TELEVISIÓN PUBLICIDAD TELEVISIVA LOS RESORTES DEL CONSUMISMO FERNANDO BARRAZA Cien repeticiones tres noches por semana, durante cuatro años -pensó Bernard Marx, que era especialista en Hipnopedia-, Sesenta y dos mil cuatrocientas repeticiones crean una verdad. Un mundo feliz, Aldous Huxley Si le decimos a las personas mayores: "He visto una casa preciosa de ladrillo rosa, con geranios en las ventanas y palomas en el tejado"... jamás llegarán a imaginarse cómo es esa casa. Es preciso decirles: "He visto una casa que vale cien mil francos". Entonces exclaman: "¡ Qué hermosa es!" El Principjto, Antoine de SaintExupéry gicos que se utilizan para hacerla más impactante, no sólo justifica, sino que hace imprescindible que se analice su contenido, métodos y fines. No parece descabellado pensar que la publicidad, en términos estrictos, es el programa más importante de la televisión chilena. ¿Uso o abuso? Al igual que la televisión, la publicidad no es objetable en sí. Se trata de un medio de comunicación legítimo y que en rigor presta un servicio al público consumidor, en la medida que le informa sobre productos y servicios A los publicistas les compla- que están a su disposición en el mercado. ce definir su actividad como "la El problema es la utilización verdad bien dicha". Viendo los spots que invaden ta televisión que se hace del medio de comunichilena, parece claro que el pro- cación, especialmente cuando se blema no reside en el acierto de pasa del uso al abuso. Dentro de la esa frase, sino en dónde se acentúa publicidad televisiva, esa es una la intencionalidad: si en lo esen- frontera que, además de sutil, es a cial —la verdad^ o en la manera menudo franqueada. El "cómo" decir la verdad se convierte entonde decirla. Desde la partida, el asunto pa- ces en un fin en sí, más importanrece equívoco. Se supondría que te que la verdad misma. Para muchos publicistas, a juzun comentario televisivo debiera apuntar hacia la cartelera que se gar por lo que producen, el fin ofrece a los televidentes y no a lo justifica los medios. El fin es aupresumiblemente objetivo, la publi- mentar considerablemente las ventas del cliente y para ello todo cidad que financia los programas. Pero, cuantitativa y cualitati- esta permitido. Los medios: manivamente hablando, hace mucho pular valores, apuntar a la esfera de lo inconsciente, caer en la porrato que la publicidad dejó de ser un accidente en la televisión nografía sin remilgos, aplicar técchilena. En determinados horarios, nicas audiovisuales discutibles, no se requiere ser humorista para amaestrar a los pequeños televipensar que más bien lo accesorio dentes para que sean mañana comson los programas: hemos detecta- pulsivos consumidores adultos. do hasta 25 minutos de publicidad La libertad, el amor, la segurien una hora de emisión (casi un dad, la sexualidad, la belleza, la 50 por ciento). vida, la juventud, la paz, valores Esta avalancha publicitaria, uni- todos propios y fundamentales del da a \ps resortes técnicos y sicoló- hombre, son utilizados para ven- der jeans o desodorantes, captar ahorros o depósitos a plazo, ofrecer zapatos, jabones, seguros, per-' fumes, automóviles, bebidas o cigarrillos. Se fomenta un consumismo sin barreras, se crean falsas expectativas y necesidades ficticias, el hombre vale no por lo que es sino por lo que tiene, consumir es el verbo más conjugado en la televisión chilena. Y todo repetido majaderamente, en colores, con música pegajosa, buenos actores, acertados efectos fílmicos, aprovechando una creatividad digna de mejores esfuerzos y que a menudo se echa de menos en otras instancias de la programación televisiva. La publicidad audiovisual adopta una actitud idolátrica frente a los bienes o al dinero. Automóviles, refrigeradores, enceradoras, billetes o incluso el signo pesos, .aparecen refulgentes, dorados, enfocados siempre desde abajo, subrayando una idea de adoración y sometimiento. ¿Cómo no pensar en la versión contemporánea del pasaje bíblico en el cual el pueblo israelita reverenciaba ídolos de oro en el desierto? El problema es más grave en relación a los niños. Empedernidos televidentes (3 horas diarias promedio frente al televisor, según estadísticas de Unesco, 2.500 horas en los primeros cuatro años de vida, según recientes investigaciones chilenas), nuestros hijos asimilan, sin discriminaciones ni filtros, todo lo que la publicidad televisiva pone a su alcance. Por si todavía eso no fuera pastante, se emplean técnicas de reforzamiento e identificación. Imágenes, voces y rostros infantiles son el expediente audiovisual más socorrido por los spots televisivos, al extremo que ha sido necesario legislar para prohibir que se incluyan niños en la publicidad de bebidas alcohólicas o cigarrillos. Por otra parte, en los comerciales se triplica la velocidad normal promedio de cambio de imágenes, para así concentrar con mayor fuerza el interés y la atención de los televidentes. Frente a hechos semejantes, hay que preguntarse: MENSAJE NO 296, EN E RO-FEBRERO 1981 TELEVISIÓN ¿qué ocurrirá mañana con la salud sicológica de nuestros hijos, bomoardeados hoy sin piedad por miles de estímulos que requieren, más allá de todo límite, su capacidad perceptiva, manteniéndolos además en la absoluta pasividad receptiva? Muchas veces se habla de la libertad que tiene el consumidor para elegir aquello que le interese, le convenga o le plazca. En esa libertad, ¿debemos incluir esta especie de "todo vale" a través del cual la publicidad determina v condiciona pavlovianamente al indefenso y desprevenido teleconsumidor? Botones de muestra Quizá algunos lectores se sientan abrumados o hasta piensen en una exageración. Felizmente, más que argumentos conceptuales, el mejor expediente probatorio es, en este caso, encender el televisor y soportar, no como receptor pasivo, sino con espíritu crítico, una "tanda" de comerciales en cualquier horario de la programación televisiva chilena. La utilización de la pornografía y del machismo son dos resortes fáciles de detectar. Y no se trata tanto de una pornografía obvia, convencional. A menudo es más grave lo sugerido, lo insinuado. Hay un manipuleo de la sexualidad, una seudo-identificación entre consumir un producto, genitalidad, realización de vida. Así, por ejemplo, blue-jeans de tal marca, cuerpo de muchacha joven y atractiva en primerísimo primer plano, cremallera lo más abierta posible: " ¡libérate, usa jeans...!" Para publicitar determinada marca de cerveza se emplea deliberadamente el equívoco. Diálogo entre una pareja, ella con escote muy generoso, la botella de cerveza sobre la mesa. Las frases de él pueden referirse por igual a la bebida alcohólica... o al busto espectacular de la muchacha. El machismo aflora de preferencia en la publicidad de productos masculinos. Desde las camisas y géneros "como tigKe" hasta el perfume para los hombres "que lo consiguen todo" o "están dispuestos a triunfar". Por cierto, con música adecuada, una amiga que le enciende sumisamente el cigarrillo al galán y se lo pone en los labios, o manos femeninas que acarician y hasta intentan desabotonar la camisa o — i una vez más!— correr la cremallera del pantalón... De nuevo lo grave es el mensaje: el hombre-conquista-mujeres. Camisas, perfumes, desodorantes le ayudan en una especie de safari erótico-sentimental en que las mujeres caen seducidas a sus pies. Otro expediente es identificar el éxito o el triunfo con el consumo de un producto. De ahí que progresivamente se ofrezcan atractivos contratos a personajes famosos para que aparezcan en pantalla Fumando un cigarrillo tal, viendo un televisor marca cual, o saboreando un café de determinada etiqueta. (Hace pocas semanas fuimos testigos cómo el mejor futbolista de todos los' tiempos ha terminado como propagandista de una marca electrónica japonesa). La fórmula es clara: si fulano es un triunfador y usa esos artículos, yo podría acercarme a su éxito consumiendo productos semejantes... Aunque el silogismo no admite análisis, la publicidad resulta. Nuevamente se apunta a lo externo, .no importa la persona, sino cómo se viste, qué auto maneja, qué apariencia tiene. Curiosamente, en algunas oportunidades, de tanto darle vueltas a la imaginación, los publicistas resultan cazadores cazados. No de otra manera se explican algunos equívocos que se difunden hoy en día en nuestra televisión. "Las piernas que llegan a cualquier parte" (se trata de agentes de seguro), "los piratas que son buenos y malos a la vez" (miniaturas animadas de juguete) y, sobre todo, un importante periódico cuya publicidad televisiva asegura "que vende más, porque se vende más...". n MENSAJE NO 296, ENERO-FEBRERO 1981 63