Alteraciones del metabolismo de la tirosina Erna raimann, Verónica Cornejo Definición: se producen por un defecto enzimático en la vía metabólica de la tirosina, aumentando el valor de tirosina. Se han descrito 3 formas de presentación: Tirosinemia Ia y Ib; Tirosinemia II y Tirosinemia III. Etiología: Tirosinemia Ia y Ib (tipo hepatorrenal), se produce por el déficit de las enzimas fumarilacetoacetasa hidrolasa (tipo Ia) y maleilacetoacetato isomerasa (tipo Ib), produciendo la acumulación de fumarilacetoacetato y maleilacetoacetato que serían los agentes productores del daño hepatorrenal. El gen para tipo Ia, se localiza en el cromosoma 15q 23-25 (OMIM 276700) y hay más de 20 mutaciones descritas. En la Tirosinemia II (tipo oculocutáneo o síndrome de Richner-Hanhart), el defecto es la enzima citosol tirosina aminotransferasa y el gen se localiza en el cromosoma 16q22.1-22.3 (OMIM 276600). La Tirosinemia III, se debe al déficit de la enzima 4-hidroxifenilpiruvato dioxigenasa que es activa tanto en hígado como en riñón y el gen ha sido localizado en el cromosoma 12q24qter (OMIM 276710). Todas son de herencia autosómica recesiva. Manifestaciones clínicas: La Tirosinemia Ia y Ib se produce precozmente con insuficiencia hepática, vómitos, diarrea, edema, ascitis, ictericia y síndrome hemorragíparo y pueden desarrollar raquitismo hipofosfémico secundario al daño tubular renal. Durante la niñez hay daño hepático, raquitismo, tendencia al sangramiento, retardo de crecimiento o hepatoesplenomegalia. Ocasionalmente presentan polineuropatía y dolor abdominal como una porfiria aguda intermitente. En la forma crónica hay leve visceromegalia, raquitismo subclínico y moderado retardo de crecimiento, pueden desarrollar insuficiencia renal y requerir trasplante renal. La complicación más frecuente es el carcinoma hepatocelular. La Tirosinemia II se caracteriza por lesiones oculares, fotofobia, lagrimeo junto a intensos dolores, se producen lesiones corneales, disminución de la visión y glaucoma. Hay lesiones cutáneas en planta de pies y palmas de manos, como vesículas o erosiones dolorosas. Las alteraciones neurológicas varían desde la normalidad a la automutilación, retardo mental y microcefalia. En Tirosinemia III, se conocen pocos casos, tienen síntomas neurológicos, probablemente debido a los niveles altos de tirosina, pero no presentan alteraciones oculares o cutáneos. Diagnóstico: En la Tirosinemia Ia y Ib se confirma al encontrar succinilacetona en orina, elevación de tirosina y metionina en sangre. Se encuentran además pruebas hepáticas alteradas, síndrome de Fanconi (hiperaminoaciduria, glucosuria e hiperfosfaturia) y alteración de factores de coagulación dependientes de vitamina K, aumento de glutamiltransferasa y de α-fetoproteína. La succinilacetona, responsable del carcinoma hepatocelular es un potente inhibidor de la enzima amino levulinato dehidratasa, ocasionando síntomas similares a la porfiria. Actualmente se puede diagnosticar en el periodo neonatal midiendo tirosina y succinilacetona en sangre en papel filtro. El estudio enzimático no es completamente seguro por la variabilidad genética. La Tirosinemia II se sospecha al encontrar tirosina plasmática mayor a 1.200 uM/l, lesiones oculares y cutáneas, aumento de la excreción urinaria de ácidos p-hidroxifenilpirúvico, fenilláctico y fenilacético. Se confirma el diagnóstico midiendo actividad enzimática o analizando las mutaciones. En la Tirosinemia III hay aumento del nivel de tirosina entre 500 y 1.200 uM/L, ácidos fenólicos 4-hidroxifenil-pirúvico, láctico y acético. El inicio de la los programas de pesquisa neonatal ha permitido establecer una clasificación de esta forma de presentación. Tratamiento: Tirosinemia Ia y Ib: Por la gran cantidad de FA que se hidroxila a tirosina (TIR), la ingesta de ambos aminoácidos debe ser restringida, siendo mayor la tolerancia que en la PKU. El requerimiento de TIR se relaciona directamente con el estado metabólico y la acumulación de succinilacetona. En el período agudo se suspende la ingesta de proteínas naturales y se inicia tratamiento intensivo parenteral: 100 a 120 cal/kg/día (glucosa y lípidos) por vía enteral, las proteínas provendrán de fórmulas sin TIR y se aportan entre 1,5 a 2 g/kg/día. En el período crónico las necesidades de FA más TIR son de 400-500 mg/día para lactantes y de 900 mg/día en niños mayores. Se restringe la ingesta de proteínas naturales a 0,5 gr/kg/día, completándose a 1,5-2,5 gr/kg/día con mezclas de aminoácidos exenta de TIR y con trazas de FA. El objetivo del tratamiento nutricional es mantener el nivel plasmático de TIR entre 200-400 uM/L y de fenilalanina entre 30-70 uM/L. Nivel de FA inferior a 20 uM/L produce desbalance de aminoácidos neutros en el cerebro (i). La dieta es efectiva en evitar la aparición de daño hepático cuando se introduce conjuntamente con la droga [2-(2-nitro-4-trifluoro-metilbenzoil)-1,3-ciclo-hexanediona] NTBC o Nitisinome® (1-2mg/kg/día), que bloquea la enzima ρ-hidroxi-fenilpirúvico dioxigenasa interfiriendo en la producción de fumarilacetoacetato y succinilacetona, evitando hepatocarcinoma y alteraciones renales cuando el diagnóstico es neonatal (ii,iii Debido al bloqueo enzimático que provoca el NTBC, se aumenta la tirosina plasmática, generando manifestaciones oculocutáneas, cuando el valor sobrepasa los 600 uM/L ( iv,v). En Chile hay 10 niños en protocolo con NTBC y dieta restringida en TIR y FA. En la Tirosinemia II, la dieta es igual que en la tipo I, pero tienen una mayor tolerancia nutricional. Generalmente no hay lesiones oculares y de piel cuando el nivel de tirosina es menor a 800 uM/L y fenilalanina entre 35-90 uM/L, y la orina está libre de los ácidos orgánicos N-acetiltirosina, p-tiramina y parahidroxifenilpiruvato. En la Tirosinemia III, se desconoce si la restricción dietética de tirosina y fenilalanina tiene efecto en esta forma de Tirosinemia. Aunque el retardo mental y daño neurológico pueden ser ocasionados por el aumento de tirosina plasmática, el tratamiento debería ser igual a la Tirosinemia II y mantener nivel de tirosina bajo 500 uM/l para prevenir alteraciones oculares. i Acosta P, Yannicelli S. Tyrosinemia type Ia and Ib. Protocolo 3, en Nutrition Support Protocols, 4th, Editores Acosta P, Yannicelli S, Editorial Abbott Laboratories, Ohio USA, 2001, 49-62. ii Santra S, Preece M, Hulton S, Mckiernan P. Renal tubular function in children with tyrosinaemia type I treated with nitisinone. J Inher Metab Dis, 2008;31:399-402. 23 Raimann e, Cornejo V Arias C, Cabello JF, Fernández E, De La Parra A. Evolución clínica de pacientes chilenos con Tirosinemia Tipo 1 tratados con NTBC. Rev Med Chile 2012; 140: 170-176 iv Masurel-Paulet A, Poggi-Bach J, Rolland Mo, Bernard O, Guffon N, Dobbelaere D, iii Sarles J, De Baulny Ho, Touati G. NTBC treatment in tyrosinaemia type I: long-term outcome in French patients. J Inher Metab Dis, 2008, 31(1): 81-87. v Mckiernan PJ. Nitisinone in the treatment of hereditary tyrosinaemia type 1. Drugs, 2006, 66(6): 743-750.