La `pisunyerada`

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Memorias
La ‘pisunyerada’
Núria Pi-Sunyer
L'exili
manllevat
PROA
382 PÁGINAS
24 EUROS
JULIÀ GUILLAMON
El otro día mientras husmeaba en el libro de visitas de Dos vidas, la exposición
de Roser Bru en el Palau Moja, encontré
unas palabras, todavía frescas, de Núria
Pi-Sunyer: “M'he emocionat molt pensant en la nostra generació d'exili. Et recordo des que molt petites jugàvem a la
coberta del vaixell Uruguay, on els nostres pares estaven presos. Cuantes coses
han passat des d'aleshores. Em queda
gravada la teva exposició per tantes
idees compartides”. Una de las cosas
que más impresionan cuando uno se
adentra en el exilio republicano de 1939,
es la existencia de un grupo de familias
que siguen con pocas variaciones la misma suerte. El alcalde de Barcelona, Carles Pi i Sunyer, y el diputado Lluís Bru i
Jardí, coinciden en el Uruguay, habilitado como presidio después del 6 de octubre. Sus hijas Roser y Núria, de siete y
once años, les visitan a bordo. Cinco
años después abandonan el país. Tras
unos meses en Francia, Bru parte hacia
Núria y su padre Carles Pi i Sunyer
PROA
La Guerra Civil supuso
el fin de unas clases
dirigentes, cultas y
liberales que Catalunya
no ha recuperado
Chile en el Winnipeg. Pi i Sunyer encuentra refugio temporal en París y en
Londres, donde desempeña un papel
principal al frente del Consell Nacional
de Catalunya. En 1952, perdida la esperanza en la caída del régimen de Franco,
viaja a Caracas, donde reside su hermano August. Cuenta Núria Pi-Sunyer que
tras la caída de Catalunya más de 35 personas de la familia Pi-Sunyer partieron
para el exilio en Francia, Inglaterra, México, Estados Unidos y Venezuela. Es lo
que Núria Folch i Pi, esposa del autor de
Incerta Glòria, llama cariñosamente la
pisunyerada.
La familia Pi i Sunyer desempeña un
papel central en la historia de Catalunya del siglo XX. August era médico,
creador de una escuela catalana de fisiología, que tuvo en su hermano Santiago
al primer discípulo. El padre de Núria,
Carles Pi i Sunyer, era un ingeniero
amante de la cultura, ministro de Trabajo de la República, alcalde republicano
de Barcelona, conseller de Cultura. El 6
de octubre de 1934 acató la decisión del
consistorio, en contra de sus propias opiniones, e intercedió por los concejales
de la Lliga que votaron en contra de la
rebelión. Núria destaca su sentido de la
fidelidad institucional: el ayuntamiento
de Barcelona no se rindió a los asaltantes hasta después de la caída de la Generalitat. Traductor y memorialista, los escritores de la Institució de les Lletres Catalanes le adoraban y le consideraban
uno de ellos. En los periódicos del exilio,
Carles Pi i Sunyer aparece como un símbolo de honestidad y buen gobierno. Lo
he podido comprobar en un reciente viaje a Buenos Aires. Su foto aparece en las
páginas de los periódicos –el rostro bondadoso convertido casi en un icono–, a
propósito del posible acuerdo para
crear un refugio de intelectuales catalanes en Bélgica, en febrero de 1939; y del
Llamado urgente en ayuda de los intelectuales españoles, promovido por el diario Crítica, el más moderno y progresista de la época, junto a Josep Xirau, Josep Carner y Pere Corominas.
El volumen que publica Proa es el testimonio de una generación, los que partieron al exilio siendo niños, que asumieron los valores y el destino de sus padres. En este sentido Núria Pi-Sunyer
habla del exilio manllevat, prestado. Respecto a otros libros de memorias del exilio, destacan la descripción de las dificul-
tades de adaptarse a Inglaterra, el proceso de aculturización del emigrante y la
fascinación por el trópico, con el episodio revelador de la primera visita al supermercado. En Venezuela encuentran
a un grupo de catalanes integrado por el
erudito Pere Grases, el pintor Abel Vallmitjana, el geógrafo Pau Vila y su hijo
Marc-Aureli, del que se ha escrito y se
conoce muy poco. Una parte especialmente interesante para mí es la que describe las labores de documentación del
libro Patriotas americanos en Londres.
(Miranda, Bello y otras figuras), el libro
de Carles Pi i Sunyer publicado por Monte Avila, que situado en su contexto cobra pleno sentido.
Una nueva dimensión
A través de las memorias de Núria PiSunyer se hace evidente que la Guerra
Civil representó un cambio de jerarquía, la desaparición de unas clases dirigentes, cultas y liberales, que Catalunya
no ha recuperado. Quedan las ideas compartidas de las que se habla en la dedicatoria a Roser Bru. Como la pintora, Núria Pi-Sunyer ha vivido varias vidas. Si
Bru toma como referentes a Kafka y a
Walter Benjamin, Pi-Sunyer se remite a
los poetas ingleses y a Edward Said para
rescatar el exilio catalán de la pequeña
historia y situarlo entre las grandes corrientes de la historia del siglo XX. |
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