Curó a muchos enfermos de diversos males

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Durante esta semana oramos, alabando con el salmista:
V Domingo del
Tiempo Ordinario
5
Febrero
ALABAD AL SEÑOR, QUE SANA LOS CORAZONES DESTROZADOS
Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados
La alabanza es la forma de orar que reconoce de la manera más directa que Dios
es Dios. Le canta por El mismo, le da gloria no por lo que hace sino por lo que El
es. Participa en la bienaventuranza de los corazones puros que le aman en la fe antes de verle en la Gloria (Catecismo, n. 2.639).
Job 7, 1-4. 6-7 l Mis días se consumen sin esperanza.
Sal 146 l Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.
1Co 9, 16-19. 22-23 l ¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!
Mc 1, 29-39 l Curó a muchos enfermos de diversos males.
Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel.
Él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre.
Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados.
Monasterio de Nuestra
Señora de la Piedad
Dominicas Contemplativas
Palencia
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www.diocesispalencia.org
medios@diocesispalencia.org
Curó a muchos enfermos
de diversos males
Y
enseguida, al salir ellos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a
la casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama
con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella. Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.
Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y
endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a
muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y
como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar.
Simón y sus compañeros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca». Él les responde: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he
salido». Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.
Marcos 1, 29-39
E
l evangelista continúa relatando la jornada de Jesús.
De madrugada se fue a orar, pero no a
la sinagoga; ni siquiera se quedó en la casa,
sino que se fue a un descampado para encontrarse a solas con su Padre. Él le indicaría, mejor que nadie, el camino a seguir.
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L
os discípulos, al encontrar al Maestro, le informaron de que todo el
mundo le buscaba y sorprendentemente, Jesús no decide quedarse
allí, en ese lugar donde ya tenía la
fama asegurada. Se lo había consultado a su Padre y estaba muy
seguro de su misión: “Él ha venido
a este mundo para predicar también en otras partes” y seguirá
curando, expulsando demonios y predicando en las sinagogas.
E
l domingo pasado vimos a Jesús curando a un hombre dentro de una sinagoga;
hoy cura a la suegra de Pedro dentro de su casa. La casa es el lugar de intimidad
donde se comparte el techo, la mesa y la vida. Allí se encuentra con la mujer enferma; se acerca, la toma de la mano, y la levanta. La suegra de Pedro, al verse curada
de su fiebre, se puso a servirles, en actitud de agradecimiento.
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A
l ponerse el sol, Jesús sigue curando a muchos enfermos de diversas dolencias,
que se agolpaban a la puerta de la casa. Muchos de los enfermos que se sintieron curados por Jesús, le seguirían para escuchar sus enseñanzas.
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E
n tiempos de Jesús era común que los enfermos fueran tenidos por malditos o poseídos, de manera que eran excluidos de la sociedad y nadie se acercaba a ellos.
Por eso tenían que esperar al atardecer para no ser vistos a la luz del día. Jesús les devuelve su dignidad de personas y se entrega con amor a su cuidado. De este modo
anuncia el Reino que ya ha llegado y que tenía poder sobre los espíritus del mal
porque no les permitía hablar.
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Jesús se retiraba a solas para orar... ¿consulto al Señor las pequeñas decisiones de cada día, o solo rezó en momentos puntuales de la vida?
l
¿Prefiero quedarme en un lugar donde el éxito y la fama me acompañen, o
sigo al Maestro por los caminos por donde me lleve?
l
l ¿Me he sentido alguna vez curado, liberado de algún mal en algún momen-
to de mi vida? ¿Ha sido mi respuesta el agradecimiento y ponerme al servicio
de los demás, como la suegra de Pedro?
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