Catolicosenlinea2000 Lección 21: los milagros de Jesús “Al atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron: «Este es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos». Pero Jesús les dijo: «No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos». Ellos respondieron: «Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados». «Tráiganmelos aquí», les dijo. Y después de ordenar a la multitud que se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, los dio a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud. Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas. Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños” (Mt. 14, 15-21) I.- Actividad taumatúrgica de Jesús. Los testimonios post-pascuales insisten sobre la actividad taumatúrgica de Jesús. Camino de Emaús, Jesús preguntó a los dos viajeros: "¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?" Ellos se detuvieron con aire entristecido, y le respondieron: "Lo de Jesús el Nazareo, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo" (Lc 24, 17, 19). El día de Pentecostés, Pedro dio testimonio de Jesús con estas palabras: "Varones israelitas, escuchad: Jesús, el Nazoreo, hombre acreditado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y señales, que Dios hizo por su medio entre vosotros, como sabéis..." (Hch 2, 22). Tiempo después, el mismo Pedro proclamaba en Cesarea: "A Jesús de Nazaret Dios lo ungió con el Espíritu Santo y con poder, y pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él" (Hch 10, 38). 1.- Jesús, profeta-taumaturgo. En el Antiguo Testamento Dios acostumbraba hacer milagros y prodigios a través de los profetas. Elías y Eliseo fueron enviados de Dios, dotados con especiales dones carismáticos (IR 17,14-24; 2R 4,8-37.42-44). Pues bien, Jesús aparece como un hombre singular, a quien Dios asiste (Jn 3, 2), y a través del cual actúa con poder (Lc 5, 17). Así, no es de extrañar que con frecuencia los evangelios le den a Jesús el título de “profeta" (Mt 16,14; 21,11.46; Mc 6,15; Lc 7,16.39; 24,19; Jn 4, 19; 9, 17). ~1~ Lección 21: los milagros de Jesús Para la fe cristiana, Jesús no sólo es un profeta, sino que es "el Profeta "anunciado por Moisés (Dt 18, 15; Jn 6, 14; 7, 40; Hch 3, 22-26). Sin embargo, a partir de Pentecostés, cuando comenzó a difundirse en la Iglesia el carisma profético (Hch 2, 17; 11, 27), el título de "profeta" dado a Jesús, fue cayendo en desuso, y fue suplido por títulos específicamente más cristológicos. 2. El testimonio de los evangelios. El Evangelio presenta a Jesús actuando por su propio poder. Para obrar un milagro, Jesús exige la fe, no en Dios creador y todopoderoso, sino en su propia persona y en su misión. A dos ciegos que se acercaron a él, pidiéndole su salud, Jesús les preguntó: "¿Creéis que puedo hacer eso?". Ellos le contestaron: Sí, Señor". Entonces les tocó los ojos, diciendo: "¡Hágase en vosotros según vuestra fe!". Y se les abrieron sus ojos (Mt 9,28-30; cf Jn 14,1). 1. Su grande actividad taumatúrgica es atestiguada por una serie de 34 milagros particulares y por repetidos sumarios y resúmenes: "Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Su fama llegó a toda Siria; y le trajeron todos los que se encontraban mal con enfermedades y sufrimientos diversos, endemoniados, lunáticos y paralíticos, y los curó" (Mt 4, 23-24). "Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia" (Mt 9, 35). Ver además: Mt 8,16; 12, 15; 14, 35-36; 15, 30-31; 19, 2; 21, 14. Mc 1, 32-34, 39; 3, 10-11; 6, 54-56. Lc 4, 40-41; 5, 15-17; 6, 18-19; 7, 21; 8, 2; 9, 6-11. Jn 2, 23; 3, 2; 6, 2; 12, 37; 20, 30. 2. Jesús prodiga sus milagros durante todo su ministerio evangélico, a partir de su bautismo en el Jordán hasta su muerte y resurrección. He aquí algunos ejemplos: Al principio de su ministerio: Sanación del poseso de Cafarnaúm (Mc 1, 21-28; Lc 4, 31-37); y el agua convertida en vino en Gana (Jn 2, 1-11). A la mitad de su vida pública, durante la segunda Pascua (año 29): La multiplicación de los panes (Mc 6, 30; Mt 14, 13-21; Lc 9, 10-l7; Jn 6,1-15: el único milagro narrado por los cuatro evangelistas); y el caminar de Jesús sobre las aguas (Mc 6, 45-52; Mt 14, 22-23; Jn 6, 16-21). ~2~ Catolicosenlinea2000 En los últimos días de su vida: La resurrección de Lázaro (Jn 11, 1-44). El ciego de Jericó (Mc 10, 46-52; Mt 20,29-34; Lc 18,35-43). La higuera maldita (Mc 11, 12- 14.20-25; Mt 21, 1822). La sanación de la oreja de Malco (Lc 22, 50-51; cf Jn 18, 10). Después de su resurrección: La pesca milagrosa narrada en Jn 21, 3-14. II.- Inventario de los milagros. 1.- Milagros concretos. Los milagros concretos y particularizados descritos en los evangelios suman un total de 34. Esta cifra es aproximada, pues no toma en cuenta problemas críticos especiales de algunos de ellos. 2.- Los milagros según las tradiciones evangélicas. a) Sólo un milagro es presentado por la tradición evangélica cuádruple: La primera multiplicación de los panes (Mt 14, 15-23; Mc 6, 34-47; Lc 9, 12-17; Jn 6, 1-15). b) Once milagros pertenecen a la triple tradición: Mateo-Marcos-Lucas: La suegra de Simón-Pedro (Mt 8, 14-15; Mc 1, 29-31; Lc 4, 38-39). Curación de un leproso (Mt 8, 1-4; Mc 1, 40-45; Lc 5, 12-16). Un paralítico y el perdón de los pecados (Mt 9, 1-8; Mc 2, 1-12; Lc 5, 17-26). El hombre de la mano paralizada (Mt 12, 9-14; Mc 3, 1-6; Lc 6, 6-11). La tempestad calmada (Mt 8, 23-27; Mc 4, 35-41; Lc 8, 22-25). El endemoniado de Gerasa (Mt 8, 28-34; Mc 5, 1-20; Lc 8, 26-39). La hemorroísa (Mt 9, 20-22; Mc 5, 25-34; Lc 8, 43-48). La hija de Jairo vuelta a la vida (Mt 9,18-19. 23-26; Mc 5,21-24.35-43; Lc 8,40-42.49-54). El endemoniado epiléptico (Mt 17, 14-20; Mc 9, 14-29; Lc 9, 37-43). El ciego de Jericó (Mt 20, 29-34; Mc 10, 46-52; Lc 18, 35-43). Mateo-Marcos-Juan: I) Jesús camina sobre las aguas (Mt 14, 24-33; Mc 6, 48-52; Jn 6, 16-21). ~3~ Lección 21: los milagros de Jesús c) Seis milagros son de doble tradición: Mateo-Marcos: La hija de una mujer cananea (Mt 15, 21-28; Mc 7, 24-30). La segunda multiplicación de los panes (Mt 15, 32-39; Mc 8, 1-10) . La higuera estéril (Mt 21, 18-22; Mc 11, 12-14, 20-25). Mateo-Lucas: El criado del centurión de Cafarnaúm (Mt 8, 5-13; Lc 7,1-10). La sanación de un poseso ciego y mudo (Mt 12, 22; Lc 11, 14). Marcos-Lucas: Un endemoniado en la sinagoga de Cafarnaúm (Mc 1, 21-28; Lc 4, 31-37). Dos milagros son propios de Mateo: Curación de dos ciegos (Mt 9, 27-31). Curación de un endemoniado mudo (Mt 9, 32-34). Hay dos milagros narrados sólo por Marcos: Un sordo tartamudo (Mc 7, 31-37). El ciego de Betsaida (Mc 8, 22-26). Lucas ofrece seis milagros: La pesca milagrosa (Lc 5, 1-11). El hijo de la viuda de Naín (Lc 7, 11-17). La mujer encorvada (Lc 13, 10-17). Curación de un hidrópico (Lc 14, 1-6). Curación de los diez leprosos (Lc 17, 11-19). Jesús cura la oreja cortada (Lc 22, 50-51). Seis milagros son propios de Juan: ~4~ Catolicosenlinea2000 El vino de Cana (Jn 2, 1-11). El hijo del funcionario regio (Jn 4, 46-54). El paralítico de Besthesdá (Jn 5, 1-18). El ciego de nacimiento (Jn 9, 1-41). La resurrección de Lázaro (Jn 11, 1-44). La pesca milagrosa (Jn 21, 3-14). III.- Los milagros en cada evangelista. Al leer los relatos de los milagros hay que tener en cuenta, para una lectura correcta y fructuosa, tres niveles: a) El primer nivel correspondería al momento histórico en que Jesús obró el milagro. Este nivel, por el tiempo transcurrido entre el acontecimiento y su consignación por escrito en los evangelios, nos es difícilmente controlable. b) El segundo nivel lo constituye el objetivo que tuvo tal o cual evangelista al narrar los milagros de Jesús dentro de la trama de su escrito, en vista a la instrucción que quería dar a la comunidad a la que dirigía su obra. Es el relato tal como lo leemos en los evangelios. c) El tercer nivel es la "aplicación o actualización" de un milagro de Jesús para nuestro momento actual. ¿Qué nos dice hoy tal o cual milagro de Jesús? Un signo puede cumplir su misión en determinada época, y no serlo más en otra; así Dios puede ciertamente dar signos adecuados a cada etapa de la historia. Sin embargo, la sanación otorgada sobre todo a los pobres y sencillos es un regalo y una gracia que bien cuadra en todos los tiempos. IV.- Claves para la interpretación de los evangelios Jesús realizó su evangelización con "palabras y obras", en "obras y palabras Así lo proclama la Constitución "Dei Verbum” a propósito de la revelación (DV 2), y lo recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica al hablar de Cristo, el Hijo de Dios (CEC. n. 426). Así también hoy, la nueva Evangelización tiene que realizarse con la proclamación del mensaje y con las obras que Dios quiera realizar a través de nosotros. El testimonio de los Evangelios es claro: A la pregunta que Jesús hacía a los discípulos de Emaús, ellos respondieron: "Lo de Jesús el Nazareo, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo" (Lc 24, 19). ~5~ Lección 21: los milagros de Jesús Al paralítico, llevado entre cuatro, Jesús le dijo: "Hijo, tus pecados te son perdonados Y luego agregó: "Para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados—dice al paralítico—: ¡Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa! "Y el paralítico se levantó (Mc 2, 5-12; cf Mc l, 22-27; 4, 39-40; 6, 2-3). Cuando la resurrección de Lázaro, Jesús dijo primero: "¡Yo soy la resurrección!" Y después gritó: "¡Lázaro, sal fuera!" (Jn 11, 25-43). 1 La evangelización de Jesús fue, pues, con "palabras" y con "obras y los milagros de Jesús estuvieron siempre ligados a su enseñanza. Si, por hipótesis, de los evangelios se extirparan los milagros, se produciría un vacío enorme, y muchas palabras y actitudes de Jesús, al igual que numerosas reacciones de la gente, quedarían sin comprenderse. El ejemplo más claro de esto sería el evangelio de Marcos, en caso de que se le privara de sus dieciocho milagros. 2 Los milagros no son, en manera alguna, una sobrecarga a la doctrina de Jesús, sino más bien una parte esencial e indispensable de su mensaje. Son como la expresión perfecta y acabada de su revelación (Mc 2, 8-11). 3 Los milagros de Jesús son ciertamente "hechos portentosos" (térata) y "acciones de poder" (dynámeis) que manifiestan en él un dominio extraordinario sobre la naturaleza y sobre las personas; y, tomados en su conjunto, aparecen realizados por una virtud divina que él posee como propia (Mc 4, 41; Jn 11, 43). 4 Pero, además, los milagros son "accionessímbolos", son "signos reveladores" (seméia), semáforos, que están muy estrechamente vinculados a su persona y a su misión. Cada milagro proyecta un mensaje propio. Por eso, no basta afirmar de manera global que los milagros son "acciones de poder", sino que es preciso percibir y escudriñar el significado o el mensaje que proyecta cada uno de ellos (Jn 9, 5-7). 5 Ahora bien, el signo es percibido sólo por la fe. En el acontecimiento se encierran dos realidades: el hecho sensible que puede ser constatado por todos, y el signo que es la interpretación que sólo proviene de la fe. El creyente reconoce en el hecho un signo que Dios le ofrece (Jn 6, 26). 6 Jesús jamás realiza un milagro por vanagloria o exhibicionismo, sino por un fin superior: por compasión y misericordia hacia los pobres (Mc 1, 41; 6, 34; 8,2; Lc 7, 13), para acreditar su misión mesiánica (Mt 11, 4-6; 16, 1-4), para dar garantía a su palabra (Mc 2,10) o para manifestar algún aspecto de su propio misterio (Jn 2, 1-8; 4, 48-54; 6, 26-30; 11, 25-26). Entonces accede a una petición o él mismo toma la iniciativa (Jn 5, 6). 7 En relación a la fe: Si Jesús hizo prodigios para que creyeran en él o en su misión (Me 2, 10; Jn 11, 42), más frecuentemente los realizó porque creían en él (Mc 5, 34-36; 10, 52; Lc 5, 20). Por tanto, si es hermoso y admirable creer en Jesús por sus milagros, más admirable y ~6~ Catolicosenlinea2000 hermoso es creer en los milagros a causa de Jesús. La fe no reposa en los milagros; la fe es adhesión a Jesús. La realización de los milagros. El número de milagros concretos consignado en los evangelios es muy discreto (34 casos), y son casos muy valiosos por su naturalidad, sobriedad y precisión. Los prodigios son realizados sin ostentación, pero con suma autoridad. Con frecuencia, basta una sola palabra (Mc 3, 5). Lo serio, sencillo y simple de los milagros de Jesús son una fuerte garantía de autenticidad. Algunas curaciones podrían explicarse por una influencia psíquica, y esto es legítimo (Mc 1, 30-31); pero la mayor parte suponen un poder sobrenatural. Los milagros no son por sí mismos prueba de la divinidad de aquel que los realiza. Ha habido, en efecto, en la historia religiosa de la humanidad muchos taumaturgos. Sin embargo, en el caso de Jesús hay que examinar la manera, el sentido, la autoridad y la finalidad con que él realiza esas acciones. Una consideración global de los milagros puede constituir un dato que conduzca a cierta manifestación de su divinidad (Mt 8, 27; 14, 33). V.- Curaciones y exorcismos. 1. A propósito de las curaciones obradas por Jesús es útil hacer estas reflexiones: El milagro-curación es percibido como el resultado de una "acción de poder" de Dios (su dynamis o su enérgeia), que quiere la salvación integral del hombre. El instrumento de Dios es Jesús (Lc 5, 17; 6, 19; Jn 3, 2; Hch 2, 22; 10, 38). Se produce en un ambiente general de implantación de "el Reino de Dios"; y es como "signo sensible" de la presencia de ese reinado con su fuerza sanadora, auxiliadora y salvadora. Los milagros son acontecimientos caris- máticos que proclaman lo nuevo y sorprendente del reinado de Dios (Mt 12, 28). Los milagros son también manifestaciones de la lucha contra el Mal, que misteriosamente continúa actuando con poder en el mundo, a pesar de que en principio ya haya sido derrotado (Jn 12, 31; 16, 33). La victoria definitiva está ciertamente de parte de Dios. Los exorcismos de Jesús eliminan el temor al demonio y ayudan a vencerlo. Normalmente las curaciones milagrosas se experimentan en la fe: La fe es la puerta de acceso a la curación. El papel de la fe es mencionado frecuentemente en ~7~ Lección 21: los milagros de Jesús los evangelios (Mc 2, 5; 5, 34-36; 9, 23-24; 10, 52; 11, 23-24; Mt 8, 10-13; 9, 22-29; 15, 28; Lc 7, 50; 8, 48; 17, 19; 18, 42; Jn 4, 50-51; 11, 25-27). La fe de Jesús es única y excepcional; y cuando el hombre se adhiere a esa fe de Jesús, la acción de Dios se produce con toda certeza y seguridad (Mc 9, 23-24). La fe es más que la confianza en el poder sanador de Jesús. Es una entrega total a él y a su poder (Lc 8, 5 0). En cuanto a la curación misma: Ordinariamente hay tina oración de "imploración". La curación o sanación se realiza en el enfermo, cuyas células somáticas o energías psíquicas o espirituales son sanadas y vigorizadas por la virtud divina. La sanación se produce en el hombre de acuerdo a la función que Dios ha establecido en cada parte del organismo humano que él mismo ha creado. La sanación brota desde dentro del enfermo: de sus células, de su psijé o de su espíritu. La sanación no es algo que se impone desde fuera, sino que se produce y salta desde dentro, gracias a la "virtud-dynamis-enérgeia" divina. No es de extrañar, por consiguiente, que para que se logre una sanación intervengan las mismas energías que Dios ha puesto en los seres creados por él mismo (células, órganos, psicología, etcétera). Por tanto, la sanación no es un hecho extraordinario realizado fuera o contra las leyes de la naturaleza, sino sobre las leyes ordinarias de la misma, concretamente en tal o cual individuo. La curación sobrenatural es un fenómeno natural cuya rapidez y amplitud superan las reglas habituales. Así, el milagro no viola, sino que supera las leyes naturales. Jesús no utiliza esquemas rígidos, ni técnicas complicadas, ni gestos siempre habituales. Lo que más aparece es su palabra omnipotente, y ésta aun a veces sólo se supone. Los milagros de Jesús, queremos repetir, no sólo son acciones curativas (como puede ser la actividad médica), sino que son "acciones salvífícas", signos sensibles de salvación espiritual. Prueba de ello es que en numerosas ocasiones en que Jesús sana corporalmente, menciona la fe y el verbo salvar, diciendo: "Tu fe te ha salvado, vete en paz Jesús sana de las enfermedades sufridas por el pueblo pobre de su época: fiebre, lepra, parálisis, hemorragias, epilepsis, sordera, mutismo, ceguera, hidropesía, encorvamiento, etc. Finalmente, los milagros de Jesús (particularmente las tres resurrecciones) se comprendieron mejor a la luz pascual de la exaltación y glorificación de Cristo resucitado, hecho el Señor de cielos y tierra. 2. Respecto a los exorcismos realizados por Jesús. Si dejamos de lado los sumarios y resúmenes, el número de exorcismos narrados por los ~8~ Catolicosenlinea2000 evangelios es muy discreto: son siete. Cuatro exorcismos van acompañados de curación de alguna enfermedad; y sólo tres son exorcismos puros. Los exorcismos de los evangelios sinópticos no son sino los signos sensibles de la gran victoria espiritual de Jesús sobre Satanás, por cuyo influjo entró el pecado en el mundo (Gn 3), y bajo cuyo dominio vive esclavizado el hombre (Mt 12, 28; Lc 10, 17-20). San Juan, por su parte, no ha querido narrar ningún exorcismo; pero ha hablado del terrible combate de Jesús contra el Príncipe de este mundo y ha afirmado la victoria definitiva y total de Cristo, al aceptar la voluntad del Padre de morir en la cruz, dando voluntariamente su vida (Jn 10, 17-18; 12, 31-33; 14, 30; 16, 11). Así pues, para una correcta interpretación de los exorcismos —como también de los demás milagros—, no basta verlos como fenómenos liberadores o curativos a la luz de las ciencias humanas, como la psicología, el psicoanálisis o la psicología profunda; ni considerarlos sólo en la línea del judaísmo carismático de su tiempo; sino que es preciso discernirlos en conexión estrecha con la misión que recibió Jesús de salvar al mundo del dominio de Satanás, de la esclavitud del pecado y de las consecuencias del mismo; en definitiva, a la luz de la salvación integral del hombre (Lc 19,10; Jn 4, 42; 1 Jn 4, 14). VI.- Jesús y el judaísmo carismático de su tiempo. Dios quiso que Jesús naciera del Pueblo Judío, con su propia tradición y cultura religiosa. Es, pues, legítimo y conveniente, más aún necesario, ubicar a Jesús dentro de las corrientes religiosas del Judaísmo. Entre ellas, existía "la tradición carismática judía", que se interesaba por la curación de los físicamente enfermos y empleaba los exorcismos para liberar a los poseídos. Jesús mismo hace alusión a esa tradición cuando pregunta: “si yo expulso los demonios por Beelzebub, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces” (Mt 12, 27; cf Lc 11, 19).En efecto, 1a historia del rabinismo ha conservado los nombres de dos personajes carismáticos del siglo I: Honí y Hanina ben Dosa (cf Geza Vermes, Jesús el Judío, Barcelona, Muchnik, 1977, pp. 74-84). Sin embargo, el caso de Jesús es excepcional. De él se afirma que sanó a numerosos enfermos y que echó fuera a muchos demonios, pero lo hizo sin acudir a ritos esotéricos y sin utilizar expresiones mágicas o gestos complicados. Todo lo realizó en la más grande naturalidad, con una ética impecable y en un ambiente de intensa religiosidad. Además, los motivos por los que Jesús obró sus portentos y curaciones eran —como lo acabamos de decir en el párrafo anterior— totalmente diferentes a los de sus contemporáneos. La mayor parte de sus milagros fueron realizados en referencia a la venida y al establecimiento del reinado de Dios y a la destrucción del dominio de Satanás (Mt 12, 28). ~9~ Lección 21: los milagros de Jesús Por tanto, si por una parte Jesús debe ser situado y comprendido dentro del Judaísmo carismático del siglo I, como ejemplo sobresaliente de los judíos religiosos o jasidím del siglo I; por otra, aparece como una figura fuera de serie, única y excepcional, como el Enviado ungido por el Espíritu de Dios para establecer en la tierra el Reino de los Cielos. “Marta dijo a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas». Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará». Marta le respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día». Jesús le dijo: «Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?». Ella le respondió: «Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo»” (Jn. 11, 21-27) ~ 10 ~