30 años, fecundos en el amor Cartilla N° 312 Enero de 2012 El matrimonio: una necesidad que jamás puede separarse del amor. “Tobías se levantó de la cama y dijo a Sara: ‘Levántate, hermana, y oremos para pedir al Señor que nos manifieste su misericordia y su salvación’. Ella se levantó y los dos se pusieron a orar… Él comenzó así: … ‘Yo ahora tomo por esposa a esta hermana mía, no para satisfacer una pasión desordenada, sino para constituir un verdadero matrimonio. ¡Ten misericordia de ella y de mí, y concédenos llegar juntos a la vejez!’ Ambos dijeron ‘¡Amén, amén!’, y se acostaron para dormir” (Tb 8,4b.7-9). P. Ricardo Facci Tal vez, para alguno el título del tema es algo obvio. Es cierto, pero debemos mirar y velar para que cada matrimonio responda plenamente a esta premisa: una necesidad que jamás puede separarse del amor. Por el hecho de ser creado el hombre, varón y mujer, el matrimonio se transforma en una necesidad. Hecho que hace que cuando Dios llama a alguien a la vida de celibato, le provea de una gracia especial. La creación ha dotado al varón y a la mujer de la capacidad de enamorarse, de sentirse atraído cada uno por el sexo opuesto. Atracción que no es simple, está cargada de la propia complejidad de la vida, haciendo que desde una cómplice mirada o de una palabra encantadora, lleguen a la entrega plena y total del uno al otro en la vida matrimonial, con un consentimiento sacramental, público y serio, a través del cual se comprometen a amarse durante toda la vida, haciéndose responsable cada uno del otro, en orden a la construcción de la felicidad. Esto exige absoluta seriedad en el compromiso. No se trata de un acto más en la vida, sino de asumir al otro y hacerlo feliz. No existe ningún derecho a amargar la única e irrepetible vida de quien se ha dispuesto a caminar con su amado o amada, unidos todo el recorrido del peregrinaje hasta que la muerte los separe. Entonces, que cada uno vibre en la búsqueda del compañero o de la compañera de toda la vida, no debe ser de cualquier manera, ni a cualquier precio. El matrimonio se lo construye responsablemente desde el amor. Si alguien pidiera algo que le dicte el corazón ante quien se ha enamorado, diría: “que me haga con aquel a quien amo, una realidad que nos transforme en un ser inseparablemente unido toda la vida”. Este deseo, de todo corazón enamorado, es un acto de la voluntad libre y personal que emprende decisiones a favor de la persona amada, de la fidelidad, de la construcción a dúo de la empresa de la felicidad, de la realización mutua, de la unión definitiva hasta que la muerte diga ‘basta’. El “sí” matrimonial, no es un simple contrato social, ni un trozo de papel, ni un rito superfluo que no tiene nada que ver con el amor. El “sí” brota del amor, como la planta de la semilla. Por esto, no puede existir amor sin consentimiento como hoy lo intentan muchos, ni consentimiento sin amor, como lamentablemente unos cuantos lo viven. Dos formas falsas en la relación de un varón y una mujer. Lo que muchos hoy día intentan llamarle amor a una convivencia sin compromiso social ni sacramental, de amor tiene muy poco. El amor incluye, necesariamente, el ‘para siempre’. ¿Cómo amar a alguien si se le dice que ‘el día que lo nuestro no funcione dejamos fuera el proyecto’? ¿Cómo expresar un amor verdadero si se vive en tiempo de ‘prueba’? ¿Cómo amar si no se es capaz de dar la vida plenamente al otro? ¿Cómo llamar amor cuando no se fusionan las almas en el noviazgo, para luego fusionar los cuerpos en la vida matrimonial? ¿Cómo llamar amor a tantas experiencias que lo único que dejan son heridas, tal vez sin remedio para toda la vida? ¿Qué clase de amor es el amor por un día, por meses o por algunos años? ¿Existe amor con límites? En esta concepción, ¡dónde habitará el amor que da la vida por el otro! ¡Dónde encontraremos el amor que perdona ante la humillación de la traición! ¡Dónde quedará el amor que acompaña en el dolor de la enfermedad, de la impotencia ante el impedimento físico o de la misma muerte! El amor es cosa muy diferente a cómo se lo quiere presentar hoy. Por esto, la Iglesia trabaja en una evangelización que ilumine el amor, predica que no se deben quemar etapas, que se estropean muchas ilusiones en los jóvenes y lo que es peor muchas vidas. El matrimonio ‘a prueba’ o ‘por un tiempo’, tiene en sí mismo una contradicción absoluta, porque la esencia misma del matrimonio corresponde al sentimiento de ‘para siempre’. También, es muy triste, la situación de aquellos matrimonios que habiendo dado un consentimiento público y sacramental, con aparente seriedad, no lo viven en un pleno amor. Se toleran. Simplemente eso, han hecho un marco de acuerdos expresos o implícitos, para lograr una cierta convivencia, pero nada más. Qué pena, han dejado de vibrar el uno por el otro. Han perdido la esperanza, el entusiasmo. Invaden las insatisfacciones afectivas, los frutos del amor son muy pequeños en relación a lo que se esperaba, parece que nada podrá cambiar o que todo va demasiado lento. El corazón se cansa de luchar, especialmente cuando éste se busca a sí mismo, en lugar de servir, terminando por un desgaste de riñas internas, por tironeos egocéntricos, por exaltar las debilidades opacando las fortalezas. Es posible que penetre en lo más íntimo del matrimonio un veneno que desespera, que hace perder el entusiasmo, entonces surge el cansancio, la pérdida de las garras y de las ganas. Inunda, no el cansancio de quien se dio todo por amor y cae entregado, sino el cansancio interior generado por el desaliento, por el bajar los brazos de quien ya no espera nada. Hay que cuidar y velar por el amor. Sabemos muy bien que el amor matrimonial va mucho más allá de la vida sexual, aunque sea importante. Más aún, la distancia sexual en muchas ocasiones beneficia al amor. El amor es tan maravilloso que hasta está por sobre la misma pureza matrimonial; porque la pureza sin amor se transforma en infecunda, símbolo de la soberbia y del orgullo, antes que de la generosidad y la entrega. El amor es superior al placer. En este sentido, un placer planificado desde la búsqueda de sí mismo, en el ámbito matrimonial, va contra el espíritu del amor. Las cosas por su nombre: esto se llama egocentrismo. El matrimonio es una necesidad que jamás debe separarse del amor. Nadie debería casarse sin amor. Sin ese amor tan especial con el cual los seres humanos se enamoran. Es condición indispensable para llegar a lograr el mandato divino de ser una ‘sola carne’ (Cfr. Gén 2,24b), condición para que un matrimonio sea feliz. El amor conyugal implica una devoción profunda por el Dios-Amor. La disponibilidad a la oración de Tobías y de Sara (Cfr. Tb 8,4-8) debe ser la constante de cada matrimonio. Para que brille el amor, es imprescindible conversarlo permanentemente con el Señor. La habilidad, el desafío, el coraje de cada matrimonio, es enfrentar aquello que pueda dañar el amor. Es hacer que el amor sea lo primero. Primero lo primero: el amor; lo demás se dará por añadidura. Oración Señor Jesús, Tú sabes muy bien lo que es amar para siempre, además, lo realizas dando todo en cada instante; te pedimos que nuestro amor matrimonial, esté siempre fresco y sólido, que no nos busquemos a nosotros mismos, sino el bien del amado, y juntos, el bien matrimonial. Danos la gracia del diálogo contigo en la oración, que desde allí encontremos la fuerza renovadora, el entusiasmo, la alegría de la vida compartida. Te pedimos, Señor, que por tu presencia entre nosotros, brille nuestro amor matrimonial. Amén. Trabajo Alianza 1.- ¿Experimentamos la responsabilidad del uno para con el otro, en el sentido de hacerlo feliz? 2.- ¿Formamos a nuestros hijos para que asuman su propio matrimonio desde un amor ‘para siempre’? 3.- ¿Corremos el riesgo de que la rutina o el cansancio atrape nuestra vida matrimonial o cada día vivimos un entusiasmo renovado? 4.- Realizar una oración espontánea pidiendo al Señor que ayude a mantener vivo el amor. Finalizar con la oración de la cartilla. 5.- Les aconsejo leer y conversar el tema con los hijos. Trabajo Bastón 1.- Nuestro ámbito social y cultural, ¿beneficia el vivir unidos sin compromiso y el compromiso sin amor? ¿En qué lo descubrimos? 2.- ¿Cómo ayudar, con nuestro testimonio, a los matrimonios que han enfriado su relación de amor esponsal? 3.- ¿Cómo comprometernos a que la sociedad valore más el matrimonio y que éstos sean más serios en el cuidado del amor? IMPORTANTE: 2012 y 2013 años declarados de celebración de los 30 años de la Obra Hogares Nuevos. Actividades celebrativas: 1) Participación en el Encuentro Mundial de Familias con el Santo Padre en Milán (Italia). Informes macgia@acoanet.com (Griselda y Miguel Cabrera) 30 de mayo al 3 de junio 2012. 2) VI Congreso Internacional Hijos de Hogares Nuevos, Puebla (México) 12-14 de octubre de 2012. 3) Celebración Festiva Internacional en San Luis (Argentina) 26-28 de octubre de 2012. 4) Participación en la JMJ en R ío de Janeiro (Brasil) 23-28 de Julio 2013. 5) Asambleas Nacionales en cada país en 2013 . 6) Peregrinación a Roma y Tierra Santa, octubre y noviembre de 2013. 2