Hora de serenidad, reflexión y compromisos Escribe: Lorenzo Castillo C. * Luego de la tempestad social vivida en las zonas cafetaleras se ha entrado a momentos de serenidad, reflexión y compromisos. Todos quienes tenemos relación con los diversos eslabones de la cadena de valor (incluyendo: comerciantes, financistas, industriales, proveedores de insumos, créditos, etc...), estamos obligados a evitar que se repita lo vivido hace 15 días en la selva central. Se han lanzado epítetos del más grueso calibre, descalificaciones institucionales pero y muy escasas reflexiones contributivas. En medio de la crisis vino un aluvión de recetas por parte de “expertos”, “experimentados”, “científicos”, casi todos desvinculados de las instituciones públicas y privadas. Los más entusiastas fueron (--¡oh sorpresa!--) de gobiernos locales cafetaleros quienes reclamaban que el gobierno central les entregue parte de los 100 millones de soles. (Algún día se conocerá cómo se presionó y condicionó a los cafetaleros pobres para que se sumen a la protesta). Sobre la institucionalidad agraria Uno de los dramas del país es la carencia de una sociedad institucionalizada. Para muestra, veamos la situación de los partidos políticos, de los colegios profesionales, de las universidades. También las entidades empresariales. Estas carencias tienen su mayor expresión en el Parlamento y Poder Judicial, instancias donde los actores profesionales con altos niveles académicos muestran carencias de institucionalidad (los médicos pueden ser la excepción). Si esto se da en el cenáculo del poder social, ¿qué podemos exigir a agricultores y campesinos con poco o inexistente nivel educativo? Sin embargo, apreciamos que hay un proceso alentador, autónomo, con enfoque sostenible, de diversas características en la construcción de la institucionalidad agraria. En el pasado hubo instituciones agrarias de amplia representación y de los diversos estratos sociales. Se sustentaban en gran parte en la contribución de sus asociados a través de instrumentos parafiscales y aportes gremiales. No logramos todavía restablecer similares mecanismos debido a la oposición de los inquilinos del Ministerio de Economía, quienes corren a oponerse cada vez que se presentan iniciativas legales parafiscales en el Congreso, bajo el supuesto que sería anti constitucional y obviando que el bien común es el fundamento central que garantiza la Constitución. La explicación es que no quieren que los sectores tradicionalmente excluidos sean entidades organizadas con capacidad negociadora. Cifras que ignoramos en el debate. Actualmente se cuenta con 425 mil hectáreas, con 223 mil productores, y un área cafetalera con promedio de 1.90/ha por familia. La productividad promedio en el 2012 fue de 736 kg/ha. Los precios al productor en el 2013, hasta el 29 de agosto, tiene un promedio de S/. 4.8 por kg de café pergamino. En dos hectáreas los ingresos alcanzan a 6 mil 970 nuevos soles. Los costos de producción suman los 13 mil 240 nuevos soles. Entonces la pérdida por familia, sólo por bajos precios, asciende a 6 mil 278 soles. Si adicionamos la pérdida por la roya, en 133 mil hectáreas, de las cuales 53 mil fueron devastadas podemos entender las causas de la tormenta social que aún no termina. . Institucionalidad y política cafetalera. Cierto, Perú carece de una institucionalidad cafetalera unida y sólida con agenda o programa estratégico. Los 12 consejos agrarios de diversos cultivos y/o crianzas son inocuos, entre ellos, el Consejo Nacional del Café debido a la legislación vigente, falta de voluntad política de los gobiernos de turno pero también por falta de compromiso de algunas instituciones. Algunas referencias institucionales en torno a las empresas exportadoras operativas, con vinculación siguiente: - 16 empresas socias de la Cámara Peruana del Café y Cacao 05 empresas asociadas a ADEX (incluyendo 2 de la CPCC) 54 organizaciones asociadas a la JNC 29 empresas sin vinculación. La organización de productores se estima hoy en 80 mil familias de las cuales 60 mil forman parte de la JNC. En el año 1993 las familias cafetaleras organizadas no llegaban a 8 mil productores. La tasa de crecimiento de la organización en la JNC es de 32.5% anual en sus 20 años de existencia no de manera individual sino en organizaciones con un mínimo de 100 asociados. Se practica el principio de libre adhesión. Este crecimiento en organizaciones de pequeños productores no tiene dinámica parecida en otras líneas de producción agropecuaria. Pero lo central en las instituciones son los resultados de su trabajo para con los agremiados y la sociedad peruana. En los 20 últimos años la JNC fue siempre un actor central y puso la agenda de trabajo en el desarrollo cafetalero, con adhesiones y discrepancias obvias, en razón a intereses de los actores involucrados. Política cafetalera peruana. Vivimos una crisis cafetalera estructural, no coyuntural. Baja productividad, innovación y extensión cafetalera inexistente durante décadas, etc. Para enfrentar esta situación la JNC ha propuesto medidas para el corto, mediano y largo plazo, las cuales son públicas y en torno a las cuales hay consenso de las principales instituciones privadas y públicas. Entre las principales señalamos las siguientes: 1. Urgente creación de un Fondo de Reactivación Cafetalera para la renovación de no menos de 50 mil hectáreas devastadas por la roya. 2. Reprogramación de créditos canalizados para mantenimiento y/o rejuvenecimiento de cafetos, con tasa efectiva anual de 10%. Compra de la deuda agraria cafetalera en condiciones similares 3. Otorgamiento de créditos de sostenimiento a fin de desarrollar buenas prácticas agrícolas en los cafetales no afectados por la roya 4. Reorganización del SENASA y del INIA, a fin de dotarlos de capacidades operativas con profesionales competentes, y recursos económicos suficientes. 5. Transparentar la entrega de los kits de insumos a los afectados, garantizando soporte técnico para su aplicación oportuna y adecuada. 6. Promulgación de la norma legal para la implementación de fondos de fidecomiso por parte de los gobiernos regionales y locales, para inversiones de capitalización de la agricultura familiar (renovación de plantaciones, riego tecnificado, equipos y maquinaria, almacenes de acopio, transformación primaria) 7. Urgente titulación de tierras de los pequeños agricultores. 8. Promoción eficaz de la asociatividad empresarial de las familias cafetaleras, a fin de crear condiciones para la sostenibilidad de la caficultura peruana. Las ganancias millonarias. Algunos analistas y expertos señalan, con ligereza, y otros de mala fe que los cafetaleros recibieron 1 mil 594 millones de dólares, con precios de 270 dólares el quintal. Estas cifras corresponden a los ingresos brutos por todo el café exportado. En ese año las familias cafetaleras tuvieron un ingreso total de 1 mil 107 millones de dólares equivalente al 70% del valor exportado (Estadísticas Minagri). Tuvieron precios promedio de S/. 9.20 kg, de los cuales el 80% corresponde al costo de producción. Las ganancias netas fueron de 1.80 por kilo. Su utilidad total en dos hectáreas, fue de 2,981 soles anuales (1,656 x 1.80). Cuando sugieren que con estas ganancias debieron invertir en renovar sus cafetales viejos e improductivos, evidencian que hablan con absoluto desconocimiento de la caficultura peruana. Incidencia, protesta, violencia y descentralización del país. La JNC tiene una limpia historia de incidencia en políticas públicas agrarias y cafetaleras. Prioriza el diálogo y la concertación, combinada con la protesta democrática, sin violencia. Las propuestas siempre tuvieron sustento técnico. Esta línea de acción ha sido debatida, aprobada y practicada siempre por sus dirigentes y organizaciones socias. Asistimos a un proceso de descentralización del país, con el cual los cafetaleros están comprometidos con defender e impulsar. Es por eso que se reclama la participación de los gobiernos regionales, escuchando a sus electores cafetaleros, y concertando políticas también de corto, mediano y plazo. No pueden seguir de espaldas a su cultivo principal, como ocurre con el gobierno regional de Junín. Muchos gobiernos locales trabajan con las organizaciones de su ámbito, con resultados de éxito pero también hay otros que buscan aprovecharse de las demandas justas de los productores y los llevan a riesgos extremos como lo ocurrido en el centro del país. Su prioridad debe ser reducir la siembra de cemento y promover el desarrollo agrario sustentable. Finalmente, debemos señalar que en reciente reunión con funcionarios del Minagri, productores y exportadores coincidieron en demandar al gobierno que las políticas públicas de promoción del café deben tener al productor como el objetivo central. “Debemos crear condiciones de competitividad y rentabilidad de los productores. Sin ellos no habrá café para exportar”. Trabajar en esta ruta debe ser el compromiso de todos. Lima, 31 de agosto de 2013 *Gerente de la Junta Nacional del Café. Opinión personal del autor