7 PERSPECTIVA Sociedad Escasa oferta laboral para miles de estudiantes Juan Carrillo Armenta juafracarrillo@hotmail.com E l descenso registrado este año en las plazas laborales, hace que muchos jóvenes estén dispuestos a aceptar empleos “de lo que sea”, a fin de costear su educación. El maestro Javier Romero Mena, responsable de la bolsa de trabajo, de la Coordinación de Servicios Estudiantiles, de la Universidad de Guadalajara, revela cifras que demuestran esta tendencia: el año pasado hubo dos mil 500 vacantes; en lo que va de este, solo mil 400. “Hablamos de todo tipo de plazas: desde la fábrica que requiere un soldador, hasta la firma trasnacional que demanda un gerente general”. Existen 19 mil candidatos que buscan trabajo en mil 800 empresas afiliadas a la bolsa de trabajo de la Universidad de Guadalajara. Del total, 17 mil son estudiantes de licenciatura, y de éstos, solo 18 por ciento encuentra empleo. La situación está clara: cada día es más difícil para ellos sostener su carrera y encontrar un trabajo relacionado con sus estudios. “Nos parece increíble que no haya trabajo para tantos jóvenes con estudios profesionales o que están en los últimos semestres de sus carreras”. No obstante lo anterior, mantienen una constante comunicación con las compañías que solicitan personal. “Cuando surge una plaza, enviamos de 10 a 40 currículos de estudiantes que, a nuestro juicio, tienen el perfil adecuado”. Los alumnos que encuentran acomodo, han hecho buenas alianzas con las empresas, ya que permanecen bastante tiempo en su puesto. Es decir, no entran un día y salen a la siguiente semana. —¿Y si alguna empresa “patito” o de mala reputación solicita candidatos? —No aceptamos ni damos servicios a cualquiera. Hacemos un estudio serio sobre la empresa que quiere afiliarse con nosotros, para ver si es aceptada o no. Tengo casi tres años en este cargo, y no hemos tenido ningún problema. —¿Influye en la selección de candidatos su apariencia, como sucede en otras bolsas de trabajo? —Con nosotros no. Pedimos a las empresas que no sean tan específicos en esas características, ya que no nos gusta encasillar a las personas. En todo caso solicitamos que especifiquen el tipo de experiencia o habilidad, la máquina o materia que requieren domine el candidato. EXPOPROFESIONES El próximo 11 de noviembre, la Universidad de Guadalajara llevará a cabo por quinta ocasión la Expoprofesiones, cuyo propósito es mostrar en un solo día, la oferta educativa que esta casa de estudios tiene para sus alumnos, señala Yazmín González Gaxiola, responsable de este proyecto. Agrega que este año participarán las escuelas incorporadas a la UdeG, por lo que será efectuada en el centro de negocios, de Expo Guadalajara.❖ FRANCISCO QUIRARTE Una investigación de la Coordinación de Servicios Estudiantiles revela que este año disminuyó la oferta laboral para estudiantes. Adaptan su horario de trabajo a la escuela Los niños cargadores del mercado Felipe Ángeles Mariana González marianaglez66@hotmail.com “(...) Reconocen el derecho del niño de estar protegido contra la explotación económica y contra el desempeño de cualquier trabajo que pueda ser peligroso o entorpecer su educación o que sea nocivo para su salud, para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral y social”. Tomado de la Declaración de los derechos de los niños. N iños y adolescentes de ocho a 15 años comienzan a trabajar alrededor de las 5:00 horas y pasan buena parte del día entre camiones de carga, ocupados en descargar fruta o verduras, labor por la que no reciben ningún pago. Son los niños cargadores del mercado Felipe Ángeles, quienes por tradición, costumbre o simple obligación familiar, ayudan a sus padres en la transportación de un sinnúmero de alimentos, para participar en el sostenimiento de la familia, según resultados de la investigación realizada por María de Jesús Orozco Valerio, académica del CUCSH. Durante tres generaciones estos niños han visto en el mercado una forma de subsistencia familiar. Para algunos de ellos su abuelo fue el pionero en esta actividad, quien a causa de las deformaciones óseas y musculares que le impedían seguir en la “chamba”, la heredó a sus hijos y luego a sus nietos. “Esto es peligroso, porque entre más pronto se conviertan en cargadores, más jóvenes pueden sufrir caídas o algún otro tipo de accidentes, por su poca habilidad”. Este trabajo es más pesado que el que realizan niños y niñas con sus diablitos, quienes ayudan a cargar las bolsas de los clientes del mercado. Éstos no están obligados a trasladar costales llenos de fruta en la espalda o entre los brazos de manera rápida. Tales niños, a pesar de su esfuerzo, no reciben un pago por su trabajo, pues solo ayudan al tío, el abuelo o al papá, quienes efectúan la contratación para trasladar el producto y los que cobran por ello. “Ellos lo ven como un trabajo, como algo que beneficia a su familia. Saben que de ese dinero comen, se visten y subsisten sus padres y hermanos. No obstante, trabajar les quita tiempo a sus actividades de ocio, escolares o domésticas”, aseguró la profesora universitaria, quien en agosto pasado finalizó dicho estudio, en el que entrevistó a medio centenar de menores que trabajan en el mercado. Antes de su jornada laboral, los chicos toman un jugo, leche con chocolate, comen algo de fruta que les ofrecen los locatarios o quizá unos tacos del puesto de la esquina, para tener fuerzas para cargar los bultos, cuyo peso es proporcional a su edad: entre más grandes, más peso les cargan. “Esto redunda en detrimento de su nutrición, pues a pesar de estar en un lugar lleno de alimentos que pueden aportarles nutrientes, su alimentación es mala o deficiente, sobre todo porque no saben comer”. La escuela es parte de sus vidas, pero no consiguen dedicarle el tiempo suficiente o ponerle atención, por el cansancio o el desvelo que traen a cuestas. “No abandonan la escuela, sino que se adaptan al horario en el que tienen que trabajar, pero acuden disminuidos de sus capacidades, lo que propicia que no la aprovechen como otros niños”.❖