RESENAS 269 ENRIQUE ANDERSON IMBERT. Estudios sobre letras hispcinicas. M6xico: Editorial Libros de M6xico, S.A., 1974. (Biblioteca del Nuevo Mundo, 7.) Estamos acostumbrados a peribdicas lamentaciones (que el propio Anderson Imbert resefia en uno de los trabajos reunidos en este volumen, pp. 342-356) sobre la presunta inexistencia, ausencia o deficiencia de la critica literaria en Hispanoamerica. Pero la verdad es que el acelerado crecimiento de nuestra literatura en lo que va del siglo, y quiza mis especfficamente durante los iltimos cincuenta afios, ha ido de la mano con una notable actividad hist6rica y exegetica, hasta constituir un corpus de indudable solidez. Primero se dio la labor pionera de grandes estudiosos ya desaparecidos, como Alfonso Reyes, Baldomero Sanfn Cano, Amado Alonso (eminente en muchos campos, y nunca desatento a la literatura de la America Hispinica) y Pedro Henriquez Urefia. Despues, la tesonera labor de sus discfpulos, directos o a trav6s del vivo ejemplo de sus libros. Asi, nuestras letras cuentan hoy con una primera fila de crfticos que honrarian a cualquier literatura. En otros paises, protegidos por el aparato estatal (como en las llamadas democracias populares) o por los mecanismos generadores de una bien instruinentada propaganda cultural nacionalista (como en Francia), estos estudiosos hubieran constituido verdaderas "escuelas". En los nuestros, la tarea critica (y quiza ese sea el verdadero fallo de que puede hablarse, nunca la calidad intrfnseca de esa labor) tiene un signo mis individual. La critica crece en la soledad, luchando con serias dificultades para la publicaci6n y difusi6n de los trabajos. Apenas si, a veces, se cuenta con el tenue apoyo de esporidicas instituciones o de fugaces revistas; de universidades volcadas al profesionalismo desenfrenado y sin concepci6n clara del valor de la investigaci6n (como en la Argentina y otros parses latinoamericanos) o, en afios mis recientes, de universidades norteamericanas no siempre sensibles al valor de una cultura extraia, o a la eficacia de escritos que por lo general se formulan en espaiol. Aun asf, y toinando todo eso en cuenta, es asombroso lo que se ha logrado: basta visualizar conjuntamente, ademis de los antes citados (y aqur me excuso por las inevitables excepciones de toda lista), la obra de Enrique Anderson Imbert, Jos6 Juan Arrom, Ana Maria Barrenechea, Emilio Carilla, Raul H. Castagnino, Luis Leal, Ernesto Mejia Sanchez, Luis Mongui6, Raimundo Lida, Emir Rodriguez Monegal, Alfredo A. Roggiano, Emma Susana Speratti Piiero... (Y, por detris, por lo menos una promoci6n mis de criticos en una forma u otra vinculados con los que acabo de citar.) S6lido conjunto de trabajos iluminadores, de apegado conocimiento de los textos, de valiosas conexiones con el contexto temporal y social de los respectivos paises, de razonada aplicaci6n de concepciones metodol6gicas renovadoras, de desarrollo de un continuum critico, en una palabra, que puede guiar sin tropiezos al estudioso de esta literatura. Gufa demis, debido al complejisimo caricter de la obra a esimprescindible, por tudiar: diez siglos de tradici6n, los iltimos cinco transcurridos en tierras americanas pero con todo el peso de los siglos anteriores como asumida herencia (pues el Cid y Berceo y 'Manrique y Fray Luis son tambien "nuestra" tradici6n, mal que les pese a los cultores de nimiedades administrativas), seguidos por siglos del lo 270 REVISTA IBEROAMERICANA mis fecundo mestizaje que conozca la historia de la humanidad. Gran literatura que reclama grandes lectores y grandes criticos. Excelentes criticos. que ya existen (como todos los citados y otros que podrran citarse) y que nos estin dando su palabra. En el centro mismo de esta tradicion actual, de esta tradici6n que es tambien presente, se inserta la obra de Enrique Anderson Imbert, una parte importante de la cual aparece-en un cuidado volumen de 488 piginas-en la valiosa colecci6n "Biblioteca del Nuevo Mundo", dirigida por Alfredo A. Roggiano 1 . Anderson Imbert (Argentina, 1910), actual catedritico en la Universidad de Harvard, periodista en su juventud, narrador siempre, con irreprochables credenciales academicas y una trayectoria personal que es un verdadero ejemplo de probidad intelectual, ha reunido aquf los que quizi sean los trabajos mas definitorios de su carrera, los que mejor responden al titulo de "estudios" en el sentido profesional del termino. Otras recientes colecciones suyas son tambi6n valiosas, pues todas sus piginas ensefian: me refiero a La flecha en el aire, ensayos de su 6poca periodistica (1927-1940) y Los domingos del profesor, piginas similares de su 6poca profesoral (1940-1965), del tipo de "notas": ambos nutridos libros fueron publicados en Buenos Aires (Ediciones Gure, 1972). Pero aquf estin las piginas-a veces en extensos trabajos, a veces hasta breves libros o monografifas anteriores, como Tres novelas de Payr6 con pi'caros en tres miras, 1942-que mejor reflejan un prop6sito docente, en sentido especfficamente acad6mico, y que con mayor cabalidad muestran la dilatada actividad del investigador. Sin dureza, en forma natural, se articulan dentro de estas pginas los temas peninsulares con los de este lado del mar. A los primeros pertenecen "El cuento espafiol" (tambien aparecido originariamente en un breve volumen [Buenos Aires: Columba, 1959]); el trabajo sobre la "Comedia de Calisto y Melibea"; el que se refiere a El caballero de Olmedo, de Lope de Vega, y sus relaciones con el cantar popular del mismo nombre; un articulo sobre el drama El abuelo, de Gald6s, que sefiala sus conexiones con el mundo de Ibsen (tema bien conocido de Anderson Imbert, autor de un Ibsen y su tiempo [La Plata: Yerba Buena, 1946], que ahora se encuentra en Los domingos del profesor); otro sobre Tirso de Molina y otros-pr6ximos a temas favoritos de Amado Alonso y su circulosobre Gabriel Mir6 y sobre Valle Inclin. Sin embargo predominan, como es natural, las monograffas sobre temas hispanoamericanos, que en sus referencias temporales abarcan desde el titulado "La forma 'autor-personaje-autor' en una novela mexicana del siglo XVII'" (se refiere a Los sirgueros de la virgen sin original pecado, de Francisco Bram6n, 1620) hasta el analisis de un cuento de Borges, "La casa de Asteri6n", al que se pueden agregar piginas adicionales relacionadas con el mundo de este autor argentino: "Nueva contribucibn al estudio de las fuentes de Borges", "'Elliberalismo de Victoria Ocampo" y otras similares. Tampoco estin ausentesafortunadamente, pues Anderson Imbert presenta siempre vividamente los episodios de su propio crecimiento intelectual-algunos artfculos que se rela- RESE1AS 271 cionan de alguna manera con figuras capitales de su educaci6n o de sus dias juveniles: "Notas sobre Pedro Henriquez Ureia", "Amado Alonso y el Modernismo", "La estetica de Alejandro Korn" (presencia bienvenida desde el punto de vista de la historia de las ideas, aunque Korn no haya sido un creador literario en sentido lato) y "Martinez Estrada en 1926". En medio de estos dos grupos quedan, con otros materiales, algunos trabajos de Anderson Imbert que en mi opini6n se cuentan entre los suyos de valor mis perdurable, insustituibles en algunos casos. Habida cuenta de que toda selecci6n como la que intento es arbitraria (el libro refne 34 estudios), quisiera sin embargo sefialar en forma especial algunos titulos cuya consulta se recomienda constantemente a quienes trabajen en temas similares. Entre ellos estinantologia interna de esta recopilaci6n-"Isaacs y su romantica Mari'a", pp. 131-153 (en su origen, pr6logo a la edici6n de Mexico, Fondo de Cultura Econ6mica, 1951), acucioso estudio y analisis que, en la mejor tradici6n de la erudici6n literaria, resume praicticamente toda la informaci6n existente y agrega un analisis profundo de los significados y significantes presentes en la obra del romintico escritor colombiano; el estudio sobre "El Tabare de Zorrilla de San Martin", pp. 195-223, que realiza una tarea similar; "Formas en el Fausto de Estanislao del Campo", pp. 421-447, publicado en una versi6n anterior en esta misma Revista Iberoamericana;la breve y brillante monografia temitica sobre el cuento de Alfonso Reyes "La mano del comandante Aranda", pp. 481-488, deslumbradora en su rastreamiento de un motivo a traves de varias literaturas; y, por su inagotable interes como punto de partida te6rico para el estudio de muchos aspectos de nuestra narrativa, el utilisimo trabajo "Formas en la novela contemporinea", pp. 303-316. Para este lector-desde hace tres decadas-de la obra de Anderson Imbert, en estudios como los que acabo de citar es donde mejor se aprecian las verdaderas calidades de su labor: la diligencia pertinaz en la investigaci6n, la segura utilizaci6n de m6todos de la critica estilistica que jamis se quedan en la actitud inventarial sino que se amplian a perspectivas mayores, el preciso conocimiento de un contexto a la vez sincronico y diacronico para cada obra estudiada, la admirable trabaz6n interna de cada ensayo, la lozania de una prosa en la que se aspiran esencias de la mejor lengua hablada (giros, preguntas, guiada certidumbre del razonamiento dial6gico) en un marco de impecable claridad sintactica. Tales brillantes rasgos hacen inconfundible la prosa de Anderson Imbert e imprescindible su critica. Leerlo es verdaderamente (y etimolbgicamente) "la lecci6n del maestro": lo que para el fueron Alonso y Henriquez Urefia, es-con toda eficacia, a trav6s de paginas admirables-Enrique Anderson Imbert para los amantes de las letras hispinicas que lo han seguido en la citedra, la revista y el libro, ya sea de ficci6n o de critica: distintas facetas de una fascinante aventura intelectual. Catholic University of America DAVI D LAGMAN OV ICH 272 REVISTA IBEROAMERICANA NOTA 1. La "Biblioteca del Nuevo Mundo" Ileva publicados los siguientes vol6menes: 1. Arturo Torres Rioseco, La hebra en la aguja (1965); 2. Enrique Anderson Imbert, Los domingos del profesor (1965); 3. Allen W. Phillips, Estudios y notas sobre literaturahispanoamericana (1965); 4. John E. Englekirk, De lo nuestro y lo ajeno (1966); 5. Alfredo A. Roggiano, En este aire de America (1966); 6. Luis Mongui6, Notas y estudios de literaturaperuanay americana (1972), y 7, el que comentamos. Todos Ilevan pr6logos crfticos y biobibliograficos de Alfredo Roggiano, excepto el ltimo, a fin de no repetir el pr6logo al nimero 2 de la serie. GEORGE MCMURRAY. Gabriel GarciaMairquez. New York: Frederick Ungar Pub. Co., Modern Literature Monographs Series, 1977. La monograffa es un genero que tiene su utilidad. Esta, que resume toda la obra del escritor colombiano Gabriel Garcia Marquez, tiene la virtud de ser el primer libro en ingl6s que pueda informar a un piblico de habla inglesa que ha lefdo One Hundred Years of Solitude, que se ha interesado mucho por Garcia Mairquez, pero que, hasta ahora, no ha tenido a mano ningmn libro de fuentes para suplementar sus lecturas en traducci6n del escritor. El libro de McMurray ofrece una cronologfa del escritor y varios capitulos que siguen cronol6gicamente y que definen las etapas decisivas de su carrera literaria desde un primer capftulo, "Early Groupings and Success"-que describe los orfgenes biogrificos y literarios de las primeras ficciones del joven Garcia Mirquez-hasta un iltimo capftulo "Power, Solitude, and Decadence: A Lyrical Portrait" que analiza El otoio del patriarca, la obra madura de un escritor ya consagrado. La tesis general de McMurray sobre la evoluci6n literaria de Garcfa Mirquez se puede considerar acertada: es decir, el colombiano, todavia un adolescente, empieza a escribir cuentos surrealistas, un tanto incoherentes, en los cuales el pretende expresar un estado subjetivo. Muchos escritores que empiezan muy j6venes, como por ejemplo el argentino Adolfo Bioy Casares, tienden a pasar por semejante etapa. Como ya otros cri'ticos y eruditos han senalado, para no citar al mismo Garcia Mirquez, los escritores que le influyen mucho en esa 6poca son Kafka, Faulkner, Joyce, y tambien Hemingway. Luego, Garcia Marquez pasa por una etapa mss realista, quizas influido no slo por Hemingway sino, como indica McMurray, tambi6n por "La Violencia", las crisis politicas de Colombia en los 40 y los 50, donde escribe novelas y cuentos sobre el efecto del terror en la gente de pueblo, es decir, obras como La mala hora y E1 coronel no tiene quien le escriba. Con la realizaci6n de Cien ailos, como ya ha sido seiialado hace aios por crfticos como E. Rodriguez Monegal, Garcfa Mirquez transciende el realismo y pasa a escribir una literatura fantastica no incoherente, sino rigurosa, de escritor disciplinado, en breve, una escritura que, McMurray parece ignorar, se debe bastante a un a-