MIS HONDUREÑAS, QUE NO MISS HONDURAS Ene 22, 2016 En estricto sentido, hondureñas son aquellas mujeres que nacieron en el territorio llamado hoy, Honduras, o las que a través de un papel firmado por el estado se les dice que lo son, por opción, deseo o permanencia. Así que ellas están incluidas en este 25 de enero que se dice día de la mujer hondureña y cuando nos regalarán otra corte sin justicia, pero suprema para repartir privilegios y salarios entre los pandilleros del “hernandismo” y sus secuaces. Personalmente, no me asumo compañera de destino histórico y geográfico con esa hondureña que es responsable directa de la muerte de cientos de personas del seguro social movida por interés de engordar sus cuentas y anda por ahí haciéndose la chanchita; con la que negocia carros y patrullas con el estado patriarcal y se encarga de profundizar la explotación de las trabajadoras de este país; no soy compatriota de las que se apropian de ríos, tierras, montañas, Cortes, con sus legalizadas mañas en el congreso del cual, por supuesto, es parte. No puedo serlo, no quiero. Tampoco de las que persiguen universitarias, las que dirigen odio contra las lesbianas ni con las que hablan en nombre de un dios macho y violento. Las que adoran a los hombres y todas las estupideces que dicen, las barbaridades que hacen; pero odian a las mujeres y las lapidan con la palabra por cada error, cada metida de pata, cada tropiezo que protagonicen. Aunque a todas ellas y a mí nos dieron lecciones de Moral y cívica hondureña en la escuela y nos enseñaron a recitar el himno entero y su explicación, nos contaron de las más banales razones para respetar héroes masculinos: que Cabañas era un viejito honrado, que Morazán era soldado y le faltaba una oreja, que Valle redactó el acta de independencia, aunque no muy convencido; y por supuesto aprendimos todas que en Honduras las mujeres nunca hicieron nada por este territorio. No son mis hermanas de historia, aun compartiendo la misma narración de versos patrios, en esta noción de patria de la que se apropian políticos y funcionarios; clérigos, banqueros, terratenientes y todo el que serpea por esta tierra para ver qué más se le saca a la gente que trabaja, a la naturaleza que se acaba. Todas pueden considerarse mujeres y haber nacido aquí, eso no lo discuto. Pero las hondureñas de mi historia, mis hondureñas son esas sufragistas que se levantaron contra el desprecio por las mujeres y sus pensamientos, las que escupían contra la dictadura caríista y se movilizaban, las que escribieron revistas emancipatorias en los años tempranos del siglo 20 y se reunían a escondidas de sus maridos, sus sacerdotes y alcaldes para compartir la siempre fructífera semilla de la rebelión. Y más aún, mis hondureñas nacieron en los lugares más lejanos de aquí. Una de ellas cecea, por razones de origen peninsular, indignada ante un padre bien macho y catracho que le rompe el labio a su hija a puño limpio porque dios se lo mandó y la joven está enamorada; o la que confundiendo desde siempre la conjugación de los verbos en esta lengua que no es la suya mantiene la rabia de Lempira entre sus manos; y otras que tienen la nostalgia de ríos, de rostros, de infancias distantes, pero ponen su inteligencia en los linderos de este pueblo. Las hondureñas, a las cuales yo hago homenaje, en estos días de memoria son las que han entendido que a la utopía de la felicidad, para la cual estamos en este mundo, hay que hacerle espacio y darle alimento donde el cuerpo se levanta en la mañana, no importa de dónde digan ellos que somos. Es más, mis hondureñas son las que luchan, aunque nacieran en México, Colombia, Suiza, el propio Estados Unidos, más de una isla, España; las kurdas, las venezolanas, las africanas, las que en Asia rompen el patriarcado, las miles de mujeres insurrectas del mundo. Las que saben que la nación es un macho invento fracasado construido y repetido para fragmentar a la grandiosa humanidad de las mujeres vitales, bravas, luchadoras, creativas que andamos por el mundo. Melissa Cardoza Escritora feminista hondureña melissacondesa@gmail.com