El hombre de la barretina musca

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TEMA
3. El balcó vermell
6
Cultura|s La Vanguardia
Miércoles, 9 diciembre 2009
Quan mon pare va saber que no tindria mai una jove li van jo també havia d’entendre que ell era d’una altra època, tot i
saltar les llàgrimes. Patia perquè el seu plor no em ferís. que –n’estava segur– a poc a poc s’hi acostumaria. Dos dies
M’abraçava i em deia que no em preocupés, que m’estimava més tard, al matí, el vam trobar mort al llit.
molt, fos jo com fos, i que ho entenia perfectament, però que
Making off de una exposición
El hombre de la barretina musca
JULIÀ GUILLAMON
El 10 de abril de este año Monzó
me recibió en su casa de la calle
Floridablanca. Llevaba meses trabajando en el proyecto de la exposición, releyendo libros, anotando
ideas. Tras esta labor de preparación, llegaba el momento de empezar a seleccionar las piezas. Me instalé en la gran mesa de madera,
frente a la biblioteca, con el ordenador, una cámara digital y una cinta
métrica. A finales de la década de
los noventa, cuando escribí el libro
La ciutat interrompuda, en el que
Quim Monzó tiene un papel muy
relevante, tuve ocasión de husmear en su archivo. De manera
que le iba pidiendo cosas concretas: aquel imán que robó a un compañero de colegio y que aparece en
La magnitud de la tragèdia, fotos
de sus padres que quería asociar
con fragmentos autobiográficos de
Mil cretins, recortes de artículos
de Joan de Sagarra publicados en
Tele/eXprés o el pedrusco enorme
que hace un par de años le extrajeron de la vejiga.
Monzó iba de un lado para otro
sacando cajas y carpetas. De pronto se quedaba parado en medio del
comedor, me miraba como tomaba
las medidas a un libro de Tom Wolfe de la colección Contraseñas y decía: “Pareces un sepulturero”. Acababa de volver de Bilbao, donde le
habían invitado a comer opíparamente y hablaba maravillas del cocinero David de Jorge, que para
conseguir un perejil como Dios
manda es capaz de recorrer más
de cincuenta kilómetros. Había
traído un salchichón, picante, buenísimo. Entre rodancha y rodancha, iban apareciendo papeles y objetos que más tarde utilizaríamos
en el libro y en la exposición. En
uno de los armarios del pasillo encontró una barretina musca. Le saqué una foto con ella y quedamos
que a la primera ocasión le diríamos a Pedro Madueño que lo retratara vestido de Verdaguer.
Hubo varias sesiones como esta,
en su casa y en el estudio de la calle
Cardenal Reig. Si se terciaba (últimamente anda muy atareado),
terminábamos almorzando en Can
Vilaró, en la calle Borrell, o en el
restaurante Les Corts de la calle
Pintor Tapiró, donde nos agasajaban con un apocalíptico plato
de capipota.
Minucioso
Extremadamente respetuoso con
el trabajo de los demás, Monzó se
limitaba a sugerir pequeños detalles que mejoraban siempre la idea
inicial. Minucioso hasta la obsesión, repasaba una y otra vez los
textos del libro (los suyos y los de
todos los colaboradores), corrigiendo los más insignificantes errores.
Cuando empezamos a pasarle páginas, me gustaba notar el tono tan
tierno con el que hablaba de sus padres al verlos fotografiados en la
maqueta, la admiración que manifestaba por el diseño de America
Sanchez, los elogios arrebatados a
un texto de Marcelo Cohen o Empar Moliner o a un sensacional dibujo de Miguel Brieva.
Trabajamos un montón, a un ritmo acelerado y con precisión maniática. Lo que no fue obstáculo
para que un día que Àlex Garcia
nos fotografió para La Vanguardia,
Monzó se tumbara en la cama
haciendo que leía una antigua
revista de fútbol, mientras yo, ante
la pantalla del ordenador, me perdía en el escote de una morena escultural. |
FOTOS REPORTAJE
‘CULTURAS/S’
Equipo técnico:
Estilista: Adela
Llorens. Maquillaje:
Lluïsa Gasch / Productos Jorge de
Garza. Asistente de
fotografía: Manuel
Giron. Ay. de producción: David Casademunt. Produccion:
David Mauri
Localizaciones:
Biblioteca Almirall
www.bibliotecalmirall.org
Baul & Co
www.baul-co.com
Equipo artístico:
Familia Comas, Pau,
Mariola, Tete y Aina
Cazorla; David
Caminal, Noa
Zhiyan Caminal,
Gloria Muñetón y
Rubén Jiménez
El decálogo Monzó
A partir de un análisis de sus artículos periodísticos, de
sus cuentos y novelas, y de la continuidad de temas y
1
El desengaño y la
perspectiva
postutópica,
la conciencia
de la fluidez
de los fenómenos culturales, los
gustos y las
modas.
2
La búsqueda de
equivalentes
y modelos en
la historia de
la cultura y
en la actualidad con los
cuales se
identifica y
que, a menudo, se convierten en una
referencia
para sus lectores.
3
El uso de
informaciones del
periodismo,
de la política,
del arte, de la
música, de la
televisión o
de la gastronomía para
ofrecer una
imagen coral
del mundo
contemporáneo.
4
procedimientos estilísticos que se observan a lo largo
de toda su ya larga obra, podríamos sintetizar en diez
El individualismo:
la necesidad
de anticiparse, de evitar
los discursos
impuestos y
denunciar los
comportamientos gregarios.
5
El espíritu
del paseante: la
creación como resultado
de un itinerario por la
realidad física
que permite
integrar elementos de la
realidad en el
itinerario del
discurso. El
escritor como
observador
que se mantiene a distancia de los
fenómenos
que retrata.
6
La invención de
un personaje
público que
encarna su
carácter descreído y provocador, y
que entra a
formar parte
de la propia
ficción.
7
puntos, a modo de decálogo, las características del arte
de Quim Monzó. J.G.
El rechazo
de cualquier tipo de
petulancia,
incluida la
literaria, la
burla de los
discursos
salvadores y
el uso de la
parodia como
antídoto contra las ideas
trilladas y los
estereotipos.
8
El sentido
novelesco: la capacidad de crear
historias que
explican situaciones humanas universales y que se
presentan
como mitos
contemporáneos. En la
misma línea,
Monzó interpreta con un
nuevo sentido los cuentos tradicionales y los grandes temas de
la literatura.
9
El sentido
plástico:
la capacidad
de sintetizar
sus observaciones en
series fácilmente visualizables y crear
imágenes
simbólicas
que expresan
pensamientos
e ideas abstractas.
10
El
rigor
y la precisión
lingüística: el
lenguaje como herramienta de
creación y
comunicación,
lugar de conflicto en el
que se ponen
en juego la
razón, la inteligencia y la
dignidad humana.
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