4 veces 365 Para quien conocí en el asteroide B-612 Por lo regular los 31 de diciembre se acostumbra hacer una “alto” para reflexionar un poco sobre lo que se ha hecho durante el año: qué propósito te gustaría cumplir y qué cosas mejorar. No sé si esto sea un “alto” como tal ya que uno de mis defectos es hacer “altos” demasiado seguido. Pero este día que marca 4 veces 365, es una ocasión, si me permites decirlo, especial. Hace cuatro años estábamos por entrar a la Universidad. Yo estaba feliz, iba a entrar a Psicología. La verdad es que—como ya sabías—más bien me gustaba el Psicoanálisis, pero éste se estudia en centros privados, lo cual no era una opción, así que a pesar de que no era ni es una postura predominante en la UNAM elegí Psicología allí, aunque de algún modo sabía (a manera de profecía) que el peligro de la UNAM era que ofrecía, como una de las áreas, Psicología Social, temía que con mi gusto por las ciencias sociales y las humanidades esa área terminara seduciéndome, alejándome de lo que era mi objetivo: convertirme en una psicóloga clínica para después poder hacer un máster en Psicoanálisis, ahora sí, en algún centro privado…sí, tenía razón, la Psicología Social terminó seduciéndome, aunque ya te contaré cómo va esa historia. La carrera me gustó desde el primer día. En la clase de Bases Biológicas de la Conducta se nos planteaba el problema mente-cuerpo, me sentía con gran curiosidad de aprender, de saber más. Todo me parecía asombroso: la parte cognitiva, conductual, biológica, social de la Psicología que se nos presentaba en cada materia. Aunque llena de alegría, cada noche el mar visitaba mis ojos y se quedaba seco—convertido en sal—en mi almohada para resurgir a la noche siguiente, fue así durante algunos meses, creo que seis. ¿El motivo? Bien lo sabes, ese “te amo” que se desvaneció al pronunciarse. Cómo te amé. Pero no me hace ni te hace justicia el recuerdo. Todo parece banal a la distancia: “sentimientos adolescentes”, “absurdo”, “¿tanto tiempo así? ridículo llorar por eso”, “no valía la pena”, y un largo etcétera de frases que me he y me han dicho. Y aquí estoy cuatro años después escribiendo esta carta, en parte queriendo que algún día la leas y en parte para replantear qué ha pasado, no qué pasó…no, eso nunca. Es verdad, elegí Psicología Social, pero la crítica llevaba ya la llave que me alejaría de ella. La crítica no es fácil, si uno se excede puede perder ese jalón que te da la vida para seguir haciendo y creyendo en eso que te gusta y si de plano no la utilizas corres el riesgo de volverte dogmático o limitarte intelectualmente. Creo que yo me excedí, aunque llegar a ese exceso me costó trabajo y ahora también me es difícil reducirlo, en fin, estoy tranquila, algo saldrá. ¿Sabes? Me han aceptado en Filosofía, estoy segura que eso te llenaría de orgullo. ¿Recuerdas que también hace cuatro años habíamos ido a CU para preguntar en las facultades? Tú estabas entre que querías Filosofía o esa carrera que ahora estudias. No sé bien cómo sucedió que me fue gustando más la Filosofía, supongo influyeron varios factores: la epistemología de mi carrera siempre ha sido un terreno pantanoso, su eclecticismo y las corrientes que la han influido, pláticas con un amigo que ahora ya no lo es (pero esa es otra historia), no sé, sólo fue surgiendo. Este mes de mayo fue muy importante para ti, sé del acontecimiento tan hermoso que has vivido y es una alegría. Qué curiosa es la vida, ¿no crees? Aquí estamos. Desconozco la distancia que me separa de ti pero sé bien el tiempo. La distancia entre tú y yo, en todo caso, no se mide en kilómetros sino en las casas que hay de por medio, la gente, los anuncios, los semáforos, los carros, el sonido, en fin, se mide por el grado de ciudad que nos divide. Ahora que lo pienso el enunciado anterior me recuerda a un autor de Psicología Colectiva que ya no me gusta mucho, como sea, aquí estoy, siempre soñando o en su defecto “pensando”. El día siguiente de ese te amo, jugaba México contra Francia. Entonces me gustaba más el fútbol, aunque nunca fui fanática ni experta, sólo me gustaba verlo en finales (en las que estuviera el equipo al que le iba) o en los mundiales, pero ahora las cosas son distintas, ha dejado de emocionarme, quizás por razones similares a mi distancia con mi carrera, puede ser. Aunque presiento a que a ti te sigue gustando verlo y me alegro. Esta vez toca México contra Brasil y como hace cuatro años: un 17 de junio. Vuelve a ser 16…era de esos días que leía a Kundera…ese día te leí la primera parte de La Insoportable Levedad del Ser en las bancas del centro de Coyoacán, no imaginé que ese mismo día te lo diría y sí, lo dije y tú te fuiste. Me llevaste a la avenida para regresar a mi casa, después de que tu vecino interrumpió aquella escena. Sólo llegué a casa, abrí la puerta y corrí a mi cuarto, para bien o para mal, nadie me interrogo esa noche. “Estarás bien, eres muy inteligente”¸ fue una de las cosas que dijiste, pero en todo caso la inteligencia también engendra nudos en la mente y en el corazón. Una inteligencia apasionada, eso he tenido. He releído algunas cosas y me parece mejor mostrar un fragmento de un cuento que he tratado de escribir, para dilucidar mejor qué es releer (te): Vivo en un barrio latino. Escribo a veces, no lo suficiente. Me falta vida para entintarla. La tinta sólo ha sido siempre un homenaje a ti ¡y qué mal pagué el ímpetu de tu ser!, el amor a tu existir…malogré versos y sofoqué imágenes…ayer releí aquellas palabras que juntas no logran la poesía que había en tus ojos, releí las líneas que hablaban de tu iris, de tus pupilas y no encontré poemas, sólo rayones de una pequeña niña queriendo dibujar las estrellas…Discúlpame, disculpa no haber tenido letras que fueran un campo de flores a tu cabello, letras que fueran constelación de tu sonrisa. Era tan pequeñita… ¿Que por qué escribo esta carta en el número 4 de veces que junio 16 se ha repetido desde esa ocasión? Porque es en este año donde puedo decir todo esto sin que el mar venga y tome mi pluma, mi tinta, mis ojos y mi corazón. Recuerda: “aún cuando estemos en distintos flancos, sé que estás ahí y que siempre podré contar contigo como tú conmigo. Te quiero” De Xóchitl Rivera Beltrán 16 de Junio, 2014.