Vivió apasionadamente su vocación y caminó con los que

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Oficina de Acogida al Peregrino – S.A.M.I. Catedral de Santiago de Compostela
Vivió apasionadamente su vocación y caminó con los
que caminaban hacía Dios
Oficina de Acogida al Peregrino – S.A.M.I. Catedral de Santiago
"Ayuda a aquel con quien caminas, para que llegues hasta Aquel con quien
deseas quedarte para siempre".(San Ireneo)
Esta cita de un Sermón de San Agustín se reza el 3 de enero en el Oficio de
Lecturas, dos días más tarde del fallecimiento de D. Jenaro. ¡Es exactamente lo que
él encarnó en su ministerio sacerdotal! No sólo caminó entre peregrinos, eso fue la
última etapa de su ministerio, caminó con cada una de las personas que se
acercaron a él, especialmente en la confesión.
Cuando un sacerdote vive como un honor y un grato servicio aquello que le
es propio, Dios mismo se abre camino a través de él y llega con mucha facilidad a
cada uno de los que se le acercan.
Es fácil escuchar cosas buenas de las personas una vez que éstas han
fallecido, pero lo es menos en vida de éstas. De D. Jenaro fue fácil encontrarse con
personas que agradecían su ministerio, personas que se habían encontrado con
Dios gracias a él, que se habían sentido acogidos por Dios, amados por Dios,
reconciliados con Dios.
Podríamos escribir muchos datos biográficos de D. Jenaro, pero lo dicho es
lo que le definió allí donde estuvo. Fue testigo del Amor de Dios, fiel en lo que se le
encomendó, y misericordioso, los más cercanos a él saben que nadie que viniera a
pedirle, cosa que sucedía bastante a menudo, se iba con las manos vacías.
Vivió apasionadamente su vocación y caminó con los que caminaban hacía Dios.
Ahora él ya ha llegado a la Meta y Santiago Apóstol le habrá sellado su credencial
para recibir la Compostela de manos de su Dios.
In Memoriam - D. Jenaro Cebrián, Canónigo Delegado de Peregrinaciones de Santiago de Compostela Oficina de Acogida al Peregrino – S.A.M.I. Catedral de Santiago de Compostela
Jenaro vivió su vida desde la fe cristiana y la
generosidad. Confiando en las personas, se afianzó
en Quien ahora lo abraza con su amor
Luis M. García Bernadal, Director del COF diocesano y de la Oficina de estadísticas del
Arzobispado de Santiago de Compostela
Nuestro amigo Jenaro nació en 1935 en Santiago, hermano de otros siete,
entre ellos Juan José, también sacerdote. Su ambiente familiar, fue el espacio
natural en el que fue madurando su fe y vocación sacerdotal: “En mi corazón de
niño dejaron huella imborrable las reflexiones que nos hacía nuestra madre, a raíz
de la muerte en el espacio de seis meses, de dos de nuestros hermanitos”. A los
diez años decide entrar en el Seminario, manteniéndose así muy unido a su
hermano Juanjo. De todos aquellos años queda en su recuerdo “el compañerismo,
la amistad, y la formación apreciada con el paso de los años”, lo que le hace
olvidar los rigores de la época.
Un año antes de su ordenación en 1957, se le pide acompañe como
secretario a D. Miguel Nóvoa Fuente, entonces obispo auxiliar. A los 22 años es
ordenado sacerdote por D. Fernando Quiroga Palacios. Su primera misa fue en la
Iglesia conventual de las carmelitas, entorno que marcó su infancia y en el que
contaba con dos tías monjas. “La segunda misa la celebré ante la Tumba del
Apóstol, muy lejos de sospechar que muy pronto mi vida sacerdotal iba a estar
ligada a la Catedral hasta hoy”.
Destinado como coadjutor en dos parroquias de Santiago, pronto descubre
que su vida sacerdotal no discurre por los caminos que había soñado, pues
entendía que su ministerio no podía quedar limitado exclusivamente a la
celebración litúrgica. Con todo, en esos primeros años de sacerdote, el contacto
con las familias de los barrios más pobres, la visita a los enfermos, y el tiempo
dedicado a los jóvenes hizo descubrir su sacerdocio como entrega y cercanía a los
que sufren. Tuvo entonces su primer contacto con la Acción Católica. Sin duda,
estas fueron las primeras piedras de lo que con el tiempo sería toda su labor
ministerial… “Aquella experiencia breve, pero intensa, influyó en mi vida
sacerdotal más de lo que entonces sentí”. Con todo, pronto abandonaría estas
vivencias para centrarse en exclusiva como secretario del obispo auxiliar, a quien
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en más de una ocasión le decía que aunque se pudiera encontrar a Dios entre los
papeles de la curia, o entre pucheros, prefería encontrarlo entre las personas…
Su inquietud y entrega se encuentra así con su primera tarea como profesor
a los 25 años, y ocho años más tarde como capellán del colegio La Salle, lo que le
abre el horizonte del mundo juvenil, una de las claves de su entrega sacerdotal.
Fueron años de intenso trabajo en favor de los alumnos en innumerables
campamentos, convivencias y diálogos con ellos.
La mayor parte de su sacerdocio – casi cuarenta años -
transcurre al
servicio de la Juventud Estudiante Católica desde inicios de los años 70 hasta
principios del 2000. Persuadido de la dimensión social de la fe, y de un
cristianismo que debía transformar no sólo a personas, sino también a estructuras,
se entregó en cuerpo y alma al acompañamiento de grupos estudiantiles: “Fui
descubriendo la necesidad de un análisis de la realidad desde los valores del
Evangelio, que sin conversión del corazón no hay posibilidad de transformar las
estructuras sociales, y que la mirada creyente y contemplativa de la vida,
desemboca en el compromiso; la necesidad de respetar el ritmo y el proceso de
maduración de las personas, a las que acompañas, pero no diriges”. En su
despedida como Consiliario, estaban más de 120 personas de las diversas
generaciones de militantes de la JEC. En este punto expresa “una honda gratitud a
los cientos de jóvenes que pasaron por ella, y de lo mucho que aprendí con los
jóvenes y de los jóvenes en las aulas” de los centros en los que fue profesor:
Colegio Minerva, La Salle, el Instituto Rosalía de Castro, todos ellos en la ciudad de
Santiago.
En 2004 se pone al frente de esta Oficina de Peregrinos. Aquí somos
testigos de su entrega incansable al trabajo y a los peregrinos. Tras su jubilación
como canónigo, dedicará gran parte de su tiempo al confesionario de la Catedral:
“De todo lo que ocupó el tiempo de mi dedicación sacerdotal, el más gratificante,
sin duda, fue el dedicado al confesionario. Escuchar en confesión a los peregrinos
que llegan del Camino de Santiago, es un verdadero privilegio”.
En efecto, fuisteis miles los peregrinos los que tuvisteis la ocasión de celebrar
el sacramento de la reconciliación y el reencuentro con nuestro amigo sacerdote, y
no menos de cientos los que hasta día de hoy habéis compartido su amistad, ya
fuera a través de momentos puntuales, ya a través de cartas en las que seguía
haciéndose presente en vuestras vidas, ya fuera mediante los correos electrónicos a
los que años atrás le inició su hermano Juanjo. Promotor de las Vigilias para
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peregrinos, creó un espacio único en la Iglesia en el que las experiencias de
peregrinos de todos los continentes los volvía a unir por la Palabra de Dios.
En el último tramo de su vida, D. Jenaro amplía insospechadamente su
perspectiva de la Iglesia confraternizando con Cofradías de Latinoamérica y toda
Europa. Tras asegurarse de que las cosas en su familia proseguirían en su ausencia,
tenía en perspectiva un próximo viaje a Rusia…
EPÍLOGO
Jenaro vivió su vida desde la fe cristiana y la generosidad. Confiando en las
personas, se afianzó en Quien ahora lo abraza con su amor. Su persona
permanece no sólo en nuestra memoria, sino en nuestra misión: el Reino de Dios
descubierto por Jesús. Solía decir a los peregrinos que la meta del Camino no es
Santiago, sino la vida eterna con Cristo, representada en el Pórtico de la Gloria en
nuestra Catedral. El que llegó a la meta, nos seguirá ayudando a los que aún
somos peregrinos. Concluimos esta semblanza con palabras llenas de esperanza
que describen la estela de su entrega:
“Suele decirse que el peregrino es el protagonista del Camino, pero en realidad, el
protagonismo lo tiene la Gracia de Dios. He vuelto a encontrarme con los jóvenes,
ahora como peregrinos, y por ello puedo decir que sigue habiendo miles de
jóvenes que buscan apasionadamente a Cristo y al Evangelio”.
No tenía otras aspiraciones que las de anunciar a
Jesucristo como salvador a quien quisiera escucharle
José Fernández Lago, Director del Instituto Teológico Compostelano
Cuando uno conoce a una persona que hace de secretario a otra de
categoría elevada, sin detenerse a pensar demasiado la sitúa en el estamento de
aquél a quien sirve. De este modo, al saber que D. Jenaro había sido secretario de
D. Miguel Novoa Fuentes, Obispo Auxiliar del Cardenal Quiroga, me llevó a
considerarle, en mis tiempos mozos, como una persona de categoría más bien alta.
Ello se incrementaba cuando, siendo yo seminarista, lo veía en la Catedral vestido
de Beneficiado, o ayudando como sacerdote en las ceremonias que D. Miguel
presidía.
Sin embargo, D. Jenaro era una persona que, aun dando clases en el
Instituto, no aparecía de ordinario departiendo con los profesores para hablar de
In Memoriam - D. Jenaro Cebrián, Canónigo Delegado de Peregrinaciones de Santiago de Compostela Oficina de Acogida al Peregrino – S.A.M.I. Catedral de Santiago de Compostela
los alumnos, sino más bien departiendo con los alumnos, fuera de las horas de
clase. Quería de ese modo que vivieran ya desde entonces una vida cristiana, en
consonancia con las enseñanzas académicas. Así, organizaba campamentos para
algunos alumnos, de modo que pudiera ofrecer a los estudiantes un sentido más
vivo y cristiano de las vacaciones estivales.
D. Jenaro era más joven que D. Juanjo, y además no se había especializado
en Roma como su hermano. Sabía bastante de Religión, pero, como sucedía con la
mayor parte de los curas, no se había graduado en Teología. Bien lo sabía él, y
eso le ha llevado desde el principio a ser un hombre humilde. Compartía con los
alumnos y era cercano a ellos, porque no tenía afán de grandezas, sino que
intentaba dar de sí lo mejor que tenía.
Según pasaron los años y le hicieron canónigo, su actitud no cambió, aun
sin dejar de avanzar en el camino cristiano día a día. En el tiempo final de su vida
ha estado siempre ofreciendo su tiempo a los demás, hasta el punto de “morir con
las botas puestas”, en vez de hacerlo descansadamente. Pasaba largas mañanas
en el confesonario, también escuchaba a los peregrinos en la Oficina, y hacía de
monaguillo en las vigilias que se organizan para los peregrinos los sábados de
primavera, verano y otoño. Él no tenía otras aspiraciones que las de anunciar a
Jesucristo como salvador a quien quisiera escucharle, y ayudar a cuantos se
encontraran en situación de pobreza, necesitados de ayuda.
Su espíritu humilde le habrá conducido a las alturas; y aquellos a los que ha
mostrado el sendero de la vida, lo habrán acogido con los brazos abiertos, al
acceder de modo definitivo a la presencia de Dios.
Sorprendía su comprensión y la actitud respetuosa y
receptiva hacia todos
Javier Fresno, Delegado diocesano de Religiosidad Popular de Zamora
Recordar a don Jenaro Cebrián es simplemente hacer memoria de un
hombre bueno, de un hombre de Dios. Ciertamente nuestra amistad no era muy
antigua, comenzó en 2009 cuando me hice cargo de la Delegación Diocesana de
Religiosidad Popular y empecé a asistir a las reuniones de delegados del Camino.
Su acogida fue enormemente cordial, haciéndome sentir como un más desde el
primer momento. Sorprendía su comprensión y la actitud respetuosa y receptiva
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hacia todos, sin menospreciar ningún punto de vista. Lo acompañaba también ese
tono dulce de voz, nunca estridente, siempre conciliador. Después vendrían otros
encuentros, en Santiago y en diferentes reuniones nacionales. Luego la
colaboración más estrecha, desde finales de 2010, cuando fuimos ambos
encargados de la coordinación de Acogida Cristiana en el Camino. Llamadas
frecuentes, intercambios de opiniones, y en suma un trabajo continuado pero
discreto, sin llamar la atención. Así fue el trabajo de Jenaro, nunca paraba pero
tampoco acaparaba protagonismo. Así en su dedicación a la Oficina del Peregrino,
donde sabía estar al tanto de todo sin estorbar la labor de los colaboradores. Y en
las largas horas de confesionario en la Catedral. Y en esas Vigilias de Oración con
los peregrinos, en alguna de las cuales tuve la suerte de participar. Y en tantas
cosas más, de cuya existencia sabía por amigos de Santiago. Para la pastoral en el
Camino fue un hombre providencial, con lucidez para ver los retos que la Iglesia
tenía y con firmeza amable para defender la autonomía de lo eclesial. Pero
siempre afectuoso y acogedor, incluso con los adversarios. Y así hasta su misma
muerte, al estrenar un año nuevo y una vida nueva. Descanse en el Señor, y que su
memoria perviva entre nosotros como modelo de bien hacer.
Era un hombre de fe. Generoso. Lleno de amor a los
peregrinos
Antolín de Cela Pérez, Delegado del Camino de Santiago en la Diócesis de Astorga
Conocí hace ya bastantes años a los dos hermanos Cebrián Franco. Y
siempre me parecieron una metáfora de Santiago y Juan, “los hijos del trueno:” A
Juanjo se le notaba más el fogoso temperamento intelectual y polemista... Jenaro
significaba mucho mejor el ardor amoroso, el afecto pastoral y silencioso, el padre
que acoge y dialoga, el amigo que se fía de la gente.
Sabía de su actividad apostólica como educador de jóvenes militantes,
consiliario y capellán, de su pasada condición de coadjutor y beneficiado del
Cabildo. Pero para mí el auténtico descubrimiento de D. Jenaro llegó en el año
2006 una vez que fue nombrado Delegado Diocesano de Peregrinaciones y
Director de la Oficina de Acogida de Peregrinos. Siendo yo uno de los más
antiguos Delegados Diocesanos de Peregrinaciones del Camino, tal vez el decano,
hube de colaborar con él en muchos de sus proyectos y ello me llevó a un
conocimiento mucho más auténtico y profundo del que te ofrecen las apariencias.
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Era un hombre bueno que confiaba y se fiaba de la gente. Buscaba amigos
y colaboradores leales, nunca aduladores. Por eso deja preparados buenos
equipos que sabrán seguir su tarea. Pedía tu parecer y consejo pero no era un
hombre que necesitase el halago personal ni estuviera buscando que le dijeses sí a
lo que él mismo pensaba.
A veces los peregrinos dicen, a mi parecer con cierta ingratitud, que ven
pocos sacerdotes dedicados a ellos en el Camino. Pues Jenaro era un sacerdote que
amaba a los peregrinos. Les dedicaba su tiempo, cada día leía y presentaba los
que habían llegado para la misa del Peregrino, les proporcionaba la “Compostela”,
les confesaba, les ofrecía la oración del atardecer y les encomendaba a algún otro
sacerdote conocido al que deberían ir a ver después de la peregrinación
enviándole, a través de ellos, cordiales saludos.
No es de extrañar que tantos peregrinos le recuerden y le aprecien tanto.
Conozco a uno que desde el extremo meridional de la provincia de León iba a
confesarse con él de vez en cuando. No hacía juicios, les escuchaba y les quería de
verdad.
Fui yo quien, pidiéndome consejo, le animé a no perder la batalla de las
Credenciales poniéndose en su sitio,
defendiendo la oficial de la Catedral de
Compostela y también a aglutinar a los recursos de la Iglesia a lo largo del Camino,
de cara a trabajar pastoralmente juntos en lo que más tarde se llamó la “Acogida
Cristiana en el Camino”. (ACC).
Lleno de “celo apostólico” convocaba al pequeño grupo de delegados,
religiosas y laicos implicados en el Convento de Santa María de Carvajal de León.
Allí surgió en la última de nuestras reuniones la idea de preparar en Compostela un
pequeño Congreso sobre Peregrinación y Nueva Evangelización. De hecho viajó a
Ponferrada, un par de días antes de su inesperada muerte, para dejarlo todo
organizado.
Era un hombre de fe. Generoso. Lleno de amor a los peregrinos. Dotado con
especial sensibilidad renovadora para escuchar y hacerte sentir bien. Que dejaba
hacer a los que le rodeaban sin necesidad de que le dieran a él el incienso.
Un día llegó a la Oficina del Peregrino lleno de elemental sencillez. Tal vez,
nadie se lo esperaba y puede que hasta algunos no lo quisieran. Hizo de su
confesionario la Oficina del Dios Misericordioso y de la Gran Perdonanza. Y otro
día se fue en silencio, de puntillas, como pidiendo perdón por haber venido. Pero
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su obra será continuada, estoy seguro, por los que le hemos querido y apreciado.
Y su intercesión ante el Apóstol Santiago no nos faltará desde el Cielo.
Un hombre, humilde y afectuoso, con los brazos en
cruz, abiertos, para acoger, para hacer posible el
Camino
Madre Prado, Superiora del Monasterio Agustino de la Conversión. Sotillo de la Drada
Cuando nos dieron la noticia del fallecimiento de D. Jenaro no pude reprimir
la expresión de una congoja, de una pena sincera, por la pérdida de un ser
querido a pensar de que no nos veíamos con frecuencia.
Lo conocimos a raíz de nuestra implicación con el Camino de Santiago y
gracias a la generosidad de las Benedictinas de León que pensaron en nosotras, en
nuestra Comunidad de la Conversión, para participar en unas reuniones que se
harían a fin de potenciar la Hospitalidad cristiana en el Camino de Santiago.
Fuimos como invitadas, junto a todos los Delgados del Camino de todas las
Diócesis por las que transcurre.
Entramos en esa magna convocatoria de puntillas y sabiendo que era un
espacio que excedía nuestra propia realidad en el Camino. Y D. Jenaro desde el
primer instante nos mostró acogida verdadera, benevolencia y confianza. Fue fácil
responderle a él del mismo modo porque lo tenía más que merecido.
Gracias a él se abrió una senda no transitada aún en ese quehacer
hospitalero. Con paciencia, constancia y fe en el Camino D. Jenaro supo empujar
humildemente a ese pequeño grupo hacia labores y compromisos que empezaban
a ser comunes, sentidos como gestos de comunión entre los que creíamos en el
valor de este Camino Apostólico.
D. Jenaro era, con su mirada cándida, su inteligencia iluminada por la fe y
su sencilla cordialidad, la persona que nos representaba a todos, la que nos
convocaba y la que nos ponía en comunicación con el Apóstol. D. Jenaro fue el
PUENTE que puso en contacto dos orillas, las acercó y hermanó. Toda España y
Santiago de Compostela. Un hombre, humilde y afectuoso, con los brazos en cruz,
In Memoriam - D. Jenaro Cebrián, Canónigo Delegado de Peregrinaciones de Santiago de Compostela Oficina de Acogida al Peregrino – S.A.M.I. Catedral de Santiago de Compostela
abiertos, para acoger, para hacer posible el Camino, para animar la hospitalidad
cristiana como oferta al hombre peregrino de hoy.
Respondemos también nosotras de él ante el Padre: “Señor, tú que amas a
nuestro hermano Jenaro acógelo en tu seno, ahora que ha concluido su
peregrinación y ha llegado a la Patria. Dale tu abrazo de Padre y mírale como el
hijo fiel que siempre deseó que muchos hermanos llegaran a Ti y te conociesen. Te
lo pedimos nosotros porque también le quisimos y confiamos en Él. Te lo pedimos
por Jesucristo, Nuestro Señor y Hermano Mayor. Amén.
A D. Jenaro le gustaba la gente. Tenía el don de la
cercanía con aquellos que le rodeaban
Mari Eiras, Coordinadora de la Oficina de Acogida al Peregrino de Santiago
A D. Jenaro le gustaba la vida, pues vivió cada instante de forma intensa,
compartiendo con muchos de nosotros momentos importantes: bodas, bautizos,
enfermedades, fallecimientos de familiares, y un largo etc. En todas las ocasiones
siempre ha sido ejemplo y fiel seguidor del Evangelio.
A D. Jenaro le conquistaba el mundo de los jóvenes y trasladaba ese espíritu
de jovialidad a su vida diaria y a su entorno más cercano. Siempre se mostraba
abierto y comprensivo, indulgente y protector con los pequeños errores, y de todo
sabía sacar partido para enseñar un camino mejor.
A D. Jenaro le fascinaba el Camino. Lo jacobeo fue el motor de su vida,
siempre dedicada en su entrega sacerdotal en la Catedral; desde el confesionario
nº 2, por donde tantos peregrinos han pasado; y promoviendo las rutas de
peregrinación al Sepulcro de Santiago el Mayor como ámbito propicio para la
evangelización y para acercarse a Dios. Promotor de muchos proyectos de acogida,
en Santiago podemos destacar que consolidó las Vigilias de Oración para
peregrinos en la Catedral y desde la Oficina del Peregrino la creación de un
espacio para acogida espiritual a aquellos que lo necesitaran. En numerosas
ocasiones se calzó las botas de peregrino para acompañar a grupos de jóvenes en
el Camino de Santiago, y así, todavía lo recordamos cuando en 2007 un grupo de
personas que trabajamos en la Oficina de Peregrino hacíamos el camino a pie
desde Sarria. Un lujo caminar a su lado.
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A D. Jenaro, en definitiva, le gustaba la gente. Tenía el don de la cercanía
con aquellos que le rodeaban, la facilidad de encontrar la palabra exacta para los
que se acercaban a él en busca de orientación o consuelo. Hoy, para los que
notamos su vacío y lloramos su pérdida, nos grita desde el cielo: “Los cristianos
debemos aceptar la muerte como parte de la vida misma”. Aun así, es difícil
olvidar que no volveremos a compartir más charlas y momentos con él, y sin
embargo, él nos sonríe desde la eternidad y vela por nosotros. Él ya ha alcanzado
la meta de la peregrinación y allí goza ya de la Gloria Celestial.
Así era él, siempre dando más que recibiendo.
Hombre trabajador y valiente
Eduardo Pérez, Coordinador de la Oficina de Acogida al Peregrino de Santiago
Recuerdos y anécdotas surgen a cada momento que pienso en D. Jenaro,
amigo de horas en la Oficina del Peregrino, bautizó a mi hija pequeña y haciendo
una excepción, exclusiva para familiares directos, acudió, dejando su dieta a un
lado, a la posterior celebración familiar. Y qué decir de los viajes compartidos
(León, Ponferrada, etc.) entre risas, confidencias e historias vividas. Recuerdo
especial al viaje a Ecuador y a las Islas Galápagos en el que continuamente estaba
pendiente de mi ilusión por seguir los pasos de Darwin, así era él, siempre dando
más que recibiendo.
Ha reunido, como confesor, a numerosos hombres con
el misericordioso amor de Dios
Angela y Wolfgang Schneller, Delegados pastorales del proyecto “Peregrinos de Santiago”,
de la Conferencia Episcopal Alemana
Don Jenaro siempre ha ayudado a los colaboradores de la Oficina del
Peregrino y también a los peregrinos con gran amabilidad. Sobre todo ha reunido,
como confesor, a numerosos hombres con el misericordioso amor de Dios. Cuando
se quería hablar con Don Jenaro, era seguro buscarle en el confesionario No 2.
In Memoriam - D. Jenaro Cebrián, Canónigo Delegado de Peregrinaciones de Santiago de Compostela Oficina de Acogida al Peregrino – S.A.M.I. Catedral de Santiago de Compostela
Recordamos a Don Jenaro con gran agradecimiento porque nos ha dado su apoyo
en la instalación de nuestro Proyecto Pastoral para los peregrinos germanos. Su
palabra “Vosotros sois los pioneros de una labor grande que también otros países
tendrán que realizar...” para nosotros se convierte en obligación y aguijón.
Pensamos en Don Jenaro y rezamos por él. Dios le recompense sus buenos
hechos. Descanse en paz.
He podido admirar, su gran bondad, su amor por el
prójimo y su benevolencia respecto a los peregrinos
Guy Auguste, Hermano Mayor de la Archicofradía y voluntario en la Acogida
Cristiana en el Camino. Francia Hace unos días Don Jenaro se fue. Nos ha dejado igual de discretamente que su paso por esta vida. Se ha reunido con el Apóstol Santiago y con los millones de peregrinos que le han precedido. Don Jenaro tuvo la pesada tarea de suceder a Don Jaime, un monumento
del Camino. En los últimos cinco o seis años he tenido el honor de trabajar con él
en la Oficina de Acogida al Peregrino durante 15 ó 20 días cada año, y he podido
admirar su dulce sonrisa, su gran bondad, su amor por el prójimo, su benevolencia
respecto a los peregrinos.
A su manera ha sabido tomar el relevo y ha conseguido que los lazos que
unen a los peregrinos no se pierdan, y que se transmitan al igual que lo han hecho
durante muchos siglos.
Adiós; no, hasta luego, querido Don Jenaro, siempre lo tendremos entre
nosotros. Gracias por haberme honrado con su amistad.
Ha abandonado esta tierra en la que ha rendido
tantos buenos servicios, especialmente a la Iglesia
Jean Pierre Renard, Hermano Mayor de la Archicofradía y voluntario en la Acogida
Cristiana en el Camino. Bélgica A lo largo de los ocho años en los que he podido participar en la acogida
de peregrinos en Santiago durante los períodos estivales he podido apreciar la
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misión de D. Jenaro como Director de la Oficina del Peregrino y que ha gestionado
de manera competente, con un espíritu abierto y distendido, potenciando la
escucha a aquellos que quisieran encontrarse con él e intercambiar algunas
palabras.
Su hermano, D. Juan José, también Canónigo de la Catedral, era un hombre
más temperamental. En cambio, D. Jenaro era más reservado, más calmado y
reposado; su carácter había estado profundamente marcado por su experiencia a
lo largo de los muchos años que ha dedicado al servicio del Pueblo de Dios como
confesor en la Catedral. Trabajar, al unísono con otros muchos voluntarios que se
han convertido también en “compañeros de Santiago Apóstol”, se había convertido
en un verdadero placer, pues la cordialidad con la que nos recibía era hasta tal
punto memorable.
Roguemos porque ahora que ha abandonado esta tierra en la que ha
rendido tantos buenos servicios, especialmente a la Iglesia, el Apóstol Santiago en
persona le pueda acoger con las siguientes palabras: “Entra, buen y fiel servidor, tú
que a lo largo de toda tu vida como sacerdote has intentado seguir la palabra de
Jesús “yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”.
A cada uno de nosotros nos deja, un poco a forma de testamento espiritual,
esta misma frase y nos invita a seguirla también en nuestras vidas.
Si usted pudo cambiar el corazón de miles de
personas, ¿qué no hará ahora?
Piluca, Peregrina y voluntaria en la Oficina de Acogida al Peregrino
Querido padre, le escribo como siempre, porque siento que sigue
acompañándome. Cuando se ha marchado todos hemos sufrido como hermanos;
es lógico porque era muy fácil ver a Dios a través suyo. Ya le avisé una vez que era
un Santo, pero dejé de hacerlo porque casi le da algo por rubor y sorpresa. Si
usted pudo cambiar el corazón de miles de personas, ¿qué no hará ahora? Es
posible que la vida me traiga muchas aventuras por el mundo, pero me siento feliz
porque sé que ese viaje lo seguiremos haciendo juntos. Siempre fue fiel y
omnipresente, como el Señor; su presencia me llena de alegría y me anima a ser
mejor cada día.
In Memoriam - D. Jenaro Cebrián, Canónigo Delegado de Peregrinaciones de Santiago de Compostela Oficina de Acogida al Peregrino – S.A.M.I. Catedral de Santiago de Compostela
Sus ideas, sus lecciones, sus consejos, su carisma y su
fe, eran jóvenes, actuales y reales
Belén Prats, Peregrina y amiga de D. Jenaro
Fue el sacerdote mas mayor con el que he mantenido una amistad y el más “joven”
de todos ellos con diferencia… sus ideas, sus lecciones, sus consejos, su carisma y su fe,
eran jóvenes, actuales y reales; como él me decía “yo confieso a personas me da igual
como sean, todos son hijos de Dios” y como tal me sentía cuando estaba a su lado o
cuando recibía sus innumerables cartas, correos o mensajes.
Su amistad es irremplazable y que poco a poco asimilaré que está más cerca de mí que
nunca y junto al Apóstol que tanto amamos.
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