ROLDAN, Gustavo; Sapo en Buenos Aires, Buenos Aires: Colihue, 1993. § tr Cruel historia de un pobre lobo hambriento cr¡entos, don sapo? ¿A pichones de Ia gente Ie guslos-¿Y tan los cuentos? piojo. -preguntó eI -Muchísimo. no aprendió ningu-¿Usted no? un montón. -Uf, sapo, cuéntenos alguentusiasmadd,Ia cor- no!-¡Don -pidÍó zuela. 57 voy a contar uno que también piensa en -Les pasa en un bosque. Resulta que había una niñita que se llamaba -¿Usted empanadas? esas abuelita. Iba con una canasta llena de riquísimas empanadas tan tiernita... Caperucita Roja y que iba por medio del bosque a visitar a su que Ie habÍa d.ado su mamá... su mamá Ia había man- -¿Ypor el medio del bosque? dado preocupada la palo- monito. -preguntó eI relamió el no -se -No, guaretF, piehso en esa niñita, ya- interrumpan sigue -No el cuento --dijo eI sapo; y poque niendo voz de asustar continuó Ia historia-: cuando -pregamtó ma. y como Caperucita era -Sí, muy obeüente... Caperucita estaba en medio del bosgue se le apareció un lobo enorme, hambri.ento... un cuento de miedo! que obeüente, me pa-Más rece otra cosa --dijo eI quirguincho. Ia cuestión es que -Bueno, iba con la canasta llena de riquí- ¡Qué lindo! --dijo eI piojo sa1tando en la cabeza del ñand.ú-. A los que tenemos patas largas nos gustan los cuentos de miedo. simas empanadas... se me hace agua Ia boca -Uy, --dijo eI yaguareté. Ie -Bueno, apareció a Caperucita un lobo 58 -¡Es decía que entonces enorme, hambriento... 59 -dijo -¡Pobre.. pobre Caperucita -dijo --SÍ, Ia pulga. no eI zorro-, -No, -aclaró yo digo pobre el lobo, con tanta hambre. Siga contando, don eI zorro. ! sapo. entonces e} lobo Ie dijo: -Y Querida Caperucita, ¿te gusta- ría jugar una carrera? no! --dijo Caperu-¡Cómo cita-. Me encantan las cáryeras. yo me voy por -Entonces este eamino y tú te vas por ese otro. te va.s? ¿Ql'uLé es tuÍ te va.s? -¿IYt intrigado eI piojo. -pregalntó sé muy bien --dijo el -No s&po-, pero la gente dice asÍ. Cuando se ponen a contai un cuento a cada rato dicen tú y vo- sotros. Se ve que eso les gusta. ¿Y por qué no hablan más claro y se dejan de macanas? m'hijo, parece que así -Mire escrito en esos libros de está donde sacan los cuentos. cuando hablan, ¿También -Y esas cosas? dicen ---.No, atrÍ no. Se ve que les da por ese lado cuando escriben. bueno, no es tan grave -Ah, -dijo eI monito-. ¿Y entonces gué pasó después? entonces cada uno se fue -Y por su camino hacia Ia casa de abuela. El lobo salió corriendo a todo 1o que daba y Caperucita, 1o más tranquila, se puso a juntar flores. don sapo --dijo eI Ia -¡Pero coatí-, esa Caperucita era medio pavota! 60 61 mí me hubiera gustado -A correr esa carrera carr( con el.lobo dijo el piojo-. Seguro que -Ie gano. que eI asunto es eI -Bueno, Iobo llegó primero, entró a la casa, y sin decir tú ni vosotros se comió a Ia vieja. --dijo corzuela. -¡Pobre! ---Sí, ¡robre --dijo eI zorro-, qué hambre tend.rÍa para coIa merse una vieja. ahí se guedó eI lobo, ha-Y ciendo la digestión el -siguió sapc-, esperando a Caperucita. Ia pavota meta juntar flo-¡Y res! --dijo el tapir. eI yagua-dijo -Mejor reté-, déjeta que se demore, así eI lobo puede hacer 1a digestión tranquilo y después tiene ham62 bre de nnevo y se Ia puede comer. yaguareté, don usted -Eh, no le perdona. a nadie. ¿No ve que es muy pichoncita todavÍa? -dijo la iguana. No crea, si -¿Pichonclta? corriendo carreras co. n eI anda Iobo no debe ser muy pichoncita. ¿Cómo sigue Ia historia, don sapo? ¿Le va bien aI lobo? juntó un ramo -{aperucita grande de flores del campo, de todos.colores, y siguió hacia la casa de su abuela. elzodon sapo -aclaró -No, rro-, a Ia casa de Ia abuela no. Ahora es la casa del lobo, que se la ganó bien ganada. Mire que tener que comerse a la vieja para conseguir r¡na pobre casi63 ta. Ni siquiera sé si hizo buen negocio. la cuestión es que -Bueno, cuando Caperucita llegó, eI lobo Ia estaba esperando en Ia cama, disfrazado de abuelita. qué pasó? -¿Y bueno, cuando entró, eI -Yya estaba con hambre otra Iobo Yez, y se Ia tragó de un solo bocado. un solo bocado? ¡Pobre! -¿Deel zorro. --dijo ---Sí, pobre Caperucita --dijo la paloma. no, pobre lobo. EI ham-' -No, gue tendrÍa para comer tan bre apurado.. después, don sapo? -¿Y Ahí terminó Ia histo- a los pichones de Ia gente? ¿No son un poco crueles? --§í, don safro --dijo el piojo-, yo creo que son un poco cmeles. No se puede andar jugando con el hambre de un pobre animal. ustedes me pidieron -Bueno, que les cuente... No me culpen si Ies parece cruel. Io culpamos, don sapo, -No nos interesa conocer a nosotros esas cosas. otro día le vamos a pedir -Ycuento de ésos con úú. otro quieran, cuando -{uando guieran --dijo, y se fue a los saltos murmurandr: ¡Si sabrá de tú y de vosotros este sapo! -Nada. ria. -¿Y 64 esos cuentos les cuentan 65