596 BOLETÍN DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA en su evolución, en el que el proceso degenerativo es más avanzado. La membrana celular ha desaparecido y de la célula sólo son visibles una serie de granulaciones basófilas intensamente teñidas y que corresponden en parte a restos del núcleo, y en parte a restos del protoplasma, sin que sea posible distinguir cuáles provienen del uno y cuáles del otro. Se trata de un acumulo pulverulento situado en el seno de la masa de cultivo y que representa un verdadero proceso de picnosis, no sólo nuclear, sino también protoplásmica. Sin embargo, este último período no lo sufren todos los macrófagos, sino que, en muchos casos, se puede observar cultivos de diez-quince días en los que se distinguen macrófagos que aparecen como esférulas granulosas, como hemos descrito para el estadio anterior, pero que en estos casos es difícil afirmar que estén vivos. En las preparaciones coloreadas se encuentra con frecuencia el cuarto estadio. En resumen, el macrófago de origen conjuntivo, en su evolución biológica, nace desde el momento que empieza su separación del tejido. Su ciclo vital lo reconocemos por un continuado recargo de materiales fagocitados que van transformando la célula en elemento basófilo y cargándole de granulaciones; en este proceso participan no sólo el protoplasma, sino también el núcleo. Su rellenamiento de materiales y su muerte están muy próximos. Se desprende de esto, según nuestro concepto, que el macrófago, tal como se entiende en los cultivos de tejidos, no representa un proceso de vitalidad celular progresiva, sino un proceso regresivo. Quizás el primero y segundo período tengan aquella significación, pero el resto del proceso es claramente degenerativo. Ahora bien, el macrófago, a pesar de esta opinión que sustentamos, es una célula de resistencia y vitalidad mayor que las restantes del organismo, y una comprobación de esta idea la tenemos en el reciente trabajo que Costero ha hecho sobre el cultivo de los macrófagos del sistema nervioso (células de Hortega). Para convencernos de estos hechos hemos practicado la experiencia siguiente: En un cultivo fluidificado que poseía gran cantidad de-elementos en libertad pegados al portaobjetos (que representa el segundo estadio de su evolución) hemos vuelto a colocar medio nutritivo, con objeto de continuar cultivando estas células, sin que nunca lo hayamos conseguido, a pesar de haber repetido esta experiencia múltiples veces. Claro está que es difícil determinar en qué período empiezan a perder las células su vitalidad, o mejor dicho, sus propiedades reproductoras. Es muy posible que desde el momento que la célula se libera del tejido adquiera una nueva carac-