una problemática actual tan compleja y relevante como es la recreación del sistema de maquila por parte de la economía capitalista. La reconstrucción detallada de los momentos y coyun­ turas que van definiendo la historia y las características de este proceso y la explicitación de la lógica que lo explica ayudará, de manera importante, a quienes estén interesados en realizar investigaciones en ese campo. Igualmente cual­ quier lector quedará muy satisfactoriamente informado res­ pecto al tema. El trabajo hubiera ciertamente ganado mucho si la información de gabinete hubiera sido complementada con una investigación más detallada en la región. De esa manera habría aparecido mucho más claramente el impacto social y económico de este programa en la región, aspectos que la información estadística o bibliográfica no dejan ver en toda su complejidad. Uno quisiera que trabajos como el de Arrióla, con todo el esfuerzo editorial que significan, tuvieran una amplia difusión que garantizara su acceso al mayor'público posible. P atricia A r ias CIESAS / El Colegio de Micho acán Georges Duby. Le Chevalier, la fam m e et le pretre. Le mariage dans la France féodale. Paris 1980, Hachette. "¿Cómo intervienen, en la historia de las relaciones so­ ciales, esos otros factores que no tienen menor realidad que los factores tecnológicos, monetarios o climatológi­ cos, pero que no se dejan asir, ver, palpar, que no se inclinan por lo material sino por lo mental, por la idea, el sueño, el fantasma?” Georges Duby, "Le mental et le fonctionnement des Sciences Humaines, L'Arc, 11, 1972 Apasionante es el calificativo que encuentro para el último libro publicado por uno de los mejores historiadores de la Edad Media con que contamos en la actualidad. Georges Duby, en la cúspide de su carrera y su producción, nos demuestra en esta ocasión cómo la historia presente nos lleva al pasado y nos motiva a investigar temas hasta ahora poco atractivos. La crisis actual del matrimonio como institución lleva a que algunos, por ignorancia o manipulación, quieran pre­ sentárnoslo como eterno y permanente, pretendiendo igno­ rar u olvidar, que el matrimonio bajo la modalidad que nosotros conocemos, si bien tiene ya varios siglos, no ha sido ni eterno ni inmóvil. Las instituciones tienen vida e irse acomodando y modificando de acuerdo a la sociedad que pretenden regir es una de sus principales características: lo que funcionó para una época no tiene forzosamente que funcionar para otra. Este trabajo se desarrolla en torno a un conflicto: la disputa entre la Iglesia y los señores feudales por reglamen­ tar la práctica matrimonial. El pleito lo inicia el cuerpo ecle­ siástico, que en su intento por reformar la Iglesia, pretende purificar la sociedad entera. Impone el celibato a los clérigos y elabora su modelo matrimonial. A fin de poder establecer un orden, la Iglesia tuvo que dedicarse primero a conformar una regla y puso a sus teóricos a trabajar; a leer, a releer, a interpretar los evange­ lios y los escritos de los padres de la Iglesia, el Antiguo Testamento. Si no encontraban respuesta a sus preguntas ¿por qué no arriesgarse y tratar de interpretar los deseos de Dios? Deseos que se dejan ver, cuando Dios, inconforme o disgustado, hace explotar su ira sobre la tierra. Todo esto es "fabricación de ideología” como Duby lo dice. Así, poco a poco, fue naciendo lo que llegó a formar el Séptimo Mandamiento. Tres siglos tardó en establecerse y afianzarse el nuevo sacramento del matrimonio, en una sociedad no del todo dócil, ni del todo dispuesta a ceder su libertad aun clero cada día más impositivo, que refuerza por diferentes medios su poderío. Si hay enfrentamientos fuertes, los intereses de estas dos órdenes, nobleza y clero, no siempre van separados; en un momento en que el señorío trata de afianzar sus dere­ chos, en que la nobleza, hasta entonces clase abierta, cierra sus puertas a los advenedizos, utiliza las reglas de la Iglesia para afianzar su poder terrenal. A partir del siglo X para ser noble, hay que ser hijo de noble, y por lo tanto hay que cuidar la estirpe, fijándose bien: con quién caso a mis hijos y a cuántos caso para evitar la disgregación del patrimonio. Y también de la nobleza se apodera un afán reformista y purificador. Los monasterios se multiplican, el número de cruzados aumenta, los conventos se llenan. N o nada más los hombres, sino también las mujeres sienten la presión y son llevadas al reclusorio. Los desheredados se recluyen mien­ tras el poder feudal se afianza, dejando el patrimonio al hijo mayor. Conventos y cruzadas eliminan o alejan a los segun­ dones. El celibato forzado es una estrategia familiar. Mientras tanto la Iglesia teje su trama y dictamina: que el matrimonio "incestuoso” no existe (el "incesto” existe entre parientes carnales o espirituales) que la mujer (*) como fuente de pecado hay que vigilarla, que el matrimonio es un medio para controlar la concupiscencia. El matrimo­ nio como acto social debe ser público y sacralizado, y muchas reglas más vienen a conformar la sagrada institución del matrimonio. En algunas ocasiones la represión fue tal, que los jóvenes empezaron a rebelarse y se dio un enfrentamiento entre generaciones. Pero para entonces ya iglesia y nobleza habían logrado su cometido. Debido a los cambios en la práctica matrimonial, la estructura de la clase dominante se modificó en algunos decenios, convirtiéndose en una yuxtaposición de pequeñas dinastías rivales, arraigadas en su patrimonio, viviendo y fomentando el recuerdo de sus ancestros varones. El paren­ tesco vertical suplantó al horizontal. Una vez implantado el modelo deseado, tanto el de la nobleza como el de la Iglesia, las riendas se soltaron y la terrible represión a la que estuvo sujeta toda esa pequeña *) AI mismo tiempo, la Iglesia revaloriza a la mujer a tal grado que se puede hablar de una alianza de los clérigos y de las mujeres contra la brutalidad machista y las estrategias matrimoniales de los clanes. nobleza de desheredados desapareció. De un día para otro se vio libre de presiones y pudo casarse y fundar su hogar, ya sin control, pues tan solo el mayor, el jefe, tenía la responsa­ bilidad de resguardar el linaje y las pertenencias, puesto que tan solo a él correspondían. Los menores, sin poder ya reclamar bienes materiales, pudieron disponer libremente de su persona. En torno a la casa madre se fundaron casas modestas, y el número de hombres de buena cuna se multi­ plicó en los primeros decenios del siglo XIII. Esto y mucho más nos enseña Duby, pero habrá que leerlo para sacarle todo el jugo a un trabajo tan acabado. B e a t r iz R o ja s El Colegio de Michoacán Pierre Vidal-Naquet. Le chasseur noir; formes de pensée et form es de société dans le monde grec. Paris 1980, ed. Maspero, 488 pp. En este libro el autor agrupa 16 textos suyos publicados en los 20 últimos años y nos ofrece un bosquejo muy importante para el conocimiento del mundo griego antiguo. "El cazador negro”, le chasseur noir, es un personaje de la mitología griega que se parece a héroes de muchas otras mitologías: es un hombre joven que busca la aventura para sufrir la iniciación, se ejercita en las técnicas de la "ruse”, pero desaparece para no volver nunca más. Es el título del artículo publicado por Vidal-Naquet en 1968 y que da hoy su nombre al volumen. Así nos quiere manifestar el autor su voluntad de llegar al mundo griego, no por la vía muy concurrida del ágora, de la asamblea del pueblo, sino por senderos marginales: los jóvenes, las mujeres, los artesanos, los esclavos, los que viven lejos de la ciudad. El subtítulo nos precisa el proyecto global: formas de pensamiento y formas de sociedad. No se trata de estudiar