la cumbre ém\Monheny

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la cumbre ém\ Monheny
Subir a lo alto del Montseny y sumergirse allí unos días en
el silencio recreador de la cumbre, lejos del agobiador barullo de
la ciudad., no sólo es ir a templar nervios y crear pulmones, sino
que, también el alma, en la sacra paz de la cumbre, se limpia y
purifica.
Si, para quien sabe gozarlo, imponente es el espectáculo que
la cima nos ofrece poniendo a nuestro alcance visual todo el vasto anfiteatro de la tierra catalana, desde el mar al Pirineo; tenderse dulcemente sobre él verde césped salpicado de flores y meditar allí, cerca del cielo, en las cosas eternas, es ponerle al alma
un par de alas.
Decía Verdaguer, refiriéndose al Montseny: «Los aucells de
la poesia que poden fugir una estona de la gábia de la ciutat, allá
s'en volen, com al plaent reposador de les aligues ferides». ¡Dulce
reposadero de las águilas heridas! ¡Oué bella y concisa definición
la que de la cumbre nos hizo la más herida de las águilas de nuestra poesía! Por esto, porque era águila y se sentía herida, cuando
extendía sus incansables alas para huir, un momento, de la «gábia
de la ciutat», no era para posarse en montículos o colinas: necesitaba remontarse allí, a la más encumbrada cima de nuestra tierra, para poder contemplar mejor, con su mirada de águila, a su
amada Cataluña. Y luego, al pie de aquella cruz clavada entre cielo y tierra, que él llamaba «lo camí del Cel», rezarle así:
<• Des del bel! cim de ¡a mes alta serra
avui vos he cridat, oh Jesucrist:
jo us voldria oferir tota ¡a térra,
ab quant sobre ella els ulls del sol han vist.i>
Y apacentando, después, su mirada en el valle.
« Catalans tots, de genollons en térra.
Mirau acf lo signe de ¡a Creu,
com de la Patria en la mes alta serra
eixamp/a avui los bragos
per acostar-la ab tots sos filis a Dém.
Quisiera, lector amigo, tener ahora, entre mis manos, una
bien cortada pluma-, y una mejor nutrida inteligencia ,para poderte contar, con frase elgante y profusión de detalles, todas las emociones que el alma siente allí, en la cumbre del Montseny, mientras el cuerpo ráspira el aire sutil de las alturas y los ojos van disparando su flecha visual al infinito. Pero, ¿cómo podrá mi pobre y
tosca prosa describir tanta emoción y belleza? ¡Qué grandiosidad
la que por todas partes nos rodea! ¡Qué sublime maravilla la que
por todas partes los ojos contemplan! Por techo, la inmensa bóveda del firmamento, que allí parece deshacerse en puros resplandores. Abajo, extendiéndose hasta el infinito, pueblos y ciudades
rodeados de verdes valles y abruptas colinas, tratando de semejarse a los mapas geográficos que los hombres han dibujado.
Hacia el norte, allá, a lo lejos, esfumada entre neblina, la
ciudad de Vich, cuna y tumba de Balmes; el que no quiso abandonar el mundo sin antes dirigir una postrera mirada a la cumbre
del Montseny. Cuentan que estando ya moribundo en el lecho,
allí en la casa de Bojorns de Vich, aquella mañana de Julio de
1848, momeíítos antes de expirar, hizo abrir de par en par los
ventanales de su alcoba, que daban frente al Montseny, para contemplarlo por última vez y dirigir, también, una última plegaria
a la cruz que allí, en la más alta cima, plantó un día su entrañable
amigo, San Antonio M.a Claret, y que, amorosa, le estaba tendiendo los brazos para ayudarle a subir al Cielo.
A la derecha, rodeada de macizos montañosos y confundida
en el brumoso cielo del horizonte, la inmortal Gerona, gloria de
nuestras gestas. Y al fondo, recortando el cielo, la azulada cordillera pirenaica, con sus altos picos, que cubren manto de armiño,
y que el sol acaricia dulcemente sin osarse a profanar su inmácula blancura.
Hacia el sur, besada por las olas, la montaña de Montjuich
- tomba del jueu - como la nombra Aribau en aquella inmortal
poesía:
«Adéu fu, vell Montseny que des ton alt palau,
com guaifa vigilant, cobert de boira e neu
guaites per un forat la tomba del jueu*.
Voz de Malgrat. 1/2/1954. Pàgina 4
Hacia poniente, cual órgano monumental, surge, majestuosa,
la montaña de Montserrat, trono espléndido de la Virgen. Y allá,
al fondo, los territorios del «Compte Arnau».
Y acá y allá, diseminados por el valle, entre campos de verdura y cudrilateros de tierra oró, multitud de pueblecillos con
sus rojos tejados luciendo al sol, y sus altos campanarios, que parece presidirlos. De algunas chimeneas de los que están casi al
pie de la montaña se ven salir penachos de humo que, subiendo
hacia el cielo, se me antojan las oraciones que dentro las casas
elevan los hombres a Dios.
Ahí, entre verdor de castaños, y casi a nuestro alcance, la
cueva Roca Guinarda. que Cervantes inmortalizó en su Quijote.
Y más allá, junto a las riberas del Ter, el pueblo de Serrallonga.
Ciñiéndose a las ondulaciones de la tierra, muestran su casta
desnudez los caminos. Ellos son los que, saltando montes y cruzando valles, unen pueblos, ciudades, villorios y caseríos. Como
serpiente de plata bruñida, reluce allá abajo, entre ellos, la ondulada silueta de un río, que lleva, silencioso, su tesoro al mar. Y a
lo lejos, cual diminuto juguete, va corriendo un tren: es la conquista del hombre sobre el tiempo. En sus entrañas lleva a los
que van y vienen atareados en los negocios del mundo.
Entre tanto, allá en lo alto, vellones de blancas nubes, henchidas de luz, van tejiendo caprichosos recamos en el manto azul
del firmamento. Y el sol, desnudo allá arriba, todo lo besa y acaricia con sus áureos rayos. Cielo y tierra, en poético y silencioso
abrazo, entonan allí un himno triunfal al Creador.
Me marcho, casi arrepentido, de la cumbre, porque pienso
que es un sacrilegio manchar tanta belleza con la sombra de mi
cuerpo.
José Virgili Torrell
Estampas de. Marruecos
De todo el territorio que yo he visto en el protectorado español, considero que en términos generales lo más rico en agricultura es esta comarca de Larache, de la que gran parte del terreno lo
explota la Compañía Agrícola del Lukus debido a la oportunidad
de poder regar con agua del río Lukus y disponer dicha Cía. de
un capital de' más de cincuenta millones de pesetas para hacer
frente a todas las necesidades que se presenten.
Hablando de la C. A. L. diré que la extensión llana en la parte oeste del río era, hace veinticinco años, una gran charca de
agua llena de matorrales y principalmente de enea (boba) con
gran cantidad de caballos, potros y jalufos (cerdos) en estado salvaje. Al hacer el Gobierno la concesión de esta tierra a la Cía. y
aportando en ella otra gran extensión que tenía el Sr. Roschild
lindante a ésta, se empezó a sanearla y ponerla en cultivo, siendo
el principal el de arroz al ser terreno pantanoso. Con el tiempo
se ha ido mejorando y ahora con los colectores y desagües que
tiene, es tierra para poder sembrar cualquier planta.
Para dar una pequeña idea de lo importante que es esta Cía.
diré que el año pasado se sembró nada menos que 100.000 Kgs.
de semilla de trigo con una extensión aproximada de unas dos
mil cuarteras de tierra y este año se ha doblado la cantidad y
extensión de siembra de este cereal.
Para el trabajo de toda esta tierra se dispone de más de cien
yuntas de toros, docenas de caballos y más de cuarenta tractores.
De éstos hay de pesados con ruedas de oruga, estilo tanques, y
otros con ruedas de neumáticos. Los pesados son de la marca
Caterpillar con un total de 14, con los modelos D.2 que hay uno,
D.4 que hay diez, I).6 hay uno y D.7 hay dos; estos tres con una
fuerza imponente ya que se consideran de 60 y 70 caballos. De
John Deere hay 15 rápidos y ligeros para sembrar en línea recta,
escardar, espolvorear insecticidas en polvo y líquido y hacer toda clase de trabajos en las extensiones de algodón, ricino y siembra de trigo. También se dispone de algún Fordson, algún M.A.N.,
Intercontinental y otros.
V. BAYARRI
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