VENERACION A LA VIRGEN: PARALITURGIAS

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Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
CURSO DE LITURGIA
CAPITULO 38
LAS CORONACIONES DE LAS IMÁGENES
MARIANAS
“La veneración a las imágenes de santa María Virgen frecuentemente
se manifiesta adornando su cabeza con una corona real”. Esta frase
tomada de los prenotandos del Ritual de la coronación de una imagen
de santa María Virgen deja a las claras que es costumbre antigua.
Desde el Concilio de Éfeso (431) se inicia esta costumbre, extendida
tanto por Oriente como por Occidente. Al generalizarse se fue
organizando el rito para dicha ceremonia, rito que fue incorporado en
el S. XIX a la liturgia romana.
El fundamento teológico de esta costumbre de considerar e invocar a
la Virgen como Reina se basa en que María es Madre del Hijo de Dios
y Rey mesiánico, Madre del Verbo encarnado por medio del cual
fueron creadas todas las cosas, celestes y terrestres. Es colaboradora
augusta del Redentor ya que tuvo una participación relevante en la
obra salvadora de Cristo y es la más perfecta discípula de Cristo ya
que dando su asentimiento al plan divino se hizo digna merecedora de
la corona de gloria. Además María es miembro supereminente de la
Iglesia, bendita entre las mujeres, Reina de todos los santos.
Por todos esos méritos, no exhaustivamente expuestos, la costumbre
de coronar a la Virgen está más que justificada. Pero si
teológicamente tiene un fundamento claro hay otras razones, quizás
de más peso aunque de tipo sentimental. Coronar una imagen de la
Virgen es una muestra de amor, de cariño, de profundo respeto con el
que los fieles devotos de dicha imagen pretenden expresar su entrega
y agradecimiento a la Reina de los Cielos.
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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