VIOLENCIA DE GÉNERO Dra. Lourdes García Fonseca.* Dra. Beatriz Cerda de la O. ** INTRODUCCIÓN El género se define como el conjunto de rasgos asignados a hombres y mujeres en una sociedad, y que son adquiridos en el proceso de socialización; lo constituyen las responsabilidades, las pautas de comportamiento, los valores, los gustos, las limitaciones, las actividades y las expectativas que la cultura asigna en forma diferenciada a hombres y mujeres. Mediante la socialización se transmiten a los miembros de una sociedad normas y principios necesarios para la continuidad del sistema social y se adquieren habilidades para adaptarse y ser aceptados en cada sociedad; sin embargo la socialización es diferente para hombres y mujeres y así se aprenden los roles (o papeles) de género; desde que nacemos se nos asignan comportamientos masculinos o femeninos. Las sociedades imponen a hombres y mujeres exigencias de acuerdo a los estereotipos (ideas o imágenes aceptadas por la mayoría como patrones o modelos de cualidades o de conducta), los estereotipos constituyen un sistema de vigilancia que separa y excluye a las mujeres y son utilizados por aquellos que justifican la violencia del hombre contra la mujer. De acuerdo a los estereotipos se espera que las mujeres sean “abnegadas, dóciles, indefensas, domésticas, inseguras, pasivas, débiles, dependientes, generosas, sensibles, tiernas, atender aspectos sociales y caritativos, no demostrar enojo, ser siempre maternales, tengan la capacidad de renunciar, servir y cuidar a otras personas, etc.” y que los hombres sean “inteligentes, racionales, agresivos, seguros, activos, fuertes, intrépidos, valientes, poderosos, protectores, proveedores, aventureros, además que sepan tomar decisiones, manejar recursos, desarrollar destrezas deportivas, de negocios y políticas en todos los espacios públicos, etc.” Los mitos y estereotipos creados obligan a hombres y mujeres a luchar, toda su vida, por ser lo que socialmente se espera; de lo contrario se puede experimentar frustración, culpa y reprobación social. La Organización Mundial de la Salud define a la violencia como “El uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, contra otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones y muerte”. (Organización Panamericana de Salud, 2002). * Fundadora y Coordinadora de la Clínica de Género y Sexualidad, Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón De la Fuente M. ** Especialista en Género, Sexualidad y Salud Reproductiva, UNAM-Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón De la Fuente M. 1 DEFINICIÓN DE VIOLENCIA DE GÉNERO. La violencia de género es “Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coerción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada” (Declaración de las Naciones Unidas sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer): CAUSAS DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO. Los principales factores determinantes de la violencia de género son la relación desigual que entre hombres y mujeres y la existencia de la “cultura de la violencia” como un medio para resolver conflictos. La violencia contra las mujeres es estructural. La violencia no se debe a rasgos singulares y patológicos de una serie de individuos, sino que tiene rasgos estructurales de una forma cultural de definir las identidades y las relaciones entre los hombres y las mujeres. La violencia contra las mujeres se produce en una sociedad que mantiene un sistema de relaciones de género que perpetúa la superioridad de los hombres sobre las mujeres y asigna diferentes atributos, roles y espacios en función del sexo. Hasta hace no muchos años, la restricción en el desarrollo personal y social de las mujeres, la exigencia de su dedicación exclusiva a la familia, su deber de acatar la autoridad masculina, eran consideradas como algo normal y natural, validado por las costumbres y la ley. En ese contexto se toleraba socialmente que los hombres utilizaran la violencia para afianzar la autoridad. Aunque actualmente existe una menor tolerancia social hacia la violencia, un gran número de mujeres aun soportan un alto grado de violencia, tanto en sus relaciones de pareja como fuera de ellas. Esto sucede en todas las clases sociales, religiones y niveles educativos. La violencia contra las mujeres es además instrumental. El poder de los hombres y la subordinación de las mujeres, que es un rasgo básico del patriarcado, requiere de algún mecanismo de sometimiento. En este sentido, la violencia contra las mujeres es el modo de afianzar ese dominio. La violencia de género más que un fin en sí mismo, es un instrumento de dominación y control social. Y en este caso se utiliza como mecanismo de mantenimiento del poder masculino y de reproducción del sometimiento femenino. Los hombres maltratadores han aprendido a través del proceso de socialización -que es diferente para mujeres y hombres- que la violencia es la mejor forma de conseguir el control y dominar a la mujer. La feminidad que aprenden las mujeres les enseña a: Buscar la aceptación y aprobación de los hombres, considerar como eje principal de su identidad a la maternidad, establecer con los varones relaciones de subordinación y dependencia, ejercer la sexualidad principalmente para la reproducción y sentir culpa si se trabaja fuera del hogar y asumir una doble o triple jornada de trabajo. La sociedad educa a las mujeres para: Ejercer oficios o profesiones extensivas de la labor doméstica o relacionadas con el servicio social, ser madres, cuidadoras, dulces, tiernas, abnegadas, desinteresadas, demostrar emociones antes que inteligencia, satisfacer las 2 necesidades de las otras personas, antes que las propias y ante las decisiones de los hombres mostrarse dependientes, obedientes y subordinadas. La sociedad enseña a los hombres a: Devaluar las características consideradas como femeninas, demostrar continuamente fuerza y valentía para afirmar su virilidad (hombría), no manifestar sentimientos y emociones, establecer relaciones donde exista dominio (posesión y sometimiento) y competencia, usar la sexualidad como un medio de control, considerando a las mujeres como un objeto, ser proveedores únicos o principales. Así mismo, la sociedad les otorga a los varones derechos como: Dominio, control y poder sobre mujeres, niñas y niños, exigir a otras personas que satisfagan sus deseos y necesidades, tener privilegios para la toma de decisiones y usar la violencia como un método de control. Los hombres violentos hacia las mujeres: No sienten empatía por ellas (no se ponen en su lugar), golpean a las niñas y mujeres “para que aprendan a ser dóciles y aprendan quién manda”, aprenden desde edades tempranas que “las mujeres les pertenecen”, creen que las niñas y las mujeres adultas “son vulnerables e incondicionales y les pertenecen sexualmente”. La mayoría de las actividades para entretener transmiten valores masculinos asociados a la violencia y la utilización de las mujeres sólo para el placer, donde las formas femeninas están por encima de los valores de ellas como personas. Observar mucha violencia hacia las mujeres, genera insensibilidad hacia ellas. Los hombres aprenden a través de los medios de comunicación a usar la violencia más que las mujeres. Los hombres aprenden a: Ejercer poder sobre las mujeres (y este ejercicio incluye no escuchar la voz de las mujeres), someter los deseos y la voluntad de ellas a los suyos, concentrarse en el cuerpo femenino como un objeto y una imagen, no como una expresión integral de una persona completa consciente, con derechos y sentimientos y esto genera las condiciones propicias para el dominio y la violencia e impide el control de las mujeres de su vida, cuerpo y sus decisiones. Millones de mujeres y niñas son maltratadas y abusadas sexualmente por hombres. La violencia es un elemento omnipresente en los hombres, sobre todo en los hombres abusivos; a los hombres se les programa para ser agresivos, competitivos, violentos entre ellos mismos, con las mujeres, las niñas. La mayoría de los hombres tienen la garantía de la impunidad, sobre todo los más poderosos. Se ha argumentado que el consumo de alcohol y otras drogas es la causa de las conductas violentas. Aunque el consumo de alcohol y otras sustancias se asocia con frecuencia a situaciones de violencia, también hay hombres que abusan del alcohol sin que por ello manifiesten un comportamiento violento y muchas agresiones contra las mujeres se ejercen en ausencia de alcohol. Así mismo, se ha argumentado que ciertas características personales de las mujeres que padecen violencia de género podrían ser la causa del maltrato. Por ejemplo, algunas corrientes han recurrido a características de “masoquismo” o de patologías como la “histeria” o el trastorno de personalidad dependiente, para explicar por qué algunas mujeres permanecen o regresan a una relación de maltrato. 3 FRECUENCIA Magnitud del problema a nivel mundial: Afecta a millones de mujeres: 1 de cada 3 mujeres. Estudios recientes han demostrado que la violencia es causa significativa de enfermedades y muertes femeninas. Se ha observado que hay 12 veces más intentos de suicidio en mujeres que sufren violencia, que entre las que no la sufren. 1 de cada 3 niñas ha sufrido abuso sexual. 1 de cada 5 mujeres alguna vez en su vida ha sufrido violencia física o sexual por uno o varios hombres (en algún momento de su vida). La OMS (2000) en un estudio multicéntrico reportó que: 20 a 50% de las mujeres sufren violencia por parte de la pareja; 1 de cada 5 mujeres ha sido víctima de violación sexual o intento de violación (en algún momento de la vida); la violencia más frecuente es la ejercida por la pareja (esposo, novio, concubino, ex-pareja). Cientos de miles de niñas y mujeres adultas (cada año) son víctimas de prostitución o esclavitud sexual o abusos sexuales. En la Encuesta Nacional de Violencia contra las Mujeres 2006 (22,318 usuarias de 15 años y más, de unidades médicas de 1o. y 2o. nivel de las 32 entidades federativas) se encontró que: a) 33.3% de las mujeres reportaron violencia por su pareja actual y 42.9% por su pareja, alguna vez en su vida; b) 60% admitieron haber sufrido violencia, alguna vez en su vida, por su pareja o familiares; c) 37.6% refirió haber sufrido maltrato infantil; d) 25.2% ha sufrido violencia sexual de por vida (novio, esposo, compañero, última pareja o cualquier otro hombre no familiar); e) 13.3% tenía antecedentes de abuso sexual en la infancia (padre, padrastro u otro hombre de la familia) y 2.2% refirió haber sido víctimas de violación sexual fuera de la relación de pareja. MODALIDADES DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO: La violencia en el mundo afecta a millones de mujeres, algunas modalidades son: Aborto selectivo por sexo. Embarazo forzado. Abuso sexual de niñas y adolescentes. Acceso diferencial a la alimentación y atención médica. Mutilación genital. Violencia hacia la pareja (doméstica) y familiar. Violación como estrategia de guerra. Violación por conocidos o extraños. Hostigamiento sexual. Explotación sexual comercial de niñas. Prostitución forzada. Tráfico sexual. Feminicidio. 4 La violencia afecta a millones de mujeres en todas las etapas del ciclo de vida, por ejemplo: Etapa prenatal: abortos selectivos por sexo (más frecuente en embarazos donde hay un producto femenino, como en China), embarazo forzado. Infancia: incesto, abuso sexual, físico y psicológico, mutilación genital, prostitución infantil, acceso diferencial a la alimentación y a la atención médica. Adolescencia: violación sexual, acoso sexual, prostitución forzada, violencia durante el noviazgo, trata de mujeres. Embarazo: violencia de pareja. Edad adulta: violencia de pareja, violación sexual por la pareja o por desconocidos. Adultez mayor: violencia de pareja, violencia familiar, malos tratos a viudas. Uno de los tipos de violencia de género más frecuente es la violencia hacia la pareja, por lo cual se profundizará en ésta. La violencia hacia la pareja se refiere a un patrón repetitivo de abuso (en relaciones de matrimonio, concubinato, noviazgo o extramaritales) o ex-pareja (divorcio o separación), que se caracteriza por una serie de conductas coercitivas esencialmente hacia las mujeres, que incluyen maltrato psicológico, físico, sexual, económico o patrimonial. Por lo general, este tipo de violencia se observa desde el inicio de la relación de pareja (incluyendo el noviazgo) y se puede presentar tanto entre parejas heterosexuales como en parejas homosexuales. Las investigaciones realizadas en todo el mundo han mostrado que la mayor parte de la violencia hacia la pareja es ejercida por parte del varón hacia la mujer. Se ha reportado que una de cada tres mujeres sufre una o más variedades de violencia por parte de su pareja actual y que las víctimas frecuentemente refieren haber sido testigos de este tipo de violencia (entre sus padres o su madre y su pareja) durante la infancia. Desafortunadamente existe una gran cantidad de parejas jóvenes que viven violencia desde el noviazgo; algunas investigaciones han considerado que ésta puede presentarse casi en la mitad de las relaciones de este tipo. Si desde el noviazgo existe violencia hacia la pareja, es probable que en el matrimonio o en la unión libre persistirá y que sea más severa. Muchas mujeres pueden minimizar las conductas violentas de su pareja y tener creencias tales como que ellas son capaces de “controlar” su enojo, que “con amor lo podrán cambiar” o que “el verdadero amor puede tolerar todo”. Es frecuente que los hombres agresores hacia sus parejas demuestren: poca habilidad para la comunicación, bajo control sobre la expresión de la ira y niveles elevados de hostilidad, mostrarse constantemente molestos e intolerantes, solicitar la satisfacción inmediata de sus necesidades y por lo regular tener creencias equivocadas sobre los roles sexuales, por lo que consideran a las mujeres como seres inferiores a ellos. Estos hombres están convencidos de que tienen dominio, poder y control sobre las mujeres y las niñas, por lo que utilizan a la violencia como un método de control. Aunado a lo anterior, pueden consumir bebidas alcohólicas, pero es importante aclarar que si bien la ingesta de alcohol agrava la violencia sobre todo la física, no es la causa. 5 Salud física Salud reproductiva y sexual Enfermedades de transmisión sexual, embarazo no deseado, aborto espontáneo o practicado sin consentimiento, complicaciones del embarazo y parto (parto prematuro), enfermedad pélvica inflamatoria, lesiones o infecciones vaginales y/o anales, etc. Trastornos sexuales: Disfunciones sexuales, aversión al sexo, dolor durante la realización de prácticas sexuales, etc. Síntomas psicológicos: Baja autoestima, sentimientos de soledad, desesperanza, culpa, vergüenza, etc. Trastornos psiquiátricos: Trastornos depresivos, de ansiedad, del sueño, somatomorfos (múltiples malestares físicos), uso y abuso de alcohol y otras sustancias, ideación e intentos suicidas, etc. Letales (mortales) Moretones, heridas, contusiones, desgarros musculares, esguinces, luxaciones, fracturas, síntomas gastrointestinales (ej. colon irritable, trastornos digestivos), infecciones, dolores crónicos en diversas partes del cuerpo, fibromialgia, traumatismos cráneo encefálicos, etc. Salud mental CONSECUENCIAS DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO: Muerte relacionada con SIDA, mortalidad materna y/o fetal o del recién nacido, suicidio consumado, homicidio de las mujeres, homicidio cometido por las mujeres. La violencia de género ocasiona incremento en: El deterioro en la salud física y mental. Número de lesiones. La demanda de cuidados médicos: prescripciones y manejo hospitalario (consulta externa, rehabilitación). Las admisiones en servicios de urgencias, terapia intensiva. La utilización de servicios médicos: a mayor severidad del daño físico. Los costos (92% más) en atención en servicios de salud mental. En el caso específico de la violencia de pareja hacia las mujeres, ésta va aumentando en intensidad conforme transcurre el tiempo y con frecuencia se extiende a toda la vida, por lo que sus efectos son inmediatos y a largo plazo, por lo que constituye una amenaza para su salud física y mental, así como para su desarrollo integral. Las manifestaciones de violencia hacia las mujeres en una relación de pareja, por lo general se llevan a cabo dentro del hogar y por lo tanto afectan a otros miembros de la familia; con frecuencia los hijos y las hijas desde la infancia temprana son testigos de esta violencia y en ocasiones también son víctimas directas de la misma, lo que provocará daños en su salud mental e incluso física, afectará su desarrollo y en el futuro pueden ejercer o ser víctimas de algún tipo de violencia, incluyendo la de pareja. 6 ATENCIÓN MÉDICA DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO: Desde los servicios de salud se puede realizar un papel importante para ayudar a las mujeres que sufren violencia, ya que la mayoría de las mujeres entran en contacto con estos servicios en algún momento de su vida (embarazo, parto, cuidado médico de los hijos o hijas, cuidado de las personas mayores, etc.). Además, los malos tratos afectan a la salud de las mujeres por lo que éstas acuden más a los servicios de salud, en particular a Atención Primaria, Urgencias, Obstetricia y Ginecología y Salud Mental. Las características de este tipo de violencia requiere de la participación activa y compromiso de todo el personal de los servicios de salud, que además deberá ser consciente de que el abordaje y la resolución de las consecuencias de la violencia deben comenzar con la detección del problema, pero que las víctimas no suelen manifestar ni hablar de su situación espontáneamente. A menudo sienten miedo, vergüenza, minimizan la gravedad y peligrosidad de su situación, se resisten a reconocerlo y pueden llegar a autoculparse. Se requiere de intervenciones multidisciplinarias e interdisciplinarias con profesionales que no siempre se encuentran en cada centro de atención primaria, por lo que se hace necesaria la coordinación entre todas las instituciones implicadas con la finalidad de dar una respuesta integral e integrada a este tipo de situaciones. Resulta difícil identificar situaciones de maltrato cuando no existen lesiones físicas. Si el personal de los servicios de salud es capaz de profundizar mediante una relación terapéutica en aquellos elementos psicosociales y de género que tienen que ver con la forma y el estilo de vida de quien la padece, con sus problemas y su situación familiar, se podría obtener un diagnóstico acertado. La detección de la situación de violencia por parte del personal de salud predispondrá a la ruptura del silencio, lo que supone el primer paso para la comprensión y visualización del problema. El no reconocimiento de una situación de maltrato como condicionante de un problema de salud, especialmente por figuras consideradas de “autoridad” como es el personal de salud, puede conllevar una nueva victimización para la mujer, que podría contribuir a hacer crónico el maltrato y a la medicalización del problema. “No hacer” es permitir que la violencia continúe y que la salud de las mujeres empeore. Actuar contribuye, además de poder resolver el caso, a hacer desaparecer los mitos y creencias que acompañan a la violencia de género. Frecuentemente no se interviene por miedo a no saber qué hacer, a hacer más daño…, pero es importante señalar que el sólo hecho de escuchar con respeto es un acto terapéutico. Con frecuencia la consulta es el único espacio que la mujer tiene para hablar de lo que le pasa. Al hablar con la mujer se puede ir descubriendo en qué se la puede ayudar y cómo. En México, el instrumento normativo que regula la atención médica en materia de violencia de género es la NORMA OFICIAL MEXICANA, NOM-046-SSA2-2005. Violencia familiar, sexual y contra las mujeres. Criterios para la prevención y atención. 7 BIBLIOGRAFÍA 1. Batres, G. Violencia de género, derechos humanos e intervención policial. ILANUD. Proyecto Violencia contra las Mujeres, los niños y las niñas y Derechos Humanos en Guatemala. IV Fase, San José, 1999. 2. Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer. ONU (1) En Heise, L. Violencia contra la mujer: la carga oculta de la salud. OPS, Washington, 1994. 3. García-Fonseca, L. Modelo de Tratamiento de la Clínica de Género y Sexualidad del Instituto Nacional de Psiquiatría, 2011. 4. Informe mundial sobre la violencia y la salud. Washington, D.C., Organización Panamericana de la Salud, Oficina Regional para las Américas de la Organización Mundial de la Salud, 2003. 5. Los derechos humanos de las mujeres: Fortaleciendo su promoción y protección internacional. Instituto Interamericano de Derechos Humanos, San José, 2004. 6. NORMA OFICIAL MEXICANA, NOM-046-SSA2-2005. Violencia familiar, sexual y contra las mujeres. Criterios para la prevención y atención. 7. Protocolo Común para la Actuación Sanitaria ante la Violencia de Género. Comisión Contra la Violencia de Género. Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud. Ministerio de Sanidad y Consumo, España, 2006. 8. Secretaría de Salud. Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva. Encuesta Nacional de Violencia contra las Mujeres, México, 2006. 9. Secretaría de Salud. Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva, Modelo integrado para la prevención y atención de la violencia familiar y sexual, 2006. 10. Sen, G. y cols. Incorporar la perspectiva de género en la equidad en salud: un análisis de la investigación y las políticas. OPS/OMS, 2005. 11. Valdez-Santiago y col. Salud Mental, 21(6):1-10, 1998. 8 INFORMACIÓN ADICIONAL SOBRE CENTROS DE ATENCIÓN A LA VIOLENCIA DE GÉNERO EN MÉXICO. (2010) Hay diversas instituciones públicas dedicadas a brindar diversos servicios gratuitos a las víctimas de violencia de género, como asesoría y atención legal y psicológica, talleres, grupos de reflexión, cursos de sensibilización y capacitación, redes ciudadanas de mujeres, así como canalización a otras dependencias para una atención más especializada (albergues, atención médica, psiquiátrica, etc.). En Locatel (5658-1111) se proporciona información al respecto, de acuerdo al lugar de residencia de la víctima. En el D.F. existen las Unidades de Atención y Prevención de la Violencia Familiar (UAPVIF, 55102131 y 5518 5210; una en cada Delegación Política); los centros de apoyo a víctimas de violencia de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF): el Centro de Atención para la Violencia Intrafamiliar (CAVI, 53455598) y el Centro de Terapia de Apoyo a Víctimas de Delitos Sexuales (CTA, 53455598); también están las Unidades del Instituto de las Mujeres del Distrito Federal (CIAM, 55122831 y 55122836; una en cada Delegación Política) y el Sistema Integral para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF, 30032200). Para que los agresores reciban apoyo psicoterapéutico grupal se cuenta con el Centro de Investigación Victimológica y de Apoyo Operativo (CIVA, 53455598) de la PGJDF. En el Estado de México se encuentran los Centros de Atención al Maltrato Intrafamiliar y Sexual (CAMIS, 01.800.696.9696 y 070 en Toluca); en todos los Estados se encuentran presentes el Sistema Integral para el Desarrollo Integral de la Familia Estatal (DIF-Estatal, 01.800.8884343) y el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES, 01.55.53224200) La Clínica de Género y Sexualidad del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz (INPRF, 41605000) brinda atención especializada y multidisciplinaria a pacientes mujeres con trastornos psiquiátricos que son víctimas de violencia de género (inlcuyendo violencia por parte de su pareja) o que son agresores de violencia hacia su pareja. 9