PARA LA ORGANIZACION Y ADMINISTRACION ESCOLAR S.A. La motivación intrínseca del personal como potenciadora de energía grupal. Por Lic. Augusto Barcaglioni (*) (*) Dr.. en Ciencias de la Educación (UCA) Consultor de REDES Si en algo coinciden la mayoría de las organizaciones, sea cual fuere su naturaleza y objetivos, es en la permanente preocupación por afianzar en sus equipos y grupos de trabajo un clima de convivencia armónica, situación que las lleva a tratar de suprimir las causas de un creciente deterioro relacional que desgasta las energías de los individuos y malogra la gestión institucional. En sentido estricto, tal preocupación debería estar fundada en otra de índole causal, y es la referida a la vinculación entre el estado mental de la gente con los conflictos que surgen y aparecen a diario dentro de la organización. Todo conflicto no resuelto o en estado latente, toda relación tensa entre el directivo y su grupo, las incomprensiones y entredichos, las “trenzas” que sabotean de manera imperceptible y constante los procesos y la tarea (objetiva) de la institución, las situaciones de autoritarismo y manipulación, la obsecuencia y las actividades bajo presión, no son sino los efectos visibles del estado mental de los individuos. No se trata de neutralizar efectos y consecuencias negativas y agotar allí los intentos de solución de los conflictos, sino de indagar las causas más profundas y restablecer desde ellas el equilibrio y la relativa estabilidad perdidos por tales situaciones. Por esta razón, hemos creído necesario en la presente nota brindar una serie de reflexiones que aporten elementos y ayuden a interpretar algunas de las causas generadoras de los conflictos institucionales y grupales. Si los problemas no existen sino bajo forma de efectos, será oportuno considerar el perfil mental de quien ejerce la función formal de conducción; con qué motivación se dirige al grupo; qué capacidad tiene para aceptar la diversidad dentro del mismo y qué grado de convicción posee para tolerar posibles errores y desavenencias y transformar éstos en oportunidades para el crecimiento grupal e institucional. Motivación intrínseca y liderazgo creativo Ante la gran complejidad y permanente incertidumbre con las que las organizaciones modernas (tanto educativas, como sociales y empresariales) se ven inmersas, los recursos humanos se encuentran frente a una verdadera “crisis de gestión” que va constantemente en desmedro de la calidad de los servicios que prestan. Ya no basta que los directivos de tales organizaciones utilicen y consuman recursos y energías para alentar y motivar al personal, pues la experiencia cotidiana indica que es insuficiente hacerlo de manera extrínseca y desde fuera de la realidad interna de cada individuo. De igual manera que en los procesos de aprendizaje, si no existe una verdadera motivación intrínseca en el personal y en los grupos para el desempeño de la tarea, será prácticamente imposible el rendimiento esperado por la organización. Esto hace necesario que los directivos, gerentes, coordinadores, jefes de equipos y los mismos docentes, ejerzan un liderazgo situacional y creativo que tenga en cuenta, siempre y en toda circunstancia, que la única manera de consolidar un equipo eficiente es a través de la motivación interna de sus integrantes. El ejercicio del liderazgo exige condiciones de equilibrio emocional (y mental) por parte de los que están a cargo de cualquier grupo (sea pequeño o grande, simple o complejo) y el desarrollo de ciertas habilidades y destrezas para llevar a cabo una gestión que garantice la motivación de todo el personal y, al mismo tiempo, para crear condiciones de bienestar mediante un clima cooperativo y participativo. Para generar una motivación intrínseca favorable a la tarea (decimos tarea objetiva y no tarea oculta o latente), el directivo tendrá que llevar adelante su gestión con criterios cada vez más creativos y flexibles y con una mente abierta a los cambios y a las iniciativas de la gente. Debe desarrollar condiciones de dinámica y de gestión para consolidar un espíritu de equipo y de integración grupal; esto le permitirá ir estableciendo gradual y coherentemente un proceso de delegación de las decisiones para un funcionamiento cada vez más ágil e interrelacionado entre los diferentes sectores. Godoy Cruz 2769 3º Piso (1425) Buenos Aires - Tel.: (011) 4776-5200 (L. Rotativas) / Fax: (011) 4776-5300 e-mail: correo@redeseducacion.com.ar WebSite: www.redeseducacion.com.ar PARA LA ORGANIZACION Y ADMINISTRACION ESCOLAR S.A. Por otra parte, los cambios culturales en los grupos y organizaciones, surgidos de las nuevas expectativas y por una mayor actitud crítica de los individuos y, al mismo tiempo, por la exigencia de nuevas capacidades y competencias básicas requeridas por la evolución científico-tecnológica y del mercado laboral, obligan al directivo a dejar de lado muchas actitudes y esquemas conceptuales que en general responden a modelos ya obsoletos y que estuvieron vigentes sin éxito alguno en instituciones sedentarias y proclives a la manipulación y al desdén por la iniciativa individual y grupal. Energía de mantenimiento versus energía de producción El ejercicio de un liderazgo creativo y de la capacidad para motivar a la gente, implica dejar de lado los prejuicios personales y la inclinación a analizar y valorar todo lo que sucede en la organización en función de la coincidencia (o no) con el modelo adquirido o la propia concepción del mundo. Lejos de presionar para que las cosas salgan o se hagan como al directivo le interesaría, dejará hacer y permitirá que todos tengan la oportunidad para aprender de los propios errores. Por eso cuidará de invertir su energía para la sanción y el control. En lugar de usar energía de mantenimiento para conservar lo viejo en agitaciones burocráticas y estériles, desarrollará nuevas acciones movilizando energía de producción para el crecimiento efectivo de la organización. Dentro del proceso y del esfuerzo que permitirá trascender la chatura de la energía de mantenimiento y acceder a nuevas energías de producción, los errores y fracasos serán considerados como un valor estratégico inapreciable y como una verdadera oportunidad para el desarrollo y el aprendizaje personal y grupal. Ante esta condición de equilibrio mental y emocional, el directivo no puede dejar de ejercer en cada individuo ese magnetismo de transformación hacia la innovación y la creatividad. Cuando un establecimiento educativo vive este clima de trabajo, el aprendizaje se ve favorecido y las aulas son lugares de creación y no de repetición y pasividad. Cada alumno y cada docente sienten que pueden aprender de los errores y que el aprendizaje no necesita ni requiere el ejercicio de la presión ni de la manipulación compulsiva de tecnologías cuyo extrinsecismo (en el uso descarnado) conduce a sus protagonistas a la frivolidad y a un tecnicismo vacío de contenido esencial. La lucidez del liderazgo creativo consiste, precisamente, en saber renunciar a la tan cotizada “adhesión” y reemplazar la misma por un cultivo artesanal y sincero de la “convicción”. Esta es la base ética y funcional de la convivencia y de la tarea grupal en cualquiera de sus modalidades y matices. Pero plantea, sin concesión alguna, la necesidad de una permanente capacitación directiva para llevar al grupo a las metas y propósitos institucionales y evitar endurecer la gestión por querer aferrarla a situaciones de aparente permanencia y estabilidad. Tal cuestión la planteamos en oportunidad de vincular el ejercicio del liderazgo con el principio sistémico de la autonomía, afirmando que el líder es tal en tanto permite el crecimiento de la organización mediante el desarrollo y el mantenimiento de su potencial de auto-organización (que en los hechos cotidianos significará capacidad de auto-gestión y de auto-evaluación de los mismos individuos y grupos), lo que permitirá dar respuestas satisfactorias a las constantes fluctuaciones y reclamos internos y externos a la misma organización. El secreto de una gestión exitosa Si el directivo aprende a ver cómo ocurren y cómo funcionan los procesos principales, podrá dejar de hacer muchas cosas que hoy distraen su atención y energía en cuestiones de importancia secundaria y que no guardan relación directa con los procesos esenciales y fundamentales. Dichos procesos definen la visión y el propósito institucional y confieren identidad y permanencia al proyecto global que ha de sustentar y dar vida a los mismos. De allí que el secreto de una gestión exitosa es el conocimiento de los procesos esenciales que definen la existencia de la institución. Pero, y aunque parezca paradógico y hasta contradictorio en su formulación, no se trata de atender y privilegiar al cumplimiento mecánico de los procesos llevados a cabo por las personas, sino de las personas que cumplen tales procesos. Ante esto el directivo debe estar atento al mejoramiento de su gestión de manera permanente; caso contrario, lo más importante se le escapará de las manos y tendrá que recurrir a formas extrinsecistas de conducción y Godoy Cruz 2769 3º Piso (1425) Buenos Aires - Tel.: (011) 4776-5200 (L. Rotativas) / Fax: (011) 4776-5300 e-mail: correo@redeseducacion.com.ar WebSite: www.redeseducacion.com.ar PARA LA ORGANIZACION Y ADMINISTRACION ESCOLAR S.A. motivación, en detrimento de los principios sistémicos de autonomía y creatividad, bases insoslayables para el cumplimiento eficiente de los objetivos institucionales. Un prejuicio habitual y hasta perturbador en el ejercicio de la gestión directiva es la necesidad casi compulsiva de usar determinadas técnicas para establecer una buena relación y optimizar el trabajo con el grupo. Como acabamos de ver, la habilidad del liderazgo se basa esencialmente en el conocimiento de los procesos que la gente aplica en cada una de las situaciones y circunstancias del proyecto global. El directivo tendrá que ser consciente en todo momento de ese proceso fundamental y no privilegiar las situaciones administrativas y burocráticas, sino el proceso de elevación y de mejora a través de los individuos y de los grupos que operan en la institución. La visión sistémica que ello implica permitirá al directivo generar un clima de apertura, de convivencia y de tolerancia centrada en los procesos y no en los procedimientos secundarios. Pues percibir los procesos es poder ver cómo ocurren las cosas desde su valor intrínseco y desde la motivación personal de cada uno de los individuos comprometidos con la tarea principal. Por último, es oportuno recordar aquí lo que afirmábamos en notas anteriores al plantear una propedéutica para el enfoque creativo de los problemas. Nos referimos a la regla por la cual “ante un nuevo cambio, la intensidad del problema es inversamente proporcional a la capacidad creativa y a la solvencia técnica para interpretar y responder a la nuevas exigencias de dicho cambio”. Si a dicha regla le agregamos el concepto de motivación intrínseca, podremos observar que mientras ésta sea mayor, la intensidad de los problemas planteados por las nuevas exigencias de cambio se verán siempre reducidos. El componente de la motivación intrínseca potencia el compromiso y la responsabilidad ante la tarea y se convierte, así, en el motor que impulsa a los grupos a realizar y llevar a cabo el verdadero sentido del trabajo. Plantea a los directivos la urgente necesidad de impulsar cambios tales que, a diferencia de los enfoques reduccionistas y tecnocráticos, colocan al ser humano, a su iniciativa y a su libertad, como goznes sobres los cuales cualquier decisión o actividad se verán potenciadas. Godoy Cruz 2769 3º Piso (1425) Buenos Aires - Tel.: (011) 4776-5200 (L. Rotativas) / Fax: (011) 4776-5300 e-mail: correo@redeseducacion.com.ar WebSite: www.redeseducacion.com.ar