216 ACTAS DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA ron la tortura horas enteras, y de la caja salieron sanos y salvos. Y por lo que hace á mi propósito, parece que en estas repetidas pruebas tuvieron tiempo, tanto para observar que no podían evadir el ardor, como para herirse y darse la muerte á fin de evitarlo. No lo intentaron, á lo que parece, á pesar de que el metal de la caja no se podía tener en la mano por lo elevado de su temperatura. Tercera experiencia.—Recorriendo el cuerpo, del escorpión con el foco de u n a lente que recibe los rayos del sol, acude aquél con su poderosa arma á herir en el sitio donde se siente quemar vivamente; pero aunque no pueda huir y los golpes se multipliquen sobre el dorso y costados, jamás se clava el aguijón en su propio cuerpo. Cuarta experiencia.—Herido ó molestado el escorpión, bien con unas pinzas, bien con un palito, ya que no puede huir por tenerlo yo sujeto, revuélvese contra el objeto que le molesta, siendo de ver cómo con el aguijón va recorriendo lo larg-o del palillo ó pinzas buscando un sitio vulnerable. Vuelto y revuelto varias veces, herido y manando sangre en abundancia, j a m á s intenta picarse, á pesar de que podía verificarlo con suma facilidad, especialmente cuando estaba boca arriba y con el aguijón junto al dorso ó costados. El experimento lo hice por vez primera el 5 de Agosto de 1897, durando más de quince minutos, y lo he repetido otras varias, siempre con idéntico resultado; jamás el escorpión atentó á su existencia ni se picó siquiera. Quinta prueba.—Es la más convincente y de absoluta certidumbre. La he repetido con diferentes ejemplares, y siempre con resultado igual. Formado un círculo de brasas con ceniza caliente en medio, y arrojado el escorpión en el centro, corre con gran celeridad hacia un lado ú otro, llevando las pinzas abiertas y arqueada la cola; mas no pudiendo saltar la b a r r e ra, ó bien termina por acurrucarse doblando la cola sobre el dorso como cuando descansa, ó bien queda inmóvil con la cola extendida, cual si sufriera un pasmo. Hostigado de nuevo, corre hacia los bordes, pero retrocede al contacto ó proximidad del fuego. Y*o, que no perdía de vista ningún movimiento, puedo atestiguar que ni una sola vez he observado en el arácnido ademán de herirse. Si ha dado en las ascuas ó la irradiación es intensa, podrá morir al fin; pero en el caso contrario,