte gótico (supuestamente de los godos, pero sin fundamento) se expresa en la monumentalidad de las grandes EUROPA EN PAPEL 60 02.Europa en papel 3/3/10 16:12 Página 61 Hermanos Limbourg. Monjes cartujos en faenas de pesca. Ilustración de Les très riches heures du duc de Berry, s. XV. Musée Condé, Chantilly. Foto © Photo Ann Ronan/HIP/Scala, Florence. 61 LA EUROPA MEDIEVAL 02.Europa en papel 3/3/10 16:12 Página 62 dia se llenará, no obstante, de la melancolía que anuncia el fin de una época, como en el caso del español Jorge Manrique: Por último, la literatura se transforma igualmente. En Francia, François Villon infunde nueva vida a viejos temas gracias a su personal sentido ya de la vida festiva ya de la muerte inevitable, con un lenguaje pletórico de patética sinceridad y profunda tristeza en su Testament, con su patética Ballade des dames du temps jadis: Recuerde el alma dormida Avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida cómo se viene la muerte tan callando. Où sont ils, où, Vierge souvraine Mais où sont les neiges d’antan? Mientras Italia inventa el dolce stil nuovo que alcanza su máxima y más temprana cumbre en el Canzoniere de Francesco Petrarca: *** Sin embargo, muy distinta, a pesar de sus evidentes contactos y recíprocas influencias, había sido la historia de las regiones orientales, las que gravitan en torno al Imperio Bizantino. En efecto, tras la ocupación de Roma por los bárbaros y la desaparición del Imperio de Occidente, el Imperio romano quedó reducido a la parte oriental, aquella que coincidía con el dominio de la lengua griega, de modo que sus soberanos y sus poblaciones se consideraron los verdaderos herederos del mundo clásico y, más aún, como los auténticos romanos, los cuales solo más tarde serían designados como bizantinos, a partir de Bizancio, el solar primitivo de su capital, Constantinopla. No obstante, el nuevo Imperio se asentó sobre las bases establecidas a partir del siglo IV, es decir, bajo el signo de la indisoluble conjunción entre el poder político y la Iglesia cristiana. Vivrommi un tempo mai, ch’al viver mio tanta virtute à sol un vostro sguardo; et poi morrò, s’io non cedo al desio. Cuyos ecos alcanzan a poetas tan dotados como el español Ausias March: Aixi com cell qui en lo somni es delita e son delit de foll pensament ve, ne pren a mi, que el temps passat me té l’imaginar, que altre bé no hi habita. Por su parte, la narrativa profana halla su modelo canónico en las divertidas historias del Decamerón de Giovanni Bocaccio (contadas por un grupo de patricios fugitivos de la peste que asola Florencia), que encuentran un seguidor de genio en Geoffrey Chaucer y sus Canterbury Tales, que tienen como escenario la peregrinación a la tumba de Tomás Becket. El otoño de la Edad Me- EUROPA EN PAPEL Su representante más ilustre, Justiniano (527565), protagonizaría el último intento de reunir las dos partes, oriental y occidental, y así lograr 62 02.Europa en papel 3/3/10 16:12 Página 63 El emperador Justiniano y su séquito (detalles), ca. 550. Mosaico de la iglesia de San Vitale, Rávena. 63 LA EUROPA MEDIEVAL 02.Europa en papel 3/3/10 16:12 Página 64 helenizados y cristianizados) mientras mantenían la defensa del territorio frente a otros pueblos más agresivos. Los primeros fueron los búlgaros, de posible origen turco, que en el siglo IX constituyeron un Estado (tras la conversión al cristianismo griego de Boris V, la eslavización de la lengua y la adopción del alfabeto cirílico, más la política expansiva sobre Serbia, Macedonia y Albania) que alcanzó su esplendor en el siglo X con la ocupación de Tracia, Bosnia y Montenegro, la creación de un patriarcado autónomo y la adopción por el rey Pedro del título de zar, aunque una campaña militar dirigida por el emperador bizantino Basilio II acabó con este primer Estado o Imperio búlgaro. El segundo Imperio, que partió del reconocimiento por el papa Inocencio III de Kelojar como rey de los búlgaros y los valacos (a principios del siglo XIII, en el contexto de la cuarta cruzada), también supo llevar a cabo una política de expansión que le convirtió de nuevo en la potencia dominante en los Balcanes, con Tarnovo como capital. la reconstrucción territorial del viejo ente imperial bajo un mismo soberano; un proyecto gigantesco que terminó en un previsible fracaso, después de luchar contra los persas en Asia, los vándalos en África, los ostrogodos en Italia y los visigodos en España. Sin embargo, su reinado fue también el periodo de máximo esplendor cultural del Imperio de Oriente, el periodo que marcó la transición desde las formas tardorromanas a las nuevas creaciones que podemos llamar puramente bizantinas que se explayan a partir de los siglos VII y VIII. Es el momento de la construccion (por obra de Artemio de Tralles e Isidoro de Mileto) de la basílica de Santa Sofía de Constaninopla (con su grandiosa concepción de los volúmenes y su elaborado programa decorativo de pinturas y mosaicos) y de las basílicas de Rávena, la capital de la Italia conquistada por Justiniano, con los famosos mosaicos monumentales de San Vital, que representan al emperador y su corte y a la emperatriz Teodora y su séquito. Y en el terreno de la cultura escrita, junto al esfuerzo de codificación del derecho romano, hay que destacar al menos la figura de Procopio, a quien gracias a su Historia de las guerras del emperador Justiniano, podemos considerar como el último historiador clásico. La vida del Imperio bizantino estuvo jalonada por la sucesión de las dinastías, por sus frecuentes conspiraciones palaciegas, por sus constantes movilizaciones militares y por sus complejas y violentas controversias religiosas (que eran al mismo tiempo políticas), la más importante de las cuales fue la que enfrentó a los iconoclastas con los defensores de las imágenes sagradas y que se prolongó a lo largo de más un siglo (730-843). Antes había surgido una de las instituciones más representativas del mundo bizantino, el monacato, aunque su desarrollo implica una ruptura con la tradición clásica y un prolongado periodo de estancamiento En cualquier caso, el Imperio bizantino asumió la misión de preservar el legado antiguo, de favorecer la religión cristiana (como religión de Estado), de acoger a los armenios (ya cristianizados) y, sobre todo, de asimilar a los pueblos eslavos (que irrumpieron en las regiones orientales de Europa como los pueblos germanos lo habían hecho en las occidentales y que pronto fueron EUROPA EN PAPEL 64 02.Europa en papel 3/3/10 16:12 Página 65 quien se opuso a las abusivas pretensiones romanas. El segundo momento fue protagonizado por el patriarca Miguel Cerulario, cuya oposición al papa León IX, que una vez más propugnaba la supremacía absoluta de Roma sobre las demás iglesias cristianas, llevó al llamado Cisma de Oriente (1054), que dividió para siempre al cristianismo oriental del occidental, tras manifestar un irreconciliable desacuerdo que era a la vez sobre aspectos teológicos (el filioque latino, es decir, la doctrina de que el Espíritu Santo procedía al mismo tiempo del Padre y del Hijo, las otras dos personas de la Santísima Trinidad), disciplinares (el celibato obligatorio en el mundo latino pero no en el bizantino) y de dependencia o independencia entre las distintas iglesias. Todos los movimientos posteriores a favor de un retorno a la unidad constituyeron un fracaso debido al permanente rechazo por parte del patriarcado y de la población de Constantinopla, a lo que sin duda contribuyó el recuerdo dejado por la invasión del Imperio por parte de los integrantes (latinos) de la cuarta cruzada. y empobrecimiento cultural (siglos VII, VIII y principios del IX) del que no se saldrá hasta la exaltación al patriarcado de Focio, que además de desempeñar un destacado papel como eclesiástico fue responsable de una suerte de renacimiento de matriz laica, de vocación helenista y enciclopédica que puede considerarse como un primer humanismo bizantino. Con las sucesivas dinastías los momentos de creatividad cultural se suceden espaciadamente. Si el emperador Constantino VII Porfirogeneta aparece en la primera mitad del siglo X como «el amante de los libros», la figura de Miguel Pselo llena la segunda mitad del siglo XI con el fomento de los estudios en Constantinopla y con su propia obra historiográfica (Chronographia), mientras el arte adquiere un nuevo empuje con la construcción de los monasterios de Hósios Loûkas (en la Fócida) o la Gran Lavra del Monte Athos, y mientras se escribe el gran poema épico Digenis Akrita, la historia de un héroe de frontera comparable al Cid castellano o al Rolando carolingio. La cuarta cruzada, en efecto, se convirtió en un instrumento político para acabar con la independencia del Imperio bizantino. La expedición, que debía dirigirse contra Egipto, fue desviada de su destino original sobre todo por los venecianos, interesados en hacerse con el monopolio del comercio del Mediterráneo oriental, de modo que, tras atender el requerimiento del pretendiente al trono, dirigió sus tropas contra el Imperio y procedió a un espantoso saqueo de Constantinopla, que precedió a la creación de un Imperio Latino, mientras el resto del territorio se dividía entre Una de las consecuencias más importantes de la política agresiva de Roma fue, en efecto, la ruptura de la unidad de la Cristiandad europea, que tuvo como causa directa la constante rivalidad entre el papa (el patriarca de Roma) y el patriarca de Constantinopla. El primer episodio de gravedad había ocurrido en el siglo IX, justamente coincidiendo con un resurgimiento de la vida política, religiosa y cultural de Bizancio, que llevó al aumento del poder y del prestigio del patriarcado, encarnado en la enérgica figura de Focio, 65 LA EUROPA MEDIEVAL 02.Europa en papel 3/3/10 16:12 Página 66 belador de la espiritualidad de los monjes del Monte Athos. Del mismo modo, si el arte se enriquece con monumentos como la iglesia de San Salvador de Khora en Constantinopla (obra del mecenazgo del erudito Teodoro Metokites), con los ecos finales de una prestigiosa musivaria y con la originalidad de la pintura de iconos, una serie de humanistas (bajo la inspiración de la gran figura de Jorge Gemisto, llamado Pletón) preparan en la primera mitad del siglo XV, desde el retiro de Mistras (el último oasis de la cultura clásica, con su programa de restauración de la filosofía platónica, el rechazo de la religión cristiana y la reivindicación del politeísmo grecorromano), el traslado de los tesoros del clasicismo griego a una Italia ya renacentista. la propia Venecia y otros participantes en la cruzada, al tiempo que la Serenísima República recibía el espaldarazo de Roma al sustituir al patriarca ortodoxo por otro veneciano y fiel por tanto a la autoridad papal. Por su parte, los bizantinos resistieron refugiados en el Imperio griego de Nicea (aglutinado en torno a la figura de Teodoro Láscaris) mientras se creaban otras dos potencias que se reclamaban de la vieja formación imperial, el Despotato de Epiro (regido por Miguel Angel-Comneno) y el Reino de Trebisonda en la región noriental del mar Negro (bajo la égida de Alejo Comneno). Los griegos de Nicea, principales adalides de la causa del irredentismo bizantino, pusieron fin al Imperio latino (1261) procediendo a la restauración legitimista, finalmente obra de Miguel Paleólogo, que reconquista Constantinopla y funda la dinastía que durante los dos siglos siguientes asumiría la misión primordial de mantener a raya a los turcos que asediaban las fronteras del Imperio. Así, renacido el Imperio bizantino después de la prolongada crisis de la cruzada de 1204 y de la restauración legitimista, la dinastía de los Paleólogo se encontró profundamente debilitada para hacer frente a sus poderosos enemigos pese a la contratación de los mercenarios de las Compañías Catalanas mandadas por Roger de Flor. Sin embargo, por el momento, los turcos otomanos, que habían sustituido en el siglo XIII a los turcos selyúcidas en su marcha hacia occidente, diversificaron su ofensiva europea, de tal modo que, si bien en la segunda mitad del siglo XIV desposeyeron a los bizantinos de algunas de sus más importantes ciudades (Adrianópolis, Tesalónica y Atenas), al mismo tiempo los desembarazaron de otros de sus rivales, como los serbios (derrotados militarmente en Kosovo en 1389) y los búlgaros del segundo imperio (conquistados en 1396). Así los turcos otomanos quedaron ya di- Las últimas dinastías (los Láscaris de Nicea, los Comnenos de Trebisonda y los Paleólogos restaurados en Constantinopla con ayuda de los genoveses, que ocupan el barrio de Gálata), pese a desenvolverse entre el trauma de la ocupación de 1204 y el acuciante asedio turco, producen una obra literaria considerable, como son los textos historiográficos de Ana Comneno (Alexíada), de Nicetas Coniates (Khroniké Diégesis, que narra los avatares de la traumática cuarta cruzada) y de Nicéforos Grégoras, un verdadero uomo universale, autor de una Historia con la que termina el género en el mundo griego y también pugnaz de- EUROPA EN PAPEL 66 02.Europa en papel 3/3/10 16:12 Página 67 rectamente frente a su último enemigo, el Imperio bizantino, con el que mantendrían un duelo a muerte que terminaría con la caída de Cons- tantinopla en poder de los turcos mandados por Mehmet II, un hecho que ha venido considerándose como el fin de la Edad Media. 67 LA EUROPA MEDIEVAL