La mecánica del pronunciamiento gandarista, 1856-1859 Zulema Trejo Contreras* Pronunciamiento es el nombre con el cual habitualmente se designa en la historiografía política del XIX, a los movimientos armados que romp ían el orden institucional y enfrentaban a los poderes constituidos. La historia mexicana de corte tradicional convirtió al pronunciamiento de palabra que designa un hecho, a explicación del acontecimiento que originalmente designaba. La transformación de palabra a explicación tuvo dos efectos sobre el conocimiento del acontecer político decimonónico: 1.- Puso de manifiesto tanto la frecuencia como la intensidad de los enfrentamientos faccionales que jalonaron el siglo XIX mexicano. 2.- A raíz de este conocimiento, se etiquetó al periodo posterior a la independencia y previo al porfiriato como una época anárquica. Ambos efectos son la base de una historiografía centrada en establecer una causalidad directa entre pronunciamientos y anarquía, pero sin brindar una explicación satisfactoria de la correlación existente entre unos y otra. Por tanto en esta ponencia analizaré dos aspectos: primero aclararé qué es un pronunciamiento y segundo, se verá si efectivamente causaron anarquía. Para alcanzar dicha meta retomé elementos de la nueva historia polític a, la historia conceptual alemana, así como los estudios que en torno al liberalismo se han venido realizando en México en las últimas décadas. ¿Qué es un pronunciamiento?, de acuerdo al Nuevo Diccionario de la lengua castellana editado en 1868, se entendía por pronunciamiento el “Alzamiento ó movimiento insurreccional, voz últimamente usada en España para designar con ella todos los movimientos que han ocurrido de pocos años á esta parte.” Como puede apreciarse pronunciamiento∗ se consideraba un sinónimo de alzamiento e insurrección, además se le relacionaba con el acontecer político español, consistente en una serie de rebeliones militares que culminaron con la abdicación de Isabel II y la proclamación de la república. El Diccionario de Escriche, en cambio, no tiene una definición de pronunciamiento pero sí de “asonada”, a la que define como “Junta ó reunión tumultuaria de gente para hacer hostilidades ó perturbar el orden público. La que se dirige contra el estado se castiga con la pena de… alta traició n, que consiste en la muerte, infamia y confiscación de bienes ∗ Las palabras pronunciamiento y asonada no aparecen en el diccionario de La Lengua Castellana…, lo cual quiere decir que no se conocieron antes de 1726, año en que se publicó este diccionario. En cambio la palabra levantamiento sí existía, se la define como rebelión sin especificar contra qué o quién se produce; en Diccionario de la lengua castellana en que se explica el verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad con las frases o modos de hablar, los proverbios o refranes, y otras cosas convenientes al uso de la lengua, Madrid, edición digital, 1998, edición original 1726. El hecho de que la palabra pronunciamiento se asociara con el acontecer político español no es casual, puesto que su usó se documentó en España desde 1836 aproximadamente, durante el periodo conocido como el Trienio Constitucional. Para 1868, cuando se produce la “Gloriosa revolución que derroca a Isabel II, pronunciamiento era ya una palabra con fuerte arraigo en el vocabulario de los españoles; en María Teresa García Godoy, Cortes de Cádiz y América. El primer vocabulario libera español y mejicano (1810-1814), España, Diputación de Sevilla, 1998, p. 220 nota al pie. Agradezco al Mtro. José Marcos Medina haberme proporcionado esta referencia. del reo, y en la infamia de los hijos varones que quedan privados de los honores y dignidades, y no pueden recibir herencias ni mandas de parientes ni de estraños.” La definición de asonada describe de forma bastante apegada a la realidad lo ocurrido cuando se producía un pronunciamiento, así como las consecuencias que enfrentaban quienes participaban en el. Ambas definiciones indican que el pronunciamiento era un fenómeno bien conocido en la época, por lo que las autoridades reglamentaron cuidadosamente el castigo que se aplicaría a los pronunciados, ello a su vez indica que se los combatía no sólo militarmente, sino también judicialmente. Conjuntamente con pronunciamiento y asonada existía en el vocabulario de la época la palabra levantamiento, que era utilizada para designar la rebelión de cualquier grupo que alterara la tranquilidad pública. Levantamiento se definía como “La sedición ó rebelion con que se turba la tranquilidad pública, ya extrayendo violentamente los reos de las cárceles, ya tomando por propia autoridad conocimiento de sus causas, ya despreciando ó desobedeciendo los mandatos de la justicia, ya impidiendo a los marginados el ejercicio de sus empleos, ya obligando á las justicias ó ayuntamientos á que hagan bajas en los abastos públicos.” A diferencia de la definición de pronunciamiento y asonada, levantamiento designa más un motín que una rebelión contra el gobierno. Las definiciones dadas hasta aquí me permiten concluir que en el siglo XIX pronunciamiento y asonada se consideraban sinónimos, en tanto que levantamiento era diferente de ambos, pues designaba una revuelta popular que no tenía como objetivo derrocar ni cambiar el gobierno instituido. Por consiguiente y atend iendo al contexto en que se produjeron, designaré como pronunciamientos las rebeliones encabezadas por Manuel María Gándara en contra de José de Aguilar e Ignacio Pesqueira, en el periodo 1856-1859. Naciones nuevas, pactos nuevos Por el sólo hecho de romper con el orden institucional el pronunciamiento se considera si no un sinónimo de anarquía, sí uno de sus principales impulsores. Sin embargo pronunciarse no era una actividad caótica, se trataba de un acontecimiento bien reglamentado, compuesto de una serie de pasos no escritos que los pronunciados seguían al pie de la letra. Antes de analizar este estructurado procedimiento, veremos por qué los pronunciamientos se consideraban una forma legítima de acceder al poder. De acuerdo a Mari Demélas las nuevas naciones hispanoamericanas al fundarse sobre la base de una Constitución, establecían un pacto que sustituía el que se tuvo con el monarca español. La legitimación de este nuevo pacto social, 1 se hacía mediante el juramento colectivo de la Ley fundamental que constituía a la nación. 2 Al hablar de juramento colectivo me refiero a que las constituciones eran juradas tanto por actores 1 “El pacto social no es… una ficción jurídica sino un acuerdo muy concreto entre actores identificables que puede renovarse o romperse si una de las partes atenta contra alguno de sus elementos esenciales.” En Francois Xavier Guerra, “El pronunciamiento en México: prácticas e imaginarios” en Trace, No. 37, julio, 2000, p. 22. 2 Mari-Danielle Demélas, “Pactismo y constitucionalismo en los Andes” en Antonio Annino y Francois Xavier Guerra (Coords.), Inventando la nación. Iberoamérica, siglo XIX, México, Fondo de Cultura Económica, 2003, p. 596. individuales como colectivos, entre estos últimos podemos contar a los pueblos, grupos indígenas, gremios, ejército, clero, etc. Si en un momento dado alguna de las partes que establecieron el pacto constituyente consideraba que la nación debía ser constituida nuevamente, estaba en libertad de romper el pacto previamente establecido a fin de que la nación volviera al estado de naturaleza, y pudiera ser constituida bajo nuevas directrices. ¿Cómo romper lo pactado?, mediante un pronunciamiento que desconociera al gobierno fruto del pacto constituyente. Ello significa que el pronunciamiento era un medio legítimo de enderezar el rumbo de la nación. Sin embargo hay que discernir si todo pronunciamiento se hizo en beneficio de la nación, o si se los usó para legitimar la lucha por el poder entre facciones opositoras. En mi opinión se le dieron ambos usos. La mecánica del pronunciamiento Mencioné anteriormente que pronunciarse equivalía a desarrollar un ordenado procedimiento, éste consistía en la proclamación de un plan a través del cual los opositores “debían pronunciarse solemnemente contra el gobierno en el poder, afirmar su rechazo a las autoridades por razones legítimas y anunciar la toma de las armas en virtud del derecho a la insurrección…esta declaración…se escribía sobre papel sellado, como cualquier documento oficial.”3 Posteriormente el plan era enviado a los pueblosayuntamientos a fin de que se pronunciaran a su favor. El envío desataba el conflicto, pues actores colectivos e individuales tomaban partido suscribiendo actas de adhesión o repudio al plan en cuestión. Aquí vale aclarar que un pronunciamiento no siempre culminaba con un enfrentamiento armado, en ocasiones adoptaba la forma de amplias consultas públicas, como sucedió en Sonora en 1857, cuando varios pueblos suscribieron actas solicitando al gobierno de Ignacio Comonfort que ordenara a Manuel Gándara someterse a una corte marcial. Una vez que el plan era circulado y se recolectaban suficientes adhesiones para hacer peligrar a las autoridades, podía producirse el enfrentamiento armado, o la negociación de un nuevo pacto entre pronunciados y gobierno. Si el conflicto no podía evitarse, se producía el enfrentamiento armado; si los opositores triunfaban la nación se constituía bajo nuevas directrices, materializadas en la promulgación de una nueva Constitución. Si la victoria era para el gobierno los lineamientos políticos no se alteraban. Pronunciarse requería atenerse a un procedimiento que asegurara la legitimidad no sólo del movimiento que iniciaba, sino del gobierno que emanaría de el si triunfaba. Esos pasos no podían seguirse si los pronunciados no contaba con una organización mínima, puesto que debían ocuparse de las diversas aristas que tenía el conflicto: la institucional, la económica, la militar y la política. Allegarse recursos para financiar la lucha, negociar alianzas en los ámbitos local y regional, establecer bases para las tropas, planear y dirigir la campaña militar, asegurar apoyos en la estructura institucional… todo ello remite más a orden que a desorden. Por otra parte también debe señalarse que los planes emitidos por los pronunciados nunca contemplaron el vacío institucional, todos ellos incluían artículos en los cuales quedaba delineada una estructura institucional provisional, que ocuparía el lugar de aquella que se desconocía. El plan de Ayutla por ejemplo, señaló en su articulado la 3 Ibídem, p. 600. necesidad de elaborar un estatuto provisional para gobernar los estados que se adhirieran al pronunciamiento; el plan de Manuel Dávila en 1856, que abanderó el pronunciamiento de Manuel Gándara en contra de José de Aguilar, pidió que las autoridades constituidas se sustituyeran por las que Gándara había nombrado durante su ejercicio como gobernador. El pronunciamiento gandarista En el periodo 1856-1859 Manuel Gándara se rebeló contra el gobierno sonorense en cuatro ocasiones, aunque en ninguna de ellas figuró como líder del pronunciamiento, este papel lo desempeñaron Francisco Borunda, Manuel Dávila, Juan Tánori, Juan y Refugio Tánori respectivamente. Gándara ni siquiera aparecía entre el grupo de personas que firmaban el plan. Cuadro No. 1 Pronunciamientos gandaristas, 1856-1861 LÍDER NOMINAL PLAN Francisco Borunda Plan de Hermosillo Manuel Dávila Plan de Dávila Juan Tánori Plan de Onavas Juan y Refugio Tánori Plan de Tepupa DURACIÓN 16 de abril-30 abril 1856 15 julio 1856-enero 1857 6 de Noviembre1857- mayo 1858 Junio de 1859-noviembre de 1860 Los cuatro pronunciamientos protagonizados por Gándara siguieron el formato delineado en los párrafos anteriores, aunque tuvieron sus particularidades. Los dos primeros iniciaron en las principales ciudades del estado, Hermosillo y Ures, los dos últimos empezaron en pueblos predominantemente indígenas, Onavas y Tepupa. Todos los pronunciamientos gandaristas fueron encabezados por jefes militares: Francisco Borunda y Manuel Dávila eran oficiales del ejército federal en Sonora, Juan y Refugio Tánori eran capitanes generales de los ópatas. Estos pronunciamientos no se extendieron a toda la entidad, quedaron circunscritos a los distritos de Hermosillo, Ures, San Ignacio y Guaymas, con esporádicas incursiones a los distritos de Arizpe y Sahuaripa. 4 Referente a la estrategia militar empleada, los gandaristas subdividían sus tropas en partidas, esto es, grupos de 10 a 20 hombres que enfrentaban a la Guardia Nacional, asaltaban haciendas, tomaban pueblos que no se hubieran adherido a su causa, y utilizaban como cuartel las haciendas de la familia Gándara, principalmente Topahui. Las partidas se unificaban cuando se pretendía tomar un puesto importante, en ese caso quedaban al mando de alguno de los hermanos Gándara, o un jefe indígena. Para las autoridades sonorenses era difícil combatir a los pronunciados puesto que rara vez presentaban batalla, su estrategia era atacar-huir, en ocasiones las partidas se refugiaban en las haciendas gandaristas y una vez dentro de la finca se desintegraban, pues en su mayor parte estaban formadas por los peones que laboraban ahí. Las 4 Para mayor información respecto a los levantamientos gandaristas ver Zulema Trejo, Redes, facciones y liberalismo. Sonora 1850-1876, tesis doctoral presentada en El Colegio de Michoacán, 2004, principalmente capítulo IV. autoridades no podían irrumpir en la propiedad para arrestar a los pronunciados porque de acuerdo a la ley de servidumbre vigente en ese periodo, las haciendas eran autónomas en la impartición de justicia. En otras ocasiones las partidas se refugiaban en el valle del Yaqui, para perseguirlas el gobierno solía dar por terminado el pronunciamiento e iniciaba una campaña para pacificar a los yaquis. Lo descrito en los párrafos anteriores nos conducen a plantear que la facción gandarista no era solamente un grupo de hacendados y rancheros improvisando una lucha armada, sino que la agrupación tenía una organización más o menos compleja, que le permitía organizar exitosamente sus pronunciamientos, así como sostenerlos a lo largo de varios meses. Las investigaciones que he realizado hasta el momento, me permiten deducir que los gandaristas estaban organizados en dos grandes bloques: uno militar y otro civil, el primero tenía por objeto reclutar y organizar a las tropas que enfrentarían al gobierno; el segundo debía proveer los recursos para su mantenimiento, recabar actas de adhesión, negociar y pactar alianzas, negociar pactos, recabar información, mantener abiertos los canales de comunicación entre ambos bloques. A su vez el bloque militar se subdividía en partidas que podían tener un mínimo de diez hombres y un máximo de veinte. Rastrear las funciones de la estructura civil de la facción gandarista es más difícil, puesto que hasta el momento no he encontrado documentación emanada directamente de la agrupación, sin embargo por los informes que respecto a ella elaboró el gobierno, se puede inferir que contaba con personas que se dedicaban a tareas muy específicas, por ejemplo establecer alianzas con los grupos indígenas, para ello los gandaristas solían usar a Luis Redondo, Ramón Encinas y Jesús Gándara; para la recolección de fondos los tres hijos de Manuel Gándara: Antonio, Miguel y Francisco solían jugar un papel determinante. Algunos comerciantes guaymenses como Santiago Campillo se ocupaban de mantener abiertos los canales de comunicación tanto al interior como al exterior de la facción. Conclusiones La organización requerida para pronunciarse indica que si los gandaristas eran capaces de hacerlo, es probable que también hubiesen podido organizar un gobierno que sustituyera al que derrocaran. Otra cosa es la situación de guerra intermitente que producían, ella ocasionaba que toda la atención del gobierno se centrara en el combate al pronunciamiento, se pospusiera la implementación de leyes tanto estatales como federales, se otorgaran facultades extraordinarias al gobernador y los prefectos, se impusieran préstamos forzosos… pero aún así la estructura institucional continuaba funcionando, por lo que no es adecuado hablar de anarquía. Más bien tendríamos que comenzar a pensar que los pronunciamientos causaban conflictos que entorpecían la marcha institucional, pero no la impedían. * Profesora-investigadora del Programa de Historia Regional de El Colegio de Sonora, ztrejo@colson.edu.mx