EL GRAN PROBLEMA DEL ALCOHOL El consumo de alcohol implica beber o consumir bebidas alcohólicas. Cuando el consumo es desmedido e incontrolable podemos decir que se puede tratar de un caso de alcoholismo. El alcohol es una de las sustancias más ampliamente utilizadas en el mundo. El alcoholismo es un padecimiento que genera una fuerte necesidad de ingerir alcohol, de forma que existe una dependencia física del mismo, manifestada a través de determinados síntomas de abstinencia cuando no es posible su ingesta. El alcohólico no tiene control sobre los límites de su consumo, el cual va en aumento a medida que se desarrolla tolerancia a esta sustancia. Hasta el momento no existe una causa común, aunque varios factores pueden desempeñar un papel importante en su desarrollo. Algunos otros factores asociados a este padecimiento son la necesidad de aliviar la ansiedad, conflicto en relaciones interpersonales, depresión, baja autoestima y aceptación social del consumo de alcohol. El alcoholismo no está fijado por la cantidad ingerida en un periodo determinado; personas afectadas por esta enfermedad pueden seguir patrones muy diferentes de comportamiento, existiendo tanto alcohólicos que consumen a diario, como alcohólicos que beben semanalmente, mensualmente, o sin una periodicidad fija. El consumo excesivo y prolongado de esta sustancia va obligando al organismo a necesitar o requerir cantidades crecientes para sentir los mismos efectos, lo que desencadena un mecanismo adaptativo del cuerpo hasta que llega a un límite en el que se invierte la supuesta resistencia y entonces "asimila menos", por eso tolerar más alcohol es en sí un riesgo de alcoholización. Las defunciones por accidentes relacionados con el alcohol (choques, atropellamientos y suicidios) ocupan los primeros lugares entre las causas de muerte en muchos países. El alcohol es responsable de más del 73% de los accidentes con víctimas mortales. Existe una relación causal entre el consumo de alcohol y el riesgo de sufrir un accidente, mortal o no. El riesgo aumenta cuando mayor sea la cantidad y la frecuencia de consumo. Las alteraciones en el nivel de conciencia provocadas por el consumo de alcohol pueden crear complicaciones en las intervenciones quirúrgicas de urgencia incrementando el riesgo de muerte. El alcohol incrementa los riesgos de: Alcoholismo o dependencia del alcohol; caídas, ahogamientos y otros accidentes como: accidentes automovilísticos; suicidio y homicidio. El alcohol puede intensificar o disminuir los efectos de muchos fármacos haciendo que sean ineficaces o peligrosos, como también puede interactuar con ellos, generando sustancias que pueden ser toxicas para el organismo. Las bebidas alcohólicas contienen diferentes cantidades de alcohol. Una vez consumido, el alcohol ingresa al torrente sanguíneo rápidamente. El alcohol permanece en el torrente sanguíneo hasta que el hígado lo descompone. La cantidad de alcohol en la sangre se denomina "nivel de alcoholemia". Si la persona bebe alcohol más rápido de lo que el hígado puede descomponerlo, el nivel se elevará. De acuerdo al nivel de alcohol en sangre que posea, se producen diferentes síntomas: Inicialmente, produce sensaciones de relajación, euforia, excitación, alegría, disminución de las inhibiciones, pero el consumo posterior puede llevar a tener visión borrosa, confusión, dificultades en la pronunciación y problemas de coordinación de movimientos, produciendo el desequilibrio y a veces caídas. . Tras el consumo excesivo puede aparecer la inconsciencia, ataxia locomotriz que es una parálisis propia de los alcohólicos, efectos depresivos y sensación de calor. Niveles extremos de consumo pueden llevar a un envenenamiento por alcohol, disminución del nivel de conciencia (coma) y del tono muscular, dificultad respiratoria, lo que puede terminar en un paro cardio-respiratorio y la muerte. Efectos del consumo de alcohol a largo plazo Efectos más significativos del consumo de alcohol a largo plazo. El alcoholismo puede dañar el cuerpo de muchas maneras. Son muy diversos los efectos del alcohol a medio y largo plazo y se producen sobre múltiples órganos y sistemas. A continuación se detallan algunos de los trastornos que se pueden producir con el consumo crónico del alcohol: Trastornos en corazón y sistema vascular. Aunque el consumo moderado del alcohol parece reducir el riesgo de los ataques cardíacos al mejorar los niveles de colesterol, dosis más grandes de alcohol pueden desencadenar latidos del corazón irregulares y aumentar la presión arterial. El abuso crónico del alcohol también puede lesionar el músculo del corazón que conduce a la insuficiencia cardiaca. El alcohol aumenta el riesgo de padecer un Accidente Cerebro Vascular (ACV). En la sangre, inhibe la producción de glóbulos blancos y rojos; esto dificulta el transporte de oxigeno a los diferentes tejidos y disminuye la respuesta del sistema inmunológico, lo que aumenta la predisposición para contraer infecciones, en particular la neumonía. Trastornos mentales y neurológicos. El uso habitual del alcohol deprime el sistema nervioso central, produciendo depresión clínica, confusión y, en los casos graves, psicosis, depresión y trastornos mentales. Por otro lado actúa afectando la neurotransmisión, provocando múltiples efectos: disminución de la alerta, retardo de los reflejos, cambios en la visión, pérdida de coordinación muscular, temblores y alucinaciones. Disminuye el autocontrol, afecta a la memoria, la capacidad de concentración y las funciones motoras. También produce trastornos del sueño. Trastornos en el Hígado. El hígado en particular es uno de los órganos más afectados por el alcohol ya que en dicho órgano se produce la metabolización del alcohol. El daño hepático se evalúa con la elevación sérica de las aminotransferasas. Inicialmente se observa una irritación de la célula hepática como consecuencia de la metabolización del alcohol, lo que posiblemente termine en una hepatitis alcohólica, debido a la destrucción celular e inflamación tisular. Con el tiempo, el hígado evoluciona transformándose en un hígado graso, lo que se denomina esteatosis hepática alcohólica, para adaptarse a la sobrecarga metabólica. Si continua el consumo de alcohol se genera hepatitis alcohólica y más tarde cirrosis hepática alcohólica, que es una alteración en la arquitectura del hígado, producto de la muerte celular y la degeneración del órgano. Esta grave enfermedad puede degenerar finalmente en cáncer de hígado y producir la muerte. Junto a esta alteración hepática se producen signos como la ictericia, un tono amarillento que adquiere la piel y los edemas, que es la acumulación de líquido en las extremidades Problemas gastrointestinales (del tubo digestivo). El alcohol aporta abundantes calorías con escaso valor nutritivo. No nutre pero elimina el apetito, sustituye a otros alimentos más completos y a la larga puede generar desnutrición. También inhibe la absorción de algunas vitaminas y minerales. Inicialmente puede causar diarrea y hemorroides. Con el tiempo, el alcohol puede contribuir a causar úlceras y pancreatitis, una grave infección del páncreas. Trastornos de la piel, musculares y óseos. El alcoholismo severo se asocia con la osteoporosis y fracturas, disminución de la masa muscular con hinchazones y dolor, heridas en la piel y comezón. También puede producir gota y miopatías (alteraciones musculares) Problemas sexuales. El alcoholismo aumenta los niveles de la hormona femenina, estrógeno y reduce los niveles de la hormona masculina, testosterona, factores que contribuyen a la impotencia en los hombres. Sistema urinario: Altera la función del riñón, provocando deshidratación, lo cual genera dolor de cabeza. Diagnostico del consumo de alcohol La identificación de la sustancia involucrada, puede hacerse mediante los datos proporcionados por el propio individuo, o de los análisis de la sustancia en muestras de orina o sangre. También se pueden evaluar los síntomas y signos clínicos o información proporcionada por terceros. Las Pruebas para los niveles de alcohol en la sangre reflejan un momento de consumo de alcohol cercano a la toma de muestras e indican el estado en el cual el paciente se encuentra al extraer las muestras. Esto es útil para conocer el estado de la persona en casos de accidentes. Estas pruebas no son útiles para diagnosticar el alcoholismo porque sólo reflejan un momento y no el consumo del mismo a largo plazo. Para la detección del consumo de alcohol, actualmente no disponemos de un marcador biológico con una especificidad y sensibilidad suficientes, esto es bastante variable entre los diferentes pacientes. Por lo tanto es más recomendable la utilización de una batería de marcadores que indican el daño orgánico producido por el consumo de alcohol de forma crónica: Enzimas hepáticas: En los análisis de sangre se pueden observar las elevaciones de ciertas enzimas hepáticas que se asocian con el abuso del alcohol, reportando daño hepático. Entre las más sensibles de estas enzimas y entre las más representativas están las transaminasas. Ellas comprenden la aminotransferase de aspartate, conocida como transaminasa glutamico-oxalacetica (TGO o GOT), la aminotransferase de alanine, conocida como transaminasa glutamico-piruvica ( TGP o GPT) y la gamma-glutamil transpetidasa (GGT). - TGO (o GOT) normalmente es encontrado en una diversidad de tejidos inclusive el hígado, corazón, músculos, riñones, y cerebro. Es liberado en la sangre cuando cualquiera de estos tejidos se encuentran con algún problema. TGP (o GPT) es encontrado en su mayor parte en el hígado. Este no es producido exclusivamente por el hígado, pero es donde se encuentra más concentrado. Es liberado en la circulación sanguínea como resultado de daño hepático. Sirve entonces como un indicador bastante específico del estado del hígado. - GAMMA-GLUTAMIL-TRANSPEPTIDASA (GGT) . La GGT es un indicador de tejido hepático. Se encuentra elevada en casos de daño hepático producido por el alcohol. La elevación de la GGT es el parámetro biológico más utilizado hoy en día. Es un buen indicador del aumento de la actividad de las células hepáticas inducida por el alcohol. Los niveles de GGT responden a cualquier consumo sostenido, más que a consumos episódicos. Hormonas sexuales: Los niveles de testosterona en general se encuentran bajos lo que indican un riesgo para la fertilidad. Sangre: Un análisis de sangre del volumen corpuscular medio (MCV, mean corpuscular volume) a veces se emplea para medir el tamaño de los eritrocitos, que aumentan con el uso de alcohol. Transferrina Deficiente en Carbohidratos (CDT): La transferrina es una proteína sérica que transporta el hierro a través del torrente sanguíneo. Actualmente se está utilizando la Transferrina Deficiente en Carbohidratos, un marcador más sensible y específico del consumo excesivo de alcohol. Niveles elevados de CDT sugieren abuso reciente de alcohol como así también, la ingesta crónica de alcohol conduce a una elevación de la transferrina, especialmente si se encuentran elevadas las enzimas del hígado. Además de observar estos marcadores sanguíneos debe realizarse una exploración física y otras pruebas de los diferentes órganos para ver el estado de los mismos. Bibliografía ALCOHOLISMO, Guías Clínicas Basadas en la Evidencia Científica, SOCIDROGALCOHOL, SEGUNDA EDICIÓN, AUTORES: Dr. Josep Guardia Serecigni (COORDINADOR), Dr. Miguel Angel Jiménez-Arriero, Dr. Paco Pascual, Dr. Gerardo Flórez , Sra. Montserrat Contel Manual de drogodependencias para enfermería. Mario Martínez Ruiz, Antonio Aguilar Ros. pág.63. Ed. Díaz de Santos. Madrid, 2002 Manual de drogodependencias para enfermería. Mario Martínez Ruiz, Antonio Aguilar Ros. Página 71. Díaz de Santos.Madrid, 2002 Medline Plus. 2009. 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