Radiaciones infrarroja y ultravioleta

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radiación infrarroja
Radiación electromagnética correspondiente a una banda de frecuencias comprendida entre la regió de las
microondas y el extremo rojo del espectro visible. Abarca las frecuencias comprendidas entre 4 × 1014 y 3 ×
1011 hercios (o sea, las longitudes de onda comprendidas entre los 7,5 × 10−7 y 10−3 metros).
La generación de la radiación infrarroja es consecuencia de las variaciones de los estados energéticos de los
electrones de las capas exteriores de los átomos y a la modificación de la energía de las moléculas. Dado que
tanto los átomos como las moléculas se encuentran constantemente (en mayor o menor medida) en vibración,
todos los cuerpos emiten radiación infrarroja y sólo un cuerpo que alcanzase el cero absoluto (−273,15 °C) no
presentaría este tipo de efecto.
La temperatura del cuerpo determina la intensidad y la frecuencia de la radiación infrarroja que éste emite,
siendo éstas tanto mayores cuanto mayor es aquella. Los objetos que alcanzan la incandescencia emiten,
además de radiación infrarroja, luz visible.
Una de las características de la radiación infrarroja es que es absorbida con facilidad, dependiendo el grado de
absorción de la sustancia considerada y de la frecuencia de la radiación. Asimismo, existen sustancias que son
transparentes a la radiación infrarroja, como sucede, por ejemplo, en al caso de la radiación de este tipo
emitida por el Sol, la cual atraviesa tanto la atmósfera terrestre como el vidrio, propiedad que da lugar al
llamado «efecto invernadero». Dicho efecto se basa en el hecho de que una vez que la radiación infrarroja
solar ha atravesado el vidrio (o la atmósfera), es absorbida por el suelo y por la vegetación, que la reemiten
con una frecuencia menor, que ya no le permite recorrer el camino de regreso, por lo cual queda atrapada en el
invernadero, calentándolo. El efecto es análogo en el caso de la atmósfera y la superficie terrestre.
Asimismo, los rayos infrarrojos pueden detectarse termométricamente, ya que, de hecho, son calor radiante.
Dichos rayos impresionan también diversas emulsiones fotográficas especiales que permite el registro de
imágenes en la oscuridad, mientras que los detectores del rango de la radiación infrarroja permiten la
construcción de visores especiales para visión nocturna. Entre las aplicaciones biomédicas de la radiación
infrarroja se encuentran la diatermia o tratamiento térmico y la termografía. Esta última permite obtener una
imagen (en colores falsos) que revela los niveles térmicos de un cuerpo y permite la localización de aquellas
zonas que presentan unas condiciones térmicas anormales.
radiación ultravioleta
Radiación electromagnética cuya banda de frecuencias se encuentra situada entre el extremo violeta (de mayor
frecuencia y menor longitud de onda) del espectro visible y la región que ocupan los rayos X. Incluye las
frecuencias comprendidas entre 7,5 ×1014 y 3 × 1017 hercios (o sea, las longitudes de onda situadas entre 4 ×
10−7 y 10−9 metros).
La radiación ultravioleta se genera a partir de los cambios energéticos que experimentan los electrones de los
orbitales de las sustancias con temperaturas extremadamente altas. Las estrellas son emisores naturales de
dicho tipo de radiación, por lo que el principal emisor de las que llegan a la Tierra es el Sol. La gama de
radiaciones ultravioleta que emite el Sol es muy amplia si bien la atmósfera terrestre impide el paso de las
muy energéticas (que ionizan las capas externas de la atmósfera), mientras que permite el paso de las poco
energéticas, que permiten la fotosíntesis de la capa de vegetación terrestre.
La detección de la radiación ultravioleta puede realizarse mediante materiales fotográficos sensibles, pantallas
fluorescentes o algunos tipos especiales de células fotoeléctricas. Por otro lado, la radiación ultravioleta
«dura» destruye las células vivas, lo que se aprovecha, por ejemplo, para la esterilización industrial de
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alimentos. Además, la fluorescencia a la que da lugar la radiación ultravioleta tiene diversas aplicaciones tales
como la de aumentar el brillo de los tejidos blancos mediante la adición a los detergentes de unas sustancias,
llamadas blancóforos, que muestran fluorescencia frente a la radiación ultravioleta. Asimismo, se emplean
también en microscopía, permitiendo la obtención de imágenes con una resolución mayor que con los
microscopios ópticos convencionales, con una estructura muy parecida a la de éstos, salvo que las lentes
empleadas son de cuarzo o de fluorita, por ser más transparentes que las lentes de vidrio al paso de la
radiación infrarroja.
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