Retiro mensual Oct 2012 - Inspectoría Salesiana María

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RETIRO MENSUAL OCTUBRE 2012
Presentación del retiro mensual para los hermanos
Un saludo cordial hermano.
Para la organización de este RETIRO MENSUAL se ha tenido en cuenta lo que dicen
nuestras constituciones y el directorio inspectorial sobre los retiros mensuales.
Por eso se ofrece un texto de la Palabra de Dios, en este caso un texto de Lucas (Lc 5,
1-11), que es al mismo tiempo una invitación a FIARNOS DEL SEÑOR (Rema mar
adentro). Precisamente este texto lo han elegido los obispos españoles en su Plan
Pastoral 2011-2013 y al comienzo de nuestro curso pastoral, cuando hemos realizado
nuestras programaciones, nos pueda ayudar.
1
También se ofrece el artículo 91 de las constituciones con su comentario para que
pueda servir de lectura salesiana y meditación personal.
Se invita a que durante el tiempo de silencio y oración personal, se pueda exponer el
Santísimo Sacramento, para aquellos que lo deseen.
Además se recuerda que durante este mes de octubre se van a celebrar algunos
acontecimientos que pueden ser motivo para nuestra oración y encuentro personal
con el Señor, como son: la proclamación de San Juan de Ávila como doctor de la Iglesia
(7.10.2012), el inicio del Sínodo de la Evangelización (7-22.10.2012), la celebración de
la fiesta inspectorial con las reliquias de Don Bosco (13.10.2012). En todas las fiestas
inspectoriales celebramos las efemérides de algunos hermanos, en este retiro se
puede coger la programación y agradecer al Señor el don que supone cada hermano
de estos para nuestra inspectoría. Recemos por ellos dando gracias a Dios.
.
Retiro Mensual Octubre 2012
PARA LA ORACIÓN PERSONAL1
Estaba él a la orilla del lago Genesaret y la gente se agolpaba sobre él para
oír la Palabra de Dios, cuando vio dos barcas que estaban a la orilla del
lago. Los pescadores habían bajado de ellas, y lavaban las redes.
Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un
poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Boga mar adentro, y echad
vuestras redes para pescar.»
Simón le respondió: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no
hemos recogido nada; pero, por tu Palabra, echaré las redes.»
Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes
amenazaban romperse.
Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran en su
ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían.
Al verlo Simón Pedro, cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: «Aléjate de mí,
Señor, que soy un hombre pecador.»
Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a
causa de los peces que habían pescado.
Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de
Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas. Desde ahora serás pescador de
hombres.»
Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, lo siguieron.
Lc 5, 1-11.
1
El pasado 26 de abril de 2012 la Conferencia Episcopal Española, en su XCIX Asamblea Plenaria, aprobó
el Plan Pastoral 2011-2015. De dicho documento se ofrecen solamente los números que comentan el pasaje
bíblico Lc 5, 1-11 que se presenta como texto bíblico para el retiro trimestral.
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Por tu Palabra, echaré las redes (Lc 5, 5). Hemos entrado con toda la
Iglesia en el tercer milenio cristiano escuchando por boca del Sucesor
de Pedro la invitación del Señor a remar mar adentro (Duc in altum!) y
a poner cada vez más en el centro de la vida cristiana la Eucaristía en el
Año dedicado al Misterio de la fe, inspirados en el relato del
evangelista san Lucas.
Jesús dijo a Simón (Lc 5, 4). Reconocemos en el Sucesor de Pedro el
cumplimiento de una misión cuya cercanía hemos experimentado de
forma muy viva en los frecuentes viajes de Benedicto XVI a España.
En sus mensajes oímos la voz del Señor que nos invita a testimoniar su
presencia viva en el tiempo que nos toca vivir. La siembra ha sido
abundante. Es tiempo de cuidarla y empezar a cosechar sus frutos.
Hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada (Lc 5, 5a).
Con frecuencia la Palabra divina penetra más eficazmente cuando las
perspectivas humanas parecen haber fracasado. La tarea de echar de
nuevo las redes no surgirá de la confianza en la pericia humana, sino de
la seguridad que comunica la palabra del Señor. Una noche de fracaso
humano fue oportunidad propicia para el encuentro con Cristo y con su
palabra
Pero, por tu Palabra (Lc 5, 5b). El cansancio y el desánimo de una noche
de trabajo estéril se convierten en brío y estímulo cuando se escucha la
Palabra del Señor. Abrazarse a la Palabra con la alegría del Espíritu en
medio de la tribulación es la actitud del discípulo de Jesucristo (cf.
1 Ts 1, 6). La liturgia es el lugar privilegiado donde la Palabra divina
resuena con toda su vitalidad. De ella brota y a ella tiende toda la vida
de la Iglesia, también su tarea evangelizadora, catequética y docente.
Echaré las redes (Lc 5, 5b). La escucha de la Palabra de Jesucristo
permitió a Simón y a sus compañeros recuperar el ánimo frente a una
tarea que antes se había descubierto infructuosa. Fiarse de la Palabra
del Señor significa poner las propias fuerzas al servicio de una misión
recibida. La gracia del encuentro con Cristo a través de su palabra es
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también ocasión para dejarse sorprender por un don que revela su
fuerza en la debilidad (cf. 2Cor 12, 9-10)
Dejándolo todo, lo siguieron (Lc 5, 11). Los pescadores que se fiaron de la
palabra de Jesucristo no asumieron el futuro afianzándose en su oficio,
a pesar de haber obtenido una pesca extraordinaria. La pesca fue el
signo que mostraba por fuera lo que la Palabra había hecho por dentro.
De aquel encuentro brotó una llamada, y de ésta una nueva misión.
Desde entonces, hallaron en el seguimiento de Jesucristo el sentido de
sus vidas. Como entonces, también hoy, el vigor de nuestra acción
evangelizadora dependerá de nuestra capacidad de ponernos a
disposición de la Palabra divina. Llevar al encuentro con Cristo vivo
en la Iglesia: esta es la única motivación que debe animar nuestras
acciones pastorales. El camino que conduce a este encuentro pasa
ineludiblemente por el mayor aprecio a la Palabra de Dios.
María santísima nos enseña la docilidad al Espíritu Santo que nos
permite acoger la Palabra y llevarla a la práctica. A su materna
protección confiamos los frutos espirituales de este curso que estamos
comenzando, que ponemos también bajo la intercesión de san Juan de
Ávila y de santa Teresa de Jesús, confiando en la promesa de Jesucristo
que animó en esta vida el compromiso apostólico de los santos: El que
me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y
haremos morada en él (Jn 14, 23)
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PARA LA ORACIÓN PERSONAL EN SILENCIO
 Lee, relee, y reza el pasaje bíblico propuesto para este retiro.
 Pide el don del Espíritu para escuchar la PALABRA DE DIOS.
 Reza por tu comunidad, por cada uno de los hermanos, reza por los hermanos de las
otras comunidades, reza por nuestros destinatarios…
 Medita sobre el nuevo curso que estamos comenzando a la luz de este pasaje. Hay
acontecimientos que vamos a vivir: la visita de las reliquias de Don Bosco, el
Capítulo Inspectorial, el año de la fe… ¿Cuál es tu disposición ante estos
acontecimientos? Pídele al Señor que te ayude a vivirlos como momentos de
GRACIA, como oportunidades de CRECIMIENTO.
RECUERDA…
 CONSTITUCIONES – ARTÍCULO 91 - Momentos de renovación
Nuestra voluntad de conversión se renueva en el retiro mensual y en los
ejercicios espirituales de cada ano. Son tiempos de recuperación espiritual, que
Don Bosco consideraba como la parte fundamental y la síntesis de todas las
prácticas de piedad [72] . Para la comunidad y cada salesiano son ocasiones
especiales de escuchar la Palabra de Dios, discernir su voluntad y purificar el
corazón. Estos momentos de gracia dan a nuestro espíritu unidad profunda en el
Señor Jesús, y mantienen viva la espera de su venida.(R 72)
 DIRECTORIO INSPECTORIAL – VIDA COMUNITARIA – NÚMERO 10.
Celebraremos los retiros mensuales y trimestrales en clima de oración, de
silencio y de reflexión personal. Debe conseguirse el encuentro sereno con Dios
y la comunicación de nuestras experiencias de fe.
El retiro mensual debe incluir: Un momento de oración, un tema de contenido
espiritual (Lc 5, 1-11), momento de silencio y reflexión personal, favorecer la
posibilidad del Sacramento de la Penitencia y Celebración de la Eucaristía. LA
comunidad destinará al menos 3 horas al retiro mensual (R 72). Para dar cabida a
estos momentos del Espíritu: cada comunidad estudia la posibilidad y
conveniencia de celebrar el retiro mensual fuera de la casa o con una comunidad
próxima.
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ART. 91
MOMENTOS DE RENOVACIÓN
Nuestra voluntad de conversión se renueva en el retiro mensual y en los ejercicios
espirituales de cada año. Son tiempos de recuperación espiritual, que Don Bosco
consideraba como la parte fundamental y la síntesis de todas las prácticas de piedadi.
Para la comunidad y cada salesiano son ocasiones especiales de escuchar la palabra de Dios,
discernir su voluntad y purificar el corazón.
Estos momentos de gracia dan a nuestro espíritu unidad profunda en el Señor Jesús, y
mantienen viva la espera de su venida.
Íntimamente ligado al anterior, este artículo presenta el tercer elemento del camino
penitencial. Son los momentos fuertes de recuperación espiritual' de cada mes y de cada año, es
decir, el retiro mensual y los ejercicios espirituales.
Hay que advertir que las Constituciones ponen el retiro y los ejercicios espirituales en la
línea del esfuerzo personal y comunitario de "conversión continua", cabalmente como
tiempos fuertes y sobresalientes de recuperación, de renovación espiritual, como momentos de
gracia especial.
La vida del salesiano, como la de cualquier apóstol, sumergido en la actividad cotidiana,
está sujeta a los peligros de superficialidad y de desgaste. Es fácil dejarse arrastrar por el
engranaje de la acción y no ser capaz de encontrar el tiempo necesario para una
contemplación más larga. Cada mes el día del retiro, y cada año en los ejercicios espirituales,
la comunidad brinda este tiempo de pausa espiritual, que sirve para reponer el espíritu y
relanzarlo al servicio apostólico. Es el Señor quien invita a "ir a un sitio tranquilo" (cf. Mc 6,
31), para descansar en mayor intimidad con él.
La Regla invita a dar importancia a estos tiempos fuertes del espíritu; no hay que ceder a la
tentación de transformarlos en jornadas de estudio o debate. Sus objetivos están clarísimos:
Consisten, ante todo, en escuchar (personal y comunitariamente) la palabra de Dios (cf. Const. 87), que
permite discernir la voluntad del Señor en el momento presente y llama a conversión, y,
consiguientemente, en aceptar dicha conversión, o sea, en purificar el corazón; lo cual ocurre,
sobre todo, en una confesión preparada con diligencia y hecha con fe viva (la conclusión del
artículo anterior señalaba precisamente el efecto purificado de la Reconciliación).
La importancia del retiro y de los ejercicios espirituales fue muy destacada por Don Bosco.
El artículo hace referencia explícita al texto de la introducción de las Constituciones donde
nuestro Padre afirma: "La parte fundamental de las prácticas de piedad y que, en cierto modo,
las incluye todas, consiste en hacer todos los años los ejercicios espirituales, y todos los
meses, el ejercicio de la buena muerte ... Creo que puede darse por segura la salvación de un
religioso, si todos los meses se acerca a los santos sacramentos y arregla las cuentas de su
conciencia como si realmente debiese partir de esta vida para la eternidad"ii. Son palabras que
repitió en diversas ocasiones. Así, por ejemplo, escribía a un seminarista: "No descuides el
ejercicio de la buena muerte una vez al mes; examina 'quid sit addendum, quid corrigendum,
quid tollendum, ut sis bonus miles Christi' [qué debes añadir, qué tienes que enmendar, qué
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has de eliminar, para ser buen soldado de Cristo]"iii. Llama la atención, en particular, la
insistencia de Don Bosco en recomendar fidelidad a este ejercicio a los misioneros, que por
su vida ajetreada tienen gran necesidad de una pausa de verificación y renovación. Escribe a
Juan Cagliero en 1876: "Al tratar con los nuestros, di y recomienda que no se omita nunca el
ejercicio mensual de la buena muerte. Es la clave de todo"iv.
También los ejercicios espirituales de cada año revisten importancia especial en el camino
del hermano y de la comunidad. Don Bosco no vacila en afirmar: "Los ejercicios espirituales
pueden llamarse sostén de las Congregaciones religiosas y tesoro de los socios que les prestan
atención"v. En la primera redacción del reglamento de los ejercicios había escrito: "Nuestra
humilde Sociedad les debe su gran desarrollo, y muchos de sus miembros tienen que
reconocer en alguna tanda de ejercicios el principio de una vida mejor"vi.
El artículo de la Regla concluye recordando que el mejor fruto de estos tiempos fuertes es la
posibilidad que dan al salesiano de renovar con claridad su opción fundamental, volviendo a
poner en el centro de su ser y de su vida a Jesucristo, el Señor, y su servicio, y hallando en él
con mayor fuerza la unidad profunda del propio espíritu. Desde este aspecto se comprenden
bien otras dos insistencias de Don Bosco: el acto más decisivo, tanto del retiro como de los
ejercicios espirituales, es el encuentro con Cristo salvador en los sacramentos de la
Reconciliación y de la Eucaristía. La perspectiva que estimula, pues, el fervor del salesiano es
la del tiempo que pasa (el retiro se llama "ejercicio de la buena muerte")vii. La muerte será para
cada uno la vuelta del Señor y el encuentro pleno y definitivo con él.
¡Valoricemos, pues, al máximo, el tiempo que se nos da para amarlo y servirlo con todas
nuestras fuerzas!
En tu misericordia, Padre,
nos renuevas continuamente los momentos y tiempos
para encontrarnos con tu palabra y con tu amor.
Ayúdanos a acogerlos como horas de gracia
en que ahondar nuestra intimidad contigo,
discernir cada vez mejor tu voluntad
y purificar nuestra mente y nuestro corazón,
mientras aguardamos vigilantes
la vuelta de tu Cristo,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
i
Cf. Costituzioni 1875 (introducción), pág. XXXIV.
J. BOSCO, Introducción de las Constituciones, Prácticas de piedad; cf. Constituciones de 1984: Apéndice, pág. 232.
Carta a Tomás Penlore, 15 de agosto de 1878; cf. Epistolario, vol. III, 381.
iv
Cana a Juan Cagliero, 1 de agosto de 1876: Epistolario, vol. III, 81; ver también los recuerdos a los primeros misioneros y las
cartas al P. Remotti (Epistolario, vol. IV, 9-10), a José Quaranta (Epistolario, vol. IV, 10) y a Bartolomé Panaro (Epistolario, vol. IV,
12).
v
Reglamento de ejercicios espirituales, aprobado por el III Capítulo General, introducción.
vi
ASC ms. 23223 (Fondo Don Bosco núm. 1942).
vii
Acerca del nombre de la pausa espiritual de cada mes es cosa sabida que la tradición salesiana lo ha llamado siempre «ejercicio de
la buena muerte». Don Bosco lo presentaba con este nombre y así lo había llamado en las primeras ediciones de las Constituciones; sin
embargo, en el texto aprobado de 1875 aparece sólo el nombre de «retiro espiritual» (cf. F. MOTTO, pág. 187). El XXII Capítulo
General optó por esta última terminología, hoy corriente («redro mensual»), que recuerda la invitación de Jesús a retirarse para
descansar con él. Es obvio que sigue en pie toda la sustancia del «ejercicio de la buena muerte» según el pensamiento de Don Bosco.
ii
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